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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Soleado - 09 º C - Washington D. C. - 27 de diciembre de 2015 - B.S.O.
El frío comenzaba a ser insoportable, aunque Capi, el husky que la acompañaba desde hacía meses parecía estar en su salsa.
— ¿A ti si te gusta el frío eh? — Carmen se había criado al pie de Sierra Nevada, por lo que realmente estaba acostumbrada al mal tiempo. Pero aquello era incluso demasiado para ella. Había logrado encontrar un buen abrigo de pelo con el que taparse y aún así el frío calaba a sus huesos, por no hablar de lo complicado que le resultaba moverse con él.
Capi olisqueaba por el asfalto, mientras ella le seguía. Ambos se adentraban en una calle a las afueras de la capital del país. En otra época fue mucho mejor, Carmen había tenido la oportunidad de visitar la ciudad antes del virus zombie y verla así ahora, resultaba toda una pena.
La mujer caminaba sujetando el bate de madera sobre su hombro, observaba con mucha atención a su alrededor. Sus ojos se fijaban en las ventanas de las primeras casas, Carmen pudo distinguir a algunos zombies en ellas. Paseaban por ahí o simplemente observaban fuera casi sin inmutarse de su presencia. Sí, era eso otra vez. Así que se acercó a Capi, este apartó la cabeza de ella.
— Yo también empiezo a notarlo Capi, tengo mucha hambre — explicó, aunque él no fuera a entender nada y a la vez lo supiera todo. El problema era que no tenía nada para comer en su petate y esa hambre, aunque casi siempre estaba presente en ella, ahora estaba en uno de esos momentos en los que se hacía insoportable.
— Busquemos algo — Carmen avanzó, adelantándose a Capi, que se apartó algo receloso de ella. El perro era así, cuando peor estaba Carmen, Capi era como si lo supiera, y entonces mantenía las distancias aunque de normal solía ser muy cariñoso con ella.
Carmen se adentró en una tienda, parecía haber sido un antiguo bazar de comida 24 horas, así que esperaba poder encontrar algo de comida. El local estaba desordenado, muy desordenado. Estanterías tiradas por el suelo, paquetes abiertos, basura... Todo tirado por el suelo. La mujer se movió con cautela, tratando de no pisar nada.
Miraba concienzudamente, hasta en el rincón más pequeño y oculto. Ya no le hacía ascos apenas a nada, desde el inicio del apocalipsis había tenido que comer cosas que jamás habría imaginado. Como solía decir su abuelo: "lo que no te mata te hace más fuerte". Y así era. Se agachó y examinó el suelo, bajo algunas de las estanterías, cuando un ruido la hizo ponerse alerta, bate en mano. Sin embargo no fue capaz de distinguir de dónde procedía el ruido o qué habría podido provocarlo.
— ¿A ti si te gusta el frío eh? — Carmen se había criado al pie de Sierra Nevada, por lo que realmente estaba acostumbrada al mal tiempo. Pero aquello era incluso demasiado para ella. Había logrado encontrar un buen abrigo de pelo con el que taparse y aún así el frío calaba a sus huesos, por no hablar de lo complicado que le resultaba moverse con él.
Capi olisqueaba por el asfalto, mientras ella le seguía. Ambos se adentraban en una calle a las afueras de la capital del país. En otra época fue mucho mejor, Carmen había tenido la oportunidad de visitar la ciudad antes del virus zombie y verla así ahora, resultaba toda una pena.
La mujer caminaba sujetando el bate de madera sobre su hombro, observaba con mucha atención a su alrededor. Sus ojos se fijaban en las ventanas de las primeras casas, Carmen pudo distinguir a algunos zombies en ellas. Paseaban por ahí o simplemente observaban fuera casi sin inmutarse de su presencia. Sí, era eso otra vez. Así que se acercó a Capi, este apartó la cabeza de ella.
— Yo también empiezo a notarlo Capi, tengo mucha hambre — explicó, aunque él no fuera a entender nada y a la vez lo supiera todo. El problema era que no tenía nada para comer en su petate y esa hambre, aunque casi siempre estaba presente en ella, ahora estaba en uno de esos momentos en los que se hacía insoportable.
— Busquemos algo — Carmen avanzó, adelantándose a Capi, que se apartó algo receloso de ella. El perro era así, cuando peor estaba Carmen, Capi era como si lo supiera, y entonces mantenía las distancias aunque de normal solía ser muy cariñoso con ella.
