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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Caminos, latas y recuerdos [Ryder]
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Recuerdo del primer mensaje :
Uno de junio de 2016.
Habían pasado ya varias semanas desde que había dejado el hotel de montaña, y aunque viajar de nuevo se había vuelto una rutina en los últimos años, esta vez se sentía un poco raro. Ahora que el calor estaba apretando, ni siquiera tenía que cargar tanto equipo para el frío, aunque eso de dormir en el suelo seguía siendo igual de incómodo. Caminaba por una carretera desierta, con las zapatillas medio desgastadas y el ánimo más o menos en el mismo estado.
La noche anterior había conseguido un par de latas de conserva en una casa abandonada, lo cual, en los términos de hoy, era casi como ganar la lotería. Claro que solo se me ocurrió darme el festín sin pensar en las consecuencias: ahora llevaba rato buscando algún rincón para… digamos, liberar presión. Ahí estaba yo, revisando las esquinas como si fuera un chaval en su primer día de colegio buscando dónde escapar de la clase.
- Ay, madre mía, con lo fácil que sería encontrar un maldito baño en otro tiempo - murmuré para mí mismo mientras me arrimaba a un árbol a un lado de la carretera y dejaba que la naturaleza hiciera su trabajo. Una situación nada glamorosa, pero cuando la necesidad apremia, uno no se anda con tonterías.
Tras aliviarme, me subí la cremallera y me quedé un momento observando el horizonte, perdiéndome en mis pensamientos. Me daba cuenta de que, pese a que había aprendido a vivir solo y apañármelas por mi cuenta, echaba de menos algunas cosas… y a algunas personas. No podía evitar pensar en el tonto de Josh, en cómo habría hecho las cosas más entretenidas si hubiera estado aquí. Siempre tenía alguna ocurrencia o algún chiste malo que me sacaba una sonrisa, y aunque no lo reconocería en voz alta, extrañaba su compañía más de lo que me gustaba admitir. Pero las cosas eran como eran, y hasta donde sabía, estaba solo.
- Bueno, Belo, tira pa’lante - me dije a mí mismo, volviendo a ponerme la mochila al hombro y reanudando el camino, como si las palabras de aliento fueran a hacer alguna diferencia.
Con cada paso, el sol pegaba más fuerte, y aunque el calor era incómodo, me recordaba lo mucho que había cambiado todo. De pequeño, el verano era sinónimo de ir a algún lago con la familia o de intentar ligar con alguna chica en la piscina del barrio. Ahora, era una señal de que debía andar con más cuidado; el calor secaba el terreno, y los zombies, como las ratas, se aparecían en los lugares menos esperados.
En cualquier caso, no podía dejar que el humor se me fuera por completo. Saqué un cigarro de la mochila, lo encendí, y me seguí riendo de mis propias tonterías mientras pensaba en lo ridículo que debía verme, un tipo con la camiseta medio rota y el pelo todo desaliñado, caminando por la carretera como si fuera el héroe de alguna película de bajo presupuesto.
- A ver si encuentro algo mejor que latas esta vez, que no quiero andar cazando rincones cada dos por tres - murmuré, lanzando el cigarro al suelo tras un par de caladas y aplastándolo con el pie.
Y así, con la mochila cada vez más ligera y el recuerdo de Josh revoloteando en mi cabeza, seguí adelante, un paso tras otro, en busca de… quién sabe. Cosas peores me habían pasado, y si había sobrevivido hasta aquí, no iba a dejar que un poco de calor y unos malos chistes en mi cabeza me detuvieran ahora. Menos cuando en la lejanía aparecía un edificio, erguido justo en el horizonte, tal vez mi suerte comenzaba a cambiar.
Uno de junio de 2016.
Habían pasado ya varias semanas desde que había dejado el hotel de montaña, y aunque viajar de nuevo se había vuelto una rutina en los últimos años, esta vez se sentía un poco raro. Ahora que el calor estaba apretando, ni siquiera tenía que cargar tanto equipo para el frío, aunque eso de dormir en el suelo seguía siendo igual de incómodo. Caminaba por una carretera desierta, con las zapatillas medio desgastadas y el ánimo más o menos en el mismo estado.
