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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Exhausting nightmares | Marcus
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26/01/2016
07:30 am
Comedor, Base de Umbrella.
07:30 am
Comedor, Base de Umbrella.
Bostezando entró en el comedor, su ropa de ese día consistía en su pijama. Una camiseta XXL junto con unos pantalones de chándal, había tenido una mal noche pues las pesadillas estaban incrementando y era lo peor para poder descansar del todo. Con paso lento se dirigió hacia donde se encontraba la barra del comedor para poder comenzar a poner, en la bandeja que había tomado, su desayuno.
—Buenos días, Davis —saludó Carter, uno de sus compañeros de unidad.— Te noto muy avispada hoy, ¿has dormido bien? —lo primero hizo que Freya mirara al chico con una ceja alzada y con cara de pocos amigos y lo segundo pues...
—Si estuviera despierta del todo, te pegaba una paliza —gruñó la joven para poder caminar hacia una de las tantas mesas del comedor y poner su bandeja allí mientras se sentaba.
—¡Oh, vamos! —exclamó él mientras la seguía para sentarse delante de ella.— Era una broma, no te lo tomes tan mal —se disculpó con una leve sonrisa.— ¿Las pesadillas de nuevo?
La joven simplemente asintió suspirando mientras tomaba una tostada y untaba mantequilla en esta, desde hacía un tiempo solía tener unas épocas jodidas gracias a las pesadillas y las pastillas no le hacían efecto. Su mente se quedó en blanco mirando la tostada, recordaba los gritos. Gritos de su parte pero intentando luchar, ¿contra qué? Nunca había tenido pesadillas y le agotaban, como ese día. Parecía un zombie, la comida casi ni le entraba pero se forzaba a comer; por ejemplo, en ese mismo momento no le entraba el desayuno pero necesitaba conseguir fuerzas de donde pudiera.
En grupo, Marcus Wright hace acto de presencia en el comedor de la corporación, y casi como efecto inmediato los que allí presentes constituían la larga fila, que bien, conducía a la selección de alimentos, desviaron sus miradas voluntariamente y con la intención de no hacer ni tener ningún tipo de contacto con semejante hombre. Su reputación entre las divisiones lo precede, incluso dentro de ambientes cuyos propósitos desembocan enteramente para carácter social se le trata con cierto repelús ante el escrutinio público.
La mayoría optó por ignorarlo a él y a sus allegados apenas los vieron entrar al lugar, algo que percibieron de inmediato, pero indiferentes y hechos de la vista gorda, decidieron igualar e ignorar al mismo tiempo a dichas personas, entre ellos, antiguos adversarios que seguían viéndolos con atención.
―¿Alguno vio la paliza de ayer? ―comenta el soldado Walker a un costado de Marcus. Él, Benjamín y la especialista de armas Tanya Cooper, acompañan al “rebelde” cuyo título indiscutible ha generado tanta controversia entre los agentes de la corporación. Por supuesto, siendo miembros de su séquito, esto lo hacen sin armar prejuicio alguno, conscientes de que a la vez estarían bajo su protección.
―Por supuesto―dice Benjamín con sarcasmo. Un soldado austriaco que participó en operaciones paramilitares durante su vida pasada―a quién no le encantaría pasar un lunes por la noche mirando grabaciones de antiguas peleas de boxeo―realza la ironía frente a su comentario. Debido a que las civilizaciones habían sido borradas completamente―con ellas también habrían desaparecido algunas fuentes de entretenimiento―algunos miembros de la farmacéutica se distraían con grabaciones de series y programas de televisión, datos que habían sido rescatados previo al colapso de la sociedad moderna―no lo sé, amigo… Quizá ya sea hora de conseguirte una pareja.
―Espera… ¿Hablas enserio? La última chica que ingresó a su habitación fue para monitorear sus niveles de potasio―comenta Cooper―no me sorprendería que acabaras antes de siquiera comenzar el juego.
―Ja, ja, ja…―responde Walker con claro sarcasmo. Pese a tratarse de un chiste, no puede evitar coincidir con el hecho de que gran parte de su comentario está basado en la realidad―me pregunto por qué no te uniste al reparto de Stand Up, ganarías una fortuna en la industria de la comedia. Más de lo que estás ganando con Umbrella construyendo sus armas.
―Lo sé, lo sé… Pero con Umbrella puedo mantenerme con vida. Además, así puedo estar cerca de ti con tal de regalarte un poquito de mi humor. ¿No te parece? Un Stand Up en formato exclusivo. Únicamente para ti, mi imbécil favorito.
Benjamín suelta un par de carcajadas considerando que Walker siempre sintió atracción por la agente Gutiérrez, algo que era de conocimiento público, pese a que estos dos últimos intentaban no dar con esa realidad―Parecen dos tórtolos, en verdad―comenta para evitar que se forme una discusión entre sus dos homólogos―. ¿Qué hay de ti Marcus? ¿Alguna actividad especial con la cual acabar el primer día de la semana?
Hundido entre pensamientos, 13-06 se encontraba recapitulando sobre el día anterior y su participación en el entrenamiento con armas de fuego. Aquel polígono de tiro se había quedado con un fragmento de él, o bien, había sido el interruptor capaz de encender el mecanismo que tanto se empeñaba por ocultar. Se había abierto la caja de pandora, y con ella una serie de recuerdos vinieron a estallar directamente contra su rostro. Sin embargo, intentando disimular su baja de ánimo reconoció rápidamente el tema que sus amigos se encontraban discutiendo, aunque tardó unos segundos rebobinando, analizando y pensando en las palabras que utilizaría, pues confundido y aún metido dentro de su cabeza, para él seguía siendo aquel lunes 25, un día atrás en su calendario.
— …Sí, por supuesto. ¿Espera, qué? Sí, sí…—dice con voz apagada. Entrecortada, pues todavía está tomando el hilo de la conversación— No lo sé, apenas llegué a mi habitación me acosté a dormir. Me quedé exhausto, ni siquiera recuerdo haberle dado las buenas noches a Hilary.
Incluso sus amistades habrían sido capaces de percibir a un Marcus un tanto diferente. Al menos, más diferente de lo que era ayer por la mañana cuando se los encontró entre los pasillos de las instalaciones de Umbrella―¿En Verdad? ―le pregunta el soldado Walker― ¿Tan agotado te dejó el entrenamiento? Supongo que Harker no te la ha dejado nada fácil. ¿Eh Marcus?
