Rutina [Freya&Marcus, Umbrella]

2 de febrero, 2016, noche

Pocas cosas son capaces de generar en nosotros un profundo sentimiento de gozo. Al menos en un presente distópico y envuelto en problemas, atípicos para aquellos que mantenían un día a día relativamente normal. Este sentimiento sólo era capaz de reflejarse a través de ciertas actividades, ya fuesen o no productivas, que escalan y se clavan en nuestros corazones como un vil, pero maravilloso recuerdo de aquello que solíamos hacer en nuestras pasadas vidas. Marcus, por ejemplo, siempre sintió un gran amor y pasión por la ingeniería, por lo que incluso ahora sigue sin ver su implementación como una obligación o labor cualquiera, sino como un pasatiempo más. Algo con lo que distraerse y así poder abstenerse de pensar constantemente en la terrible realidad que sufre hoy en día el ser humano.

«Todo parece apuntar a que el problema estaba en las bujías», se dice así mismo mientras se intenta quitar la grasa de las manos. Vistiendo con ropa ligera, uniforme adjudicado a los que trabajan en el área de mecánica, escucha el motor de su séptimo vehículo a entregar el día de hoy. «¿Qué hora es?» se pregunta mientras está al pendiente de cualquier irregularidad. No todos los días le daban la oportunidad de trabajar en un Grumman BearCat, y era igual de irregular que le dieran acceso al área de reparación de motores. Por lo general, y esto va más allá de su reputación como personaje de pocos estribos, la empresa lo mantenía reservado para actividades de mayor nivel e importancia. Consecuencia de su historial impecable y de máximo rendimiento. Estaba catalogado, al menos en el listado de ingenieros del sector 12-B como uno de los cinco mejores, sino es que ya ocupaba el primer lugar.

En fin. Incluso durante aquellos ejercicios laborales, horario que él identificaba bajo simples fines terapéuticos, era interrumpido injustamente por sus superiores, quienes cuestionaron abiertamente que siguiera operando a tales horas de la noche, aunque, por supuesto, inconsciente de cuánto tiempo había transcurrido desde que empezó a echarle llave a los autos de la corporación, Marcus ignoraba por completo la hora exacta en la que estaba culminando su labor operacional. Es más, había excedido su listado de entregas, el cual se reducía a un máximo de tres vehículos de categoría militar. Entonces, volviendo a la misma pregunta: «¿Qué hora es?» Realmente no le importaba. Se sentía satisfecho por haber cumplido con su meta, había reparado siete vehículos, lo cual le tomó todo el día hacer, pero bien, se había encargado de todos los autos del sector de mantenimiento.

―Marcus, lárgate ya. No volverás a pasar una noche entera metiendo llave―comentario soltado por uno de los jefes del taller.

Así esbozando una sonrisa, y percatándose de que, en esas condiciones, tan sucio como mal oliente, no podía presentarse ante Rachel, Marcus decidió ir a tomarse una ducha antes de acostarse dormir. Cosa que veía con cierto repelús. «¿Cuánto tiempo he trabajado en Umbrella?» Se pregunta al percatarse de su gran debilidad. Los pasillos de la corporación, ese "ir y no volver" que era capaz de representar una macabra obra escrita  y dirigida en contra de su persona. Ya había perdido la cuenta de las veces en las que él, un supuesto “soldado rebelde”, se había perdido entre semejante laberinto. Algo irónico, pues era un piloto de combate, y por naturaleza, los pilotos siempre tenían un sentido de dirección certero, cosa que por alguna razón siempre le fallaba dentro de las instalaciones. No sabía el por qué exactamente, pero siempre le era un completo martirio dar con su destino, al menos no lo alcanzaba en el primer intento. Entonces, y al pendiente de los mapas que le ofrecía la empresa a través de los pasillos y dispositivos de comunicación, se encaminó hacia las duchas más cercanas a su ubicación.

Quizá se deba a su buen estado de humor, pero se le veía silbando una canción de Aerosmith por los pasillos de la corporación. Generaba cierta sensación de intriga en aquellos extraños que merodeaban por esos lares y en horario nocturno, ya que no era muy normal ver al agente Wright contento. Mejor dicho, no era muy normal ver a Wright en ningún sitio. Curiosamente, y en contra de todo pronóstico―dígase que por casualidades del destino―el camino que había tomado hacia las duchas públicas habría sido el correcto a no ser de que en realidad no existían tales duchas. No le habría de tomar más de ocho minutos llegar a su "objetivo" según él, aunque en su recorrido se topó (y miró de reojo) con dos mujeres que alcanzó a reconocer en ese breve instante. «Davis y Chalke» pensó el soldado sin siquiera detenerse. Ambas estarían ubicadas al final del pasillo oeste, el cual conducía hacia las habitaciones de los civiles, mientras que él, aún en el cruce, se dirigía en dirección contraria a su ubicación, dándole la espalda al par de individuos y sin siquiera mostrar interés en saludarlas.