La noche anterior había conseguido un par de latas de conserva en una casa abandonada, lo cual, en los términos de hoy, era casi como ganar la lotería. Claro que solo se me ocurrió darme el festín sin pensar en las consecuencias: ahora llevaba rato buscando algún rincón para… digamos, liberar presión. Ahí estaba yo, revisando las esquinas como si fuera un chaval en su primer día de colegio buscando dónde escapar de la clase.
- Ay, madre mía, con lo fácil que sería encontrar un maldito baño en otro tiempo - murmuré para mí mismo mientras me arrimaba a un árbol a un lado de la carretera y dejaba que la naturaleza hiciera su trabajo. Una situación nada glamorosa, pero cuando la necesidad apremia, uno no se anda con tonterías.
Tras aliviarme, me subí la cremallera y me quedé un momento observando el horizonte, perdiéndome en mis pensamientos. Me daba cuenta de que, pese a que había aprendido a vivir solo y apañármelas por mi cuenta, echaba de menos algunas cosas… y a algunas personas. No podía evitar pensar en el tonto de Josh, en cómo habría hecho las cosas más entretenidas si hubiera estado aquí. Siempre tenía alguna ocurrencia o algún chiste malo que me sacaba una sonrisa, y aunque no lo reconocería en voz alta, extrañaba su compañía más de lo que me gustaba admitir. Pero las cosas eran como eran, y hasta donde sabía, estaba solo.
- Bueno, Belo, tira pa’lante - me dije a mí mismo, volviendo a ponerme la mochila al hombro y reanudando el camino, como si las palabras de aliento fueran a hacer alguna diferencia.
Con cada paso, el sol pegaba más fuerte, y aunque el calor era incómodo, me recordaba lo mucho que había cambiado todo. De pequeño, el verano era sinónimo de ir a algún lago con la familia o de intentar ligar con alguna chica en la piscina del barrio. Ahora, era una señal de que debía andar con más cuidado; el calor secaba el terreno, y los zombies, como las ratas, se aparecían en los lugares menos esperados.
En cualquier caso, no podía dejar que el humor se me fuera por completo. Saqué un cigarro de la mochila, lo encendí, y me seguí riendo de mis propias tonterías mientras pensaba en lo ridículo que debía verme, un tipo con la camiseta medio rota y el pelo todo desaliñado, caminando por la carretera como si fuera el héroe de alguna película de bajo presupuesto.
- A ver si encuentro algo mejor que latas esta vez, que no quiero andar cazando rincones cada dos por tres - murmuré, lanzando el cigarro al suelo tras un par de caladas y aplastándolo con el pie.
Y así, con la mochila cada vez más ligera y el recuerdo de Josh revoloteando en mi cabeza, seguí adelante, un paso tras otro, en busca de… quién sabe. Cosas peores me habían pasado, y si había sobrevivido hasta aquí, no iba a dejar que un poco de calor y unos malos chistes en mi cabeza me detuvieran ahora. Menos cuando en la lejanía aparecía un edificio, erguido justo en el horizonte, tal vez mi suerte comenzaba a cambiar.
La oscuridad pareció tragarme por completo. De golpe, me vi sobre el zombie, definitivamente muerto y sentí algo de alivio hasta que escuché detrás de mi un ruido metálico. Ni más ni menos que era el machete de Ryder al caer. Al girar la cabeza, solo vi dos figuras apenas iluminadas, pero una sujetaba a la otra, Ryder estaba en apuros. Y en aquel preciso instante no hubo chistes, ni comentarios jocosos, lo único en lo que pensé era en no tardar ni un segundo en ayudarla.