―¿Harker? ¿No es ese contra quien se peleó el otro día? ―interrumpe la especialista Tanya
―¡Ese mismo! El pobre Marcus salió con un brazo dislocado, pero cuentan que fue una increíble pelea. Ojalá hubiera estado allí
Benjamín, por el contrario, se quedó observando a detalle las expresiones faciales de su primer compañero. Siendo el más alto de todos, lo miró directamente a los ojos percatándose de que incluso él, uno de los miembros más dinámicos, problemáticos, pero con mayor potencial para el liderazgo de grupos, había perdido su concentración. Le sorprendía, nunca había visto a Marcus tan distraído. «¿Qué habrá pasado en ese entrenamiento?» se preguntó.
Por supuesto, la fila avanzaba a la par que la conversación. Su distracción y falta de atención tuvo que, por obligación, verse interrumpida. Por consiguiente, "el rebelde" tomó una bandeja de aluminio y se preparó para elegir lo que iba a comer esa tarde. «Oye, espera… Papas, ¿quiero papas?»
La mayoría optó por ignorarlo a él y a sus allegados apenas los vieron entrar al lugar, algo que percibieron de inmediato, pero indiferentes y hechos de la vista gorda, decidieron igualar e ignorar al mismo tiempo a dichas personas, entre ellos, antiguos adversarios que seguían viéndolos con atención.
―¿Alguno vio la paliza de ayer? ―comenta el soldado Walker a un costado de Marcus. Él, Benjamín y la especialista de armas Tanya Cooper, acompañan al “rebelde” cuyo título indiscutible ha generado tanta controversia entre los agentes de la corporación. Por supuesto, siendo miembros de su séquito, esto lo hacen sin armar prejuicio alguno, conscientes de que a la vez estarían bajo su protección.
―Por supuesto―dice Benjamín con sarcasmo. Un soldado austriaco que participó en operaciones paramilitares durante su vida pasada―a quién no le encantaría pasar un lunes por la noche mirando grabaciones de antiguas peleas de boxeo―realza la ironía frente a su comentario. Debido a que las civilizaciones habían sido borradas completamente―con ellas también habrían desaparecido algunas fuentes de entretenimiento―algunos miembros de la farmacéutica se distraían con grabaciones de series y programas de televisión, datos que habían sido rescatados previo al colapso de la sociedad moderna―no lo sé, amigo… Quizá ya sea hora de conseguirte una pareja.
―Espera… ¿Hablas enserio? La última chica que ingresó a su habitación fue para monitorear sus niveles de potasio―comenta Cooper―no me sorprendería que acabaras antes de siquiera comenzar el juego.
―Ja, ja, ja…―responde Walker con claro sarcasmo. Pese a tratarse de un chiste, no puede evitar coincidir con el hecho de que gran parte de su comentario está basado en la realidad―me pregunto por qué no te uniste al reparto de Stand Up, ganarías una fortuna en la industria de la comedia. Más de lo que estás ganando con Umbrella construyendo sus armas.
―Lo sé, lo sé… Pero con Umbrella puedo mantenerme con vida. Además, así puedo estar cerca de ti con tal de regalarte un poquito de mi humor. ¿No te parece? Un Stand Up en formato exclusivo. Únicamente para ti, mi imbécil favorito.
Benjamín suelta un par de carcajadas considerando que Walker siempre sintió atracción por la agente Gutiérrez, algo que era de conocimiento público, pese a que estos dos últimos intentaban no dar con esa realidad―Parecen dos tórtolos, en verdad―comenta para evitar que se forme una discusión entre sus dos homólogos―. ¿Qué hay de ti Marcus? ¿Alguna actividad especial con la cual acabar el primer día de la semana?
Hundido entre pensamientos, 13-06 se encontraba recapitulando sobre el día anterior y su participación en el entrenamiento con armas de fuego. Aquel polígono de tiro se había quedado con un fragmento de él, o bien, había sido el interruptor capaz de encender el mecanismo que tanto se empeñaba por ocultar. Se había abierto la caja de pandora, y con ella una serie de recuerdos vinieron a estallar directamente contra su rostro. Sin embargo, intentando disimular su baja de ánimo reconoció rápidamente el tema que sus amigos se encontraban discutiendo, aunque tardó unos segundos rebobinando, analizando y pensando en las palabras que utilizaría, pues confundido y aún metido dentro de su cabeza, para él seguía siendo aquel lunes 25, un día atrás en su calendario.
— …Sí, por supuesto. ¿Espera, qué? Sí, sí…—dice con voz apagada. Entrecortada, pues todavía está tomando el hilo de la conversación— No lo sé, apenas llegué a mi habitación me acosté a dormir. Me quedé exhausto, ni siquiera recuerdo haberle dado las buenas noches a Hilary.
Incluso sus amistades habrían sido capaces de percibir a un Marcus un tanto diferente. Al menos, más diferente de lo que era ayer por la mañana cuando se los encontró entre los pasillos de las instalaciones de Umbrella―¿En Verdad? ―le pregunta el soldado Walker― ¿Tan agotado te dejó el entrenamiento? Supongo que Harker no te la ha dejado nada fácil. ¿Eh Marcus?
―¿Harker? ¿No es ese contra quien se peleó el otro día? ―interrumpe la especialista Tanya
―¡Ese mismo! El pobre Marcus salió con un brazo dislocado, pero cuentan que fue una increíble pelea. Ojalá hubiera estado allí
Benjamín, por el contrario, se quedó observando a detalle las expresiones faciales de su primer compañero. Siendo el más alto de todos, lo miró directamente a los ojos percatándose de que incluso él, uno de los miembros más dinámicos, problemáticos, pero con mayor potencial para el liderazgo de grupos, había perdido su concentración. Le sorprendía, nunca había visto a Marcus tan distraído. «¿Qué habrá pasado en ese entrenamiento?» se preguntó.
Por supuesto, la fila avanzaba a la par que la conversación. Su distracción y falta de atención tuvo que, por obligación, verse interrumpida. Por consiguiente, "el rebelde" tomó una bandeja de aluminio y se preparó para elegir lo que iba a comer esa tarde. «Oye, espera… Papas, ¿quiero papas?»
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Su cabeza era un jodido bombo en esos momentos, si bien aún el día casi no había empezado seguía mirando la tostada que ya se le había quedado fría pero estaba estática como si estuviera en otro mundo. Ni se había dado cuenta de que Marcus y su grupo había entrado al comedor. Carter seguía intentando que la joven comiera o que despertara del trance, sonrió leve al ver las gilipolleces que hacía.
—Venga Davis —comentó Carter.— No puedes dejar que unas jodidas pesadillas te hagan caer, eres más fuerte que eso.
