City of Blood | K & A.

26 de Noviembre, 2012
Por la noche - Nueva York
Bajo Manhattan

Nueva Fucking York. ¿Acaso había una peor ciudad en existencia? No para Adam. Su único consuelo es que se encontraba en las calles de Manhattan, —Bajo Manhattan, para ser exactos—, en vez del Bronx. Para alguien que fue criado en las peores partes del Bronx, Manhattan era una historia muy distinta que contar, especialmente con los lujos que ahora era capaz de costearse gracias a su trabajo como mercenario. Su yo de nueve años jamás habría visto posible que Adam se costeara una buena habitación en un hotel de tres estrellas perteneciente al centro cultural y comercial de Nueva York. Probablemente podría costearse algo mayor por su cuenta; pero la persona a la que respondía en Umbrella había decidido que un alojamiento de ese estilo era más que suficiente para alguien que supuestamente era poco más que un segurata para su organización. Al menos según lo que había contado a Dumont.

Keira Dumont, la razón principal de que Adam se encontrara en la ciudad de sus pesadillas. Lastimosamente la chica había salido más inquisitiva y de más escrúpulos que su padre, quién había fallado en mantener a la policía de Nueva York lo más lejos posible de Racoon City. Pero era esperable, un desastre de tal magnitud, las preguntas eran de esperarse y Adam sabía que no era el único de sus compañeros que había sido desplegado a responder preguntas por todo el país. Pero ¿por qué? ¿Por qué de todos los lugares tenía que tocarle a él estar en Nueva York? Vaya suerte de mierda. Idéntica a la que había llevado a estar en la estación World Trade Center siendo acosado por una mujer.

Para ser sinceros, Adam no estaba seguro de que estaba diciendo. Había desconectado con la primera oración de la mujer, algo relacionado a su rostro, sus padres, los terribles crímenes de su ascendencia, nada que Adam no hubiera escuchado en otras ocasiones; pero vaya, ¿qué tan mala debía ser su suerte para acabar en esta situación? Maldecía a la ciudad en la que no podía pasarle algo bueno, maldecía a Umbrella por hacerle quedarse más días en Nueva York por si necesitaban ayuda en La Colmena, maldecía al compañero que le había recomendado un restaurante en Tribeca y al maldito servicio de metro que le había dejado en el World Trade Center cuando ya debería estar en Chambers St y que, para colmo de males, no le permitía fumar para descargar el odio que sentía hacia esta mujer. Nueva York, siempre era Nueva York.

Tomó un respiro, el más largo que había dado en su vida, para luego darle una mirada vacía a la mujer. — Disculpe, pero realmente, realmente, no me interesa lo que tenga para decir. ¿Sabe que estaba haciendo yo cuando sucedió? Estaba arreglando mis papeles para poder unirme al ejército, al ejército de los Estados Unidos de América, por si se le pregunta. Y créame, no arriesgue mi vida para que me diera mierda por algo en lo que no tengo nada que ver. Así que, si no le molesta, voy a salir de la estación para fumarme un cigarro porque siento que he perdido años de mi vida sólo escuchándole hablar por un minuto. — dio dos pasos hacia atrás, siguiendo sus palabras; pero antes de alejarse del todo, volteó a ver a la mujer, —quién le observaba con la barbilla ligeramente abierta y ojos desorbitados—. — Pero antes de irme, le recomiendo que se concientice un poco sobre su racismo, no se le ve bien y, por cierto, cierre la boca, que le entran moscas. — sin más, se dirigió a la salida a hacer justo lo que digo, fumarse un cigarro para quitarse el sabor a mierda que le había dejado hablar con la mujer.

Había salido de su apartamento mandándole un mensaje a Aiden de que se encontrarían en la boca de metro de World Trade Center, ambos habían quedado para poder ir a cenar e ir a dar una vuelta hacia Chinatown. No es que fuera verano pero tampoco hacía tanto frío, sin ir al aparcamiento, y luego de salir de su edificio, se encaminó a tomar un taxi para poder ir rápido al lugar donde había quedado con su mejor amigo.