- ¡Cuidado! - exclamé, a la par que ya estaba corriendo hacia ellas, con el hacha en alto, la alcé sobre la cabeza de la mujer. Tal vez fue la presión por separarla de Ryder, que no fui del todo preciso. Prácticamente la partí por la mitad, de forma diagonal sobre uno de sus hombros. La sangre coagulada salpicó en varias direcciones. Traté de darle un segundo golpe, pero literalmente di en el aire cuando el cuerpo se desplomó. Pegotes de un líquido viscoso y pegajoso me llenaron más de roña las ropas. Pero lo peor fue, que aunque había logrado separar a la mujer de Ryder, no había terminado de matarla como esperaba. Su cuerpo prácticamente había sido dividido en dos, la cabeza y hombro derecho iban por un lado, mientras que lo demás iba por el otro. Ya no se podía mover, puesto que todas las extremidades habían quedado con el otro lado. Su cabeza y hombro, al contrario temblaban en el suelo con los gruñidos que provocaba. Era bastante repulsivo.
Por respeto, si es que ya lo podía hacer de otra forma, cogí el destornillador que llevaba en mi cinturón y me agaché para clavárselo en la cabeza. Estaba a punto de hacerlo cuando la cabeza se empezó a balancear de un lado a otro y me quedé allí con la mano en alto sobre ella sin ser capaz de dejarlo caer. Me pregunté muchas cosas en lo más hondo de mi cabeza. ¿Sufrió, quién la mordió, en qué pensó en sus últimos momentos...?
Y me sentí de lo peor al quedarme allí completamente petrificado observando los restos de aquella pobre mujer.
- ¡Cuidado! - exclamé, a la par que ya estaba corriendo hacia ellas, con el hacha en alto, la alcé sobre la cabeza de la mujer. Tal vez fue la presión por separarla de Ryder, que no fui del todo preciso. Prácticamente la partí por la mitad, de forma diagonal sobre uno de sus hombros. La sangre coagulada salpicó en varias direcciones. Traté de darle un segundo golpe, pero literalmente di en el aire cuando el cuerpo se desplomó. Pegotes de un líquido viscoso y pegajoso me llenaron más de roña las ropas. Pero lo peor fue, que aunque había logrado separar a la mujer de Ryder, no había terminado de matarla como esperaba. Su cuerpo prácticamente había sido dividido en dos, la cabeza y hombro derecho iban por un lado, mientras que lo demás iba por el otro. Ya no se podía mover, puesto que todas las extremidades habían quedado con el otro lado. Su cabeza y hombro, al contrario temblaban en el suelo con los gruñidos que provocaba. Era bastante repulsivo.
Por respeto, si es que ya lo podía hacer de otra forma, cogí el destornillador que llevaba en mi cinturón y me agaché para clavárselo en la cabeza. Estaba a punto de hacerlo cuando la cabeza se empezó a balancear de un lado a otro y me quedé allí con la mano en alto sobre ella sin ser capaz de dejarlo caer. Me pregunté muchas cosas en lo más hondo de mi cabeza. ¿Sufrió, quién la mordió, en qué pensó en sus últimos momentos...?
Y me sentí de lo peor al quedarme allí completamente petrificado observando los restos de aquella pobre mujer.
- Dados:
- MI ATAQUE 4 + 8 = 12.
MI DEFENSA 5 + 3 = 8.
SU ATAQUE 3 + 5 = 8.
SU DEFENSA 2 + 6 = 8.
Vida del zombie: 20 - 19 = 1.
MI ATAQUE 4 + 0 = 0.
MI DEFENSA 5 + 6 = 11.
SU ATAQUE 3 + 5 = 8.
SU DEFENSA 2 + 5 = 7.
Tercera lanzada de dados para un puto punto de vida, soy un desgraciado, ya está: xxx.
- Spoiler:
El miembro 'Adrian J. Belikov' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Números' :
Resultados :
'Números' :
Resultados :
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
- Belikov - susurré. Había visto lo que había hecho sin pestañear y ahora se encontraba sobre lo que quedaba de aquella mujer con un destornillador sobre su cráneo. - Hay que hacerlo - apoyé mi mano sobre la suya y la presioné hacia abajo para que el arma cayera y atravesara el cráneo de la mujer con un ligero chasquido. Tragué saliva, ni siquiera pude mirarla, mis ojos estaban fijos en los de él.
- ¿Estás bien? - que pregunta más estúpida, era evidente que no estaba bien. - Has hecho lo que tenías que hacer, me has salvado la vida - insistí en aquello, hablando de forma pausada y tranquila. Me puse en pie y tiré de su mano para que se levantara también.