—Si es que... Ni yo sé porque tengo pesadillas —dijo ella mirando hacia su compañero.— Y en unos días quiero irme de viaje por tres días, ¿será vivir tanto tiempo en este lugar?
A veces creía que era eso, el vivir tanto tiempo encerrada le podría estar pasando factura. Dejó la tostada, más bien la tiró al plato, y se llevó las manos a la cabeza cerrando los ojos, luego de haber apartado la bandeja, para apoyar su cabeza en la mesa suspirando.
—Necesito salir de este lugar, aunque sea por unos días —murmuró, posiblemente tuviera que ver con el encuentro que había tenido con alguno de sus compañeros pero era imposible.
La mesa en la que estaban ambos estaba cerca de donde repartían la comida y pudo escuchar parte de la conversación pero no tenía cabeza para ser cotilla, tampoco es que fuera algo nato de ella eso de escuchar conversaciones ajenas.
—Venga Davis —comentó Carter.— No puedes dejar que unas jodidas pesadillas te hagan caer, eres más fuerte que eso.
—Si es que... Ni yo sé porque tengo pesadillas —dijo ella mirando hacia su compañero.— Y en unos días quiero irme de viaje por tres días, ¿será vivir tanto tiempo en este lugar?
A veces creía que era eso, el vivir tanto tiempo encerrada le podría estar pasando factura. Dejó la tostada, más bien la tiró al plato, y se llevó las manos a la cabeza cerrando los ojos, luego de haber apartado la bandeja, para apoyar su cabeza en la mesa suspirando.
—Necesito salir de este lugar, aunque sea por unos días —murmuró, posiblemente tuviera que ver con el encuentro que había tenido con alguno de sus compañeros pero era imposible.
La mesa en la que estaban ambos estaba cerca de donde repartían la comida y pudo escuchar parte de la conversación pero no tenía cabeza para ser cotilla, tampoco es que fuera algo nato de ella eso de escuchar conversaciones ajenas.
Papas, tocino, algunos huevos y pan. La jerarquía, incluso dentro de instituciones supervivientes, permitía que grupos selectos gozaran de privilegios como este. No todos tenían la oportunidad de desayunar lo mismo, mucho menos de comer en los mismos sitios. Sin embargo, la posición de Marcus, pese a ser un soldado más―entiéndase que es un proyecto que va de la mano de un caudillo―le brindaba la oportunidad de probar semejantes platillos tan exquisitos. Incluso para él, que todo lo cuestionaba y de todo solía dudar, en ocasiones resultaba un poco ofensivo la división social que en corporaciones tan grandes y ricas en recursos como Umbrella Corporation representaba, seguía vigente.
Sin embargo, el caos siempre acompaña al soldado de hierro, aunque esta vez las represalias no iban dirigidas a su persona, sino a uno de sus compañeros en particular. Es así como frente al público y en contra de toda norma, algunos sujetos se acercaron hasta la barandilla que separaba aquellos que estaban escogiendo su comida de los demás, exclamando y gritando a todo pulmón una rencilla en contra de Walker, quien seguía estando al costado derecho de Wright. Este último, y aun perdido en su mente, ignoró por completo lo que estaba sucediendo, se concentró en la selección de sus alimentos mientras dejaba que sus compañeros se encargaran de la disputa.
―¡Justo a ti te quería ver! ―comentó el primer hombre, quien parecía estar al mando, pues era perseguido por un séquito de cinco sujetos. ¡Josh Walker! Eres todo un bastardo hijo de puta―exclamó―. Alguien te identificó dentro del baño de mujeres cuando mi hermana pequeña aún seguía adentro. ¿Tienes con qué explicarte?
Walker, quien expresaba total confusión, pasó de ser el idiota del grupo a convertirse en el centro de atención. Prácticamente todas las miradas fueron dirigidas en su dirección bajo sospecha de que los cargos por los cuales estaba siendo acusado fueran realmente ciertos―Espera. ¿Ahora te la pasas vigilando a las chicas mientras se duchan? ―le pregunta Cooper a su compañero. Más que tomárselo en serio, se burla de tan extraña situación. Benjamín, por el contrario, se toma con mayor severidad aquellas acusaciones que le hacían a su amigo.
―¿Tienes pruebas de eso? ―pregunta el austriaco en un vago intento por calmar las cosas.
―Espera, no sé de qué me estás hablando―exclamó Walker nervioso. Todos, por primera vez, parecen ignorar a Marcus, quien yace ensimismado en el mundo de las ideas y con bandeja en mano.
El sujeto volvió acusar al compañero de grupo como un pervertido. Dijo que la noche anterior su hermana menor de veinticinco años, también miembro de Red Umbrella, había sido víctima de él cuando merodeaba tras los vestidores, y por consiguiente debía hacerse responsable, pues estaba apunto de darle su merecido. Walker se defendía bajo el argumento de que a esa hora era imposible que él estuviera en los baños públicos debido a que estaba viendo la grabación de una pelea entre Mike Tyson y José Ribalta.
Sin embargo, esto no apaciguó los humos. Benjamín no lograba calmar al grupo de la UBCS y como resultado de la ferviente rencilla el acusador tomó la bandeja de alguien más y la lanzó con dirección a Walker como medio de provocación. Era evidente que aquel hombre deseaba pelear con el soldado de fuerzas especiales, aunque no logró prever que su puntería poco certera desviaría su lanzamiento hasta dar con Marcus en el camino, quien lentamente se volteó con una mirada frívola y bastante seca. «Y aquí vamos de nuevo», pensó el utilitario cuestionando sobre si debía lanzar él el primer golpe o, por el contrario, calmarse un poco. Sin importar el resultado, ni siquiera estaba consciente de lo sucedido, pero aun así no podía permitir semejante agravio cometido en su contra.
Sin embargo, el caos siempre acompaña al soldado de hierro, aunque esta vez las represalias no iban dirigidas a su persona, sino a uno de sus compañeros en particular. Es así como frente al público y en contra de toda norma, algunos sujetos se acercaron hasta la barandilla que separaba aquellos que estaban escogiendo su comida de los demás, exclamando y gritando a todo pulmón una rencilla en contra de Walker, quien seguía estando al costado derecho de Wright. Este último, y aun perdido en su mente, ignoró por completo lo que estaba sucediendo, se concentró en la selección de sus alimentos mientras dejaba que sus compañeros se encargaran de la disputa.