Carmen se adentró en una tienda, parecía haber sido un antiguo bazar de comida 24 horas, así que esperaba poder encontrar algo de comida. El local estaba desordenado, muy desordenado. Estanterías tiradas por el suelo, paquetes abiertos, basura... Todo tirado por el suelo. La mujer se movió con cautela, tratando de no pisar nada.
Miraba concienzudamente, hasta en el rincón más pequeño y oculto. Ya no le hacía ascos apenas a nada, desde el inicio del apocalipsis había tenido que comer cosas que jamás habría imaginado. Como solía decir su abuelo: "lo que no te mata te hace más fuerte". Y así era. Se agachó y examinó el suelo, bajo algunas de las estanterías, cuando un ruido la hizo ponerse alerta, bate en mano. Sin embargo no fue capaz de distinguir de dónde procedía el ruido o qué habría podido provocarlo.
La bella y la bestia
Par de casas próximas a la tienda donde esta @Carmen Ruiz
-Maldito puto dolor de cabeza, que suerte tienes, aclaró como si hablara con alguien, allí estaba tirado, muerto, en el suelo lo que sería un congénere de Hawnk, una persona asesinada con un golpe más que contundente en el cráneo, hasta el punto de hacer con su testa lo que sería un buen batido de sesos, el hombre, miro a su alrededor tomando algo de aire mientras contemplaban aquella habitación mugrienta, era más que deplorable pero tenía que encontrar alguna clase de sustento, quizás armas o algo que le fuera medianamente útil, reviso los bolsillos del cadáver sin encontrar nada que pudiera ser interesante o eso creía, estaba bastante cabreado, molesto pero ¿por qué?, ¿había pasado algo que motivara esa especie de carácter duro de Montenegro?, para nada, cuando sufría de jaquecas solía estar de esa clase de humor y bueno, ya sin sufrirlo solía tener un carácter cuanto menos “complicado”.
-No tenía mi mierda en las tripas, musitó como un susurro golpeando la cabeza del muerto con aquella barra metálica, emulando lo que podía ser un golpe de golf, no es que fuera un profesional en este campo pero, pagaría en parte esa especie de frustración con el muerto, de ahí que tremendo golpe en la cabeza que hizo sonar en la sala, esparciendo su sangre y sesos por la zona, “Joder, manche las botas”, pensó para mirar una vez más a fallecido, tumbado boca abajo siendo prácticamente irreconocible por los golpes que llevaba,-Quédate con la propina.
Escupiendo en el muerto, se buscó mover agazapado y con cuidado, se basaría solo en lo que podía percibir y escuchar revisando cada una de las instancias y salas de la vivienda donde se encontraba, ¿había matado a esa persona aquel indeseable?, bueno, eso es mejor que quede entre nosotros ¿no cariño?, observaba todo y estaba atento a lo que pasaba por el hombre, aquella especie de tensión que se generaba en poder estar en un ambiente hostil le encantaba, le recordaba cuanto menos al periodo que sirvió como soldado en distintos parajes, unos recuerdos presentes en aquella persona, bueno, mejor decir criatura, por sus características o capacidades dotarlo de ese apelativo seria, cuanto menos condescendiente.
“Revisare todo un poco más, quizás haya algo que me salte”, pensó con cierta duda, no había encontrado nada que pudiera ser considerado como valioso, quitando aquella palanca que había limpiado de la sangre y restos del cadáver, tocaba moverse y esperaba ver qué pasaba, quizás si tuviera la suficiente fuerza podría encontrarse con alguien, aunque claro, ¿era eso lo que realmente quería?
-No tenía mi mierda en las tripas, musitó como un susurro golpeando la cabeza del muerto con aquella barra metálica, emulando lo que podía ser un golpe de golf, no es que fuera un profesional en este campo pero, pagaría en parte esa especie de frustración con el muerto, de ahí que tremendo golpe en la cabeza que hizo sonar en la sala, esparciendo su sangre y sesos por la zona, “Joder, manche las botas”, pensó para mirar una vez más a fallecido, tumbado boca abajo siendo prácticamente irreconocible por los golpes que llevaba,-Quédate con la propina.
Escupiendo en el muerto, se buscó mover agazapado y con cuidado, se basaría solo en lo que podía percibir y escuchar revisando cada una de las instancias y salas de la vivienda donde se encontraba, ¿había matado a esa persona aquel indeseable?, bueno, eso es mejor que quede entre nosotros ¿no cariño?, observaba todo y estaba atento a lo que pasaba por el hombre, aquella especie de tensión que se generaba en poder estar en un ambiente hostil le encantaba, le recordaba cuanto menos al periodo que sirvió como soldado en distintos parajes, unos recuerdos presentes en aquella persona, bueno, mejor decir criatura, por sus características o capacidades dotarlo de ese apelativo seria, cuanto menos condescendiente.
