Hola pequeño Aiden, soy Max

Max A. Walcott

Hola, pequeño Aiden:

Soy Max. Me dijeron que escribir un diario sería algo bueno para mí, para ayudarme a canalizar mis emociones. Pero, tras mirar la página en blanco sin saber qué escribir, decidí que lo mejor era hacerlo para ti. Hoy tienes 18 meses. Eres muy pequeño, y aunque no entiendes nada de lo que pasa a tu alrededor, quiero que algún día leas esto. Espero poder entregártelo yo mismo cuando seas mayor, o incluso contarte todas estas cosas en persona. Pero, por si acaso, quiero que sepas nuestra historia. La vida no es fácil, y en este mundo tan roto, nunca sabemos cuánto tiempo nos queda.

Bueno, ya sabes que soy Max. Soy… tu primo, digamos, aunque técnicamente eres el hijo de mi prima hermana. Eso, creo, nos convierte en algo así como tío y sobrino segundo. ¿Sabes qué? No importa, porque para mí eres mi familia, mi todo. Eres lo único que tengo, y quiero que lo sepas.

Llegaste a mi vida en uno de los peores momentos. Todo había cambiado, y yo no tenía a nadie más. Perdí a mi madre y a Hugo, la persona que siempre fue como un padre para mí. Vagué solo por mucho tiempo, sobreviviendo como podía, con el corazón hecho pedazos. Entonces, un día, me enteré de que tenía una prima llamada Sage, tu mamá. No sabía nada de ella, pero el destino nos cruzó en el momento más inesperado.

Tu mamá, Sage, era increíble. Era fuerte, inteligente y bondadosa. Trabajaba como médico y tenía una sonrisa que podía hacerte sentir que todo iba a estar bien, incluso cuando el mundo se caía a pedazos. Y tu papá, Arthur, también era un hombre admirable. Era valiente, protector y estaba completamente enamorado de Sage. No los conocí tanto como me hubiera gustado, pero las pocas semanas que pasé con ellos me hicieron darme cuenta de que eran personas especiales.

Cuando el refugio en Fort Detrick fue atacado, todo cambió. Perdí a Sage y a Arthur ese día. Aún no entiendo cómo tuve la fuerza para tomar tus pequeñas manos y sacarte de allí, pero lo hice. Eras tan pequeño… apenas un bebé. No tenía idea de cómo cuidarte ni qué iba a hacer. Por un momento pensé en dejarte con otra familia en Pandemonium, una que pudiera darte más de lo que yo creía que podía ofrecerte. Pero no pude hacerlo. Eres lo único que me queda, Aiden. Eres mi familia, mi razón para seguir adelante.

Hoy, mientras te observaba jugar en la guardería, me di cuenta de cuánto te pareces a tus padres. Tus ojos son iguales a los de tu mamá, tan expresivos y llenos de vida. Cada vez que los miro, siento que Sage está aquí, cuidando de ti a través de mí. Y tu nariz, tus labios… ahí está Arthur. A veces me sorprendo observándote, encontrando nuevos detalles, como ese pequeño lunar bajo tu ojo izquierdo que descubrí hoy. ¿Sabes qué? ¡Yo también tengo uno igual! Es como si una pequeña parte de mí también estuviera contigo.

No voy a mentirte, hay días en los que siento que no puedo más. Ser responsable de ti con solo 20 años es aterrador, y a menudo me pregunto si estoy haciendo lo suficiente, si estoy siendo lo que necesitas. Pero también hay momentos en los que sonríes, y me doy cuenta de que todo vale la pena.

Me he estado entrenando en Pandemonium. Digo que lo hago para protegerme, pero en realidad lo hago por ti. Quiero asegurarme de que nada ni nadie pueda separarnos. Entreno porque quiero ser fuerte para ti, porque necesito darte un mundo donde puedas crecer seguro.

Este diario será para ti, Aiden. Quiero que lo tengas, para que sepas quiénes eran tus padres, quién soy yo, y cómo llegamos aquí. Espero que algún día puedas leerlo y entender cuánto te amamos todos, incluso en este mundo tan complicado.

Por ahora, voy a seguir escribiendo, poco a poco, día a día, para que tengas nuestra historia completa. Y si alguna vez dudas de algo, quiero que recuerdes esto: no importa lo difícil que sea, siempre lucharé por ti.

Con todo mi amor,
Max.

Max A. Walcott

Hola, pequeño Aiden:

Hoy ha sido un día bastante tranquilo, y, para ser sincero, me alegra que haya días así. No sé si algún día entenderás lo valioso que es un poco de calma en este mundo. Quizás, si logramos que crezcas en un lugar seguro, no tengas que vivir el caos que yo viví. Esa es mi meta, al menos.

Esta mañana te dejé en la guardería como siempre. Apenas me miraste cuando te despedí. Estabas tan concentrado en tus juguetes que ni siquiera notaste cuando salí de la habitación. Es curioso cómo puedes hacerme sentir dos cosas tan diferentes al mismo tiempo: me parte el corazón lo rápido que estás creciendo, pero al mismo tiempo me llena de orgullo. Estás descubriendo el mundo a tu manera, sin miedo, y eso me da fuerzas para seguir adelante.

Después de dejarte, fui a entrenar. Hoy aprendimos a manejar algunas armas básicas y algo de combate cuerpo a cuerpo. No es fácil para mí; todavía siento que estoy muy lejos de ser tan bueno como algunos de los otros. Pero cada vez que me siento frustrado, pienso en ti, en lo importante que es que aprenda a defendernos a los dos.

Cuando fui a recogerte, tenías esa sonrisa enorme que siempre me hace olvidar todo lo malo. Me llamaste "Ma'”, como siempre haces. Es increíble cómo una palabra tan simple puede hacer que todo tenga sentido. Es extraño, pero me doy cuenta de que cada vez te pareces más a tus padres. No solo físicamente, aunque eso también. Hoy volví a notar esos pequeños gestos que me recuerdan tanto a Sage: cómo inclinas la cabeza cuando algo te intriga, o cómo intentas imitarme cuando hago algo.

Y luego está ese lunar bajo tu ojo izquierdo… lo miro y no puedo evitar sonreír. Es un pequeño recordatorio de que, aunque todo lo que hemos pasado ha sido terrible, seguimos teniendo algo hermoso: tú.

Esta noche, mientras te dormías, me quedé mirándote un rato más de lo normal. Es algo que hago a menudo, aunque no te des cuenta. Me pregunto cómo será tu vida cuando crezcas, si todavía estaré aquí para verte hacerlo, para apoyarte. Pero si por alguna razón no puedo estar contigo en el futuro, quiero que sepas esto: eres lo mejor que me ha pasado, Aiden. Me haces querer ser mejor cada día, aunque a veces no tenga idea de cómo hacerlo.

Por ahora, solo puedo prometerte que seguiré dando lo mejor de mí, por ti y por la memoria de tus padres. Te mereces un futuro mejor, y haré todo lo posible para dártelo.

Hasta mañana, pequeño.
Con amor,
Max.