Una vez allí pagó al taxista y se bajó, solía llevar ropa algo holgada y ese día no era la excepción pues no iban a ir de fiesta. Por lo que se había puesto algo casual e incluso tampoco llevaba un bolso, ¿para qué? Nada más llegar a la boca del metro pudo ver una cara conocida salir de este, frunció el ceño alzando una ceja dándose cuenta de quién era. Era cierto que había sido casi su culpa que él siguiera en Nueva York pues aún debía seguir 'interrogándole' pero ese día no estaba en el trabajo por lo que sonriendo se acercó al hombre.

—Vaya, Nueva York es como un pañuelo —comentó la chica observando como ese parecía querer fumarse un cigarro.— Es mucha la casualidad que te encuentre por esta zona, Adam —añadió situándose a su lado para sacar su móvil de su bolsillo y mandarle un mensaje a Aiden diciéndole donde le iba a esperar.

—Justo estoy esperando a un amigo para ir a cenar, ¿te unes a nosotros? —cuestionó bloqueando su móvil para mirar hacia este con una sonrisa.

Se encontraba caminando hacia donde Keira le había dicho de quedar, tenía los auriculares puestos e iba escuchando algo de música conforme miraba en su móvil el correo pues a pesar de ser cadete y estar de vacaciones debía de estudiar también; solían mandarles algunos trabajos que debían de entregar y eso era lo que estaba mirando, pues el profesor le había dicho que tendría que cambiar algunas cosas del trabajo entregado pero que el resto estaba bien. Solía vestir de forma casual cuando no estaba en la academia por lo que cuando estaba de vacaciones, solía aprovechar ese pequeño privilegio.

Justo cuando iba a bloquear su móvil para cruzar la carretera un mensaje de Keira le llegó, una vez que cruzó lo leyó para responder que estaba por llegar. Había quedado con ella para poder dar una vuelta por la ciudad, una de tantas. Una vez llegó al punto de encuentro pudo ver a su mejor amiga junto con un hombre al que no conocía por lo que arqueó una ceja conforme se acercaba a ellos.

—Hola —saludó el joven con una leve sonrisa.— Soy Aiden —no conocía al hombre pero Keira, días atrás le había comentado que había tenido que interrogar a alguien relacionado con lo que había sucedido en Raccoon City.

Sí, sabía eso porque a su padre se le había escapado por lo que intrigado miró a su mejor amiga esperando una respuesta. Estaba seguro que el hombre que estaba al lado de esta era el mismo que había interrogado.

La vida estaba llena de coincidencias, sucesos fortuito que ocurren en el momento preciso sin intervención activa de nadie ni nada, pero que igual eran interpretadas como señales. Tanto así que incluso tenían su propio término, sincronicidades.

Tal vez, reencontrarse con la Keira Dumont a pocos días de que le interrogara sobre Raccoon era algo a esperar, teniendo en cuenta que ambos estaban en la ciudad de Nueva York. Pero, ¿aquella noche? ¿ese día? ¿estando acompañada de Aiden, aquel chico rubio? En ese momento, Adam no tenía idea; pero el transcurso del tiempo lo estaba marcando cómo uno de esos momentos fortuitos, especiales; mas no por ello positivos.

—Oficial Dumont. — respondió, sin dejar de lado su intención de prender su cigarro y tomar una bocanada que unos segundos más tarde dejó escapar en una nube de humo. —Y que lo digas. — definitivamente Nueva York era como un pañuelo. Un pañuelo infectado con los peores germenes que la vida podía expulsar.