“Revisare todo un poco más, quizás haya algo que me salte”, pensó con cierta duda, no había encontrado nada que pudiera ser considerado como valioso, quitando aquella palanca que había limpiado de la sangre y restos del cadáver, tocaba moverse y esperaba ver qué pasaba, quizás si tuviera la suficiente fuerza podría encontrarse con alguien, aunque claro, ¿era eso lo que realmente quería?
- información:
- Invadí tu tema dispuesto a conocernos: p, espero que disfrutemos juntos de esta velada.
-> Este post es el comprobante para tener mi primera arma, la palanca (tirada Aquí)
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Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Soleado - 09 º C - Washington D. C. - 27 de diciembre de 2015 - B.S.O.
Capi se había quedado en la entrada de la tienda, él siempre hacía lo mismo y dejaba que fuera Carmen quien se dedicase a investigar, el perro entonces aseguraba el exterior y la avisaba si había problemas. Llevaba meses juntos y aún así cada día que pasaba con él se sorprendía más y más de su astucia. Para no haber sido entrenado era tan o más inteligente que muchos de los perros que Sofía tenía en la unidad K9. Era lo que más le gustaba de Capi, se había adaptado a aquel mundo, casi mejor que la propia Carmen.
Ella seguía rebuscando entre las cosas, pensando en si encontraría algo más a parte de basura y envoltorios. Avanzaba por la pequeña tienda cuando de la nada, vio una figura tras las estanterías, el corazón estuvo a punto de salirse por la boca a causa de la impresión. Era una de esas abominaciones. La miraba fijamente sin moverse y con un suspiro Carmen comenzó a moverse con más calma.
La primera vez que descubrió que esas criaturas apenas la miraban en ocasiones fue como una mala pesadilla, combinado con una mala broma, pues sin más, uno de ellos comenzó a seguirla y a punto estuvo de ser devorada por la horda al confiarse.
Respiró hondo, al tiempo que el zombie olisqueaba el aire. Momento, en el que sin más, saltó por ella, incluida la estantería que había entre ambos. La mujer trató de apartarse, pero fue imposible, el mueble cayó sobre ella. Carmen no fue aplastada gracias a que el extremo de la estantería había quedado apoyado sobre el mostrador y la morena quedó en el hueco. Con el zombie subido a la estantería estirando sus brazos por entre los huecos para tratar de alcanzarla. El ruido había sido monumental, así que sabía lo que significaba, Capi y ella debían huir de allí, ya.
Pero antes de escapar de allí se fijó en unas cosas que habían caído de la estantería, tres botes de café y una pequeña planta, que milagrosamente parecía seguir aguantando. Carmen se hizo con los objetos y salió corriendo de la tienda, al tiempo de encontrarse con Capi, que no parecía muy tranquilo.
— ¡Sí, ya lo sé! — respondió de mala gana, mientras que ambos comenzaban a correr calle abajo. Ella mientras guardaba ambas cosas en el petate.
Ella seguía rebuscando entre las cosas, pensando en si encontraría algo más a parte de basura y envoltorios. Avanzaba por la pequeña tienda cuando de la nada, vio una figura tras las estanterías, el corazón estuvo a punto de salirse por la boca a causa de la impresión. Era una de esas abominaciones. La miraba fijamente sin moverse y con un suspiro Carmen comenzó a moverse con más calma.
La primera vez que descubrió que esas criaturas apenas la miraban en ocasiones fue como una mala pesadilla, combinado con una mala broma, pues sin más, uno de ellos comenzó a seguirla y a punto estuvo de ser devorada por la horda al confiarse.
Respiró hondo, al tiempo que el zombie olisqueaba el aire. Momento, en el que sin más, saltó por ella, incluida la estantería que había entre ambos. La mujer trató de apartarse, pero fue imposible, el mueble cayó sobre ella. Carmen no fue aplastada gracias a que el extremo de la estantería había quedado apoyado sobre el mostrador y la morena quedó en el hueco. Con el zombie subido a la estantería estirando sus brazos por entre los huecos para tratar de alcanzarla. El ruido había sido monumental, así que sabía lo que significaba, Capi y ella debían huir de allí, ya.
Pero antes de escapar de allí se fijó en unas cosas que habían caído de la estantería, tres botes de café y una pequeña planta, que milagrosamente parecía seguir aguantando. Carmen se hizo con los objetos y salió corriendo de la tienda, al tiempo de encontrarse con Capi, que no parecía muy tranquilo.
