- Welcome
- Basic
- Extra!
Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
Conectarse
Últimos temas
¿Quién está en línea?
En total hay 1 usuario en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 1 Invitado Ninguno
Élite {11/54}
|
Hermanos
Directorios
|
Time to burn [Ryder]
Página 1 de 2. • Comparte
Página 1 de 2. • 1, 2
Los primeros rayos de luz terminaron por romper aquel sueño intranquilo mío. Lo agradecía, había sufrido el ataque contínuo de mil y un visiones que terminaban por provocar que mi intento de descansar fuera nútil. Las imágenes del desierto, la arena, el pesado sol, muertos... Todas ellas se habían precedido una tras otra en mi cabeza. En un momento de la noche perdí el sentido de tal forma que nisiquiera sabía si dormía. Para mi aquellas escenas parecían tan reales que incluso me sentía frustrado, la falta de agua me atormentaba incluso dormido y el temor a morir seguía ahí, no desaparecía.
Cuando por fin logré despertar sentía el cuerpo más pesado de lo normal. La arena cubría mis botas, piernas y brazos. Comencé a toser cuando me erguí. Tiré del pañiuelo que cubría mi rostro y respiré hondo. El sol comenzaba a elevarse lentamente, aún acababa de salir y por ello era la hora perfecta de seguir andando, antes de que hiciera más calor. Caminar bajo el rey del cielo cuando estuviera en lo más alto sería un completo suicidio.
La estela de mis pasos en la arena iba desapareciendo lentamente, conform una pequeña brisa, tan ínfima como para apenas sentirla, borraba mis pasos. Sentía la boca seca, los labios cortados a causa de la falta de agua. Lo peor era la fatiga añadida al calor que hacía. Daría lo que fuera por un poco de brisa, algo que redujera la sensación de calor. Pero eso no ocurriría, llevaba os días perdido en la nada y sino llegaba a algún lugar ya moriría. No me quedaba apenas comida y mucho meno agua. Había gastado la poca que me quedaba en pequeños tragos. No por no racionarla bien, sino porque ya no podía aguantar más y como todo lo bueno, parecía durar poco.
A veces me preguntaba que habría sido de mi si la tragedia no se hubiera cernido sobre nadie. Ya hacían aproximadanete cuatro años desde la muerte de Elle. ¿Qué habría ocurrido si siguiera con vida?, ¿estaría ahora ella aquí conmigo? El calor comenzaba a hacer de las suyas. Desconocía incluso ya, cuanto tiempo llevaba caminando, pero ya sería media mañana aproximadamente y aunque había tenido como objetivo el de parar cuando el sol se localizara en lo alto del cielo, ya no podía dejarlo. No había ni una sola sombra donde la que quedarme y hacerlo bajo el sol supondría dejarme morir. Había caminado durante la gran parte de la noche, eso si que era lo mejor. Bueno, también era no contar con zombies por aquella zona. Me sentía demasiado cansado como para enfrentarme a ese peligro también.
El calor era de lo más agobiante. Pero por fin dejé la arena atrás, ahora caminaba por una llanura desierta, yerma. Llena de rocas y arbustoss secos. Caminar por esta se hacía también difícil. Debía evitar pisar mal, pero con tanta piedra esto resultaba casi imposible y en un par de ocasiones a punto estuve de caer.
Avanzaba a duras penas, como un alma en pena. De seguro habían aún zombies que lucirían mejor que yo ahora. - ¿Alucinaciones? - tuve que frotarme los ojos para asegurarme de que lo que veía era real. Si se trataba de una alucinación esta persistía. Espejismo o no, éste logró espabilarme y comenzar a andar con más ganas.
Parecía un simple edificio, pero al fin un lugar donda refugiarme de tal calor. Era una gasolinera, con su letrero y un par de coches en la entrada, estos parecían abandonados desde hacía mucho. Había una carretera. ¡Por fin rastros de civilización! Respiré hondo, podría estar salvado. Aligeré mis pasos, aunque sentía doloridas las plantas de los pies no me importó. Al pisar el asfalto del aparcamiento caí de bruces, por culpa del cansancio y de una pequeña piedra, al suelo. Me levanté como mejor pude, torpe y avancé con más ganas. En un lateral del edificio había un camión rojo. Parecía que había chocado contra la gasolinera. Cuando me di cuenta de que se trataba de un camión de bomberos no dudé en correr hasta él. Estaba vacío y el vehículo no parecía muy deteriorado, el choque había sido muy superficial. Las marcas de sangre en la puerta y lateral parecían señalar que al conductor le entró el pánico, tal vez ante una mordedura. Me acerqué a la parte trasera y me dejé caer bajo el grifo. Mis movimientos eran bastante torpes a causa de el cansancio y la deshidratación. Aparté la manguera que estaba enganchada en la boca del grifo y giré la llave un poco. El agua comenzó a salir a borbotones y me coloqué bajo esta riendo como un condenado, sin fuerzas apenas, pero riendo. Estaba salvado y lo mejor es que por fin parecía tener algo de suerte.
Dejé la cabeza bajo el agua un rato, sintiendo como esta comenzaba a disminuir el agobiante calor que arrastraba desde hacía ahoras atrás. Abrí la boca y comencé a beber poco a poco. La temperatura del agua era más bien templada y aunque tampoco sería la mejor en una situación normal ahora la veía más como un lujo que cualquier otra cosa. Aquel estaba siendo mi día de suerte, sin lugar a dudas.
Cuando por fin logré despertar sentía el cuerpo más pesado de lo normal. La arena cubría mis botas, piernas y brazos. Comencé a toser cuando me erguí. Tiré del pañiuelo que cubría mi rostro y respiré hondo. El sol comenzaba a elevarse lentamente, aún acababa de salir y por ello era la hora perfecta de seguir andando, antes de que hiciera más calor. Caminar bajo el rey del cielo cuando estuviera en lo más alto sería un completo suicidio.
La estela de mis pasos en la arena iba desapareciendo lentamente, conform una pequeña brisa, tan ínfima como para apenas sentirla, borraba mis pasos. Sentía la boca seca, los labios cortados a causa de la falta de agua. Lo peor era la fatiga añadida al calor que hacía. Daría lo que fuera por un poco de brisa, algo que redujera la sensación de calor. Pero eso no ocurriría, llevaba os días perdido en la nada y sino llegaba a algún lugar ya moriría. No me quedaba apenas comida y mucho meno agua. Había gastado la poca que me quedaba en pequeños tragos. No por no racionarla bien, sino porque ya no podía aguantar más y como todo lo bueno, parecía durar poco.
A veces me preguntaba que habría sido de mi si la tragedia no se hubiera cernido sobre nadie. Ya hacían aproximadanete cuatro años desde la muerte de Elle. ¿Qué habría ocurrido si siguiera con vida?, ¿estaría ahora ella aquí conmigo? El calor comenzaba a hacer de las suyas. Desconocía incluso ya, cuanto tiempo llevaba caminando, pero ya sería media mañana aproximadamente y aunque había tenido como objetivo el de parar cuando el sol se localizara en lo alto del cielo, ya no podía dejarlo. No había ni una sola sombra donde la que quedarme y hacerlo bajo el sol supondría dejarme morir. Había caminado durante la gran parte de la noche, eso si que era lo mejor. Bueno, también era no contar con zombies por aquella zona. Me sentía demasiado cansado como para enfrentarme a ese peligro también.
El calor era de lo más agobiante. Pero por fin dejé la arena atrás, ahora caminaba por una llanura desierta, yerma. Llena de rocas y arbustoss secos. Caminar por esta se hacía también difícil. Debía evitar pisar mal, pero con tanta piedra esto resultaba casi imposible y en un par de ocasiones a punto estuve de caer.
Avanzaba a duras penas, como un alma en pena. De seguro habían aún zombies que lucirían mejor que yo ahora. - ¿Alucinaciones? - tuve que frotarme los ojos para asegurarme de que lo que veía era real. Si se trataba de una alucinación esta persistía. Espejismo o no, éste logró espabilarme y comenzar a andar con más ganas.
Parecía un simple edificio, pero al fin un lugar donda refugiarme de tal calor. Era una gasolinera, con su letrero y un par de coches en la entrada, estos parecían abandonados desde hacía mucho. Había una carretera. ¡Por fin rastros de civilización! Respiré hondo, podría estar salvado. Aligeré mis pasos, aunque sentía doloridas las plantas de los pies no me importó. Al pisar el asfalto del aparcamiento caí de bruces, por culpa del cansancio y de una pequeña piedra, al suelo. Me levanté como mejor pude, torpe y avancé con más ganas. En un lateral del edificio había un camión rojo. Parecía que había chocado contra la gasolinera. Cuando me di cuenta de que se trataba de un camión de bomberos no dudé en correr hasta él. Estaba vacío y el vehículo no parecía muy deteriorado, el choque había sido muy superficial. Las marcas de sangre en la puerta y lateral parecían señalar que al conductor le entró el pánico, tal vez ante una mordedura. Me acerqué a la parte trasera y me dejé caer bajo el grifo. Mis movimientos eran bastante torpes a causa de el cansancio y la deshidratación. Aparté la manguera que estaba enganchada en la boca del grifo y giré la llave un poco. El agua comenzó a salir a borbotones y me coloqué bajo esta riendo como un condenado, sin fuerzas apenas, pero riendo. Estaba salvado y lo mejor es que por fin parecía tener algo de suerte.
Dejé la cabeza bajo el agua un rato, sintiendo como esta comenzaba a disminuir el agobiante calor que arrastraba desde hacía ahoras atrás. Abrí la boca y comencé a beber poco a poco. La temperatura del agua era más bien templada y aunque tampoco sería la mejor en una situación normal ahora la veía más como un lujo que cualquier otra cosa. Aquel estaba siendo mi día de suerte, sin lugar a dudas.
- ¡Esto no ha sido buena idea, no ha sido buena idea, no ha si...! - gritaba una y otra vez, mientras que procuraba correr, no ser atrapada y además no caerse. - ¡Ahhhh...! - definitivamente si no seguía corriendo acabaría muerta y comenzaba a sentir el cansancio y las piernas doloridas. Miré de reojo hacia atrás y quise gritar nuevamente, pero en vez de ello lancé lo primero que encontré contra aquel ser. La caja de cereales chocó contra aquella especie de araña gigante y apenas hizo nada más. - ¡Seré estúpida! - sí, iba a llegar muy lejos lanzando cajas de cereales a iestro y siniestro.
Salté hacia el mostrador, cayendo tras éste, en ese momento ese insecto asqueroso gigante alzó sus patas al aire y por muy poco estuvo a punto de hacerme mil pedacitos. Pues más bien no era una araña, sino una cosa extraña que no sabría describir y menos porque estaba tratando de huir de ella, así que como era lógico, no iba a pararme para mirarla mejor.
Al caer tras el mostrador, me cubrí con ambas manos la cabeza, pues esa cosa, a la que apodaría "Patitas" y no cariñosamente, golpeó el estante que había encima de mi y de este comenzaron a caer tarros de cristal al suelo, todos repletos de salsa de tomate y otras que estaban ya pasados... - ¡Eh, que me había lavado el pelo esta mañana...! - Patitas mandó de un solo golpe el estante que me cubría lejos de mi, dejándome al descubierto. - ¡MIEEEEERDAAAAA! - aquella cosa no parecía tan fuerte. Salté de mi escondite, hecha un cuadro, pues iba cubierta de restos de salsa de tomate, ketchup, mayonesa...
- ¡Chúpate esa! - había aún tarros de cristal intactos en otros estantes, por lo que me hice con un par y se los fui lanzando de uno en uno, hasta que Patitas decidió lanzarse sobre mi. Me aparté de un salto y logré empujar uno de los pesados estantes en su dirección. La tienda de aquella gasolinera estaba quedando "bonita". Aproveché ese momento de distracción en el que quedaba atrapada bajo el estante para salir rápidamente por la puerta. Había tenido muy muy mala suerte, debí portarme bien.
Pandemonium hacía poco que me había acogido. Aún no me podían dejar subir a la superficie y menos siendo una civil y sola, así que me las ingenié para hacer de mis "trucos" y que mi tarjeta tuviera acceso permitido para poder salir. Quería salir, me sentía ahogada allí abajo y ahora me moría por volver. Irónico.