De no ser porque la chica le habló primero, Adam probablemente habría pasado de ella. Su vestimenta cómoda casual le diferenciaban bastante de la mujer profesional que le había interrogado en la estación de policías. La visión de su acompañante, quien apareció momentos después, recordaba a Adam lo mucho que lleva lidiando con esa vida caprichosa. Sabía que Dumont no debía tener tanta edad, al menos no sí su padre la tuvo a una edad promedio; pero el recién llegado tenía facciones de alguien a quién aun le faltaba una década o dos para ver el mundo a través de los tintes rosas. Aunque, por otro lado, quien sabe qué habría vivido el chico hasta ahora. A Adam no le interesaba.

— Adam. — se presentó, dejando escapar una nueva nube de humo. — Gracias, pero no es necesaria la cordialidad. Es verdad que también me dirigía a cenar, pero tampoco es para que les interrumpa la noches. — Adam estaba bien yendo por su cuenta. De hecho, probablemente estaría más cómodo que yendo con alguien que tal vez utilizaría la oportunidad para sacarle más información y un tercer individuo que no tenía nada que ver ni necesitaba verse envuelto en las cuestiones de otros.

—Por favor, Adam —comenzó a decir la joven dejando escapar una risa para negar con algo de gracia.— Llámame Keira, no estoy de servicio —agregó mirando hacia este para así ver, de reojo, como su mejor amigo estaba ya por la zona y se acercaba a ellos.

Era alguien profesional, sabía separar su vida profesional con su vida privada y obviamente no iba a interrogar al hombre ese día; quería desconectar, descansar y poder vivir su juventud al menos una vez en la semana. Al escuchar la negativa, la joven arqueó una ceja para así negar con la cabeza; sabía que muchas personas que no conocían a Aiden o a ella misma, y les veían juntos, solían tener debates mentales sobre si estaban saliendo pero no; no era nada parecido. Ella le quería como a un hermano menor, nada más.

—En serio, no es molestia —aseguró la joven con una sonrisa.— Pero si no quieres, tampoco es como para querer obligarte —agregó encogiéndose de hombros, no era de las personas que obligaban a los demás a hacer algo que no quisieran y estaba claro que no iba a ser esa la primera vez.

Dejó escapar una leve sonrisa asintiendo con la cabeza ante la presentación del contrario para así mirar hacia su mejor amiga, no le importaba que Adam se uniera a ellos; estaba seguro que se lo podrían pasar bien.

—Estoy con ella —dijo señalando con la cabeza a Keira.— Puedes unirte, no es molestia; además, después de cenar teníamos pensado dar una vuelta por Chinatown.

Aunque entendía que el contrario no estuviera cómodo estando al lado de una policía, a él no le importaba en absoluto. Lo que le hizo reír fue lo que Adam dijo para así negar luego de que Keira hablara pero estaba mirando al hombre, parecía haberle leído la mente por lo que sonrió levemente.

—Tampoco te sonsacará nada de lo que no quieras hablar —comentó con referencia a lo que el contrario había sido.— Venga, será divertido —añadió ladeando un poco su cabeza hacia un lado con intención de que este aceptara.

Inclinó un poco la cabeza, pensando. Las promesas eran reconfortantes, más difíciles de creer. Por otro lado, tal vez aceptar la invitación de Dumont y su amigo le diera una oportunidad para quitarse las dudas de la chica de encima. La policía de Nueva York no era un problema, no con Dumont Sr. de su lado; pero a menos se agite el mar, más fácil era remar. Al final, dio una última calada a su cigarrillo para luego tirarlo al suelo y pisarlo levemente. — Chinatown, ¿huh? De acuerdo, me han convencido. ¿A dónde planeaban ir a comer? Me dirigía a Tribeca para ir a comer a un restaurante que un compañero me recomendó; aunque, si son de aquí, ¿probablemente conozcan algo mejor?