- No sé qué es este sitio, pero... - había hecho un barrido rápido con la mirada sin distinguir gran cosa debido a la oscuridad. - Parece que no hay más peligros, tal vez perteneciera al dueño del bar y se refugiaran aquí, aunque... no tuvieron mucho éxito - di un par de pasos y antes de que me fuera a ir a ningún sitio me acerqué a Adrian y le di un abrazo.
- Gracias Adrian - mis labios se curvaron en una tímida y sincera sonrisa. - Van dos hoy - levanté dos dedos y me acerqué a la escalera. - Y esto... - había una especie de aparato bajo los escalones de madera de la escalera. - ¡Es un motor de corriente! - exclamé tirando automáticamente de la cuerda de este. Una vez, hizo un ruido que sonó a quejido, dos veces, quiso arrancar, tres... y a la cuarta tiré con mayor fuerza y el motor comenzó a rugir con furia.
Las luces de la estancia se encendieron automáticamente. El motor tenía conectado un tubo para sacar el humo hacia el exterior. Aquello era una especie de salón decorado de forma muy hortera. Había estanterías y una cocina a un lado, dos puertas al final de la sala, en el centro una mesa de comedor, una televisión muy antigua... para mi desgracia las estanterías parecían vacías a excepción de algunas cosas.
Un rollo de venda, tres paquetes de comida y una pomada que provocó que casi se me parase el corazón al ver que era de Pandemonium. Estaba próxima a caducar, pero por si acaso lo cogí todo.
- ¿Estás bien? - que pregunta más estúpida, era evidente que no estaba bien. - Has hecho lo que tenías que hacer, me has salvado la vida - insistí en aquello, hablando de forma pausada y tranquila. Me puse en pie y tiré de su mano para que se levantara también.
- No sé qué es este sitio, pero... - había hecho un barrido rápido con la mirada sin distinguir gran cosa debido a la oscuridad. - Parece que no hay más peligros, tal vez perteneciera al dueño del bar y se refugiaran aquí, aunque... no tuvieron mucho éxito - di un par de pasos y antes de que me fuera a ir a ningún sitio me acerqué a Adrian y le di un abrazo.
- Gracias Adrian - mis labios se curvaron en una tímida y sincera sonrisa. - Van dos hoy - levanté dos dedos y me acerqué a la escalera. - Y esto... - había una especie de aparato bajo los escalones de madera de la escalera. - ¡Es un motor de corriente! - exclamé tirando automáticamente de la cuerda de este. Una vez, hizo un ruido que sonó a quejido, dos veces, quiso arrancar, tres... y a la cuarta tiré con mayor fuerza y el motor comenzó a rugir con furia.
Las luces de la estancia se encendieron automáticamente. El motor tenía conectado un tubo para sacar el humo hacia el exterior. Aquello era una especie de salón decorado de forma muy hortera. Había estanterías y una cocina a un lado, dos puertas al final de la sala, en el centro una mesa de comedor, una televisión muy antigua... para mi desgracia las estanterías parecían vacías a excepción de algunas cosas.
Un rollo de venda, tres paquetes de comida y una pomada que provocó que casi se me parase el corazón al ver que era de Pandemonium. Estaba próxima a caducar, pero por si acaso lo cogí todo.
- Dados:
- Teniendo en cuenta que solo le queda un punto de vida, la situación y que ya has lanzado un dado tú, no creo que sean necesarios más. Qué barbaridad.
El dado ¿Qué hay ahí? se puede lanzar 5 caras por cada 10 post, voy a hacer el noveno, así que lanzo tres más que me corresponden aún.
- Muchas cosas:
- Home:
Graaacias Jason
- Life Is Strange...:
- Multipass!:
El miembro 'Ryder' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'¿Qué hay ahí?' :
Resultados :
'¿Qué hay ahí?' :
Resultados :
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Cuando presionó mi mano para ayudarme a terminar lo que no había podido hacer, sentí una extraña mezcla de alivio y culpa. Alivio porque ya estaba hecho. Culpa porque ella tuvo que intervenir. Observé cómo sus ojos se mantenían fijos en los míos mientras lo hacía, y me di cuenta de que no necesitaba decir nada más. Entendía, de una forma que pocas personas pueden, lo difícil que era esto. Asentí débilmente a su pregunta, porque ¿qué iba a decir? Que estaba bien sería mentir. Que estaba mal no serviría de nada.