- ¡Ahora no eres tan chula, ¿eh?! - exclamé señalando el escaparate. Patitas arremetió desde el interior contra este y se agrietó. - Oh mierda... - tenía que dejar de menospreciar a ese bicho, cada vez me sorprendía más. También debería salir corriendo antes de que lograse romper el cristal... Sí. Cuando me disponía a salir corriendo me percaté de que había alguien mojándose con el agua del camión de bomberos. ¿Tan fácil era?, yo había estado mirando al llegar y no fui capaz de dar con la tecla... Un segundo golpe contra el cristal me hizo salir de mis pensamientos, ¡no estaba sola!
- ¡Menos mal, menos mal... ¡Tienes que ayudarme, tienes que...! - corrí en la dirección del tipo que acababa de abrir el grifo del camión, bebía agua y se mojaba ajeno a lo que estaba pasando a apenas unos metros de nosotros. - ¡Por favor, necesito su ayuda, hay una...! - me dejé caer a un lado del tipo, en realidad me caí, pero podía aparentar que solo buscaba verle mejor la cara o algo así. Sin embargo no me callaba por la caída, sino porque ya no había ningún ruido, tragué salíva sin darme cuenta de que acababa de agarrar por el brazo al hombre, tal vez con más fuerza de la que debería.
Salté hacia el mostrador, cayendo tras éste, en ese momento ese insecto asqueroso gigante alzó sus patas al aire y por muy poco estuvo a punto de hacerme mil pedacitos. Pues más bien no era una araña, sino una cosa extraña que no sabría describir y menos porque estaba tratando de huir de ella, así que como era lógico, no iba a pararme para mirarla mejor.
Al caer tras el mostrador, me cubrí con ambas manos la cabeza, pues esa cosa, a la que apodaría "Patitas" y no cariñosamente, golpeó el estante que había encima de mi y de este comenzaron a caer tarros de cristal al suelo, todos repletos de salsa de tomate y otras que estaban ya pasados... - ¡Eh, que me había lavado el pelo esta mañana...! - Patitas mandó de un solo golpe el estante que me cubría lejos de mi, dejándome al descubierto. - ¡MIEEEEERDAAAAA! - aquella cosa no parecía tan fuerte. Salté de mi escondite, hecha un cuadro, pues iba cubierta de restos de salsa de tomate, ketchup, mayonesa...
- ¡Chúpate esa! - había aún tarros de cristal intactos en otros estantes, por lo que me hice con un par y se los fui lanzando de uno en uno, hasta que Patitas decidió lanzarse sobre mi. Me aparté de un salto y logré empujar uno de los pesados estantes en su dirección. La tienda de aquella gasolinera estaba quedando "bonita". Aproveché ese momento de distracción en el que quedaba atrapada bajo el estante para salir rápidamente por la puerta. Había tenido muy muy mala suerte, debí portarme bien.
Pandemonium hacía poco que me había acogido. Aún no me podían dejar subir a la superficie y menos siendo una civil y sola, así que me las ingenié para hacer de mis "trucos" y que mi tarjeta tuviera acceso permitido para poder salir. Quería salir, me sentía ahogada allí abajo y ahora me moría por volver. Irónico.
- ¡Ahora no eres tan chula, ¿eh?! - exclamé señalando el escaparate. Patitas arremetió desde el interior contra este y se agrietó. - Oh mierda... - tenía que dejar de menospreciar a ese bicho, cada vez me sorprendía más. También debería salir corriendo antes de que lograse romper el cristal... Sí. Cuando me disponía a salir corriendo me percaté de que había alguien mojándose con el agua del camión de bomberos. ¿Tan fácil era?, yo había estado mirando al llegar y no fui capaz de dar con la tecla... Un segundo golpe contra el cristal me hizo salir de mis pensamientos, ¡no estaba sola!
- ¡Menos mal, menos mal... ¡Tienes que ayudarme, tienes que...! - corrí en la dirección del tipo que acababa de abrir el grifo del camión, bebía agua y se mojaba ajeno a lo que estaba pasando a apenas unos metros de nosotros. - ¡Por favor, necesito su ayuda, hay una...! - me dejé caer a un lado del tipo, en realidad me caí, pero podía aparentar que solo buscaba verle mejor la cara o algo así. Sin embargo no me callaba por la caída, sino porque ya no había ningún ruido, tragué salíva sin darme cuenta de que acababa de agarrar por el brazo al hombre, tal vez con más fuerza de la que debería.
No llevaba en aquel lugar ni cinco minútos. Comenzaba a sentirme sin duda mucho mejor gracias al agua que estaba bebiendo, aún así tras aquel viaje tan largo, el agua parecía saberme a poco. Era consciente de que tras llevar tanto sin beber debía hacerlo ahora a sorbos pequeños, pero no podía evitarlo, estaba sediento y a la larga sería peor. Lo sabía, pero quería disfrutar de aquello. Esa tranquilidad no tardó en esfumarse. El ruido del agua había ahogado n su mayoría los ruidos que procedían de la tienda, pero yo no estaba del todo sordo y fui capaz de distinguir algo. ¿Habría algún zombie allí encerrad?, tal vez alguno que no podía salir y que se hubiera revolucionado con el sonido del agua.
Cerré el grifo y me iba a poner de pie cuando una chica apareció por una de las esquinas de la tienda, corría visiblemente alterada y comenzó a pedirme ayuda nada más verme. Si era capaz de pedirle ayuda a un extraño al que no conocía de nada, debía estar metida en serios problemas de verdad.
Me puse en pie lentamente a la vez que ella caía al suelo.
- ¡Eh, cálmate, calma...! - me acerqué a ella. En un primer momento pensaba que lo que llevaba por encima era sangre, pero al verla de más cerca me dije que aquello no podía serlo. Era un líquido demasiado claro y además espeso... Parecía... ¿Salsa de tomate? La miré extrañado. - ¿Qué ocurre? - sujeté a la muchacha por ambos brazos. Parecía joven. Tal vez unos veinte años y poco más, pelo castaño, mirada asuatada... Era una chica guapa, se podía ver aunque estuviera sucia y notablemente alterada.
- ¿Una qué...? - repetí sus palabras y seguí su mirada con la mía. Se había escuchado un buen ruido. Sonó a cristales, a cuando se rompían un montón de cristales y caían al suelo. Procedía de la esquina por la que ella había aparecido. Ambos mirábamos en aquella dirección y aunque hubieramos escuchado el ruido, ahora solo había silencio y nada aparecía por aquel lugar.
Me quedé aún sujetando sus manos, con la mirada fija en aquella esquina. En un principio pensé que se trataba de un zombie o dos, tal vez algunos más, pero ella había hablado de algo en femenino. ¿Qué podía ser? Por experiencia sabía que nada bueno y además aquella espera y ese silencio no ayudaban en nada.
- Levanta de ahí, vamos - le pedí en un susurro. - Me vas a decir que es lo que has visto y te vas a quedar aquí mientras - caminé hacia la puerta del camión sin apartar la mirada del edificio. La puerta se abrió y le tendí una mano a ella para ayudarla a subir. - Escondete y yo me encargo de esa... - enarqué ambas cejas. Esa cosa, fuera lo que fuera.
Cerré el grifo y me iba a poner de pie cuando una chica apareció por una de las esquinas de la tienda, corría visiblemente alterada y comenzó a pedirme ayuda nada más verme. Si era capaz de pedirle ayuda a un extraño al que no conocía de nada, debía estar metida en serios problemas de verdad.
Me puse en pie lentamente a la vez que ella caía al suelo.
- ¡Eh, cálmate, calma...! - me acerqué a ella. En un primer momento pensaba que lo que llevaba por encima era sangre, pero al verla de más cerca me dije que aquello no podía serlo. Era un líquido demasiado claro y además espeso... Parecía... ¿Salsa de tomate? La miré extrañado. - ¿Qué ocurre? - sujeté a la muchacha por ambos brazos. Parecía joven. Tal vez unos veinte años y poco más, pelo castaño, mirada asuatada... Era una chica guapa, se podía ver aunque estuviera sucia y notablemente alterada.
- ¿Una qué...? - repetí sus palabras y seguí su mirada con la mía. Se había escuchado un buen ruido. Sonó a cristales, a cuando se rompían un montón de cristales y caían al suelo. Procedía de la esquina por la que ella había aparecido. Ambos mirábamos en aquella dirección y aunque hubieramos escuchado el ruido, ahora solo había silencio y nada aparecía por aquel lugar.
Me quedé aún sujetando sus manos, con la mirada fija en aquella esquina. En un principio pensé que se trataba de un zombie o dos, tal vez algunos más, pero ella había hablado de algo en femenino. ¿Qué podía ser? Por experiencia sabía que nada bueno y además aquella espera y ese silencio no ayudaban en nada.
- Levanta de ahí, vamos - le pedí en un susurro. - Me vas a decir que es lo que has visto y te vas a quedar aquí mientras - caminé hacia la puerta del camión sin apartar la mirada del edificio. La puerta se abrió y le tendí una mano a ella para ayudarla a subir. - Escondete y yo me encargo de esa... - enarqué ambas cejas. Esa cosa, fuera lo que fuera.
- ¡¿Cómo puedes pedir que me calme?, ¡tú no has visto a esa cosa!, casi me parte en trocitos... - fijé mi mirada en la suya. - Medía aproximadamente esto de alto... - alcé ambas manos poco más por encima de mis hombros. - Parecía una especie de araña, como una mosca gigante, con muchas patas y todas ellas terminadas en filos cortantes... ¡Casi me hace confeti! - desesperada como estaba, no pude evitar alzar la voz tal vez más de la cuenta.
El hombre me agarró por ambas manos y trataba de tranquilizarme, yo sostenía su mirada con la mía. No dejaba de hablar atropelladamente, explicando todo lo que me había pasado en aquella dichosa tienda. - Entré bsucando comida y aparentemente estaba tooodo despejado y lo sé porque miré por todas partes, siempre hago eso, sino estaría muerta. Pero revisé cada pasillo y mientras recogía un par de chocolatinas de un estante esa cosa hizo un extraño ruido, yo no sabía lo que era y me asusté, así que salí corriendo. ¡Y menos mal porque ese bicho cayó del techo justo donde estaba y me habría matado!, sí, ¡ESA COSA TREPA POR EL TECHO! - de nuevo otro grito mientras que yo seguía hablando como si no hubiera mañana, porque cuando estaba nerviosa era lo que hacía y ahora me iba a dar un ataque. - Me ha perseguido por toda la tienda y por más que le he tirado estantes, tarros, todo lo que pillaba ha seguido persiguiendome hasta el escaparate y... - el escandaloso ruido de los cristales romperse lo indicó todo.
- Patitas ha salido... - estaba ya tan nerviosa que incluso dejé de hablar y eso si que era ya demasiado. Tragué saliva y me acerqué más al tipo, no me importó que me sujetara como lo hacía. Estaba tan asustada y nerviosa que ni me di cuenta de ello, sencillamente me acerqué más a él. Ambos mirábamos hacia nuestro alrededor, porque tras escuchar el sonido de los cristales rotos ya no se había escuchado nada más y Patitas tampoco aparecía por ninguna parte. - Esa zorra está jugando con nosotros... - abrí la boca para decir algo más, pero no me salieron las palabras. Fruncí el ceño y pegada a aquel desconocido lo seguí hasta la puerta del camión de bomberos.
- Espera, ¿y tú?, ¡no!, no puedes... - agité ambas manos para soltarme de su agarre. - ¡No has visto a esa cosa, no puedes enfretarte tú solo a ella! - volví a fijarme en sus ojos azules, le miraba indignada, porque no podía dejarle ahí tirado.
Un rugido feroz provocó que diera un respingo. - ¡Vale sí, ten mucho cuidado! - el pánico se apoderó de mi y entré en el camión tal y como me había pedido. Cerré de un portazo y me acurruqué en el hueco que quedaba entre los pedales y el asiento del conductor. En un coche normal y corriente habría sido imposible, pero en aquel camión pude meterme sin problema alguno, era un espacio amplio. Me erguí un poquito para mirar a través de una de las ventanillas y vi por fin a Patitas. Corría por el tejado de la tienda en la dirección del chico.