— ¡Sí, ya lo sé! — respondió de mala gana, mientras que ambos comenzaban a correr calle abajo. Ella mientras guardaba ambas cosas en el petate.
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La bella y la bestia
Hawnk estaba revisándolo todo, encontró una botella de agua la cual guardo con cierta premura mientras revisaba un poco el sitio, se tomaba su tiempo como si no tuviera prisa en pos de encontrar todo lo que pudiera serle útil en aquella habitación, posiblemente tuviera que moverse rápido pero ¿Qué perdía por revisar la zona?, a lo mejor si contaba con la suerte necesaria podría encontrar comida a algún objeto valioso, algo que intercambiar o usar pasado el tiempo, todo parecía estar demasiado tranquilo para el gusto de ex soldado que, de buenas a primeras dio un repullo, no fue algo fortuito sino que, su oído capto algo, primero sutil y luego notable, como si fuera la caída de un mueble, “Mierda…tengo visita..”, pensó mirando a través de las cortinas del sitio, era una mujer con un perro, una superviviente como era el extraño hombre, una sonrisa larga se dibujo en su rostro buscando salir por la puerta trasera de aquella vivienda americana, estaba en su dida de suerte, podía saber que aquel estruendo atraería a los caminantes y no podían pillarlo en aquel sitio, debía moverse pero ¿hacia dónde? , lo tenía claro iría hacia la fémina con el perro pero no de cara, sino que bueno, buscaría el encuentro valiéndose del sigilo y el factor sorpresa.
Por ello y con cierta picardía se movió con cuidado acechando a la mujer, valiéndose de las casas y de la trayectoria que esta podía llevar para cubrirse con el ambiente, las viviendas y distintas piezas del terreno, sabiendo que, casi con total seguridad esta invertiría su atención en las hordas y en escapar, algo determinante para un superviviente que, posiblemente desconociera que estaba sola, “¿Qué buscara por aquí?”, pensó con malicia mientras se movía, dando un vistazo rápido a lo que encontraba mientras buscaba la forma de acercarse, casi podía considerarse un movimiento hostil o peligroso hacia la mujer pero ¿era realmente así?, simplemente para el hombre solo quería divertirse por lo que, cuando esta se detuviera, se creyera a salvo, el hombre podría hacer su apareció, quizás pillarla con la guardia baja para sacar partido de todo aquello, ¿y si iba armada? ¿y si era peligrosa?, ambas afirmaciones podían ser validas y correctas, pero ¿Dónde quedaba la emoción de todo aquella? ¿la tensión de la caza?, era como notar que la piel se rizaba y la adrenalina se desperdigaba por el cuerpo, potenciando los reflejos.
No perdería de vista a los caminantes ni tampoco a la fémina, había visto que portaba un perro y un bate, pero ¿tendría algo más de valor?, eso era difícil saberlo solo con el vistazo echado, ahora tocaba ver si podría acercarse sin ser visto, una hazaña cuanto menos complicada y tediosa.
Por ello y con cierta picardía se movió con cuidado acechando a la mujer, valiéndose de las casas y de la trayectoria que esta podía llevar para cubrirse con el ambiente, las viviendas y distintas piezas del terreno, sabiendo que, casi con total seguridad esta invertiría su atención en las hordas y en escapar, algo determinante para un superviviente que, posiblemente desconociera que estaba sola, “¿Qué buscara por aquí?”, pensó con malicia mientras se movía, dando un vistazo rápido a lo que encontraba mientras buscaba la forma de acercarse, casi podía considerarse un movimiento hostil o peligroso hacia la mujer pero ¿era realmente así?, simplemente para el hombre solo quería divertirse por lo que, cuando esta se detuviera, se creyera a salvo, el hombre podría hacer su apareció, quizás pillarla con la guardia baja para sacar partido de todo aquello, ¿y si iba armada? ¿y si era peligrosa?, ambas afirmaciones podían ser validas y correctas, pero ¿Dónde quedaba la emoción de todo aquella? ¿la tensión de la caza?, era como notar que la piel se rizaba y la adrenalina se desperdigaba por el cuerpo, potenciando los reflejos.
No perdería de vista a los caminantes ni tampoco a la fémina, había visto que portaba un perro y un bate, pero ¿tendría algo más de valor?, eso era difícil saberlo solo con el vistazo echado, ahora tocaba ver si podría acercarse sin ser visto, una hazaña cuanto menos complicada y tediosa.
- información:
- Dilema, ¿@Carmen Ruiz descubre a Hawnk acercándose?
Si -> Mi personaje es descubierto y puede actuar en consecuencia, viendo como este intenta rodearla.
