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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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One Step from Paradise│Leah- FB
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One Step from Paradise
Julio 2011
"En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino."
── Emily Brontë Cumbres Borrascosas.
*8 meses antes del desastre nuclear en Raccoon City.
── Emily Brontë Cumbres Borrascosas.
*8 meses antes del desastre nuclear en Raccoon City.
Aaron era un hombre que solía ser detallista con las mujeres que eran importante en su vida. Una conducta aprendida a través de los años y que mejor ejemplo de ello era verlo en su propio padre. Entendía que a veces pudiese parecer distante, frio e incluso en ocasiones reservado, pero en realidad esa no era su personalidad, tal vez en su perfil profesional pudiese encajar perfectamente, pero la versión era otra.
El hecho de que fuese reservado y le rodeara ese aire misterioso al sargento no dictaminaba de que careciese de amabilidad, humor, sarcasmo y mucho menos de afecto; la guerra y los tropiezos de la vida forjaban al hombre. Cuando se enamoró de Leah pensaba que fuese suficiente para ella, brindarle esa felicidad y ese amor que merecía pese a saberse que era imposible dada la condición en la que ambos estaban. Si había ser humano que caminase sobre esta tierra que lo conociese mejor esa persona era su esposa.
Después de tantos sacrificios de por medio y tantas vicisitudes para que pudieran estar juntos por qué no darle aquello que creía merecer. A veces podría llegar a ser rudo, bestia todos los adjetivos que pudiesen catalogarle de bruto, pero eso no significase que no la amara o que no fuera romántico, al contrario, era ella que descontrolaba ese instinto animal que amenazaba con devorarle en ocasiones, culpa tenía él de desearle como la primera vez. La felicidad que sentía en ese momento no podía medirse, pero se veía reflejada en el afecto que le brindaba a su esposa en cada detalle, sus ojos eran el reflejo viviente de esa felicidad que le embargaba.
Kinley no era de creer en las supersticiones o eso era lo que creía, sin embargo, siempre se decía que mientras más se planeaban las cosas a veces no salían como esperabas. Días atrás quiso darle la sorpresa a su esposa quería algo diferente, mucho más íntimo sin que estuviera rodeada de sus guardias o secretarios, que su esfuerzo se viese reflejado en cada detalle que tuviera en mente para ese día en especial. Para distraerla y para alimentar un poco más su curiosidad le dijo que la llevaría a comer a uno de los mejores restaurantes donde tenía entendido cocinaban el mejor marisco de la costa (una mentirilla piadosa) omitiendo que sus verdaderos planes era llevarla a Yosemite a una acampada como tanto Leah lo había deseado y que su esposo por tener una agenda tan cargada en su vida posponía la mayoría del tiempo.
A eso del mediodía ya había hecho los arreglos pertinentes incluso en la cajuela de su Wrangler deportivo estaba todo lo que necesitarían para ese fin de semana. Sabía que su esposa era astuta y a medida que se fuese acercando a las inmediaciones del parque lo sabría. ─── Lista para la aventura, senadora Hadley. ───, inquirió muy motivado Aaron a su esposa al mismo tiempo que buscaba un buen espacio para estacionarse. En la emisora no dejaba de escucharse una ochentona “Under Pressure” de Queen & David Bowie, clásicos que tanto gustaban a Aaron.
you have to understand the darkness to appreciate the light
Leah se acomodó en el asiento del Wrangler, jugueteando distraídamente con el colgante que llevaba al cuello, un gesto que solía hacer cuando algo despertaba su curiosidad o la mantenía alerta. Desde que Aaron le había dicho que iban a comer marisco, había sentido que algo no cuadraba del todo. Conociéndole como le conocía, no sería tan simple como parecía.
Alzó una ceja mientras miraba el paisaje que empezaba a rodearles. Los árboles gigantescos, el aire fresco cargado de olor a naturaleza y la lejana silueta de las montañas fueron suficiente para que su mente encajara las piezas. Se giró hacia él, una sonrisa juguetona asomando en sus labios.
— Esta zona es muy famosa por el marisco, sí — su tono estaba cargado de incredulidad y diversión. Cruzó los brazos, observándole de reojo mientras una risa suave escapaba de su garganta.