- Sí, estoy bien - respondí aunque el tono de mi voz probablemente me traicionó.
Cuando tiró de mi mano para que me levantara, acepté su ayuda sin protestar. Me puse en pie, limpiando mis manos en los pantalones por puro reflejo, aunque no había mucho que pudiera hacer para quitarme la sensación pegajosa que dejaban estas cosas. Observé el sótano a nuestro alrededor mientras hablaba, y tenía razón: esto había sido un refugio para alguien, aunque no habían tenido la misma suerte que nosotros.
- Sí, parece que esto fue su última apuesta - comenté mientras la seguía con la mirada. Su abrazo me pilló por sorpresa. ¿Cuánto tiempo hacía que alguien me abrazaba? Ni siquiera lo recordaba. Era un gesto sencillo, pero inesperado, y por eso lo aprecié más de lo que admitiría.
- De nada, Ryder. Aunque ya te lo he dicho, no hace falta que me des las gracias tantas veces - intenté sonar ligero, pero su sonrisa, esa mezcla de gratitud y vulnerabilidad, hizo que me quedara sin palabras por un segundo.
El rugido del motor me devolvió a la realidad. Giré la cabeza hacia las luces que parpadearon antes de iluminar por completo el lugar. La habitación, que antes parecía sacada de una película de terror, ahora mostraba su verdadero rostro: una especie de salón que alguien había decorado con todo el mal gusto del mundo. Estanterías vacías, una mesa en el centro, una televisión que parecía haber visto sus mejores días en los años 80… era todo tan ridículo que, por un segundo, casi me olvido de la situación en la que estábamos.
- Bueno, esto es… acogedor - dije ladeando la cabeza mientras inspeccionaba el lugar. Mis ojos se detuvieron en las estanterías y en lo que Ryder recogía. Un rollo de vendas, paquetes de comida, y una pomada que parecía a punto de caducar. Nada mal, considerando el estado del lugar. - Pasaré por alto la decoración.
- ¡Un motor funcional y luz! Nos estamos pasando de lujo hoy - comenté mientras caminaba hacia la mesa, pasándome una mano por el cabello, como si eso pudiera arreglar mi aspecto desaliñado. Me apoyé en la superficie, inspeccionando la sala con más detalle. - Solo falta una botella de algo fuerte y podríamos montar una fiesta.
Volví a mirar a Ryder, que seguía revisando las estanterías. Había algo en su forma de moverse, en cómo tomaba las cosas con cuidado, que me hizo pensar en ella, y en su historia, que no conocía, pero debía de haber sido igual de jodida o más que la mía. En aquel nuevo mundo todo estaba destrozado. Nosotros los primeros.
- Oye, Ryder, ¿te das cuenta de que este sitio tiene más personalidad que yo? - bromeé señalando la vieja televisión y las sillas desiguales alrededor de la mesa. Luego me encogí de hombros, dejando que mi tono se suavizara un poco. - Fuera de bromas, parece un buen lugar para descansar un rato. ¿Qué dices? Podríamos quedarnos aquí, reponer energías. Ya sabes, un respiro antes de que el mundo vuelva a intentar matarnos - pero antes deberíamos hacer algo con... esos dos.
Me acerqué a una de las puertas y descubrir que tras ella había un baño con su bañera y todo fue una autentica gozada.
- No... - me reí al ver el termo eléctrico. Fui hacia la bañera y abrí el grifo. Hizo un extraño ruido y comenzó a salir agua caliente, el termo también empezó a sonar. - ¡GRACIAS! - grité al cielo. No me lo podía creer. La otra puerta que había en la estancia daba a un dormitorio, olía a cerrado pero parecía limpio. Cogí una de las sábanas y envolví primero un cuerpo y luego con otra los restos de la mujer.