No -> Hawnk se mueve hacia la mujer dando un rodeo, sin ser descubierto. :3
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Soleado - 09 º C - Washington D. C. - 27 de diciembre de 2015 - B.S.O.
Carmen avanzaba corriendo, Capi, el husky iba delante. El perro la guiaba y de normal ella siempre seguía sus pasos, puesto que él sabía evitar a esos indeseables. Dejaron atrás las calles de viviendas y tiendas, llegando hasta una zona industrial, llena de fábricas.
El perro seguía corriendo hasta adentrarse en el interior de un edificio destartalado. Carmen fue tras él, hasta el interior de la fábrica. Tiempo atrás debió ser un lugar donde teñían telas. Había grandes contenedores de tinte y ahora estaban todos secos. Carmen y Capi avanzaban con más calma ya, buscando una salida trasera. Allí parecían estar a salvo, habiendo dejado a los zombies mucho atrás. Era un lugar tranquilo, lleno de ventanales rotos.
— Al final no hemos encontrado comida... — se encogió de hombros. El café había sido un hallazgo interesante y tal vez pudiera utilizarlo como moneda de cambio más adelante. Sin embargo su estómago se quejó, estaba hambrienta, cada vez más.
El perro seguía corriendo hasta adentrarse en el interior de un edificio destartalado. Carmen fue tras él, hasta el interior de la fábrica. Tiempo atrás debió ser un lugar donde teñían telas. Había grandes contenedores de tinte y ahora estaban todos secos. Carmen y Capi avanzaban con más calma ya, buscando una salida trasera. Allí parecían estar a salvo, habiendo dejado a los zombies mucho atrás. Era un lugar tranquilo, lleno de ventanales rotos.
— Al final no hemos encontrado comida... — se encogió de hombros. El café había sido un hallazgo interesante y tal vez pudiera utilizarlo como moneda de cambio más adelante. Sin embargo su estómago se quejó, estaba hambrienta, cada vez más.
La bella y la bestia
“Menos da una piedra, aunque esto no es comida..”, pensó frunciendo el ceño y guardando lo conseguido para seguir en marcha, la chica había sido inteligente se había guarecido en aquella especie de fábrica, debía serlo para buscar un sitio tan amplio ¿acaso había visto al hombre seguirla?, dudaba mucho respecto a esto, por lo que guareciéndose y manteniendo la distancia busco un poco más por la inmediaciones antes de hacer aquella especie de aparición frente a la mujer, no tenía idea si esto sería lo más apropiado o sería un encuentro más que tenso, en parte contaba con ello era parte de la gracia o la sorpresa, tocaba ver también que medios tenía la fémina, quizás, si se confiaba demasiado podría resultar herido o muerto, ¿estaba dispuesto a esto?, por supuesto donde quedaba entonces la diversión y pasarlo bien, a lo mejor el actuar del demente la podría nerviosa, cosa que podría aprovechar, o a lo mejor solo buscaba hablar y no hacerle daño a la mujer, ambos estaban buscando cosas en aquellas tierras alejadas de un Dios piadoso y bueno, un punto de encuentro fortuito que podía ser determinante, ahora tocaba ver como se desarrollaban los hechos.
-¿Te he contado, alguna vez, ¿cuál es la definición de locura? La locura... es... es hacer exactamente la misma mierda una y otra vez.Y esperar que algo cambie, puntuó sin hacer acto de presencia a través de una pared dejando que su voz resonara por el sitio, buscando alterar la conducta de la chica, era un punto a favor usar el eco del sitio para que su voz revotase y fuera complicado reconocer la ubicación exacta de la persona, por lo que tras decir esto salió atravesando una especie de cristalera en la que se había ocultado quedando a una distancia prudente de la mujer, quizás los separarían unos 10 12 metros de distancia mientras que una larga sonrisa se dibujaba en el rostro de chacal, pudo contemplar su expresión física, como aquellos actos crearían una reacción en la mujer pero ¿serían los que él había planeado ?, podía ver en su mano la palanca manchada de sangre y como tocaba los cristales del suelo con el frio metal manchado, haciendo un pequeño tintineo, no parecía haber caminantes cerca y ahí estaban, el perro, la mujer y el loco, todo estaba a punto de empezar.
-Una chica sola con su perro, caminando por ahí…, hay mucho loco suelto ¿sabes?, preguntó esperando que hablara o respondiera, se había fijado en sus manos, a la espera de saber que haría, en tensión con las piernas semiflexionadas y encorvado, posiblemente no aparentaba ser alguien con dotes militares o un entrenamiento duro como había tenido en un pasado, seguramente la gente tenía a confiarse, posiblemente por la pinta de drogadicto o loco que tenía, una falsa presencia que lo hacía aún más peligroso si cabe.