- ¡EHHH! - gritaba mientras golpeaba el cristal de la ventana. Señalaba la dirección en la que estaba el bicho. - ¡Va a por tii, va a por ti... ¡QUE VA A POR TI JODER! - terminé por decirle a gritos. - ¡CORRE! - grité hasta dejarme los pulmones y me agaché para evitar que Patitas me viera a mi. Pero yo tenía otros problemas... Un gruñido que procedía del interior de la cabina me los eñalaba. - Oh no... - al girarme vi una figura que se levantaba en un pequeño hueco que había tras los asientos.
El hombre me agarró por ambas manos y trataba de tranquilizarme, yo sostenía su mirada con la mía. No dejaba de hablar atropelladamente, explicando todo lo que me había pasado en aquella dichosa tienda. - Entré bsucando comida y aparentemente estaba tooodo despejado y lo sé porque miré por todas partes, siempre hago eso, sino estaría muerta. Pero revisé cada pasillo y mientras recogía un par de chocolatinas de un estante esa cosa hizo un extraño ruido, yo no sabía lo que era y me asusté, así que salí corriendo. ¡Y menos mal porque ese bicho cayó del techo justo donde estaba y me habría matado!, sí, ¡ESA COSA TREPA POR EL TECHO! - de nuevo otro grito mientras que yo seguía hablando como si no hubiera mañana, porque cuando estaba nerviosa era lo que hacía y ahora me iba a dar un ataque. - Me ha perseguido por toda la tienda y por más que le he tirado estantes, tarros, todo lo que pillaba ha seguido persiguiendome hasta el escaparate y... - el escandaloso ruido de los cristales romperse lo indicó todo.
- Patitas ha salido... - estaba ya tan nerviosa que incluso dejé de hablar y eso si que era ya demasiado. Tragué saliva y me acerqué más al tipo, no me importó que me sujetara como lo hacía. Estaba tan asustada y nerviosa que ni me di cuenta de ello, sencillamente me acerqué más a él. Ambos mirábamos hacia nuestro alrededor, porque tras escuchar el sonido de los cristales rotos ya no se había escuchado nada más y Patitas tampoco aparecía por ninguna parte. - Esa zorra está jugando con nosotros... - abrí la boca para decir algo más, pero no me salieron las palabras. Fruncí el ceño y pegada a aquel desconocido lo seguí hasta la puerta del camión de bomberos.
- Espera, ¿y tú?, ¡no!, no puedes... - agité ambas manos para soltarme de su agarre. - ¡No has visto a esa cosa, no puedes enfretarte tú solo a ella! - volví a fijarme en sus ojos azules, le miraba indignada, porque no podía dejarle ahí tirado.
Un rugido feroz provocó que diera un respingo. - ¡Vale sí, ten mucho cuidado! - el pánico se apoderó de mi y entré en el camión tal y como me había pedido. Cerré de un portazo y me acurruqué en el hueco que quedaba entre los pedales y el asiento del conductor. En un coche normal y corriente habría sido imposible, pero en aquel camión pude meterme sin problema alguno, era un espacio amplio. Me erguí un poquito para mirar a través de una de las ventanillas y vi por fin a Patitas. Corría por el tejado de la tienda en la dirección del chico.
- ¡EHHH! - gritaba mientras golpeaba el cristal de la ventana. Señalaba la dirección en la que estaba el bicho. - ¡Va a por tii, va a por ti... ¡QUE VA A POR TI JODER! - terminé por decirle a gritos. - ¡CORRE! - grité hasta dejarme los pulmones y me agaché para evitar que Patitas me viera a mi. Pero yo tenía otros problemas... Un gruñido que procedía del interior de la cabina me los eñalaba. - Oh no... - al girarme vi una figura que se levantaba en un pequeño hueco que había tras los asientos.
La chica parecía visiblemente alterada, no paraba de hablar. Y aunque me dijera que no era quien para decirle que se calmara, porque no había visto a esa criatura, comenzaba a tener mis sospechas. - Lo cierto es que por lo que estás diciendo tengo mis sospechas de que ya sé de que se trata - nos quedamos en la misma posición durante un rato. El tiempo justo y necesario para que ella se desahogase y me explicara que era lo que había visto. La miraba fijamente asintiendo en un par de ocasiones. Sí, era lo que pensaba.
- Sé lo que son, ya he tenido algún encuentro con esos seres. Lo bueno es que sigo aquí, ¿no? - trataba de sonar calmado para así lograr que ella misma se relajase también. Pero la chica causaba en mi el efecto contrario, comenzaba a inquietarme con tanto parloteo. - ¡Eh! - mi voz sonó por encima de la de ella, para lograr que me prestara atención, incluso la zarandeé levemente. - Estoy aquí, te ayudaré, pero cálmate de una vez por.... - ambos miramos en la dirección de la tienda, por culpa de aquel ruido.
«Patitas ha salido...» Ahora la miré yo a ella, con una ceja enarcada. - ¿Patitas?, suena hasta agradable... - sin dar más rodeos hice que subiera al camión y aunque en un principio ella se negaba, acabó por cumplir mis órdenes. Para mi pesar no fue porque yo resultase ser muy persuasivo, todo el trabajo fue cosa de la BOW. La ayudé a subir al camión y cerré la puerta.
- ¡Escondete bien! - le hice una señal y me di la vuelta. Respiré hondo; tenía la esperanza de no volver a coincidir con esos bichos. Pero allí estaba una vez más, lo extraño era que las Quimeras solían estar en otra clase de lugares y no solían ir solas, pero aquella tal vez fuera un caso extraño, eso esperaba. No estaba debidamente armado como para enfrenatrme a más de una y solo con aquel machete ya tenía mis dudas de poder salir vivo de ese enfrentamiento.
Mis pisadas apenas se escuchaban, trataba de no hacer ni elmás mínimo ruido. Mi mirada se fijó en el final del aparcamiento, allí parecía haberse movido algo, tras uno de los vehículos abandonados. Me agaché rápidamente para ver bajo el coche. Me había equivocado, era tan solo una de esas plantas secas, un arbusto movido por el viento. Mi cuerpo se relajó un poco y al siguiente segundo se volvió a tensar. La chica gritaba desde el camión.
Corrí lo más rápido que podía en su dirección, para ver que no estaba en problemas, era yo. Ella solo señalaba como la Quimera iba a por mi. Desenfundé el machete en el último momento y lo alcé posicionando el arma entre la bestia y yo. No debí hacerlo, pero en un momento dado no pude evitar cerrar los ojos, apenas una milésima de segundo que podía costarme la vida. Fue como volver a Arklay.
Dado desafíos: Para que sea más realista.
Sentí una ligera brisa en mi rostro. Abrí rápidamente los ojos y eché todo el peso de mi cuerpo sobre mis pies y brazos. Alcé el machete y visualicé bien a la BOW, no era la primera vez y sabía donde atacar. Ella se lanzaba a por mi y yo me defendí en el preciso momento con un golpe de machete que resultó mortal para la Quimera. Me aparté a su vez evitando ser hecho trizas por esas patas. Cayó muerta al suelo y me quedé sujetando el machete en mi derecha. Por lo menos estuve unos segundos paralizado en esa posición observando a la criatura. Cerré los ojos con fuerza y negué. Un grito. No era un recuerdo, era la chica quien gritaba desde la cabina del camión. Corrí en su dirección mientras me fijaba en que mi brazo sangraba, la maldita BOW había conseguido hacerme un corte en el brazo, no parecía importante, solo algo superficial.
- Sé lo que son, ya he tenido algún encuentro con esos seres. Lo bueno es que sigo aquí, ¿no? - trataba de sonar calmado para así lograr que ella misma se relajase también. Pero la chica causaba en mi el efecto contrario, comenzaba a inquietarme con tanto parloteo. - ¡Eh! - mi voz sonó por encima de la de ella, para lograr que me prestara atención, incluso la zarandeé levemente. - Estoy aquí, te ayudaré, pero cálmate de una vez por.... - ambos miramos en la dirección de la tienda, por culpa de aquel ruido.
«Patitas ha salido...» Ahora la miré yo a ella, con una ceja enarcada. - ¿Patitas?, suena hasta agradable... - sin dar más rodeos hice que subiera al camión y aunque en un principio ella se negaba, acabó por cumplir mis órdenes. Para mi pesar no fue porque yo resultase ser muy persuasivo, todo el trabajo fue cosa de la BOW. La ayudé a subir al camión y cerré la puerta.
- ¡Escondete bien! - le hice una señal y me di la vuelta. Respiré hondo; tenía la esperanza de no volver a coincidir con esos bichos. Pero allí estaba una vez más, lo extraño era que las Quimeras solían estar en otra clase de lugares y no solían ir solas, pero aquella tal vez fuera un caso extraño, eso esperaba. No estaba debidamente armado como para enfrenatrme a más de una y solo con aquel machete ya tenía mis dudas de poder salir vivo de ese enfrentamiento.
Mis pisadas apenas se escuchaban, trataba de no hacer ni elmás mínimo ruido. Mi mirada se fijó en el final del aparcamiento, allí parecía haberse movido algo, tras uno de los vehículos abandonados. Me agaché rápidamente para ver bajo el coche. Me había equivocado, era tan solo una de esas plantas secas, un arbusto movido por el viento. Mi cuerpo se relajó un poco y al siguiente segundo se volvió a tensar. La chica gritaba desde el camión.
Corrí lo más rápido que podía en su dirección, para ver que no estaba en problemas, era yo. Ella solo señalaba como la Quimera iba a por mi. Desenfundé el machete en el último momento y lo alcé posicionando el arma entre la bestia y yo. No debí hacerlo, pero en un momento dado no pude evitar cerrar los ojos, apenas una milésima de segundo que podía costarme la vida. Fue como volver a Arklay.
Dado desafíos: Para que sea más realista.
Sentí una ligera brisa en mi rostro. Abrí rápidamente los ojos y eché todo el peso de mi cuerpo sobre mis pies y brazos. Alcé el machete y visualicé bien a la BOW, no era la primera vez y sabía donde atacar. Ella se lanzaba a por mi y yo me defendí en el preciso momento con un golpe de machete que resultó mortal para la Quimera. Me aparté a su vez evitando ser hecho trizas por esas patas. Cayó muerta al suelo y me quedé sujetando el machete en mi derecha. Por lo menos estuve unos segundos paralizado en esa posición observando a la criatura. Cerré los ojos con fuerza y negué. Un grito. No era un recuerdo, era la chica quien gritaba desde la cabina del camión. Corrí en su dirección mientras me fijaba en que mi brazo sangraba, la maldita BOW había conseguido hacerme un corte en el brazo, no parecía importante, solo algo superficial.
El miembro 'Alexander Cross' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Desafíos' :
Resultados :
![Time to burn [Ryder] Cv5TJh0](https://i.imgur.com/cv5TJh0.png)
'Desafíos' :
![Time to burn [Ryder] 9InYrGD](https://i.imgur.com/9InYrGD.png)
Resultados :
![Time to burn [Ryder] Cv5TJh0](https://i.imgur.com/cv5TJh0.png)
Perdí de vista al hombre y el resto del mundo. Delante de mi tenía a un maldito zombie vestido de bombero, con su casco, su chaquetón, su hacha, pantalones... ¡Todo! - Venga bonito, cuidado conmigo, ¿eh? - alcé ambas manos como si eso pudiera funcionar. El zombie avanzó hacia el asiento y alzó ambas manos por este, pero chocó contra el respaldo y se quedó ahí parado estirando las manos en mi dirección. No pudo sortear esa barrera.
- Ahora eres tú el que me da pena, fíjate... - hice una mueca viendo como el zombie seguía chocando contra el asiento. El mal olor comenzaba a ser también insoportable, me abaniqué con una mano. Quería mirar fuera y ver que tal le iba al hombre con mi "amiga" Patitas, pero no podía perder de vista al zombie. - Tan lejos y tan cerca, ¿eh? - dije con sarcasmo al muerto que seguía luchando de forma absurda por alcanzarme. Yo trataba de retroceder en aquel hueco, pero ya no había más espacio.
No podía seguir así, debía hacer algo ya, pues no se quedaría eternamente ahí, ¿no? Miré hacia mi alrededor, tal vez si me movía hacia los asientos del copiloto tendría mayor mobilidad para acabar con él. El problema era que no tenía con qué hacerlo. O sí... Me fijé en el hacha que asomaba desde su espalda. Llevaba el arma ahí colgada, ¿cómo se la iba a quitar?
Su mirada era la de un psicópata muerto, ojos vacíos, carentes de alma, piel seca y pálida. Tenía también un par de cortes por la cara, arañazos y un mordisco en la mejilla. Por todos ellos supuraba una mezcla oscura y asquerosa que se suponía que debía ser sangre coagulada. Me mordí el labio pensativa.