- Me los llevo fuera, creo que los voy a enterrar - le expliqué. Quisiera enterrarlos y me había parecido ver una pala detrás del bar. El sol estaba en lo más alto del cielo cuando salí, tras un rato llevando ambos cuerpos, caminando y demás... me sentía aún más sucio de lo que ya estaba y eso era un decir. Empecé a cavar un agujero medianamente profundo para poder enterrar a ambos, ya que nos aprovecharíamos de su refugio y de que los había matado, un poco más al menos, sería un buen gesto darles sepultura. Tras un buen rato, eché ambos cuerpos, los tapé con otra manta y empecé a echar tierra mientras rezaba un padre nuestro, del cual casi ni me acordaba.
- Madremia que testarazo me daría la yaya si me escuchase ahora... - negué con la cabeza, al terminar, me apoyé sobre la misma pala que estaba en el suelo y me encendí el que era mi último cigarrillo.
- Sí, estoy bien - respondí aunque el tono de mi voz probablemente me traicionó.
Cuando tiró de mi mano para que me levantara, acepté su ayuda sin protestar. Me puse en pie, limpiando mis manos en los pantalones por puro reflejo, aunque no había mucho que pudiera hacer para quitarme la sensación pegajosa que dejaban estas cosas. Observé el sótano a nuestro alrededor mientras hablaba, y tenía razón: esto había sido un refugio para alguien, aunque no habían tenido la misma suerte que nosotros.
- Sí, parece que esto fue su última apuesta - comenté mientras la seguía con la mirada. Su abrazo me pilló por sorpresa. ¿Cuánto tiempo hacía que alguien me abrazaba? Ni siquiera lo recordaba. Era un gesto sencillo, pero inesperado, y por eso lo aprecié más de lo que admitiría.
- De nada, Ryder. Aunque ya te lo he dicho, no hace falta que me des las gracias tantas veces - intenté sonar ligero, pero su sonrisa, esa mezcla de gratitud y vulnerabilidad, hizo que me quedara sin palabras por un segundo.
El rugido del motor me devolvió a la realidad. Giré la cabeza hacia las luces que parpadearon antes de iluminar por completo el lugar. La habitación, que antes parecía sacada de una película de terror, ahora mostraba su verdadero rostro: una especie de salón que alguien había decorado con todo el mal gusto del mundo. Estanterías vacías, una mesa en el centro, una televisión que parecía haber visto sus mejores días en los años 80… era todo tan ridículo que, por un segundo, casi me olvido de la situación en la que estábamos.
- Bueno, esto es… acogedor - dije ladeando la cabeza mientras inspeccionaba el lugar. Mis ojos se detuvieron en las estanterías y en lo que Ryder recogía. Un rollo de vendas, paquetes de comida, y una pomada que parecía a punto de caducar. Nada mal, considerando el estado del lugar. - Pasaré por alto la decoración.
- ¡Un motor funcional y luz! Nos estamos pasando de lujo hoy - comenté mientras caminaba hacia la mesa, pasándome una mano por el cabello, como si eso pudiera arreglar mi aspecto desaliñado. Me apoyé en la superficie, inspeccionando la sala con más detalle. - Solo falta una botella de algo fuerte y podríamos montar una fiesta.
Volví a mirar a Ryder, que seguía revisando las estanterías. Había algo en su forma de moverse, en cómo tomaba las cosas con cuidado, que me hizo pensar en ella, y en su historia, que no conocía, pero debía de haber sido igual de jodida o más que la mía. En aquel nuevo mundo todo estaba destrozado. Nosotros los primeros.
- Oye, Ryder, ¿te das cuenta de que este sitio tiene más personalidad que yo? - bromeé señalando la vieja televisión y las sillas desiguales alrededor de la mesa. Luego me encogí de hombros, dejando que mi tono se suavizara un poco. - Fuera de bromas, parece un buen lugar para descansar un rato. ¿Qué dices? Podríamos quedarnos aquí, reponer energías. Ya sabes, un respiro antes de que el mundo vuelva a intentar matarnos - pero antes deberíamos hacer algo con... esos dos.
Me acerqué a una de las puertas y descubrir que tras ella había un baño con su bañera y todo fue una autentica gozada.