―¡Justo a ti te quería ver! ―comentó el primer hombre, quien parecía estar al mando, pues era perseguido por un séquito de cinco sujetos. ¡Josh Walker! Eres todo un bastardo hijo de puta―exclamó―. Alguien te identificó dentro del baño de mujeres cuando mi hermana pequeña aún seguía adentro. ¿Tienes con qué explicarte?
Walker, quien expresaba total confusión, pasó de ser el idiota del grupo a convertirse en el centro de atención. Prácticamente todas las miradas fueron dirigidas en su dirección bajo sospecha de que los cargos por los cuales estaba siendo acusado fueran realmente ciertos―Espera. ¿Ahora te la pasas vigilando a las chicas mientras se duchan? ―le pregunta Cooper a su compañero. Más que tomárselo en serio, se burla de tan extraña situación. Benjamín, por el contrario, se toma con mayor severidad aquellas acusaciones que le hacían a su amigo.
―¿Tienes pruebas de eso? ―pregunta el austriaco en un vago intento por calmar las cosas.
―Espera, no sé de qué me estás hablando―exclamó Walker nervioso. Todos, por primera vez, parecen ignorar a Marcus, quien yace ensimismado en el mundo de las ideas y con bandeja en mano.
El sujeto volvió acusar al compañero de grupo como un pervertido. Dijo que la noche anterior su hermana menor de veinticinco años, también miembro de Red Umbrella, había sido víctima de él cuando merodeaba tras los vestidores, y por consiguiente debía hacerse responsable, pues estaba apunto de darle su merecido. Walker se defendía bajo el argumento de que a esa hora era imposible que él estuviera en los baños públicos debido a que estaba viendo la grabación de una pelea entre Mike Tyson y José Ribalta.
Sin embargo, esto no apaciguó los humos. Benjamín no lograba calmar al grupo de la UBCS y como resultado de la ferviente rencilla el acusador tomó la bandeja de alguien más y la lanzó con dirección a Walker como medio de provocación. Era evidente que aquel hombre deseaba pelear con el soldado de fuerzas especiales, aunque no logró prever que su puntería poco certera desviaría su lanzamiento hasta dar con Marcus en el camino, quien lentamente se volteó con una mirada frívola y bastante seca. «Y aquí vamos de nuevo», pensó el utilitario cuestionando sobre si debía lanzar él el primer golpe o, por el contrario, calmarse un poco. Sin importar el resultado, ni siquiera estaba consciente de lo sucedido, pero aun así no podía permitir semejante agravio cometido en su contra.
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—Huelo problemas... —escuchó decir a Carter, el cual parecía más atento a lo que estaba por pasar que a su compañera.
La joven Davis seguía con la cabeza apoyada en la mesa intentando concentrarse en dejar el dolor de cabeza a un lado pero con los gritos era imposible, alzó la cabeza mirando en la dirección que Carter estaba mirando. Apoyó sus brazos en la mesa observando con atención todo, reconoció a alguno de ellos. “Espero que sea una broma...” pensó mientras veía como uno lanzaba una bandeja pero no dio al que parecía que quería dar, dio a Marcus.
Sin decirle nada a Carter y viendo como el que había sido agredido con la bandeja miraba al que parecía acusar a uno, se levantó de forma rápida para poder ir hacia donde estaban. Lo que les faltaba ahora era una pelea en el comedor, si bien era de responder golpes sabía que eso no era muy buena idea. Al llegar justo al lado del, ahora, agredido le miró negando con la cabeza. Iba a parar ahora mismo toda pelea que estuviera por comenzar.
—Bien, sea lo que sea que haya pasado... El comedor no es buen lugar para pelear —informó al grupo que parecía tener la atención de ella, pues si bien tenía cara de pocos amigos intentaba mediar y llevar las peleas a otro lado.— Os recuerdo que tenemos una zona habilitada para entrenamiento donde podéis pelear todo lo que queráis pero aquí no y menos a estas horas, ¿tengo que decirlo más claro?
Carter, como siempre, estaba a su lado por si tenía que intervenir en cualquier ataque hacia Freya; él sabía cómo la joven se las gastaba y aunque ese días estuviera como la mierda, podía defenderse y dar buenos golpes.
La joven Davis seguía con la cabeza apoyada en la mesa intentando concentrarse en dejar el dolor de cabeza a un lado pero con los gritos era imposible, alzó la cabeza mirando en la dirección que Carter estaba mirando. Apoyó sus brazos en la mesa observando con atención todo, reconoció a alguno de ellos. “Espero que sea una broma...” pensó mientras veía como uno lanzaba una bandeja pero no dio al que parecía que quería dar, dio a Marcus.
Sin decirle nada a Carter y viendo como el que había sido agredido con la bandeja miraba al que parecía acusar a uno, se levantó de forma rápida para poder ir hacia donde estaban. Lo que les faltaba ahora era una pelea en el comedor, si bien era de responder golpes sabía que eso no era muy buena idea. Al llegar justo al lado del, ahora, agredido le miró negando con la cabeza. Iba a parar ahora mismo toda pelea que estuviera por comenzar.
—Bien, sea lo que sea que haya pasado... El comedor no es buen lugar para pelear —informó al grupo que parecía tener la atención de ella, pues si bien tenía cara de pocos amigos intentaba mediar y llevar las peleas a otro lado.— Os recuerdo que tenemos una zona habilitada para entrenamiento donde podéis pelear todo lo que queráis pero aquí no y menos a estas horas, ¿tengo que decirlo más claro?
Carter, como siempre, estaba a su lado por si tenía que intervenir en cualquier ataque hacia Freya; él sabía cómo la joven se las gastaba y aunque ese días estuviera como la mierda, podía defenderse y dar buenos golpes.
Entonces, Marcus observa cómo una dama, aún desconocida para él, intercede en pleno conflicto con la esperanza de que ambos grupos abandonaran aquella rencilla a falta de sentido. No en vano, y dando un claro vistazo hacia un carácter, o al menos así lo era ante su perspectiva, un tanto bélico, abrió una ventana hacia la hoguera misma, invitándolos a pelearse, sí, pero en una zona más adecuada para la ocasión. Por supuesto, quien reniega de sus antiguas costumbres ve esto como una oportunidad para evitarse el tema a discusión, por lo que Marcus, a pesar de sentir cierta intriga debido a las acciones de la señorita; lo suficientemente hermosa como para compararla con su actual pareja, esboza una ligera sonrisa antes de darle la espalda a todos los involucrados, tomar su bandeja y su desayuno, y finalmente partir de aquel escenario que estaba seguro no le generaría nada más que estrés y problemas a largo plazo.