- Sé que ya no queda nada de ti, pero lo siento y... - cerré los ojos apretándolos con fuerza, a modo de suplica. - ¡Porfavornoquieroacabarcomotú! - pronuncié atropelladamente.
Abrí los ojos rápidamente y todo ocurrió a cámara rápida: El zombie seguía en el mismo lugar, yo salté hacia mi izquierda cayendo sobre los asientos de los copilotos, el zombie hizo lo mismo y grité porque creí que me iba a morder. Aquella escena podría haber tenido perfectamente la típica musiquita de las comedias. El zombie logró caer en los asientos delanteros y tuve que patear su cara repetidas veces para que no me mordierda en la pierna. Salté entre los asientos a la cabina trasera y aguanté la respiración. Lo irónico es que habíamos cambiado de posiciones.
El zombie estaba donde antes yo y yo donde antes él y lo triste es que tampoco era capaz de venir a por mi de nuevo. Miré hacia mi alrededor, había restos de sangre por todas partes y una especie de esqueleto a un lado. Aquel pobre desgraciado había sido la merienda del bombero. Allí había una palanca de hierro, la cogí, respiré hondo y me lancé a por el zombie. Ambos caímos sobre el volante del camión, mientras que yo no dejaba de gritar y de golpearlo con la palanca. Cuando la puerta del camión se abrió, tal vez fuera el tipo o tal vez fuera yo con el pie, caí. Caí de espaldas al cálido asfalto y el zombie, que ya estaba muerto del todo cayó sobre mi. Lo cual fue muy... Asqueroso.
- Ah... Menuda leche - pronuncié entrecortadamente y sin mucho ánimo. Seguidamente apartaba el cadáver de empujón y me ponía de pie como mejor podía. Me dejé caer en el suelo nuevamente para sentarme. El cadáver de Patitas estaba no muy lejos. Le quité el hacha al zombie muerto y me quedé con ambas cosas sobre mi regazo. - Vaya, eso ha sido... ¡Woooh! - respiré hondo y alcé ambas manos, entonces me fijé en que el tipo estaba sangrando por el brazo. - Estás sangrando, ¿estás bien? - traté de ponerme en pie, pero no pude hacerlo y me limité a señalar su brazo.
- Ahora eres tú el que me da pena, fíjate... - hice una mueca viendo como el zombie seguía chocando contra el asiento. El mal olor comenzaba a ser también insoportable, me abaniqué con una mano. Quería mirar fuera y ver que tal le iba al hombre con mi "amiga" Patitas, pero no podía perder de vista al zombie. - Tan lejos y tan cerca, ¿eh? - dije con sarcasmo al muerto que seguía luchando de forma absurda por alcanzarme. Yo trataba de retroceder en aquel hueco, pero ya no había más espacio.
No podía seguir así, debía hacer algo ya, pues no se quedaría eternamente ahí, ¿no? Miré hacia mi alrededor, tal vez si me movía hacia los asientos del copiloto tendría mayor mobilidad para acabar con él. El problema era que no tenía con qué hacerlo. O sí... Me fijé en el hacha que asomaba desde su espalda. Llevaba el arma ahí colgada, ¿cómo se la iba a quitar?
Su mirada era la de un psicópata muerto, ojos vacíos, carentes de alma, piel seca y pálida. Tenía también un par de cortes por la cara, arañazos y un mordisco en la mejilla. Por todos ellos supuraba una mezcla oscura y asquerosa que se suponía que debía ser sangre coagulada. Me mordí el labio pensativa.
- Sé que ya no queda nada de ti, pero lo siento y... - cerré los ojos apretándolos con fuerza, a modo de suplica. - ¡Porfavornoquieroacabarcomotú! - pronuncié atropelladamente.
Abrí los ojos rápidamente y todo ocurrió a cámara rápida: El zombie seguía en el mismo lugar, yo salté hacia mi izquierda cayendo sobre los asientos de los copilotos, el zombie hizo lo mismo y grité porque creí que me iba a morder. Aquella escena podría haber tenido perfectamente la típica musiquita de las comedias. El zombie logró caer en los asientos delanteros y tuve que patear su cara repetidas veces para que no me mordierda en la pierna. Salté entre los asientos a la cabina trasera y aguanté la respiración. Lo irónico es que habíamos cambiado de posiciones.
El zombie estaba donde antes yo y yo donde antes él y lo triste es que tampoco era capaz de venir a por mi de nuevo. Miré hacia mi alrededor, había restos de sangre por todas partes y una especie de esqueleto a un lado. Aquel pobre desgraciado había sido la merienda del bombero. Allí había una palanca de hierro, la cogí, respiré hondo y me lancé a por el zombie. Ambos caímos sobre el volante del camión, mientras que yo no dejaba de gritar y de golpearlo con la palanca. Cuando la puerta del camión se abrió, tal vez fuera el tipo o tal vez fuera yo con el pie, caí. Caí de espaldas al cálido asfalto y el zombie, que ya estaba muerto del todo cayó sobre mi. Lo cual fue muy... Asqueroso.
- Ah... Menuda leche - pronuncié entrecortadamente y sin mucho ánimo. Seguidamente apartaba el cadáver de empujón y me ponía de pie como mejor podía. Me dejé caer en el suelo nuevamente para sentarme. El cadáver de Patitas estaba no muy lejos. Le quité el hacha al zombie muerto y me quedé con ambas cosas sobre mi regazo. - Vaya, eso ha sido... ¡Woooh! - respiré hondo y alcé ambas manos, entonces me fijé en que el tipo estaba sangrando por el brazo. - Estás sangrando, ¿estás bien? - traté de ponerme en pie, pero no pude hacerlo y me limité a señalar su brazo.
Temía llegar tarde, temía revivir de nuevo aquel suceso que cambió mi vida por completo. Los golpes y gritos que sonaban desde el camión eran cada vez más sonoros, hasta que abrí la puerta y tiré de esta velozmente. Traté de sujetarla, pero en vez de ello, la morena cayó al suelo de bruces y le siguió el cuerpo descompuesto de un bombero. También cayó lo que parecía ser una palanca de hierro, pues al chocar contra el asfalto causó más ruido.
- ¡Joder - exclamé. Agarré por los hombros al muerto y lo aparté de ella con su propia ayuda también. La chica parecía un poco descompuesta por la caída. - ¿Estás bien? - le ofrecí una mano. - Menuda caída - remarqué. Ella se puso en pie y nada más levantarse pareció que se caía. Me acerqué para ayudarla pero me aparté en el último momento, cuando me di cuenta de que su intención era sentarse.
- ¿Te refieres a mi o a ti? - me crucé de brazos. - Porque lo tuyo también ha tenido su "aquel" - la miré haciendo un énfasis en la palabra con un gesto. En aquella posición, ella se fijó en mi corte y negué. - Oh no, no es nada, un corte superficial - le quité importancia. Ahora que el sitio parecía más tranquilo, volví a mi tarea de el principio.
Me senté en el suelo, justo frente a ella, donde había estado cuando me encontró. Quería rellenar de agua la botella que tenía y al camión parecía que aún le quedaba unos cuantos litros. - ¿Llevas alguna botella?, deberías aprovechar - recomendé. Giré la llave una vez más y el agua comenzó a brotar bajo mi botella de plástico. Tenía otra que estaba vacía y también la puse después bajo el agua para llenar ambas. Serían de gran ayuda. Ahora comenzaba a ver lo importantes que eran cosas tan cotidianas a las que antes ni prestábamos la más mínima atención.
Alcé el rostro para verla una vez más. Parecía mentira que nos acabaramos de encontrar. La gente no solía ser muy amable, con ella había tenido suerte. Las desgracias unían a las personas, aunque solo fuera para defendernos, cruzar un par de palabras y compartir suministros. Lo que más llamaba mi atención de ella, era que parecía bastante joven.
Cuando terminé con las botellas apoyé la cabeza una vez más sobre la carrocería del camión, a la sombra de este. Miré el cielo; sería medio día aproximadamente. - ¿Había algo de utilidad en la tienda - la busqué con la mirada otra vez. Al recordar que ella ya venía de la tienda y que ese habría sido mi siguiente objetivo de no ser por el problema con esa BOW.
- ¡Joder - exclamé. Agarré por los hombros al muerto y lo aparté de ella con su propia ayuda también. La chica parecía un poco descompuesta por la caída. - ¿Estás bien? - le ofrecí una mano. - Menuda caída - remarqué. Ella se puso en pie y nada más levantarse pareció que se caía. Me acerqué para ayudarla pero me aparté en el último momento, cuando me di cuenta de que su intención era sentarse.
- ¿Te refieres a mi o a ti? - me crucé de brazos. - Porque lo tuyo también ha tenido su "aquel" - la miré haciendo un énfasis en la palabra con un gesto. En aquella posición, ella se fijó en mi corte y negué. - Oh no, no es nada, un corte superficial - le quité importancia. Ahora que el sitio parecía más tranquilo, volví a mi tarea de el principio.
Me senté en el suelo, justo frente a ella, donde había estado cuando me encontró. Quería rellenar de agua la botella que tenía y al camión parecía que aún le quedaba unos cuantos litros. - ¿Llevas alguna botella?, deberías aprovechar - recomendé. Giré la llave una vez más y el agua comenzó a brotar bajo mi botella de plástico. Tenía otra que estaba vacía y también la puse después bajo el agua para llenar ambas. Serían de gran ayuda. Ahora comenzaba a ver lo importantes que eran cosas tan cotidianas a las que antes ni prestábamos la más mínima atención.
Alcé el rostro para verla una vez más. Parecía mentira que nos acabaramos de encontrar. La gente no solía ser muy amable, con ella había tenido suerte. Las desgracias unían a las personas, aunque solo fuera para defendernos, cruzar un par de palabras y compartir suministros. Lo que más llamaba mi atención de ella, era que parecía bastante joven.
Cuando terminé con las botellas apoyé la cabeza una vez más sobre la carrocería del camión, a la sombra de este. Miré el cielo; sería medio día aproximadamente. - ¿Había algo de utilidad en la tienda - la busqué con la mirada otra vez. Al recordar que ella ya venía de la tienda y que ese habría sido mi siguiente objetivo de no ser por el problema con esa BOW.
- A ti, lo mío ha sido desastroso - aproveché para sacudirme los vaqueros. Estaban llenos de polvo restos de cereales, salsa de tomate... Iría directa a la ducha nada más llegar a la base. El problema sería no destacar con aquellas pintas.
- ¿Seguro?, sangra bastante - traté de acercarme más para ver mejor el corte. - Bueno, no sé si es mucho, pero es sangre y la verdad es que parece... Mucho - parpadeé y fijé mi mirada en la de él. Todo por dejar de mirar la sangre en su brazo. - Una vez me corté en el brazo y me tuvieron que dar puntos, me asusté, pero luego no resultó ser gran cosa y me pusieron una venda y listo. Recuerdo que había mucha sangre, pero yo me asusto con nada viendo esas cosas... - miré en varias direcciones y luego de nuevo a él. - ¿Sabes? - pregunté para llamar su atención porque no sabía que más decir.
- ¿Tú no hablas mucho, verdad? - enarqué una ceja. - Por cierto, soy Ryder - le ofrecí mi mano con una de mis mejores sonrisas. - ¿Y tu nombre? - esperé a que se presentara, con la mano estirada en su dirección.
- Un par de cosas, puede que algo para cuararte, ven sígueme - recogí la palanca de hierri y el hacha y me puse en pie. Pasar del cadáver de Patitas hizo sentirme un poco mal. Volver por el camino que había recorrido corriendo perseguida por ese bicho, también me hizo sentir mal, mal y rara, porque ya pensaba que no iba a volver.
El vidrio del escaparate estaba hecho trizas. La tienda en si era un auténtico caos. Quedaban tan solo un par de estantes en pie. - Cuidado por donde pisas, hay cristales... - avancé con cuidado. - A saber donde están ahora los medicamentos y esas cosas - miré en varias direcciones y me dediqué a registrar por varios rincones.
- Aquí están... - en una esquina había un par de cajas y vendas. Busqué un par de gasas y antiséptico. - Ven aquí y te curo, anda - le di una palmada a el mostrador y luego recogí las cosas y las coloqué también encima del mueble.