La música en la emisora, un clásico de Queen, la trasladó de inmediato a uno de sus primeros viajes juntos. Aaron tenía esa habilidad de asociar momentos con canciones, y Under Pressure parecía encajar perfectamente con ellos: un dúo inesperado, intenso, pero en equilibrio.
— Así que, ¿una aventura, eh? — repitió con una mezcla de sarcasmo y afecto, su sonrisa ampliándose al verlo buscar un lugar donde aparcar. Leah inclinó ligeramente la cabeza, observando sus gestos con atención, esa expresión de satisfacción en su rostro que siempre aparecía cuando lograba sorprenderla.
— Me sorprende que hayas sacado tiempo para planear esto — admitió con un tono más suave, lleno de ese cariño que solo le dedicaba cuando estaban a solas. Leah sabía lo que significaba para Aaron hacer este tipo de escapadas. En medio de sus agitadas vidas, estas pequeñas treguas eran su refugio, su forma de recuperar el tiempo que les robaban los horarios y las responsabilidades.
Desabrochó el cinturón, echando un vistazo rápido a la parte trasera del coche, donde vio algo de lo que había preparado. Una manta, una mochila, y seguramente otras cosas ocultas que Aaron había empaquetado con la precisión que solo él podía manejar.
— Aunque tengo que reconocer, sargento Kinley, que esto es mucho mejor que cualquier restaurante — sonrió mientras bajaba del coche, estirándose con suavidad antes de mirar sus tacones con resignación. Sabía que para estar con Aaron siempre había que estar preparada para cualquier cosa. Sin perder tiempo, se quitó los zapatos y sacó un par de zapatillas deportivas cómodas que llevaba "por si acaso".
— Bueno, ¿y cuál es el plan? — preguntó con esa chispa en los ojos que denotaba lo emocionada con estaba con aquella salida. — ¿Un paseo romántico por el bosque? ¿Escalar una montaña? ¿O tienes alguna otra sorpresa escondida? Espero que ropa cómoda para mí — ya que las zapatillas siempre las tenía en el coche porque la vida den tacones a veces era muy dura.
Leah cruzó los brazos, mirándole con una mezcla de desafío y diversión. Estaba lista para lo que viniera, para seguirle el juego, para vivir esa pequeña aventura que sabían que recordarían siempre. Porque, aunque no lo diría en voz alta, Aaron la había sorprendido. Una vez más.
Alzó una ceja mientras miraba el paisaje que empezaba a rodearles. Los árboles gigantescos, el aire fresco cargado de olor a naturaleza y la lejana silueta de las montañas fueron suficiente para que su mente encajara las piezas. Se giró hacia él, una sonrisa juguetona asomando en sus labios.
— Esta zona es muy famosa por el marisco, sí — su tono estaba cargado de incredulidad y diversión. Cruzó los brazos, observándole de reojo mientras una risa suave escapaba de su garganta.
La música en la emisora, un clásico de Queen, la trasladó de inmediato a uno de sus primeros viajes juntos. Aaron tenía esa habilidad de asociar momentos con canciones, y Under Pressure parecía encajar perfectamente con ellos: un dúo inesperado, intenso, pero en equilibrio.
— Así que, ¿una aventura, eh? — repitió con una mezcla de sarcasmo y afecto, su sonrisa ampliándose al verlo buscar un lugar donde aparcar. Leah inclinó ligeramente la cabeza, observando sus gestos con atención, esa expresión de satisfacción en su rostro que siempre aparecía cuando lograba sorprenderla.
— Me sorprende que hayas sacado tiempo para planear esto — admitió con un tono más suave, lleno de ese cariño que solo le dedicaba cuando estaban a solas. Leah sabía lo que significaba para Aaron hacer este tipo de escapadas. En medio de sus agitadas vidas, estas pequeñas treguas eran su refugio, su forma de recuperar el tiempo que les robaban los horarios y las responsabilidades.
Desabrochó el cinturón, echando un vistazo rápido a la parte trasera del coche, donde vio algo de lo que había preparado. Una manta, una mochila, y seguramente otras cosas ocultas que Aaron había empaquetado con la precisión que solo él podía manejar.
— Aunque tengo que reconocer, sargento Kinley, que esto es mucho mejor que cualquier restaurante — sonrió mientras bajaba del coche, estirándose con suavidad antes de mirar sus tacones con resignación. Sabía que para estar con Aaron siempre había que estar preparada para cualquier cosa. Sin perder tiempo, se quitó los zapatos y sacó un par de zapatillas deportivas cómodas que llevaba "por si acaso".