Miró a la pareja con curiosidad, a la vez que intentaba recordar cómo se llamaba el lugar que Luis le había recomendado. — Creo que se llamaba Jinx & Caramel. Pero... — suspiró, volteando hacia el World Trade Center. — Claramente tomé mal una línea o no me encontraría aquí. Se suponía que iría directo a Chambers Street... Llevo mucho tiempo sin tomar el metro. — la mayoría de las misiones de Umbrella consistían en grandes furgonetas negras cruzando el desierto o autopistas a las afuera de la ciudad. Siendo técnicos, todo el viaje a Nueva York casi podía considerarse unas vacaciones pagadas. Pero ¿por qué Nueva York? De verdad. Había escuchado que Ken fue enviado a California para alguna misión, ¿no podía tener Adam la misma suerte? Por supuesto que no.

—No teníamos pensado ir a un lugar en concreto, cuando Aiden está en Nueva York solemos ir a alguna pizzería —dijo Keira mientras comenzaba a caminar siendo seguida de Aiden.— ¿Te gusta la pizza? —preguntó mirando hacia el tercero en discordia.

Estaba claro que en ese preciso momento no iba a hacerle preguntas, no sabiendo que estaba fuera de horario de trabajo y que quería desconectar. Aiden lo sabía, no es que le hubiera hablado mucho de Adam; simplemente le había dicho que había tenido que hablar con un hombre que había trabajo para la farmacéutica en la que muchas personas confiaban. Incluso los padres de su amigo, que trabajaban en Tricell.

—Me suena pero nunca he ido —comentó la joven mientras señalaba la pizzería en cuestión, no era Telepizza; el nombre de dicho local era NY Pizza Suprema.— Allí hacen unas pizzas increíbles, llevo siendo cliente desde que mi padre me llevó por primera vez.

El ambiente de Nueva York estaba algo cargado pero nada fuera de lo normal, nada que pudiera decir que algo podría pasar de un momento a otro. No iba a preguntar el porqué llevaba tiempo sin tomar un metro pues lo intuía y tampoco quería indagar en algo que aún no iba a tratar de desvelar.

Pizza. Desgraciada pizza era prácticamente el primer recuerdo guardado en la destartalada memoria de su infancia. Pizza fría, con un olor extraño y el sabor de un cartón. Los niños que vivían en las calles del Bronx no gozaban de muchas opciones gastronómicas. Los lugares en los que era más sencillo conseguir restos eran los restaurantes de la zona y, aun así, eran las pizzerías las que causaban menos problemas al ver un grupo impar de niños arrastrarse como animales a los contenedores de basura. Independientemente de las malas memorias que la elección de comida trajera a la luz, uno no sobrevivía ni a las calles ni al ejército y mucho menos a una vida como mercenario siendo quisquilloso con lo que comía; así que sólo se encogió de hombros.

— ¿A quién no le agrada la pizza? — pese al tono despreocupado de su voz y la leve sonrisa ladina que adornaba su rostro, podía sentir el sabor a cartón inundando su boca. No era difícil pasar de él. Vaya que había llegado a comer cosas peores.

Afortunadamente la pizzería se encontraba a meros pasos de su posición actual, por lo que su estómago no tendría que sufrir demasiado en espera de sustento. Al parecer, Dumont Sr. también gustaba de comer en el local. Adam esperaba que las interrupciones de los Dumont en su vida personal se limitaran a Keira, aquí y ahora, y nunca más. — Tradición familiar, ¿huh? Supongo que a ti te harán arrastrado en ocasión. ¿Concuerdas con el nivel de satisfacción?

De nuevo, a Adam en realidad no le importaba demasiado el sabor de la comida; pero era una buena forma de alejar la conversación del padre de Keira y conocer un poco más del rubio que acompañaba a la agente. A simple vista diría que era un civil, ella le había nombrado "su amigo". La comisaría no había sido mencionada. Tal vez él también fuera una buena forma de probar la fidelidad de Keira a la confidencialidad de su trabajo y así descontarla completamente como una posible amenaza a las operaciones de Umbrella. No era difícil controlar conspirasionistas; pero Adam no gozaba de la idea de tener que perseguir locos por el país. Independientemente de que tan acertadas fueran sus ridículas teorías.

— ¿Vamos? Suficiente tiempo de sustento perdí con el metro.