Sin embargo, es frenado en el proceso, no por sus compañeros sino por aquellos presuntos rivales que aún seguían ahí presentes. Si bien quería irse y hacerse de la vista gorda―un trozo de lechuga se desliza por su hombro izquierdo antes de caer al piso―primero debería encargarse de que su amigo, el soldado Walker, saliera bien parado de todo esto. «Solo dame un motivo para reventarte los dientes» diría aquel alter ego de Marcus que la multitud se ha ensañado por construir. Pero la realidad es muy distinta a la ficción, aunque por lo general suele superarla. ¿No?
—Hazle caso a la señorita—le comenta a su compañero tras ubicar su mano izquierda por encima de su hombro, susurrando el mensaje sin reflejar segunda intención—encargate de esto, pero que sea en otro lugar y en otro momento. Ya has llamado mucho la atención aquí.
Walker parece estar de acuerdo con aquel que toma la voz de mando, y como respuesta, ahora sacando una actitud más firme y una viril voz que se moldea al somatotipo del mesomorfo, reta al soldado de la U.B.C.S a un ajuste de cuentas en el ala de entrenamiento (vulgarmente llamado patio de recreación) ese mismo día y después de cumplir servicio. Así la solicitud de la muchacha es acatada por el grupo de Wright, y le permite a 13-06 marcharse hacia su respectiva mesa (al fondo del lugar) sin tener porqué esperar a sus compañeros de armas.
Además, recae en el hecho de que por alguna razón esto habría de ser suficiente para distraerlo, pues ya no parece ensimismado y atrapado con lo ocurrido en el polígono de tiro, sino que ahora se encuentra recordando alguno que otro momento con Rachel, vívida imagen que alcanzó a encarnar aquella joven casi a la perfección, siendo una vez más las acciones de una dama las que figuran como persona de autoridad. Sin embargo, ¿los agentes de la U.B.C.S aceptarían dichos términos?
Sin embargo, es frenado en el proceso, no por sus compañeros sino por aquellos presuntos rivales que aún seguían ahí presentes. Si bien quería irse y hacerse de la vista gorda―un trozo de lechuga se desliza por su hombro izquierdo antes de caer al piso―primero debería encargarse de que su amigo, el soldado Walker, saliera bien parado de todo esto. «Solo dame un motivo para reventarte los dientes» diría aquel alter ego de Marcus que la multitud se ha ensañado por construir. Pero la realidad es muy distinta a la ficción, aunque por lo general suele superarla. ¿No?
—Hazle caso a la señorita—le comenta a su compañero tras ubicar su mano izquierda por encima de su hombro, susurrando el mensaje sin reflejar segunda intención—encargate de esto, pero que sea en otro lugar y en otro momento. Ya has llamado mucho la atención aquí.
Walker parece estar de acuerdo con aquel que toma la voz de mando, y como respuesta, ahora sacando una actitud más firme y una viril voz que se moldea al somatotipo del mesomorfo, reta al soldado de la U.B.C.S a un ajuste de cuentas en el ala de entrenamiento (vulgarmente llamado patio de recreación) ese mismo día y después de cumplir servicio. Así la solicitud de la muchacha es acatada por el grupo de Wright, y le permite a 13-06 marcharse hacia su respectiva mesa (al fondo del lugar) sin tener porqué esperar a sus compañeros de armas.
Además, recae en el hecho de que por alguna razón esto habría de ser suficiente para distraerlo, pues ya no parece ensimismado y atrapado con lo ocurrido en el polígono de tiro, sino que ahora se encuentra recordando alguno que otro momento con Rachel, vívida imagen que alcanzó a encarnar aquella joven casi a la perfección, siendo una vez más las acciones de una dama las que figuran como persona de autoridad. Sin embargo, ¿los agentes de la U.B.C.S aceptarían dichos términos?
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Se había cruzado de brazos mientras esperaba que alguno de ellos le hiciera caso, alzó una ceja observando como el que parecía más alto de todos se iba pero era, de nuevo, interceptado. ¿Le conocía? No, le sonaba de haberle visto y sabía su nombre pero nada más. Al escucharle hablar hacia el tipo que le había frenado, miró hacia el que quería problemas alzando más la ceja.
—¿Y bien? —preguntó con desgana mientras notaba como Marcus se iba hacia una de las mesas.— ¿Te vas a ir o quieres que vaya a llamar a tu superior? —volvió a preguntar hacia el cretino que parecía querer pelea.— Fíjate que no tengo problema en ir a buscar a quien esté al mando de tu unidad.
—Vamos, Davis —dijo Carter colocando un brazo por los hombros de su compañera para hacerla caminar, de vuelta, hacia su mesa.— Ya la has oído, si no quieres problemas... Mejor vete a desayunar o a hacer algo productivo.
Se dejó guiar por Carter hacia la mesa de nuevo para poder sentarse, una vez allí alzó la mirada en busca de esa persona a la que había defendido, por así decirlo. Al menos había conseguido detener una pelea, no es que fuera fan de hacerlo pero no quería que el comedor se convirtiera en una batalla campal.
—¿Y bien? —preguntó con desgana mientras notaba como Marcus se iba hacia una de las mesas.— ¿Te vas a ir o quieres que vaya a llamar a tu superior? —volvió a preguntar hacia el cretino que parecía querer pelea.— Fíjate que no tengo problema en ir a buscar a quien esté al mando de tu unidad.
—Vamos, Davis —dijo Carter colocando un brazo por los hombros de su compañera para hacerla caminar, de vuelta, hacia su mesa.— Ya la has oído, si no quieres problemas... Mejor vete a desayunar o a hacer algo productivo.
Se dejó guiar por Carter hacia la mesa de nuevo para poder sentarse, una vez allí alzó la mirada en busca de esa persona a la que había defendido, por así decirlo. Al menos había conseguido detener una pelea, no es que fuera fan de hacerlo pero no quería que el comedor se convirtiera en una batalla campal.
«¿Quién era aquella jovencita?» era la pregunta del millón de dólares. Marcus, con parsimonia evidente, e ignorante de quiénes eran las figuras populares dentro de la organización―él de por medio como el “rebelde” de las fuerzas especiales―se preguntaba así mismo buscando un motivo, razón o circunstancia que llevaran a tal individuo a tomar participación sobre el conflicto antes efectuado. La catalogó entonces bajo el estereotipo del típico personaje de historietas, el cual intenta demostrar valentía, una actitud fuerte y una perseverancia sin igual, heroína que todo lo puede, pero que, por alguna razón, normalmente explicada durante el desarrollo de la trama, siempre perece al final de la historia.