- ¿Seguro?, sangra bastante - traté de acercarme más para ver mejor el corte. - Bueno, no sé si es mucho, pero es sangre y la verdad es que parece... Mucho - parpadeé y fijé mi mirada en la de él. Todo por dejar de mirar la sangre en su brazo. - Una vez me corté en el brazo y me tuvieron que dar puntos, me asusté, pero luego no resultó ser gran cosa y me pusieron una venda y listo. Recuerdo que había mucha sangre, pero yo me asusto con nada viendo esas cosas... - miré en varias direcciones y luego de nuevo a él. - ¿Sabes? - pregunté para llamar su atención porque no sabía que más decir.
- ¿Tú no hablas mucho, verdad? - enarqué una ceja. - Por cierto, soy Ryder - le ofrecí mi mano con una de mis mejores sonrisas. - ¿Y tu nombre? - esperé a que se presentara, con la mano estirada en su dirección.
- Un par de cosas, puede que algo para cuararte, ven sígueme - recogí la palanca de hierri y el hacha y me puse en pie. Pasar del cadáver de Patitas hizo sentirme un poco mal. Volver por el camino que había recorrido corriendo perseguida por ese bicho, también me hizo sentir mal, mal y rara, porque ya pensaba que no iba a volver.
El vidrio del escaparate estaba hecho trizas. La tienda en si era un auténtico caos. Quedaban tan solo un par de estantes en pie. - Cuidado por donde pisas, hay cristales... - avancé con cuidado. - A saber donde están ahora los medicamentos y esas cosas - miré en varias direcciones y me dediqué a registrar por varios rincones.
- Aquí están... - en una esquina había un par de cajas y vendas. Busqué un par de gasas y antiséptico. - Ven aquí y te curo, anda - le di una palmada a el mostrador y luego recogí las cosas y las coloqué también encima del mueble.
Aunque quería ir a echar un vistazo a la tienda, tuve que tomar asiento en el suelo, junto a ella. Inspiré y solté el aire profundamente. - Hemos tenido días mejores, ¿no? - sonreí sin ganas, estaba agotado. Había gastado mis últimas fuerzas con aquella BOW y ahora me sentía demasiado pesado. No sabría ni si sería capaz de volverme a poner en pie.
- Lo cierto es que duele, pero no creo que sea nada - alcé el brazo para mirar la herida. Era un secillo corte, que escocía y sangraba, lo normal, ¡ni que fuera el primero! - Tranquila, no es la primera vez y tampoco será la última... - encogí ambos hombros y apoyé luego los brazos sobre ambas rodillas. Eché el peso de mi cuerpo luego sobre estos y cerré los ojos con un suspiro. Su voz no dejaba de sonar y una otra vez. A la chica la preocupaba que mi herida fuera grave y comentaba que una vez se cortó y que le habían dado puntos, además de que estuvo muy asustada. Alcé la cabeza para mirarla de reojo, con una sonrisa ladeada. Parecía no cansarse nunca de hablar. La sonrisa creció en mi rostro y asentí. - Así es, Ryder - susurré cuando se presentó. - A mi puedes llamarme DJ - usé mi apodo de siempre.
- Es un simple corte, nada profundo, dejará de sangrar en seguida, no te preocupes - no me molestaba que ella hablase demasiado. Todo lo contrario, en otra época tal vez me habría parecido algo pesada, pero ahora sus palabras eran música para mis oídos. Llevaba demasiado tiempo sin escuchar a nadie.
Me convenció para ir a la tienda y una vez allí para curar la herida, después de todo no me iba a negar. ¿Quién podría rechazar una cura gratis y charla en estos tiempos? Hice tal y como me dijo y me acerqué al mostrador, echándome sobre este y alzando el brazo en su dirección. - Ya te he dicho que no es nada, pero allá tú - y me quedé quieto dejándo que ella hiciera lo que quisiera. estaba cansado como para pensar en alguna excusa y tampoco quería molestar a la primera persona amable que encontraba en mucho tiempo.
- Lo cierto es que duele, pero no creo que sea nada - alcé el brazo para mirar la herida. Era un secillo corte, que escocía y sangraba, lo normal, ¡ni que fuera el primero! - Tranquila, no es la primera vez y tampoco será la última... - encogí ambos hombros y apoyé luego los brazos sobre ambas rodillas. Eché el peso de mi cuerpo luego sobre estos y cerré los ojos con un suspiro. Su voz no dejaba de sonar y una otra vez. A la chica la preocupaba que mi herida fuera grave y comentaba que una vez se cortó y que le habían dado puntos, además de que estuvo muy asustada. Alcé la cabeza para mirarla de reojo, con una sonrisa ladeada. Parecía no cansarse nunca de hablar. La sonrisa creció en mi rostro y asentí. - Así es, Ryder - susurré cuando se presentó. - A mi puedes llamarme DJ - usé mi apodo de siempre.
- Es un simple corte, nada profundo, dejará de sangrar en seguida, no te preocupes - no me molestaba que ella hablase demasiado. Todo lo contrario, en otra época tal vez me habría parecido algo pesada, pero ahora sus palabras eran música para mis oídos. Llevaba demasiado tiempo sin escuchar a nadie.
Me convenció para ir a la tienda y una vez allí para curar la herida, después de todo no me iba a negar. ¿Quién podría rechazar una cura gratis y charla en estos tiempos? Hice tal y como me dijo y me acerqué al mostrador, echándome sobre este y alzando el brazo en su dirección. - Ya te he dicho que no es nada, pero allá tú - y me quedé quieto dejándo que ella hiciera lo que quisiera. estaba cansado como para pensar en alguna excusa y tampoco quería molestar a la primera persona amable que encontraba en mucho tiempo.
- Ah... DJ, suena muy masculino - enarqué ambas cejas y fruncí los labios. - Vamos a ver si eres un adulto o un niño grande... - acerqué mis manos a su manga y antes tan siquiera de llegar a rozarle alcé la mirada en busca de la suya. - Con tu permiso... - sonreí ampliamente y levanté con cuidado la manga de la camiseta. - Vaya... - susurré vocalizando bien.
Le quité la botella de agua y eché una poca por encima de la herida para limpiar la sangre. - Tenías razón, es un corte muy superficial - aquel tipo tenía unos brazos increibles, no importaría tocar de demás... - Odio la sangre, hace que me... - tragué saliva. Rodé ambos ojos a la vez que sujetaba con las manos su brazo como si quisiera aferrarme a él para no caerme.
- Si ves que me voy a caer procura que no me de en la cabeza con la esquina del mostrador... ¿Si? - pedí con una sonrisa de lo más forzada. - Voy a echarte de esto oto para limpiar... - aparté la mirada de él, su herida y sus perfectos brazos para echar un poco de aquel líquido rojizo en una gasa. Luego comencé a limpiar la herida con mucho cuidado. - No es que me vaya a desmayar por algo así, ¿no?, que locura sería esa... Sólo es que soy un poco aprensiva con las heridas, la sangre, cortes... - continué limpiando la herida. - Menos mal que no es para tanto, tenía una compañera de clase que era un ver un cortecito y ya se caía al suelo... Eso sí que era patético, no me habría gustado tener que verla partiendole la cabeza a un zombie... Eso sí que es asqueroso, pero he ido progresando, ya no vomito cada vez que lo hago... ¡Yupi! - al pronunciar la última palabra, fingí emoción y alcé ambos brazos, en modo sarcástica.
- Esto ya está, te vendo y listo - recogí uno de los royos y comencé a liar su brazo, dejándo anchura para que no le apretase demasiado, luego corté la venda y metí un trocito por uno de los bordes para pillarla bien, pues no había con que pegarla. - Y ahora, tú no deberías ser un guarro, así que procura limpiarla bien y cambiarte de venda al menos cada doce horas si no quieres perder tu precioso brazo, ¿si? - enarqué una ceja mientras le pasaba todo el material médico que había encontrado.
Le quité la botella de agua y eché una poca por encima de la herida para limpiar la sangre. - Tenías razón, es un corte muy superficial - aquel tipo tenía unos brazos increibles, no importaría tocar de demás... - Odio la sangre, hace que me... - tragué saliva. Rodé ambos ojos a la vez que sujetaba con las manos su brazo como si quisiera aferrarme a él para no caerme.
- Si ves que me voy a caer procura que no me de en la cabeza con la esquina del mostrador... ¿Si? - pedí con una sonrisa de lo más forzada. - Voy a echarte de esto oto para limpiar... - aparté la mirada de él, su herida y sus perfectos brazos para echar un poco de aquel líquido rojizo en una gasa. Luego comencé a limpiar la herida con mucho cuidado. - No es que me vaya a desmayar por algo así, ¿no?, que locura sería esa... Sólo es que soy un poco aprensiva con las heridas, la sangre, cortes... - continué limpiando la herida. - Menos mal que no es para tanto, tenía una compañera de clase que era un ver un cortecito y ya se caía al suelo... Eso sí que era patético, no me habría gustado tener que verla partiendole la cabeza a un zombie... Eso sí que es asqueroso, pero he ido progresando, ya no vomito cada vez que lo hago... ¡Yupi! - al pronunciar la última palabra, fingí emoción y alcé ambos brazos, en modo sarcástica.
- Esto ya está, te vendo y listo - recogí uno de los royos y comencé a liar su brazo, dejándo anchura para que no le apretase demasiado, luego corté la venda y metí un trocito por uno de los bordes para pillarla bien, pues no había con que pegarla. - Y ahora, tú no deberías ser un guarro, así que procura limpiarla bien y cambiarte de venda al menos cada doce horas si no quieres perder tu precioso brazo, ¿si? - enarqué una ceja mientras le pasaba todo el material médico que había encontrado.
- Tranquila - le hice un gesto para darle permiso, siguiendole la broma. Observé como ella se preparaba para limpiar la herida. - Desde luego que el tuyo es muy femenino... - sonreí con algo de burla. - Ahora en serio, ¿cómo te llamas de verdad? - pregunté con cierta curiosidad. Ryder era un nombre extraño, bueno, no era un nombre, más bien un apodo, tal vez un apellido. Me apoyé en el mostrador y me quedé quieto a la espera de ver como ella trataba la herida. Eché un vistazo rápido por toda la tienda, la verdad era que la había liado buena. - Menuda has liado por aquí, ¿eh? - pero entonces sentí una mayor presión en el brazo y ella decía que odiaba la sangre.
Sin llegar a pensarlo demasiado la agarré por ambos brazos. - Eh, No te irás a desmayar... - me quedé sujetándola con firmeza. - ¿Hablas en serio?, que conste que has sido tú la que se ha ofrecido... - aparté lentamente las manos para ver como ryder se movía a mi lado y me echaba agua primero en el brazo. - Suerte que tengo buenos reflejos... - bromeé, aunque en realidad era cierto.
Me quedé quieto viendo como limpiaba el corte con suavidad y toda la calma del mundo, me agradaba aquel cuidado que ponía. Ryder mientras tanto comenzó a hablar, apenas la conocía y ya sabía más o menos como era. Le costaba callarse y más aún cuando se ponía nerviosa. Me quedé mirándola con una sonrisa en mi rostro. - Calma... - le susurré con un tono lleno de amabilidad.
- Nadie nace para esto y mucho menos para aplastar cabezas... Si no hubieras vomitado aunque fuera una vez me preocuparía y te contaré un secreto - me crucé de brazos para que pudiera manejarse mejor con el corte. - En su momento yo también vomité, hasta la primera papilla... - Le dediqué una sonrisa complice. Pero entonces malos recuerdos llegaron a mi cabeza y aunque aparentemente la miraba fijamente mi mente estaba bien lejos de allí. Se ubicaba en Arklay, en la mansión Spencer, con Elizabeth. No me di ni cuenta de cuando terminó, solo moví la cabeza de lado a lado para ver que Ryder estaba en frente de mi, mi brazo ya estaba vendado y ella me acercaba las vendas que quedaban. - Eh... Ya, sí, gracias - parpadeé y sonreí tratando de disimular mi despiste.
Sin llegar a pensarlo demasiado la agarré por ambos brazos. - Eh, No te irás a desmayar... - me quedé sujetándola con firmeza. - ¿Hablas en serio?, que conste que has sido tú la que se ha ofrecido... - aparté lentamente las manos para ver como ryder se movía a mi lado y me echaba agua primero en el brazo. - Suerte que tengo buenos reflejos... - bromeé, aunque en realidad era cierto.