-¿Te he contado, alguna vez, ¿cuál es la definición de locura? La locura... es... es hacer exactamente la misma mierda una y otra vez.Y esperar que algo cambie, puntuó sin hacer acto de presencia a través de una pared dejando que su voz resonara por el sitio, buscando alterar la conducta de la chica, era un punto a favor usar el eco del sitio para que su voz revotase y fuera complicado reconocer la ubicación exacta de la persona, por lo que tras decir esto salió atravesando una especie de cristalera en la que se había ocultado quedando a una distancia prudente de la mujer, quizás los separarían unos 10 12 metros de distancia mientras que una larga sonrisa se dibujaba en el rostro de chacal, pudo contemplar su expresión física, como aquellos actos crearían una reacción en la mujer pero ¿serían los que él había planeado ?, podía ver en su mano la palanca manchada de sangre y como tocaba los cristales del suelo con el frio metal manchado, haciendo un pequeño tintineo, no parecía haber caminantes cerca y ahí estaban, el perro, la mujer y el loco, todo estaba a punto de empezar.
-Una chica sola con su perro, caminando por ahí…, hay mucho loco suelto ¿sabes?, preguntó esperando que hablara o respondiera, se había fijado en sus manos, a la espera de saber que haría, en tensión con las piernas semiflexionadas y encorvado, posiblemente no aparentaba ser alguien con dotes militares o un entrenamiento duro como había tenido en un pasado, seguramente la gente tenía a confiarse, posiblemente por la pinta de drogadicto o loco que tenía, una falsa presencia que lo hacía aún más peligroso si cabe.
- Resumen:
- Kawnk habla con la chica interceptándola deja ver la palanca que tiene en la mano guardando cierta distancia con ella (10 12 metros), observándola y hablando con ella.
El monologo soltando previamente sobre la locura, es un tema basado en la persona que se orienta este Hawnk, una especie de guiño, que dejo Aquí
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Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Soleado - 09 º C - Washington D. C. - 27 de diciembre de 2015 - B.S.O.
Carmen le desicó una mirada a Capi y después al lugar, siempre había tenido fascinación por lugares así, solía encontrar belleza en las cosas que la gente no apreciaba, de ahí que tomara su cámara y realizase algunas fotografías. Una enredadera creciendo en una de las ventanas, el color rojo del óxido en las puertas metálicas, semi caídas...
— Venga ya Capi, un momento de... — el perro se puso muy tenso de un momento a otro y Carmen dejó todo cuanto estaba haciendo, volviendo a guardar las cosas en su mochila. — ¿Qué pasa chico? — se agachó a su lado, acariciando su cabeza cuando entonces escuchó aquella voz.
Carmen no se movió de su posición, es más, siguió agachada en el mismo lugar, acariciando a Capi para que se calmara. Ambos miraban en diferentes direcciones buscando la procedencia, puesto que el eco del lugar les complicaba las cosas.
— Yo pensaba que eso era más bien ser un aburrido — respondió la mujer con sarcasmo. Carmen hablaba muy bien inglés, sin embargo tenía un marcado acento español. Se levantó cuando vio al hombre aparecer, inmediatamente se fijó en la palanca y en la sangre, como no. Su aspecto, su forma de actuar... para ella era evidente que quería amedrentarla, pero se mostró impasible. Cada vez tenía más claro que los zombies eran mucho mejor que las personas, prevesibles, con único objetivo... ¿Y el ser humano?
— Gracias por avisar, si lo vemos te avisamos — Carmen sonrió ligeramente, como si aquello no fuera con ella. No era la primera vez que se topaba con gente así a lo largo de su vida, en el cuartel, cada día de trabajo los soportaba y al parecer, ni en el fin del mundo la iban a dejar tranquila.
Portaba el bate en su derecha, manteniendo las distancias. No iba a dejar que se le acercase y no dudaría en atacar primero si era necesario. Durante el fin del mundo había aprendido muchas cosas y la regla básica era no poder fiarse de nadie.
— Venga ya Capi, un momento de... — el perro se puso muy tenso de un momento a otro y Carmen dejó todo cuanto estaba haciendo, volviendo a guardar las cosas en su mochila. — ¿Qué pasa chico? — se agachó a su lado, acariciando su cabeza cuando entonces escuchó aquella voz.