— Bueno, ¿y cuál es el plan? — preguntó con esa chispa en los ojos que denotaba lo emocionada con estaba con aquella salida. — ¿Un paseo romántico por el bosque? ¿Escalar una montaña? ¿O tienes alguna otra sorpresa escondida? Espero que ropa cómoda para mí — ya que las zapatillas siempre las tenía en el coche porque la vida den tacones a veces era muy dura.
Leah cruzó los brazos, mirándole con una mezcla de desafío y diversión. Estaba lista para lo que viniera, para seguirle el juego, para vivir esa pequeña aventura que sabían que recordarían siempre. Porque, aunque no lo diría en voz alta, Aaron la había sorprendido. Una vez más.
One Step from Paradise
Julio 2011
"En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino."
── Emily Brontë Cumbres Borrascosas.
*8 meses antes del desastre nuclear en Raccoon City.
── Emily Brontë Cumbres Borrascosas.
*8 meses antes del desastre nuclear en Raccoon City.
Aaron no tenía que ser adivino tampoco incomodarle haciendo un extenso interrogatorio para saberse que la habia sorprendido, su único plan u objetivo desde el principio era precisamente ese, alejarse de la monotonía que se rodeaba día a día y de que se dieran esa oportunidad de reconectar como realmente deseaban, marido y mujer. Ese momento compartido en pareja sin que nada y nadie estuviera en medio.
Tanto Aaron como Leah se lo merecían por el bienestar de la relación, no es que tuviera en declive o fuese la distancia lo que afectara, al contrario, era sólido, estable, siempre trataba de mantenerse en contacto con su esposa cuando no estaba en casa. Se sabía que un matrimonio conllevaba de grandes responsabilidades, estar casado con una figura política tenía sus pros y sus contras lo mismo que era estar casado con un militar que pasaba la mayoría del tiempo desplegado, cumpliendo con su deber en otros continentes alejado de sus familiares.
Con los años ambos habían aprendido a hacer más condescendientes buscar un equilibrio que les permitiera a ambos fortalecer esa relación. Además, ya era tiempo de recompensarle a su manera, ella no lo decía, quizás tenía sus razones, pero nunca el sargento veía una negatividad de su esposa por el trabajo que ejercía, y es que el bizcocho estaba repartido a partes iguales. Agradeció a todos los santos cuando encontró un buen espacio para estacionarse, verano era uno de los meses más activos de todo el año por eso se había preparado con anticipación.
─── Lo tenía en agenda, aunque resulte difícil de creer, y una de las razones fue priorizarlo, sabía que anhelabas una escapada como esta. ─── no le tomo de sorpresa la reacción de Leah, punto a su favor. Le daba toda la razón, por lo mismo quiso alejarse del papeleo, de los entrenamientos, y los despliegues. No lo decía abiertamente, pero también necesitaba distraerse, a veces el entorno laboral resultaba ser muy extenuante y desgastante para él, podría decirse que vivía más en la base militar que en su propio hogar.
Se bajo del todoterreno riéndose de medio lado. Cuando abrió la cajuela del auto saco una mochila que había preparado la noche anterior para su esposa, en el interior había colocado todo lo necesario, lo primero ropa cómoda, repelente para mosquito, agua, y una que otras barras de proteína por si le atacaba el hambre y otras cosas de uso femenino en todo caso de que ocurriera una emergencia. ─── Tienes lo necesario. ─── aseveró, no le preocupaba que su esposa llevara lo básico, en su mochila táctica cargaba lo más pesado.
Quería que el largo recorrido que les aguardaba en los próximos minutos fuese más liviano para ella. ─── No he tenido la oportunidad de verte escalando una montaña. ─── cerró la cajuela y se seguro de activar la alarma. ─── Seria una de mis fantasías cumplida. ─── declaró con cierta malicia. Por el momento tal actividad quedaría pendiente, prefería algo menos forzoso. ─── Acamparemos en el bosque por una noche, ya en la mañana iremos al pueblo, he rentado una habitación en un hostal donde pasaremos los próximos dos días. ─── comentó a su esposa ya encaminándose hacia la entrada del parque para dar comienzo a la caminata.