«Qué propósito tiene ponerte en riesgo sino es para tu propio beneficio». Si bien la había comparado físicamente con su amante y actual compañera, ambas parecían también compartir aquel instinto de supervivencia que, de alguna forma, tan irónica como impredecible, las conduciría hacía su propia muerte. Entonces, ¿sería válido pensar que aquella señorita era una persona inteligente? Quizá su intriga no era dirigida hacia semejante inocencia, sino hacia su rotunda idiotez, tan “sólida” como las “aparentes ganas” de hacerse mártir así misma, o quizá pensó que debajo de tal semblante existía cierta perspicacia. «Pero entonces cuál era su propósito», se preguntó antes de ser interrumpido por los miembros de su séquito. Entonces comenzó a comer.
«Qué propósito tiene ponerte en riesgo sino es para tu propio beneficio». Si bien la había comparado físicamente con su amante y actual compañera, ambas parecían también compartir aquel instinto de supervivencia que, de alguna forma, tan irónica como impredecible, las conduciría hacía su propia muerte. Entonces, ¿sería válido pensar que aquella señorita era una persona inteligente? Quizá su intriga no era dirigida hacia semejante inocencia, sino hacia su rotunda idiotez, tan “sólida” como las “aparentes ganas” de hacerse mártir así misma, o quizá pensó que debajo de tal semblante existía cierta perspicacia. «Pero entonces cuál era su propósito», se preguntó antes de ser interrumpido por los miembros de su séquito. Entonces comenzó a comer.
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Colocó sus manos en su cabeza cerrando los ojos y apoyó los codos en la mesa, suspiró una y otra vez. Sabía que estaba dándole vueltas a las pesadillas pero es que parecía que la querían atormentar o peor hacer que hiciera alguna locura, necesitaba poder dormir. Suspiró con frustración.
—Necesito dormir una semana, al menos —murmuró hacia su compañero.— Creo que hoy iré a que me receten alguna pastilla para el insomnio.
Lo raro de todo es que no sabía porque se encontraba así y si lo sabía, ni se acordaba. Pero ahora tenía otra cosa en mente, ¿por qué se había metido en una pelea que a ella no le concernía? Sabía que Marcus estaba en su unidad pero no había tratado con él, ¿por qué le había defendido? Eso podría acarrearle problemas a la joven pero poco le importaba.
—Puedo ir yo, si quieres —le dijo Carter, a lo que la joven abrió los ojos sonriendo de forma dulce y asintiendo.— Vuelvo en media hora, intenta comer algo —comentó su compañero sonriendo para levantarse de la mesa e ir hacia donde debía ir. Aunque eso podría haber sido un error, dejarla sola y justo después de haber frenado una pelea.
—Necesito dormir una semana, al menos —murmuró hacia su compañero.— Creo que hoy iré a que me receten alguna pastilla para el insomnio.
Lo raro de todo es que no sabía porque se encontraba así y si lo sabía, ni se acordaba. Pero ahora tenía otra cosa en mente, ¿por qué se había metido en una pelea que a ella no le concernía? Sabía que Marcus estaba en su unidad pero no había tratado con él, ¿por qué le había defendido? Eso podría acarrearle problemas a la joven pero poco le importaba.
—Puedo ir yo, si quieres —le dijo Carter, a lo que la joven abrió los ojos sonriendo de forma dulce y asintiendo.— Vuelvo en media hora, intenta comer algo —comentó su compañero sonriendo para levantarse de la mesa e ir hacia donde debía ir. Aunque eso podría haber sido un error, dejarla sola y justo después de haber frenado una pelea.
―¿Qué es lo que acaba de pasar? ―comentó Tanya en su intento por volver a burlarse del soldado Walker. Marcus, sin embargo, quien estaba alzando apenas el primer trozo de tocino, se percató de que la joven heroína se había quedado sola tras ver a su compañero partir en dirección opuesta. Las voces de sus colegas pasan a estar en segundo plano, y extrañado, presta atención al comportamiento de la chica. No parecía estar bien, aunque desconociéndola aún, se cuestionaba si su actitud regular era esa.
De repente, y tras dar un corto vistazo a su entorno, se da cuenta de que quizá ella sería el próximo objetivo del grupo de la U.B.C.S, quienes la observan a tres mesas de distancia y demuestran una clara intención de querer abordarla. «Me pregunto si se mostrará tan valiente como la primera vez», pensó el piloto al presenciar desde una sana distancia semejante concilio. Entonces partió el trozo de tocino a la mitad y mientras masticaba uno de los pedazos se preparó para espectar tal evento. Sin embargo, y con la imagen de Weisz aún en mente, Wright parecía mostrar empatía por aquella jovenzuela. ¿Era algo necesario? En absoluto, alguien completamente desconocida para él, y por consiguiente no merecía que diera la cara por ella. ¿Por qué tendría que hacerlo? Indispuesto, empezó a discutir consigo mismo cuál debía ser su postura ante la actual situación.
Benjamín, ignorante de quién era la chica, observa cómo Marcus parece depositar toda su atención sobre ella―¿La conoces? ―le pregunta en plena confianza. Pero este último, mientras terminaba de tragar aquel trozo de tocino, también percibió que uno de los sujetos que se había enfrentado a su compañero se había levantado con dirección a tan misteriosa muchacha. En fin, no lo pensaría dos veces antes de interceptarlo y evitar ese conflicto, por lo que rápidamente, y en reacción a las acciones de terceros, decidió intervenir él mismo y en persona, algo que había estado evitando hacer—. Nos vemos en el taller—comentó antes de levantarse con su bandeja en mano e ignorando por completo a sus semejantes.
El agente de la U.B.C.S, quien expresa en su rostro ciertos rasgos de enojo, se frena a espaldas de su objetivo al mismo tiempo en el que Marcus intercede y se sienta al lado de la jovencilla, como si bien la conociera, obligando a aquel que hizo un primer acto de presencia a retirarse nuevamente. En silencio y a falta de todo sentido, Wright la aborda sin pedir permiso, se sienta a su lado izquierdo donde parecía haber un vacante—aunque también se podría decir que ellos eran los únicos ocupando la mesa—y comienza a comer junto a ella sin otorgarle mayor importancia de lo necesario. «Espera, ¿qué estoy haciendo?» se pregunta un tanto nervioso. Al parecer había olvidado por completo que sus cualidades dentro de un entorno social se veían agobiadas por la falta de experiencia. Entonces, ¿cómo debía reaccionar ahora?