Carmen no se movió de su posición, es más, siguió agachada en el mismo lugar, acariciando a Capi para que se calmara. Ambos miraban en diferentes direcciones buscando la procedencia, puesto que el eco del lugar les complicaba las cosas.
— Yo pensaba que eso era más bien ser un aburrido — respondió la mujer con sarcasmo. Carmen hablaba muy bien inglés, sin embargo tenía un marcado acento español. Se levantó cuando vio al hombre aparecer, inmediatamente se fijó en la palanca y en la sangre, como no. Su aspecto, su forma de actuar... para ella era evidente que quería amedrentarla, pero se mostró impasible. Cada vez tenía más claro que los zombies eran mucho mejor que las personas, prevesibles, con único objetivo... ¿Y el ser humano?
— Gracias por avisar, si lo vemos te avisamos — Carmen sonrió ligeramente, como si aquello no fuera con ella. No era la primera vez que se topaba con gente así a lo largo de su vida, en el cuartel, cada día de trabajo los soportaba y al parecer, ni en el fin del mundo la iban a dejar tranquila.
Portaba el bate en su derecha, manteniendo las distancias. No iba a dejar que se le acercase y no dudaría en atacar primero si era necesario. Durante el fin del mundo había aprendido muchas cosas y la regla básica era no poder fiarse de nadie.
La bella y la bestia
El hombre se fijo en la mujer casi como si fuera un tesoro, pese a poder estar como una puta cabra era alguien analítico en lo referente a las personas, podía estar chalado pero no era un estúpido, claro que la había podido atacar por la espalda o intentar sorprenderla de otro modo sin embargo se había presentado ante ella y su perro, casi como quien no quería la cosa mostrando parte de aquella locura patológica que tenía aunque ¿era cierta esta última parte?, el hombre no pudo evitar mostrar una larga sonrisa de oreja a oreja, “Ni se inmuto, parece tranquila, su pose, su expresión corporal”, pensó dedicándole una mirada casi furtiva, esperando saber que podría pasar en todo aquello, algo que había llamado su atención era el sarcasmo, nadie, absolutamente nadie en una situación así mostraría tal valor a menos que tuviera cierta formación o hubiera sido sometida a ciertas situaciones de estrés como aquella, “¿formación militar?”, no temblaba ni mostraba un atisbo de miedo o duda, eso casi aprecio excitar al hombre que se relamió con clara sorna.
-Por que no dejamos el bate y mi barra de hierro en el suelo, a fin de cuentas, somos “personas civilizadas” ¿no?, preguntó con cierta sorna, jocoso ante todo aquello, estaba centrado en la mujer y en su perro, deseaba saber hasta dónde podría llegar ese fortuito encuentro, no podía negarlo aquel demente lo estaba pasando en grande, casi como un crio el día de navidad.
-Estamos solos es un mundo peligroso ¿por qué no ser “amigos” ?, seria divertido y es mejor ser amigos que enemigos.., esta ultima frase sonó con malicia como si se tratara de una burda amenaza, seguramente aquella mujer pensara que podría reventarle el cráneo con el bate lo mismo que Hawnk pensaba que podría arrancarle la sesera con su palanca pero ¿llegaría eso a pasar?, esperaba la respuesta de la mujer mientras encorvaba las piernas colocándose en cuclillas, mirando al animal que estaba cerca de la mujer, su mascota, seguramente le tendría un aprecio especial, eso era valioso y peligroso, condicionar tanto cariño a un animal en un mundo lleno de violencia.
-Los amigos se “prestan cosas”, ¿Qué pedirías a cambio de esa blusa o ..ese crucifijo?, propusó el hombre clavando sus ojos en ellos, posiblemente solo buscara provocarla, seguramente la mujer pensaría que podría atacarlo o escapar en el peor de los casos si la cosa se complicaba pero, ¿se arriesgaría?, según el humilde y raro criterio de Hawnk lo estaban pasando mas que bien, tocaba ver como se desarrollaba las cosas y si la mujer entraría en las provocaciones del hombre.
-Uh, pensaba que las personas “de fe” no portaban armas, ya sabes por eso de amar al prójimo.
-Por que no dejamos el bate y mi barra de hierro en el suelo, a fin de cuentas, somos “personas civilizadas” ¿no?, preguntó con cierta sorna, jocoso ante todo aquello, estaba centrado en la mujer y en su perro, deseaba saber hasta dónde podría llegar ese fortuito encuentro, no podía negarlo aquel demente lo estaba pasando en grande, casi como un crio el día de navidad.