Me quedé quieto viendo como limpiaba el corte con suavidad y toda la calma del mundo, me agradaba aquel cuidado que ponía. Ryder mientras tanto comenzó a hablar, apenas la conocía y ya sabía más o menos como era. Le costaba callarse y más aún cuando se ponía nerviosa. Me quedé mirándola con una sonrisa en mi rostro. - Calma... - le susurré con un tono lleno de amabilidad.
- Nadie nace para esto y mucho menos para aplastar cabezas... Si no hubieras vomitado aunque fuera una vez me preocuparía y te contaré un secreto - me crucé de brazos para que pudiera manejarse mejor con el corte. - En su momento yo también vomité, hasta la primera papilla... - Le dediqué una sonrisa complice. Pero entonces malos recuerdos llegaron a mi cabeza y aunque aparentemente la miraba fijamente mi mente estaba bien lejos de allí. Se ubicaba en Arklay, en la mansión Spencer, con Elizabeth. No me di ni cuenta de cuando terminó, solo moví la cabeza de lado a lado para ver que Ryder estaba en frente de mi, mi brazo ya estaba vendado y ella me acercaba las vendas que quedaban. - Eh... Ya, sí, gracias - parpadeé y sonreí tratando de disimular mi despiste.
- ¡Eh!, no te metas con mi nombre... - cerré el puño y le golpeé suavemente en el hombro, sin darme cuenta de que era el herido. - ¡Ay, lo siento mucho! - exclamé llevándome ambas manos a la boca. - No me di cuenta... Lo siento - gesticulé exageradamente poniendo cara de pena.
- ¿Mi nombre de verdad? - enarqué una ceja y me crucé de brazos. - ¿No crees que antes me deberías invitar a cenar para saber algo así? - bromeé. Mi nombre de verdad era horrible, tal vez por ello que no lo quisiera recordar. En realidad muy pocos habían sabido mi nombre de verdad y ahora todos estaban muertos, por lo que no importaba. El mundo me conoció en su momento por Ryder y seguiría siendo así. - Está enterrado DJ - terminé por decir. - Como todo el resto del mundo, olvidado en el pasado - hice un gesto con la mano, para quitarle importancia. Aunque él tal vez me entendería.
- Si quieres te lo digo, pero entonces tú me dirás el tuyo, DJ - susurré pegando mi rostro al suyo, con una sonrisa maliciosa cuando pronuncié el "DJ". Poniendo algo de demás énfasis al pronunciarlo. Me aparté con esa sonrisa aún en mis labios.
La conversación acabó dando un giro inesperado y es que hablando de la aprensión y demás cosas DJ confesó que se había visto en las mismas en su momento. Me quedé mirándo su rostro, parecía encontrarse muy lejos de donde estábamos. - Eh, ¿estás bien? - acerqué una mano a su hombro y lo miré fijamente. Parecía mentira que aquel hombre, tan grande, tan fuerte y que parecía tan decidido hubiera llegado a tener miedo alguna vez, pues eso era lo que denotaba su mirada, miedo y una pena infinita.
- Siguiendo tus palabras... - empecé a decir. - Es normal sentirnos así, tienes razón, somos humanos, sino... ¿Qué nos diferenciaría de esas cosas? - señalé la dirección en la que habíamos librado nuestra pequeña y particular batalla.
- ¿Perdiste a alguien, verdad? - mi mano se aferró a su hombro con mayor presión. - Yo también - al pronunciar aquello la voz se me cortó. Sentí rápidamente los ojos llenos de lágrimas, pero me contuve. ¿Quién había sobrevivido al fin del mundo sin perder nada? - Nunca dejará de doler, no habrá nada que sacie tu pena... - recordar a mi madre siempre me hacía sentir incompleta, vacía. - Si hubiera sido esa persona la que te hubiera perdido a ti, si fuera al revés, se sentiría igual que tú. ¿Querrías que se rindiera?, no, ¿verdad?, pues eso debemos hacer, seguir hacia adelante y recordar lo bueno y no lo malo, porque lo malo no nos dejará avanzar - miraba fijamente sus ojos. Sin darme cuenta de que no había sido capaz de contener las lágrimas al final y que estas cayeron rápidamente por mi rostro. Aquellas palabras tal vez no sirvieran de nada, pero no había vuelta atrás, nada me devolvería a mi madre. Así que trataba de honrar su memoria con los buenos momentos que compartimos y aunque eso me hiciera echarla más de menos, había ocasiones en las que la sentía más cerca de mi que nunca.
- ¿Mi nombre de verdad? - enarqué una ceja y me crucé de brazos. - ¿No crees que antes me deberías invitar a cenar para saber algo así? - bromeé. Mi nombre de verdad era horrible, tal vez por ello que no lo quisiera recordar. En realidad muy pocos habían sabido mi nombre de verdad y ahora todos estaban muertos, por lo que no importaba. El mundo me conoció en su momento por Ryder y seguiría siendo así. - Está enterrado DJ - terminé por decir. - Como todo el resto del mundo, olvidado en el pasado - hice un gesto con la mano, para quitarle importancia. Aunque él tal vez me entendería.
- Si quieres te lo digo, pero entonces tú me dirás el tuyo, DJ - susurré pegando mi rostro al suyo, con una sonrisa maliciosa cuando pronuncié el "DJ". Poniendo algo de demás énfasis al pronunciarlo. Me aparté con esa sonrisa aún en mis labios.
La conversación acabó dando un giro inesperado y es que hablando de la aprensión y demás cosas DJ confesó que se había visto en las mismas en su momento. Me quedé mirándo su rostro, parecía encontrarse muy lejos de donde estábamos. - Eh, ¿estás bien? - acerqué una mano a su hombro y lo miré fijamente. Parecía mentira que aquel hombre, tan grande, tan fuerte y que parecía tan decidido hubiera llegado a tener miedo alguna vez, pues eso era lo que denotaba su mirada, miedo y una pena infinita.
- Siguiendo tus palabras... - empecé a decir. - Es normal sentirnos así, tienes razón, somos humanos, sino... ¿Qué nos diferenciaría de esas cosas? - señalé la dirección en la que habíamos librado nuestra pequeña y particular batalla.
- ¿Perdiste a alguien, verdad? - mi mano se aferró a su hombro con mayor presión. - Yo también - al pronunciar aquello la voz se me cortó. Sentí rápidamente los ojos llenos de lágrimas, pero me contuve. ¿Quién había sobrevivido al fin del mundo sin perder nada? - Nunca dejará de doler, no habrá nada que sacie tu pena... - recordar a mi madre siempre me hacía sentir incompleta, vacía. - Si hubiera sido esa persona la que te hubiera perdido a ti, si fuera al revés, se sentiría igual que tú. ¿Querrías que se rindiera?, no, ¿verdad?, pues eso debemos hacer, seguir hacia adelante y recordar lo bueno y no lo malo, porque lo malo no nos dejará avanzar - miraba fijamente sus ojos. Sin darme cuenta de que no había sido capaz de contener las lágrimas al final y que estas cayeron rápidamente por mi rostro. Aquellas palabras tal vez no sirvieran de nada, pero no había vuelta atrás, nada me devolvería a mi madre. Así que trataba de honrar su memoria con los buenos momentos que compartimos y aunque eso me hiciera echarla más de menos, había ocasiones en las que la sentía más cerca de mi que nunca.
Un par de bromas y comentarios sarcásticos más tarde, el ambiente había cambiado por completo. Hablar del apsado a veces solo traía malos recuerdos. Si habíamos estado bromeando sobre nuestros y ridiculizando un poco a nuestras personas ahora compartíamos uno de esos momentos tristes. Parecía mentira, cuando hacía apenas un rao fingía dolor por el débil golpe que ella me había propinado.
Para cuando quise prestarle atención de verdad, me encontré con el rostro de Ryder húmedo por un par de lágrimas que habían caído de sus ojos. Tragué saliva conteniendo el nudo en la garganta, no me importaba romper a llorar delante de ella, de una desconocida. Elizabeth había sido mi mundo entero y ahora que ella no estaba yo me sentía sin vida, como si hubiera llegado a morir con ella. Me movía sin ganas, sin fuerzas, guiado por un titiritero que tenía un retorcido humor negro y que solo me provocaba desgracias como aquella.
Pero las palabras de Ryder rompieron algo dentro de mi, las sentí. Sentí su dolor como si fuera mío y agarré su mano, la que tenía sobre mi hombro, con fuerza. Me había parecido un poco chalada, alguien que hacía demasiadas locuras para mi estilo, pero sabía de que hablaba, sabía a lo que se refería y sentía de veras su congoja, ambos sabíamos de que hablábamos por triste que fuera.
- Gracias - susurré con la expresión rota de dolor, pero sincero, porque aunque recordarla doliera, sus palabras me habían hecho algo de bien y ella tenía razón. De haber sido al revés solo querría lo mejor para ella. Mi Elizabeth... Respiré hondo y contuve las ganas de llorar también, no porque me diera vergüenza, que no me daba, sino porque no quería empañar aquel momento y no quería llorar más, ya lo había hecho tanto que incluso tenía la sensación de que nada caería de mis ojos ya.
- Eh, siguiendo a tus palabras... - empecé a decir, citandola a ella, pero esta vez se iba dibujando una pequeña sonrisa en mis labios, una un poco triste, sí, pero una sonrisa al fin y al cabo. - Recuerda lo bueno, no llores - limpié su rostro con un trozo de papel que llevaba en el bolsillo, estaba limpio. Se lo entregué y me di la vuelta.
- Bueno, creo que te debo una cena, me has dejado con la curiosidad... - me llevé ambas manos a la cabeza, alborotando el pelo aún más de lo que lo tenía. Buscaba con la mirada por lo que quedaba de la tienda, tratando de localizar algo que pudiera servir de cena. Seguir adelante, era duro sin ella, pero es lo que Elizabeth querría.
Para cuando quise prestarle atención de verdad, me encontré con el rostro de Ryder húmedo por un par de lágrimas que habían caído de sus ojos. Tragué saliva conteniendo el nudo en la garganta, no me importaba romper a llorar delante de ella, de una desconocida. Elizabeth había sido mi mundo entero y ahora que ella no estaba yo me sentía sin vida, como si hubiera llegado a morir con ella. Me movía sin ganas, sin fuerzas, guiado por un titiritero que tenía un retorcido humor negro y que solo me provocaba desgracias como aquella.
Pero las palabras de Ryder rompieron algo dentro de mi, las sentí. Sentí su dolor como si fuera mío y agarré su mano, la que tenía sobre mi hombro, con fuerza. Me había parecido un poco chalada, alguien que hacía demasiadas locuras para mi estilo, pero sabía de que hablaba, sabía a lo que se refería y sentía de veras su congoja, ambos sabíamos de que hablábamos por triste que fuera.
- Gracias - susurré con la expresión rota de dolor, pero sincero, porque aunque recordarla doliera, sus palabras me habían hecho algo de bien y ella tenía razón. De haber sido al revés solo querría lo mejor para ella. Mi Elizabeth... Respiré hondo y contuve las ganas de llorar también, no porque me diera vergüenza, que no me daba, sino porque no quería empañar aquel momento y no quería llorar más, ya lo había hecho tanto que incluso tenía la sensación de que nada caería de mis ojos ya.
- Eh, siguiendo a tus palabras... - empecé a decir, citandola a ella, pero esta vez se iba dibujando una pequeña sonrisa en mis labios, una un poco triste, sí, pero una sonrisa al fin y al cabo. - Recuerda lo bueno, no llores - limpié su rostro con un trozo de papel que llevaba en el bolsillo, estaba limpio. Se lo entregué y me di la vuelta.
- Bueno, creo que te debo una cena, me has dejado con la curiosidad... - me llevé ambas manos a la cabeza, alborotando el pelo aún más de lo que lo tenía. Buscaba con la mirada por lo que quedaba de la tienda, tratando de localizar algo que pudiera servir de cena. Seguir adelante, era duro sin ella, pero es lo que Elizabeth querría.
Menudo discurso le acababa de soltar a aquel tipo y cuando esperaba que me acabara mandando a paseo, vi su rostro y me sentí igual que él. Sólo éramos dos supervivientes compartiendo su dolor y por ello cuando me dijo aquello último... DJ se acercó y limpió mi rostro.