- No... - me reí al ver el termo eléctrico. Fui hacia la bañera y abrí el grifo. Hizo un extraño ruido y comenzó a salir agua caliente, el termo también empezó a sonar. - ¡GRACIAS! - grité al cielo. No me lo podía creer. La otra puerta que había en la estancia daba a un dormitorio, olía a cerrado pero parecía limpio. Cogí una de las sábanas y envolví primero un cuerpo y luego con otra los restos de la mujer.
- Me los llevo fuera, creo que los voy a enterrar - le expliqué. Quisiera enterrarlos y me había parecido ver una pala detrás del bar. El sol estaba en lo más alto del cielo cuando salí, tras un rato llevando ambos cuerpos, caminando y demás... me sentía aún más sucio de lo que ya estaba y eso era un decir. Empecé a cavar un agujero medianamente profundo para poder enterrar a ambos, ya que nos aprovecharíamos de su refugio y de que los había matado, un poco más al menos, sería un buen gesto darles sepultura. Tras un buen rato, eché ambos cuerpos, los tapé con otra manta y empecé a echar tierra mientras rezaba un padre nuestro, del cual casi ni me acordaba.
- Madremia que testarazo me daría la yaya si me escuchase ahora... - negué con la cabeza, al terminar, me apoyé sobre la misma pala que estaba en el suelo y me encendí el que era mi último cigarrillo.
- Spoiler:
Quería haber ido con él, pero en el último momento decidí que Belikov necesitaba un momento para él solo. Así que opté por recoger un poco el que supuse que sería nuestro refugio para aquella noche. No estaría mal un lugar así, en el que poder descansar, a salvo, tranquilo... e inevitablemente recordé Pandemonium. ¡Ya tenía eso! Había sido muy tonta, y aunque en parte me arrepentía de haberme ido, por otro lado seguía sintiendo que era lo mejor.
Opté después por darme una ducha, podría haber llorado de la maldita emoción al sentir el agua caliente caer por mi cuerpo. No me lo podía creer, y aunque traté de disfrutarlo al máximo también fui rápida para dejarle a Belikov tiempo de que se aseara, no por nada, bueno sí, lo necesitaba mucho más que yo.
- ¡Hey! - exclamé cuando le vi apoyado sobre la pala. - Soy una persona nueva - comenté señalando lo que era evidente, me había duchado y puesto ropa limpia que guardaba en la mochila.
- ¿Por qué no te das un baño? Te vendrá bien relajarte y... - al acercarme mejor abrí los ojos de par en par. - Lo siento, pero después de haber estado aquí... te hace mucha falta - no me fui por las ramas. - Puedo preparar alguna de las latas de comida que llevo en la mochila y cenamos algo contundente... al final será una buena noche y todo - mientras hablaba regresé al sótano. A aquel refugio particular. El motor era un coñazo y tendríamos que apagarlo en cuanto él terminara de ducharse, pero no era problema, había velas e incluso un par de linternas, no sería tan malo.
Opté después por darme una ducha, podría haber llorado de la maldita emoción al sentir el agua caliente caer por mi cuerpo. No me lo podía creer, y aunque traté de disfrutarlo al máximo también fui rápida para dejarle a Belikov tiempo de que se aseara, no por nada, bueno sí, lo necesitaba mucho más que yo.
- ¡Hey! - exclamé cuando le vi apoyado sobre la pala. - Soy una persona nueva - comenté señalando lo que era evidente, me había duchado y puesto ropa limpia que guardaba en la mochila.
- ¿Por qué no te das un baño? Te vendrá bien relajarte y... - al acercarme mejor abrí los ojos de par en par. - Lo siento, pero después de haber estado aquí... te hace mucha falta - no me fui por las ramas. - Puedo preparar alguna de las latas de comida que llevo en la mochila y cenamos algo contundente... al final será una buena noche y todo - mientras hablaba regresé al sótano. A aquel refugio particular. El motor era un coñazo y tendríamos que apagarlo en cuanto él terminara de ducharse, pero no era problema, había velas e incluso un par de linternas, no sería tan malo.
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