─── Pero antes necesitaras cambiarte de ropa. ─── Aaron no necesitaba cambiarse, llevaba pantalones y una chaqueta, ropa adecuada para el senderismo. Caminando más adelante encontrarían los baños, así como una pequeña tienda que surtía a cada aventurero a proveerse de lo que necesitaran ese día para la caminata. ─── Aquí te espero, toma el tiempo que sea necesario, no necesitaremos de un guía, aquí el punto importante es no desviarse del camino. ─── ¿Qué tan seguro estaba Kinley de eso? Por qué lo había leído en Google, o era más seguir el instinto de supervivencia.
you have to understand the darkness to appreciate the light
Leah bajó del Wrangler con una sonrisa sincera que no pudo disimular. El aire fresco, el olor a pinos y el suave crujir de la grava bajo sus zapatillas le recordaron por qué amaba tanto escapadas como esta. Solo Aaron podía hacer que un plan tan sencillo como “acampemos en el bosque” se sintiera como algo especial, algo que ella llevaba deseando sin darse cuenta.
Cuando vio la mochila que Aaron sacó de la cajuela, con todo perfectamente organizado para ella, sus ojos brillaron con una mezcla de ternura y admiración. Siempre tenía esos detalles que demostraban lo bien que la conocía. En el fondo, Leah sabía que su intención iba mucho más allá de solo asegurarse de que tuviera repelente o algo para picar. Era su forma de demostrar que la cuidaba, incluso en lo más pequeño.
— ¿Todo esto para mí? — preguntó cogiendo la mochila con delicadeza. La abrió un poco, curioseando su interior, y dejó escapar una suave risa al ver las barras de proteína. — Lo has pensado todo, ¿eh?
Su tono estaba cargado de cariño, pero el destello en su mirada dejaba claro que estaba emocionada de verdad. Sabía cuánto le costaba a Aaron dejar de lado su rutina militar y su sentido del deber, así que este viaje, este esfuerzo por desconectar, era algo que valoraba profundamente.
Cuando mencionó lo de escalar una montaña, Leah soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza.
— ¿Tu fantasía es verme escalando una montaña? — preguntó mirándole con una mezcla de diversión y ternura. — Bueno, supongo que eso lo dejamos para otro día. Pero te digo algo, si no me derrumbo después de esta caminata, tal vez te dé el gusto… aunque no prometo que no me queje.
Se acercó a él, alzándose un poco sobre las puntas de los pies para darle un beso rápido en la mejilla.
— Gracias por esto, de verdad. Lo necesitábamos. Yo lo necesitaba — su voz bajó un poco, más seria, aunque mantenía esa calidez en sus palabras. — A veces parece que somos dos planetas girando alrededor de mil cosas que no tienen nada que ver con nosotros. Y ahora estamos aquí. Juntos. Sin todo lo demás. Es perfecto.
Leah le dedicó una sonrisa suave antes de separarse y echar un vistazo al camino que tenían por delante. Cuando Aaron mencionó que necesitaría cambiarse, ella asintió, mirando de reojo sus pantalones y su chaqueta perfectamente adecuados para la ocasión.
— Claro, tú ya vienes listo para conquistar el Everest, y yo aquí, siendo la senadora que se cree en un cóctel — bromeó mientras señalaba su vestido con una mirada de resignación fingida.
Caminó hacia los baños con la mochila al hombro, pero antes de entrar, se giró para mirarle de nuevo, sus ojos llenos de emoción y calidez. No dijo nada, pero la mirada fue suficiente, estaba feliz, estaba emocionada y enamorada de aquel hombre hasta no poder más.
Leah desapareció en los baños, cambiándose rápidamente a ropa más cómoda: unos pantalones de senderismo, una camiseta ligera y las zapatillas que siempre llevaba "por si acaso". Mientras recogía su cabello en una coleta, no pudo evitar sonreír para sí misma. Aaron siempre sabía cómo sorprenderla.
Cuando salió, le buscó con la mirada y levantó los brazos en un gesto triunfal.
— ¡Lista para conquistar la naturaleza, o al menos para no tropezarme mucho...! —exclamó, riendo, antes de acercarse a él con paso decidido. — Pero si nos perdemos porque no quisiste contratar un guía, no me digas que no te lo advertí. Aunque supongo que no me importaría perderme contigo…
Leah le miró de reojo, esa chispa de emoción brillando en su rostro mientras ajustaba la mochila en su hombro.