De repente, y tras dar un corto vistazo a su entorno, se da cuenta de que quizá ella sería el próximo objetivo del grupo de la U.B.C.S, quienes la observan a tres mesas de distancia y demuestran una clara intención de querer abordarla. «Me pregunto si se mostrará tan valiente como la primera vez», pensó el piloto al presenciar desde una sana distancia semejante concilio. Entonces partió el trozo de tocino a la mitad y mientras masticaba uno de los pedazos se preparó para espectar tal evento. Sin embargo, y con la imagen de Weisz aún en mente, Wright parecía mostrar empatía por aquella jovenzuela. ¿Era algo necesario? En absoluto, alguien completamente desconocida para él, y por consiguiente no merecía que diera la cara por ella. ¿Por qué tendría que hacerlo? Indispuesto, empezó a discutir consigo mismo cuál debía ser su postura ante la actual situación.
Benjamín, ignorante de quién era la chica, observa cómo Marcus parece depositar toda su atención sobre ella―¿La conoces? ―le pregunta en plena confianza. Pero este último, mientras terminaba de tragar aquel trozo de tocino, también percibió que uno de los sujetos que se había enfrentado a su compañero se había levantado con dirección a tan misteriosa muchacha. En fin, no lo pensaría dos veces antes de interceptarlo y evitar ese conflicto, por lo que rápidamente, y en reacción a las acciones de terceros, decidió intervenir él mismo y en persona, algo que había estado evitando hacer—. Nos vemos en el taller—comentó antes de levantarse con su bandeja en mano e ignorando por completo a sus semejantes.
El agente de la U.B.C.S, quien expresa en su rostro ciertos rasgos de enojo, se frena a espaldas de su objetivo al mismo tiempo en el que Marcus intercede y se sienta al lado de la jovencilla, como si bien la conociera, obligando a aquel que hizo un primer acto de presencia a retirarse nuevamente. En silencio y a falta de todo sentido, Wright la aborda sin pedir permiso, se sienta a su lado izquierdo donde parecía haber un vacante—aunque también se podría decir que ellos eran los únicos ocupando la mesa—y comienza a comer junto a ella sin otorgarle mayor importancia de lo necesario. «Espera, ¿qué estoy haciendo?» se pregunta un tanto nervioso. Al parecer había olvidado por completo que sus cualidades dentro de un entorno social se veían agobiadas por la falta de experiencia. Entonces, ¿cómo debía reaccionar ahora?
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Carter había ido en busca de lo que su compañera necesitaba por lo que Davis se había quedado en la mesa que frecuentaban cuando iban al comedor, no tenía buena cara pues lo que la pasaba era que estaba agotada. Desde hacía unos meses no dormía bien, eran episodios que la ocurrían desde pequeña y nunca había entendido porqué. Odiaba cuando tenían tanta duración, suspiró mientras tomaba un vaso de agua para poder proseguir con su desayuno.
Se encontraba ajena a lo que pasaba y a que casi había sido abordada, de no ser por el hombre al que había 'defendido', por el agente de la U.B.C.S., no es que ella se llevara tan mal con los trabajadores pero sabía cuando alguno de ellos era tan capullo como para darle igual donde crear un conflicto. Bostezó y se estiró cosa que hizo que diera atención al hombre que ahora se encontraba a su lado, sus ojos en ese instante se habían abierto de par en par. Se giró hacia la mesa de la que Marcus había venido y, efectivamente, no era un espejismo.
—Esto... —comentó un tanto cohibida.— ¿Por qué te has sentado aquí? —quiso saber mirando su plato, no es que fuera una antisocial era más por su humor. Se llevaba bien con muchos agentes pero sabía que en esos momentos de pesadillas agotadoras su humor no era tan llevadero.
Se encontraba ajena a lo que pasaba y a que casi había sido abordada, de no ser por el hombre al que había 'defendido', por el agente de la U.B.C.S., no es que ella se llevara tan mal con los trabajadores pero sabía cuando alguno de ellos era tan capullo como para darle igual donde crear un conflicto. Bostezó y se estiró cosa que hizo que diera atención al hombre que ahora se encontraba a su lado, sus ojos en ese instante se habían abierto de par en par. Se giró hacia la mesa de la que Marcus había venido y, efectivamente, no era un espejismo.
—Esto... —comentó un tanto cohibida.— ¿Por qué te has sentado aquí? —quiso saber mirando su plato, no es que fuera una antisocial era más por su humor. Se llevaba bien con muchos agentes pero sabía que en esos momentos de pesadillas agotadoras su humor no era tan llevadero.
Silente, y no porque así lo quisiera, sino porque no hallaba qué decir, intenta disimular; reflejo de su status social, que aquella pregunta carecía de importancia. Por consiguiente―y ha de dejarse en claro que además es un hombre de pocas palabras―la observa de forma momentánea antes de esbozar una mueca, misma que es capaz de transmitir de manera clara y concisa su indisposición al habla. Entonces, y viendo a detalle sus rasgos faciales y expresiones que demostraban posibles dolencias, además de cansancio, decide mostrar interés de una forma distinta, quizá no a través de una charla en pro a una presentación cordial, pero sí a favor de su salud mental, lo cual se traducía en su bienestar y en un sentimiento de profunda empatía.
«Esa mirada la reconozco», piensa antes de adentrarse en su laguna de recuerdos. Marcus, quien tan solo tenía un par de años sirviendo en la corporación, detectó en ella lo que alguna vez él llegó a sentir en carne propia. Sensación tan vívida como ninguna otra, pues fue después de su “despertar”; reingreso post criogenización, que el piloto se enfrentó a un declive emocional e igual de tormentoso, lo cual generaría en él la misma expresión que ahora veía en aquella muchacha. «¿De quién carajos se trata?» Curiosa pregunta que irónicamente, él siendo quien guarda silencio, se demoraría en contestar.
Por supuesto, no relacionaba su expresión con un pasado turbio, tampoco con ninguna experiencia mórbida o bizarra capaz de generar tal estado somnoliento, pero siendo consciente de que él también ha compartido esa sensación de desgana; promovido por la poca energía y el cansancio en el cuerpo, se cercioró, una vez vio semejante cara tan cansina, de que la chica como mínimo tuviera una cantidad de nutrientes sustentables con lo cual mantener el ritmo durante el resto del día. ¿Tostadas con mantequilla? Con eso en el estómago, y el estado en el que se encuentra, probablemente se desmayaría de camino a su habitación. Por lo que Marcus rotó las bandejas de alimentos, él otorgándole un desayuno balanceado y nutritivo, mientras que al mismo tiempo optaba por quedarse con la tostada. Aunque, sin ser eso suficiente, y demostrando que de alguna forma seguía siendo mayor que ella, le señaló claramente que debía comerse lo que le estaba ofreciendo. ¿Pero qué reacción obtendría como respuesta? Una vez más arremetió voluntariamente y sin vacilación alguna, algo típico y que va de acuerdo a su semblante; el cual demuestra cierto ego y voz comando.