―Buenas noches, señor Wright―escucha el piloto tras ser abordado por el fuerte eco; oriundo de unos pasillos completamente vacíos y que por lo general tendían a ser igual de solitarios fuese la hora que fuese. Marcus no pensó en detenerse, sólo iba alzar su mano izquierda en señal de una respuesta corporal, pero entendió que ni siquiera él sabía bien hacia dónde se dirigía ahora mismo. Fue entonces que analizó la situación; dando por hecho su obsoleta memoria, y concluyó que quizá resultaría en una buena idea si primero pedía indicaciones.

Se detuvo en seco unos segundos después de haber oído a la doctora Chalke, voz inconfundible que rápidamente inundó los pasillos de la planta 12. Entonces se giró entorno a ella y se quedó silente por un breve periodo de tiempo, al menos mientras pensaba todo aquello que ya hemos nombrado. En fin, Marcus esbozó una sonrisa antes de ingresar a la conversación, aunque con intención de que el trato social fuera rápido, sino fugaz— Buenas noches. Disculpen, pero... ¿Alguna de ustedes podría decirme dónde están los baños públicos? ―decía él totalmente ignorante de que tales sitios no se encontraban en ningún plano de las instalaciones.

—¿Tampoco puedes dormir?—escucho decir de su homóloga. Marcus tomó un extremo entre sus prendas que de por sí se mostraban sucias, llenas de grasa y aceite; lo normal una vez que entendemos que se está trabajando mecánica, y respondió de manera concisa—Quiero limpiarme—señalando el por qué se encontraba en los pasillos de la corporación y a tales horas de la noche. Por supuesto, no mostró sorpresa al verlas andar por ahí. En el caso de Freya él entendió que se debía a su insomnio, en el de la doctora Chalke… ¿Qué hacía la doctora Chalke?

Marcus la observo previo a escuchar su respuesta, y obviamente eso nubló su antiguo pensamiento, pues encontró como hecho más importante el que se había quedado sin opciones. No quería ir a la habitación vistiendo y oliendo así, no con Rachel durmiendo ahí. Pero entonces, si no existían baños públicos a dónde se supone que debía ir. «¿Qué hay en las plantas inferiores?» se preguntó el irlandés antes de querer hacer pública su interrogante. Sin embargo, primero formó un medio para poder llegar a ese punto—¿A dónde se dirigían ustedes?—preguntó un poco entrometido en asuntos que no le competen.

Desgastante, pero razonable. Marcus observa a ambas mujeres con cierta duda e intriga, pero su cuerpo al igual que su mente estaban acabados, prácticamente estaba utilizando las pocas reservas de energía que le quedaban. Quería relajarse, descargar el estrés para luego irse a dormir sin complicaciones, pero he ahí el problema. Interrumpió a la señora Chalke, quien parecía estar apunto de partir, y rápidamente lanzó su pregunta—Sí, bien. Perdonen que interrumpa, pero es que estoy a falta de tiempo. ¿Qué hay en los pisos inferiores?—casi podía verse como algo de lo cual burlarse, ya llevaba varios años habitando esas instalaciones. ¿Cómo era posible que desconociera los lugares que a diario transitaba? Fácil. Nunca mostró interés por aprenderse el mapa del lugar, no lo vio como algo necesario. Cada sitio que visitaba lo alcanzaba a reconocer perfectamente, pero bien, no sabía como llegar a ellos.

—Entonces debemos apuntar hacia arriba—comentó el rubio—. No existe alternativa, tendré que apegarme a la metodología de prueba y error. Y para su información—dice mientras observa a la Doctora—, lo que estoy buscando es un sitio para relajarme, asearme un poco y quién sabe qué más.

Marcus gira en busca de un ascensor y finaliza antes de comenzar su “cruzada” —. En fin. No busco quitarles mucho más de su tiempo, así que seguiré con mi camino—esbozando una leve sonrisa sobre su rostro.