— Bueno, Sargento Kinley, ¿por dónde empezamos? — preguntó con cierto tono juguetón mientras apoyaba su mano sobre el hombro de él y observaba los diversos senderos que partían desde allí.
Cuando vio la mochila que Aaron sacó de la cajuela, con todo perfectamente organizado para ella, sus ojos brillaron con una mezcla de ternura y admiración. Siempre tenía esos detalles que demostraban lo bien que la conocía. En el fondo, Leah sabía que su intención iba mucho más allá de solo asegurarse de que tuviera repelente o algo para picar. Era su forma de demostrar que la cuidaba, incluso en lo más pequeño.
— ¿Todo esto para mí? — preguntó cogiendo la mochila con delicadeza. La abrió un poco, curioseando su interior, y dejó escapar una suave risa al ver las barras de proteína. — Lo has pensado todo, ¿eh?
Su tono estaba cargado de cariño, pero el destello en su mirada dejaba claro que estaba emocionada de verdad. Sabía cuánto le costaba a Aaron dejar de lado su rutina militar y su sentido del deber, así que este viaje, este esfuerzo por desconectar, era algo que valoraba profundamente.
Cuando mencionó lo de escalar una montaña, Leah soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza.
— ¿Tu fantasía es verme escalando una montaña? — preguntó mirándole con una mezcla de diversión y ternura. — Bueno, supongo que eso lo dejamos para otro día. Pero te digo algo, si no me derrumbo después de esta caminata, tal vez te dé el gusto… aunque no prometo que no me queje.
Se acercó a él, alzándose un poco sobre las puntas de los pies para darle un beso rápido en la mejilla.
— Gracias por esto, de verdad. Lo necesitábamos. Yo lo necesitaba — su voz bajó un poco, más seria, aunque mantenía esa calidez en sus palabras. — A veces parece que somos dos planetas girando alrededor de mil cosas que no tienen nada que ver con nosotros. Y ahora estamos aquí. Juntos. Sin todo lo demás. Es perfecto.
Leah le dedicó una sonrisa suave antes de separarse y echar un vistazo al camino que tenían por delante. Cuando Aaron mencionó que necesitaría cambiarse, ella asintió, mirando de reojo sus pantalones y su chaqueta perfectamente adecuados para la ocasión.
— Claro, tú ya vienes listo para conquistar el Everest, y yo aquí, siendo la senadora que se cree en un cóctel — bromeó mientras señalaba su vestido con una mirada de resignación fingida.
Caminó hacia los baños con la mochila al hombro, pero antes de entrar, se giró para mirarle de nuevo, sus ojos llenos de emoción y calidez. No dijo nada, pero la mirada fue suficiente, estaba feliz, estaba emocionada y enamorada de aquel hombre hasta no poder más.
Leah desapareció en los baños, cambiándose rápidamente a ropa más cómoda: unos pantalones de senderismo, una camiseta ligera y las zapatillas que siempre llevaba "por si acaso". Mientras recogía su cabello en una coleta, no pudo evitar sonreír para sí misma. Aaron siempre sabía cómo sorprenderla.
Cuando salió, le buscó con la mirada y levantó los brazos en un gesto triunfal.
— ¡Lista para conquistar la naturaleza, o al menos para no tropezarme mucho...! —exclamó, riendo, antes de acercarse a él con paso decidido. — Pero si nos perdemos porque no quisiste contratar un guía, no me digas que no te lo advertí. Aunque supongo que no me importaría perderme contigo…
Leah le miró de reojo, esa chispa de emoción brillando en su rostro mientras ajustaba la mochila en su hombro.
— Bueno, Sargento Kinley, ¿por dónde empezamos? — preguntó con cierto tono juguetón mientras apoyaba su mano sobre el hombro de él y observaba los diversos senderos que partían desde allí.
One Step from Paradise
Julio 2011
"En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino."
── Emily Brontë Cumbres Borrascosas.
*8 meses antes del desastre nuclear en Raccoon City.
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*8 meses antes del desastre nuclear en Raccoon City.