- Oh mierda... No me he dado ni cuenta - traté de sonreír aunque estaba triste. Tomé su pañuelo y terminé por limpiarme yo. Le miré agradecida. DJ se volvió. Parecía tan triste como yo, pero no llegué a verle llorar, aunque parecía que lo iba a hacer en cualquier momento, tal vez le diera vergüenza conmigo.
Sí, era una chica muy impulsiva y en su momento creí que le vendría bien. No lo pensé mucho, al menos no hasta que lo hice. Cuando se giró me lancé a por él, y lo abracé con todas mis fuerzas pegando mi rostro a su costado, pues fue por donde le pillé mejor. No dije nada, simplemente lo abracé y cerré los ojos. No era necesario decir nada. Los abrazos me gustaban, antes solía hacerlo mucho, a mis amigos, conocidos... Era la tía de los abrazos y es que me parecían una de las cosas más humanas y mejores que podía haber en el mundo. Un abrazo te reconfortaba y te hacía sentir bien. Llevaba tanto tiempo sin dar uno que me quedé pegada como una lapa a DJ. Pero es que no solo me hacía falta a mi, a él también.
- Bueeeeno... - susurré mientras que le soltaba tras un ratito bien pegados. - Y ahora, tras este momento incómodo que le precede al abrazo... Iré a ver si hay comida por este desastre de tienda - hice una mueca y con el dedo círculos en el aire para referirme como desastre a la tienda. DJ seguía siendo un extraño, un extraño que estaba bien bueno, por cierto. Así que tras aquel abrazo, aunque me hubiera mucho bien y lo necesitase, me hizo sentir, más que incómoda, rara y un poco loca, como de costumbre. Sonreí traviesa y me marché hacia la esquina más lejana de la tienda en busca de comida o tal vez un agujero que me tragase. Y es que tal vez lo que más vergüenza me daba, aunque solo fuera un poquito, pues por lo general esas cosas me daban igual, es que él me tomara por una chalada.
Patitas y yo habíamos armado una buena. Tuve que andar con cuidado de no pisar nada. Los estantes caídos tapaban parte del género y aunque la mayoría estaría caducado, seguramente algo tenía que haber entre todo aquello que aún se pudiera comer. ¿Íbamos a tener tan mala suerte?
- Oh mierda... No me he dado ni cuenta - traté de sonreír aunque estaba triste. Tomé su pañuelo y terminé por limpiarme yo. Le miré agradecida. DJ se volvió. Parecía tan triste como yo, pero no llegué a verle llorar, aunque parecía que lo iba a hacer en cualquier momento, tal vez le diera vergüenza conmigo.
Sí, era una chica muy impulsiva y en su momento creí que le vendría bien. No lo pensé mucho, al menos no hasta que lo hice. Cuando se giró me lancé a por él, y lo abracé con todas mis fuerzas pegando mi rostro a su costado, pues fue por donde le pillé mejor. No dije nada, simplemente lo abracé y cerré los ojos. No era necesario decir nada. Los abrazos me gustaban, antes solía hacerlo mucho, a mis amigos, conocidos... Era la tía de los abrazos y es que me parecían una de las cosas más humanas y mejores que podía haber en el mundo. Un abrazo te reconfortaba y te hacía sentir bien. Llevaba tanto tiempo sin dar uno que me quedé pegada como una lapa a DJ. Pero es que no solo me hacía falta a mi, a él también.
- Bueeeeno... - susurré mientras que le soltaba tras un ratito bien pegados. - Y ahora, tras este momento incómodo que le precede al abrazo... Iré a ver si hay comida por este desastre de tienda - hice una mueca y con el dedo círculos en el aire para referirme como desastre a la tienda. DJ seguía siendo un extraño, un extraño que estaba bien bueno, por cierto. Así que tras aquel abrazo, aunque me hubiera mucho bien y lo necesitase, me hizo sentir, más que incómoda, rara y un poco loca, como de costumbre. Sonreí traviesa y me marché hacia la esquina más lejana de la tienda en busca de comida o tal vez un agujero que me tragase. Y es que tal vez lo que más vergüenza me daba, aunque solo fuera un poquito, pues por lo general esas cosas me daban igual, es que él me tomara por una chalada.
Patitas y yo habíamos armado una buena. Tuve que andar con cuidado de no pisar nada. Los estantes caídos tapaban parte del género y aunque la mayoría estaría caducado, seguramente algo tenía que haber entre todo aquello que aún se pudiera comer. ¿Íbamos a tener tan mala suerte?
- Euh... - no me esperaba para nada aquello. Ryder se abrazo de mi de un momento a otro como si hubieran echado pegamento de por miedo. En un principio aquello me pilló por sorpresa. Sí bueno, no era lo más común del mundo encontrarte a una completa desconocida que te diera abrazos después de que un insecto gigante casi te devorase. Pero al final fue... Reconfortante sobre todo. Sí, esa eran las palabra: reconfortante. Terminé por rodearla con los brazos y apoyar la barbilla sobre su cabeza. Aquello me llevó a preguntarme cuando había sido la última vez que me habían abrazado. Seguro que podían hacer perfectamente años y como desconocía cuando podría ser el próximo me dejé llevar.
Me sorprendí a mi mismo con los ojos cerrados cuando ella se movió. Miré hacia mi alrededor como distraído, rasqué mi barbilla y me quedé observando como ella se alejaba hablando aún por los codos. Me reí. Ryder era una chica divertida y me parecía mentira dar con gente así. ¿Cómo podía ser así tras todo lo que había debido vivir? Admiraba aquello.
- Ryder, ten cuidado por donde caminas, hay muchos cristales rotos - mi voz sonó algo paternal mientras que la seguía y terminaba por desviarme hacia otro lado. Los dos abarcaríamos más sitio y tardaríamos menos en encontrar todo lo que aún nos pudiera servir.
Di con un par de bolsas de patatas fritas, una caja de cereales, un par de botellas de agua, una caja de galletas y una bolsa de ositos de gominola. Me acerqué al mostrador y lo fui dejando todo. - Y este es mi arsenal de comida... - alcé ambas manos señalando la comida, que no era gran cosa. Las galletas y las patatas seguro que estarían blandas o rancias, pero como solía decir mi padre: Lo que no te mata te hace más fuerte.
Me sorprendí a mi mismo con los ojos cerrados cuando ella se movió. Miré hacia mi alrededor como distraído, rasqué mi barbilla y me quedé observando como ella se alejaba hablando aún por los codos. Me reí. Ryder era una chica divertida y me parecía mentira dar con gente así. ¿Cómo podía ser así tras todo lo que había debido vivir? Admiraba aquello.
- Ryder, ten cuidado por donde caminas, hay muchos cristales rotos - mi voz sonó algo paternal mientras que la seguía y terminaba por desviarme hacia otro lado. Los dos abarcaríamos más sitio y tardaríamos menos en encontrar todo lo que aún nos pudiera servir.
Di con un par de bolsas de patatas fritas, una caja de cereales, un par de botellas de agua, una caja de galletas y una bolsa de ositos de gominola. Me acerqué al mostrador y lo fui dejando todo. - Y este es mi arsenal de comida... - alcé ambas manos señalando la comida, que no era gran cosa. Las galletas y las patatas seguro que estarían blandas o rancias, pero como solía decir mi padre: Lo que no te mata te hace más fuerte.
- Tranquilo, se me da de muerte orientarme entre los destrozos que suelo provocar - Hice una mueca mientras que rebuscaba entre los estantes volcados. Había formado todo aquel destrozo, pero antes había entrado a la tienda y recordaba por donde habían caído los tarros de cristal, en que zona estaba la comida interesante etc...
Debía dar con las botellas y las latas, esa era la comida que solía valer aún y que no había expirado. Iba a emprender un largo viaje y por ende debía preparar todo cuanto me llevaría a Nueva York. Mis elecciones ahora podrían suponer vivir unos días más o no... Esperaba que no fuera la segunda opción: morir malo, caca.
- I’m waking up to ash and dust, I wipe my brow and sweat my rust, I’m breathing in the chemicals ♪ - Empecé a cantar la primera canción que se me vino a la cabeza mientras rebuscaba. - ¿La has escuchado alguna vez?, creo que fue la última canción que escuché antes de que todo hiciera... ¡Boom! - alcé ambas manos refiriéndome al apocalipsis. - Es súper irónico - me reí mientras llevaba un par de latas de atún al mostrador. Sí, una de las últimas canciones que fueron lanzadas en 2012 hablaba sobre una nueva era y el apocalipsis. - I’m breaking in and shaping up, then checking out on the prison bus, this is it the apocalypse... ♪ - y seguí cantando mientras apartaba trozos de cartón, alguna que otra parte de la estantería que Patitas había destrozado etc...
- Yo he encontrado latas de atún, otra botella de agua, y una lata de cocacola - señalé los objetos con mis manos como si fuera una de las presentadoras del precio justo. - Menuda cena da con todo esto, ¿no? - comenté con sarcasmo.
Tras registrarlo todo y de asegurarme que ya no quedaba nada útil me senté cerca del mostrador, en una zona donde no había tanto destrozos, tampoco cristales o nada que pareciera peligroso. Le hice un gesto a DJ para que se sentara conmigo. - ¿Qué querrá de primero el caballero?, tenemos galletas y atún en lata... - hice una mueca de asco, pero tampoco teníamos nada mejor para comer. Solo esperaba que el sabor no fuera tan malo como a mi me parecía que lo sería.
Debía dar con las botellas y las latas, esa era la comida que solía valer aún y que no había expirado. Iba a emprender un largo viaje y por ende debía preparar todo cuanto me llevaría a Nueva York. Mis elecciones ahora podrían suponer vivir unos días más o no... Esperaba que no fuera la segunda opción: morir malo, caca.
- I’m waking up to ash and dust, I wipe my brow and sweat my rust, I’m breathing in the chemicals ♪ - Empecé a cantar la primera canción que se me vino a la cabeza mientras rebuscaba. - ¿La has escuchado alguna vez?, creo que fue la última canción que escuché antes de que todo hiciera... ¡Boom! - alcé ambas manos refiriéndome al apocalipsis. - Es súper irónico - me reí mientras llevaba un par de latas de atún al mostrador. Sí, una de las últimas canciones que fueron lanzadas en 2012 hablaba sobre una nueva era y el apocalipsis. - I’m breaking in and shaping up, then checking out on the prison bus, this is it the apocalypse... ♪ - y seguí cantando mientras apartaba trozos de cartón, alguna que otra parte de la estantería que Patitas había destrozado etc...
- Yo he encontrado latas de atún, otra botella de agua, y una lata de cocacola - señalé los objetos con mis manos como si fuera una de las presentadoras del precio justo. - Menuda cena da con todo esto, ¿no? - comenté con sarcasmo.
Tras registrarlo todo y de asegurarme que ya no quedaba nada útil me senté cerca del mostrador, en una zona donde no había tanto destrozos, tampoco cristales o nada que pareciera peligroso. Le hice un gesto a DJ para que se sentara conmigo. - ¿Qué querrá de primero el caballero?, tenemos galletas y atún en lata... - hice una mueca de asco, pero tampoco teníamos nada mejor para comer. Solo esperaba que el sabor no fuera tan malo como a mi me parecía que lo sería.
- Bueno, tú... Ten cuidado, de todas formas - le hice un gesto con la mano y seguí a lo mío. No había encontrado gran cosa y puesto que Ryder seguía rebuscando entre los estantes yo opté por mientras hacer algo constructivo. O al menos más útil que quedarme ahí apoyado sobre el mostrador. Había una puerta tras este mueble y me acerqué a ella. - Voy a ver que hay por aquí - y descubrí donde había estado viviendo esa cosa. El olor era tan desagradable que incluso pensé que me haría vomitar. Aquella habitación sería el lugar donde descansaba el encargado. Había un sofá, una mesa, una tele, revistas... Y lo que parecía ser un váter en una esquina, así tal cual, sin paredes ni mucho menos una cortina.
La habitación entera estaba hecha un asco. Había restos de sustancias de colores oscuros por el suelo, una especie de líquido viscoso amarillento en una de las esquinas y... - Mejor me largo - decidí salir de ahí antes que acabara vomitando de verdad.