«Esa mirada la reconozco», piensa antes de adentrarse en su laguna de recuerdos. Marcus, quien tan solo tenía un par de años sirviendo en la corporación, detectó en ella lo que alguna vez él llegó a sentir en carne propia. Sensación tan vívida como ninguna otra, pues fue después de su “despertar”; reingreso post criogenización, que el piloto se enfrentó a un declive emocional e igual de tormentoso, lo cual generaría en él la misma expresión que ahora veía en aquella muchacha. «¿De quién carajos se trata?» Curiosa pregunta que irónicamente, él siendo quien guarda silencio, se demoraría en contestar.
Por supuesto, no relacionaba su expresión con un pasado turbio, tampoco con ninguna experiencia mórbida o bizarra capaz de generar tal estado somnoliento, pero siendo consciente de que él también ha compartido esa sensación de desgana; promovido por la poca energía y el cansancio en el cuerpo, se cercioró, una vez vio semejante cara tan cansina, de que la chica como mínimo tuviera una cantidad de nutrientes sustentables con lo cual mantener el ritmo durante el resto del día. ¿Tostadas con mantequilla? Con eso en el estómago, y el estado en el que se encuentra, probablemente se desmayaría de camino a su habitación. Por lo que Marcus rotó las bandejas de alimentos, él otorgándole un desayuno balanceado y nutritivo, mientras que al mismo tiempo optaba por quedarse con la tostada. Aunque, sin ser eso suficiente, y demostrando que de alguna forma seguía siendo mayor que ella, le señaló claramente que debía comerse lo que le estaba ofreciendo. ¿Pero qué reacción obtendría como respuesta? Una vez más arremetió voluntariamente y sin vacilación alguna, algo típico y que va de acuerdo a su semblante; el cual demuestra cierto ego y voz comando.
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Su mirada seguía posada en su plato el cual pronto pareció desaparecer para dar paso a otra bandeja, el hombre que se había sentado a su lado no había dicho nada y le extrañó. ¿No era alguien sociable? Eso parecía. Vio como le señalaba la bandeja y como ponía su plato delante de él, alzó la mirada hacia este alzando una ceja y escondiendo, también, una sonrisa. Era raro que alguien se preocupara, pues sabía que su aspecto parecía cansado.
―Supongo que gracias ―murmuró la joven frunciendo el ceño para comenzar a comer, aunque no tenía tanta hambre.
No poder dormir y comer lo mínimo hacía que la joven estuviera en pésimas condiciones pero aún así, el ejercicio le hacía tener energías aunque tuviera mal aspecto. Esperaba que esas pesadillas y ese mal estar pudiera dejarlo atrás.
―Supongo que gracias ―murmuró la joven frunciendo el ceño para comenzar a comer, aunque no tenía tanta hambre.
No poder dormir y comer lo mínimo hacía que la joven estuviera en pésimas condiciones pero aún así, el ejercicio le hacía tener energías aunque tuviera mal aspecto. Esperaba que esas pesadillas y ese mal estar pudiera dejarlo atrás.
Todo parece apuntar a que ha aceptado el intercambio. Por supuesto, Marcus, aun hambriento y sin nada en el estómago, se adelanta a dar el primer mordisco, ahora comiéndose una tostada. Sin embargo, y para sorpresa de él, el pan no estaba recién hecho ni mucho menos. Parecía una roca tan sólida como cualquiera. Aquel mordisco le hizo preguntarse si se había roto los dientes. «¿Qué mi…?» pensó el piloto antes de devolverlo al plato. Entonces observó a la joven y esbozo una sonrisa falsa, quizá con la intención de no preocuparla, aunque ahora yacía frustrado. No tenía nada qué hacer, no tenía que comer y aparentemente solo podía entablar conversación con ella. Justo lo que quería evitarle…
—¿Cuánto tiempo llevas de servicio?—le preguntó antes de acomodarse en su asiento. Marcus le dio la espalda a la mesa obteniendo una visión clara de todo el comedor, a la vez, la oportunidad de verla a ella sin sentirse bajo presión.
—¿Cuánto tiempo llevas de servicio?—le preguntó antes de acomodarse en su asiento. Marcus le dio la espalda a la mesa obteniendo una visión clara de todo el comedor, a la vez, la oportunidad de verla a ella sin sentirse bajo presión.
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Sabía que lo que tenia Marcus en su bandeja no era suficiente por lo que miró hacia la bandeja que Carter había dejado y deslizó esta hacia el hombre, tenía claro que no quería que le diera algo por no comer bien. Siguió comiendo lo que el contrario le había entregado y cuando le escuchó alzó la mirada hacia este.
—No sabría responderte —respondió pensativa, ¿y si lo único que necesitaba era poder alejarse para descansar?— Pero no es por el trabajo, no he podido dormir bien.
Su padre lo sabía y le habían recetado unas pastillas pero estas no parecían hacer mucho efecto, las pesadillas incrementaban. Lo malo de todo es que tampoco las podía interpretar y eran todas iguales pero sin explicación alguna.
—No sabría responderte —respondió pensativa, ¿y si lo único que necesitaba era poder alejarse para descansar?— Pero no es por el trabajo, no he podido dormir bien.
Su padre lo sabía y le habían recetado unas pastillas pero estas no parecían hacer mucho efecto, las pesadillas incrementaban. Lo malo de todo es que tampoco las podía interpretar y eran todas iguales pero sin explicación alguna.
Se percata de una tercera bandeja que Freya le ofrece con buenas intenciones. Sin embargo, tostadas y huevos no eran una gran diferencia, y ya habiendo probado el “dulzor” de los panes que servía la corporación a sus vasallos no demostró gran emoción por comerse lo que estaba sobre la mesa. Aun así, no puede evitar notar que su interacción con Davis se torna igual de flácida que siempre; mayoritariamente siendo culpa de él por no tener tendencia a desarrollar nuevos temas de conversación. Pero abordando de esta forma, y con el previo permiso de ella, su indisposición al descanso, Marcus le preguntó si ya había intentado relajarse en la piscina.
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