¡Todo lo que lleva en la mochila es suyo, señora Kinley! ──, una de las cosas que impulsaban a Aaron a tomar la iniciativa en las actividades cotidianas de pareja era la disponibilidad y positivismo que su esposa le transmitía y eso a Kinley le fascinaba. Ese momento donde ambos disponían de esa libertad donde podían desnudarse el alma, esa autenticidad que les caracterizaba a ambos sin disfrazarla a los demás. Creía en la importancia de su acompañante, así como en las tomas de decisiones. No era difícil expresar abiertamente sus inquietudes, era más que comprendido y estaba agradecido.
La integridad para él era importante, pero la seguridad era una preocupación que en la mayoría de los casos arrebataba su apacibilidad. Era la mujer con la que se había casado, pero por otra parte era la senadora del estado, lo que significaba estar constantemente bajo el ojo del circo mediático. Lo supo desde el comienzo de su relación con Leah por lo mismo seguía tomando medidas preventivas, mantenerse bajo perfil ayudaba en cierta manera, pero infortunadamente las acciones determinaban quien era, no mancharía la imagen que ya la gente conocían de ella.
Por tal motivo procuraban visitar lugares apartados de la civilización, viajar a otros destinos donde se les conocieran como otro turista más del montón y no como la pareja que encabezaban los diarios de Michigan y otros estados cercanos. Mientras esperaba a su esposa Aaron disimuladamente sobrevolaba la profundidad de su mirada a todo lo que tenía alrededor, tanto los guías como los otros visitantes se adelantaron a dar comienzo a la larga travesía que les esperaba aquella mañana.
Recordaba vagamente el camino, pero la idea de que pudiese perderse estaba lejos de los planes que ya iba trazándose en mente. El parque tenía claros seguros en las cercanías de las montañas donde esos aventureros más atrevidos que gustaran acampar en las profundades del parque disfrutaran estar en contacto con la misma naturaleza. Que Aaron no hiciera por su esposa, absolutamente todo, su mente ya trabajaba en automático, por más que siguieran agendas era mucho el trabajo que acumulaba, pero era de esperarse que en ocasiones Leah lo olvidara.
Reconocía abiertamente que las mujeres tenían ciertas destrezas que los hombres carecían, como por ejemplo caminar en calzados tan altos e incomodos toda una noche, admiraba a su esposa por ello, síntomas de la menstruación, ser esposa, senadora, hija, amiga, todo al mismo tiempo, era admirable. Aaron amaba a Leah. Sus conversaciones no cesaban mayormente de parte de Leah, pero eso a él le encantaba era una manera de demostrarle lo emocionada y entusiasmada que estaba, podía escucharla por horas y no se cansaba.
── Tengo una lista mental de todo lo que fantaseo contigo. ── añadió sonriéndose, le quiso echar más leña al fuego. Eran jóvenes, les gustaba a ambos avivar esa llamarada cada vez que tenían la oportunidad, que tomara la iniciativa Leah, era revitalizante para-Aaron, necesitaba sentirse vivo, deseado. Cuando Leah salió de los sanitarios lista para el recorrido, Aaron inspeccionó por última vez su mochila y vestimenta especialmente las zapatillas ── No voy a dejar que te caigas, ¿está segura de que quieres caminar con estas? en la tienda podríamos conseguir el calzado indicado para la caminata que nos espera. ── se encontrarían con suelos rocosos durante el trayecto. Aunque dudaba que lo hiciera, eran sus deportivas favoritas, además Leah ya se había adelantado par de pasos, Kinley no tuvo más remedio que seguirle dándole esa última mirada al local que más distante quedaba a medida que avanzaban.
── Seguiremos el mismo paso que han trazado los demás, aquí lo que hay que tener en cuenta es no salirse de los banderines, independientemente de lo que escuches, veas, no te desviaras del camino, permanecerás a mi lado. ── advirtió una vez dejaron atrás la entrada y comenzaron a adentrarse a la espesura del parque. Llevaban su cámara, pero no se lo diría hasta tanto no hicieran la primera parada, pero ya eso dependería de que tan seguro lo vería Aaron para los dos. ── ¿Ya tienes pensado que harás para el cumpleaños de tu padre? ── quedaba tiempo de sobra, meses por delante, pero sabia de la agenda tan apretada que tenía ella, por eso lo preguntaba. Por otra parte, Aaron aún estaba en activo por lo tanto dependiendo de los planes que Leah tuviera decidiría si en esos meses podría acompañarla a Raccoon City o no.
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