- Será mejor que no entres ahí - salí cerrando la puerta tras de mi. Seguro que ella sí que vomitaba y entonces por aprensión tal vez yo acabara por "seguírle la corriente". Decidí que lo mejor sería preparar algo, pero no se me ocurría que podía hacer con aquello. Analicé el paquete de gominolas y cuando Ryder se acercó se las di. - Para ti, yo no las quiero y seguro que son más de tu agrado... - ella parecía bastante joven, y siempre solía identificar aquellos dulces con los más jóvenes, así que creí que a ella tal vez le gustasen más. Bueno, más a que a mi seguro que sí.
- ¿Qué traes tú? - sonreí cuando la vi llegar y me llamó caballero. - Hmmm... Atún y galletas, suena delicioso - bromeé sonriendo. Me rasqué la cabeza y cogí una de las latas para ver que no estaba caducada. Suerte con eso. Comer todas aquellas cosas no sonaba nada apetecible. - Espera, creo que hay algo aquí... - tras el mostrador había algo. Me agaché acercándome a un lado, había una caja semi oculta con chocolatinas y barritas energéticas. Al otro lado varias latas de comida, una de albóndigas en salsa, y otra de estofado de carne y verduras; lo mejor era que ninguna estaba caducada.
- ¡Bingo! - exclamé mientras sacaba todas aquellas cosas y las dejaba en el mostrador. - Creo que si tendremos al fin de todo una cena en condiciones, voy a ver si puedo organizar un fuego, ¿buscas algo para encenderlo? - recogí del suelo una rejilla metálica. Era la típica de un conducto de ventilación pequeño, serviría de improvisada parrilla. Luego me acerqué y recogí un par de hierros de un estante roto. Con todo ello improvisé una especie de hogar. Coloqué la rejilla sobre el hueco, debajo encendería el fuego y las latas las pondría encima para que se calentaran cuando Ryder trajera algo para encender aquello. A nuestro alrededor habían bastante cosas que se podían usar, así que para encenderlo cogí papel y cartones. - Creo que ha quedado bastante bien - sonreí satisfecho y con la mirada busqué a Ryder.
La habitación entera estaba hecha un asco. Había restos de sustancias de colores oscuros por el suelo, una especie de líquido viscoso amarillento en una de las esquinas y... - Mejor me largo - decidí salir de ahí antes que acabara vomitando de verdad.
- Será mejor que no entres ahí - salí cerrando la puerta tras de mi. Seguro que ella sí que vomitaba y entonces por aprensión tal vez yo acabara por "seguírle la corriente". Decidí que lo mejor sería preparar algo, pero no se me ocurría que podía hacer con aquello. Analicé el paquete de gominolas y cuando Ryder se acercó se las di. - Para ti, yo no las quiero y seguro que son más de tu agrado... - ella parecía bastante joven, y siempre solía identificar aquellos dulces con los más jóvenes, así que creí que a ella tal vez le gustasen más. Bueno, más a que a mi seguro que sí.
- ¿Qué traes tú? - sonreí cuando la vi llegar y me llamó caballero. - Hmmm... Atún y galletas, suena delicioso - bromeé sonriendo. Me rasqué la cabeza y cogí una de las latas para ver que no estaba caducada. Suerte con eso. Comer todas aquellas cosas no sonaba nada apetecible. - Espera, creo que hay algo aquí... - tras el mostrador había algo. Me agaché acercándome a un lado, había una caja semi oculta con chocolatinas y barritas energéticas. Al otro lado varias latas de comida, una de albóndigas en salsa, y otra de estofado de carne y verduras; lo mejor era que ninguna estaba caducada.
- ¡Bingo! - exclamé mientras sacaba todas aquellas cosas y las dejaba en el mostrador. - Creo que si tendremos al fin de todo una cena en condiciones, voy a ver si puedo organizar un fuego, ¿buscas algo para encenderlo? - recogí del suelo una rejilla metálica. Era la típica de un conducto de ventilación pequeño, serviría de improvisada parrilla. Luego me acerqué y recogí un par de hierros de un estante roto. Con todo ello improvisé una especie de hogar. Coloqué la rejilla sobre el hueco, debajo encendería el fuego y las latas las pondría encima para que se calentaran cuando Ryder trajera algo para encender aquello. A nuestro alrededor habían bastante cosas que se podían usar, así que para encenderlo cogí papel y cartones. - Creo que ha quedado bastante bien - sonreí satisfecho y con la mirada busqué a Ryder.
- Pues tú ten cuidado de todas formas - entoné como si fuera una pregunta, pues había copiado las palabras de DJ para usarlas esta vez con él. Le dediqué una sonrisa llena de inocencia fingida y seguí a lo mío. No había investigado la puerta por la que se marchó él, sólo esperaba que no le ocurriera nada malo. Teniendo en cuenta que sería un simple almacén o algo similar no le di mucha importancia y decidí a realizar una segunda inspección por si nos habíamos dejado algo.
- Anda, fíjate tú... - sonreí y me agaché para recoger del suelo la pequeña caja de cartón que había visto. Se trataban sobres de cromos de personajes de Marvel y DC cómics. - ¡Que guay...! - exclamé riendo. Además, en algunos sobres ponía que venían de regalo figuritas de ellos. Recogí todos los paquetes y me fui a sentar frente al mostrador.
Tras juntar todos los sobres, descubrí que solo quedaban diez. Manoseé algunos y solo cuatro contenían figuras, pero algunas parecían rotas. Empecé a abrirlos todos, efectivamente de las cuatro figuras una estaba rota. - Oh... Pobre Thor... - hice una mueca al ver al diminuto dios del trueno partido en tres pedacitos. Lo dejé en la caja con los cromos que estaban rotos o manchados y que apenas se veían. - ¡Batman! - exclamé divertida al ver la figurita asomar por el sobre. - Ahora quiero a Tony, venga Iron Man, ven con Ryder... - al vaciar el sobre una diminuta figurita de color rojo y azul apareció. - Hmm... Hola Clark Kent - sonreí dejando la figurita al lado de la de Bruce Wayne. - ¡Suerte, un poquito de suerte! - al vaciar el último sobre salió Thor. - ¡Has resucitado! - me reí al ver al diminuto Thor. Bueno, no estaba mal. En los cromos aparecieron varias veces Tony, Batman, Wonder Woman, La Viuda Negra, Hulk... Guardé en los bolsillos de mi pantalón todos los cromos que eran visibles.
- ¡Chuches y superhéroes! - exclamé emocionada cuando DJ me dio una bolsa de gominolas. - ¡Es el mejor día de mi vida! - exclamé divertida con algo de ironía. Dj había encontrado unas latas de comida, así que mientras él las preparaba yo me dediqué a preparar un sitio específico para comer. Limpié algo y coloqué una parte del estante improvisando una pequeña mesa. Había platos de papel y como estaban en una bolsa suponía que seguirían limpios. También encontré servilletas y cubiertos de plástico. Los coloqué en la mesa de tal forma que quedase lo mejor posible. - ¡Voilá! - exclamé señalando la cosas. - ¿Cómo vas tú? - me senté a su lado viendo lo que él estaba haciendo. Abrí la bolsa de gominolas y comencé a comer algunas. - ¿Dónde has aprendido eso? - me estiré para ver mejor que hacía.
- Anda, fíjate tú... - sonreí y me agaché para recoger del suelo la pequeña caja de cartón que había visto. Se trataban sobres de cromos de personajes de Marvel y DC cómics. - ¡Que guay...! - exclamé riendo. Además, en algunos sobres ponía que venían de regalo figuritas de ellos. Recogí todos los paquetes y me fui a sentar frente al mostrador.
Tras juntar todos los sobres, descubrí que solo quedaban diez. Manoseé algunos y solo cuatro contenían figuras, pero algunas parecían rotas. Empecé a abrirlos todos, efectivamente de las cuatro figuras una estaba rota. - Oh... Pobre Thor... - hice una mueca al ver al diminuto dios del trueno partido en tres pedacitos. Lo dejé en la caja con los cromos que estaban rotos o manchados y que apenas se veían. - ¡Batman! - exclamé divertida al ver la figurita asomar por el sobre. - Ahora quiero a Tony, venga Iron Man, ven con Ryder... - al vaciar el sobre una diminuta figurita de color rojo y azul apareció. - Hmm... Hola Clark Kent - sonreí dejando la figurita al lado de la de Bruce Wayne. - ¡Suerte, un poquito de suerte! - al vaciar el último sobre salió Thor. - ¡Has resucitado! - me reí al ver al diminuto Thor. Bueno, no estaba mal. En los cromos aparecieron varias veces Tony, Batman, Wonder Woman, La Viuda Negra, Hulk... Guardé en los bolsillos de mi pantalón todos los cromos que eran visibles.
- ¡Chuches y superhéroes! - exclamé emocionada cuando DJ me dio una bolsa de gominolas. - ¡Es el mejor día de mi vida! - exclamé divertida con algo de ironía. Dj había encontrado unas latas de comida, así que mientras él las preparaba yo me dediqué a preparar un sitio específico para comer. Limpié algo y coloqué una parte del estante improvisando una pequeña mesa. Había platos de papel y como estaban en una bolsa suponía que seguirían limpios. También encontré servilletas y cubiertos de plástico. Los coloqué en la mesa de tal forma que quedase lo mejor posible. - ¡Voilá! - exclamé señalando la cosas. - ¿Cómo vas tú? - me senté a su lado viendo lo que él estaba haciendo. Abrí la bolsa de gominolas y comencé a comer algunas. - ¿Dónde has aprendido eso? - me estiré para ver mejor que hacía.
- Espero que esos papelajos que te has guardado en el bolsillo sean para encender esto - me giré en la dirección de la joven y la miré enarcando una ceja. Se había entretenido en abrir cromos y jugar con figuritas de superhéroes. Sí, aquella joven aún podía sorprenderme más. - Me harás quitarte las gominolas sino me ayudas - me crucé de brazos.
- ¿Ves algo que podamos utilizar? - pregunté mientras rascaba mi ceja izquierda y volvía a revisar el lugar. Los estantes eran metálicos y el cartón serviría tan solo para encender el fuego, pero no para hacerlo aguantar toda una noche, o al menos lo suficiente para calentar la cena. Fuera teníamos más de lo mismo, hierbajos, arbustos... Nada de madera. Entonces me fijé en el mostrador, que sí era de este material y luego en el hacha que Ryder había estado cargando.
- ¿Me la prestas?, creo que podría partir un par de tablones del mostrador - con aquel mueble tendríamos de sobra para avivar el fuego toda la noche, pues sabía que a esas horas las temperaturas descendían bastante y nos vendría bastante bien. Por otro lado seguro que al antiguo dueño ya no le iba a molestar mucho su mueble, tal vez ahora estuviera más preocupado por el hambre o a saber que le habría pasado al pobre desgraciado... Lo más probable es que hubiera sido el primer aperitivo de la amiga de Ryder, Patitas. Negué para mi mismo con una leve sonrisa al llamar a la BOW con el apelativo que ella había utilizado.
- ¿Ves algo que podamos utilizar? - pregunté mientras rascaba mi ceja izquierda y volvía a revisar el lugar. Los estantes eran metálicos y el cartón serviría tan solo para encender el fuego, pero no para hacerlo aguantar toda una noche, o al menos lo suficiente para calentar la cena. Fuera teníamos más de lo mismo, hierbajos, arbustos... Nada de madera. Entonces me fijé en el mostrador, que sí era de este material y luego en el hacha que Ryder había estado cargando.
- ¿Me la prestas?, creo que podría partir un par de tablones del mostrador - con aquel mueble tendríamos de sobra para avivar el fuego toda la noche, pues sabía que a esas horas las temperaturas descendían bastante y nos vendría bastante bien. Por otro lado seguro que al antiguo dueño ya no le iba a molestar mucho su mueble, tal vez ahora estuviera más preocupado por el hambre o a saber que le habría pasado al pobre desgraciado... Lo más probable es que hubiera sido el primer aperitivo de la amiga de Ryder, Patitas. Negué para mi mismo con una leve sonrisa al llamar a la BOW con el apelativo que ella había utilizado.
Página 1 de 2. • 1, 2
Página 1 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|
» ₪ Juego: Chicas Vs. chicos
» ₪ Medallas: Sistema de recompensas
» ₪ Temas Libres: ¿Buscas rol?
» La tormenta después de la calma [Matthew]
» Gloria al "Padre" [Priv. Conway]
» Control mental [Michael Blake]
» Here we go, one more time... [ Balion ]
» Relaciones Blake
» Chase Callen [RS]