-Estamos solos es un mundo peligroso ¿por qué no ser “amigos” ?, seria divertido y es mejor ser amigos que enemigos.., esta ultima frase sonó con malicia como si se tratara de una burda amenaza, seguramente aquella mujer pensara que podría reventarle el cráneo con el bate lo mismo que Hawnk pensaba que podría arrancarle la sesera con su palanca pero ¿llegaría eso a pasar?, esperaba la respuesta de la mujer mientras encorvaba las piernas colocándose en cuclillas, mirando al animal que estaba cerca de la mujer, su mascota, seguramente le tendría un aprecio especial, eso era valioso y peligroso, condicionar tanto cariño a un animal en un mundo lleno de violencia.
-Los amigos se “prestan cosas”, ¿Qué pedirías a cambio de esa blusa o ..ese crucifijo?, propusó el hombre clavando sus ojos en ellos, posiblemente solo buscara provocarla, seguramente la mujer pensaría que podría atacarlo o escapar en el peor de los casos si la cosa se complicaba pero, ¿se arriesgaría?, según el humilde y raro criterio de Hawnk lo estaban pasando mas que bien, tocaba ver como se desarrollaba las cosas y si la mujer entraría en las provocaciones del hombre.
-Uh, pensaba que las personas “de fe” no portaban armas, ya sabes por eso de amar al prójimo.
- Resumen:
- Hawnk solo habla con ella buscando tal vez provocarla.
PD: Siento la demora, ayer no estuve en casa en todo el dia.
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Soleado - 09 º C - Washington D. C. - 27 de diciembre de 2015 - B.S.O.
El aire era frío, pero ella ya se había olvidado de ello, se centraba en aquel hombre y no solo eso, temía que pudiera haber alguien más que lo acompañase. Sin embargo ahí estaba Capi, y al parecer el perro solo tenía ojos para él. Si hubiera indicios de que había alguien más Capi ya lo habría detectado.
— ¿Todavían quedan personas civilizadas? — Carmen fingió sorpresa con aquella pregunta, no iba a soltar su bate. — Vale, seamos amigos, pero siento decirte que en los segundos que llevamos de amistad no te has ganado esas confianzas. Además dudo que mi blusa o colgante te vaya a quedar la mitad de bien de lo que a mi, por lo que, no gracias, es un favor que te hago, como amiga — sonrió. Darle la razón a ese tipo de personas era de primero de manual, al menos hasta cierto punto. Carmen entendía que podía tratarse de una amenaza y que por tanto debía actuar con cautela, pero no iba a consentirle ni una. Al principio sujetaba el bate con la derecha, por el mango, lo llevaba bajo, pero en aquel momento lo alzó y sujetó también con su otra mano. Si debía usarlo lo utilizaría.
— Ajá, y también dice que el que no tiene espada, venda su capa y compre una — Capi seguía en tensión, así que Carmen estiró su mano y la colocó sobre la cabeza de este. Sabía perfectamente que no iba a poder dialogar con él y que solo trataba de "jugar" con ella. ¿Se iba a molestar a caso por algo así? No era la primera vez, ni tampoco sería la última, al parecer, en la que querían tomarle el pelo, en el pasado incluso en diferentes ocasiones hasta trataron de quitarle algo del uniforme. Este tipo de cosas la aburrían ya, porque la gente seguía pensando que era una pobre chica indefensa.
— Bueno, pues si no quieres café, nos vamos a ir, es lo único que te podemos ofrecer — le hizo una señal a Capi para que se pusiera en pie. No le iba a dar la espalda a aquel hombre, por lo que optó por girar hacia su derecha, para irse por uno de los laterales de la fábrica. Muy atenta en todo momento a la figura del hombre, por el rabillo del ojo.
— ¿Todavían quedan personas civilizadas? — Carmen fingió sorpresa con aquella pregunta, no iba a soltar su bate. — Vale, seamos amigos, pero siento decirte que en los segundos que llevamos de amistad no te has ganado esas confianzas. Además dudo que mi blusa o colgante te vaya a quedar la mitad de bien de lo que a mi, por lo que, no gracias, es un favor que te hago, como amiga — sonrió. Darle la razón a ese tipo de personas era de primero de manual, al menos hasta cierto punto. Carmen entendía que podía tratarse de una amenaza y que por tanto debía actuar con cautela, pero no iba a consentirle ni una. Al principio sujetaba el bate con la derecha, por el mango, lo llevaba bajo, pero en aquel momento lo alzó y sujetó también con su otra mano. Si debía usarlo lo utilizaría.
— Ajá, y también dice que el que no tiene espada, venda su capa y compre una — Capi seguía en tensión, así que Carmen estiró su mano y la colocó sobre la cabeza de este. Sabía perfectamente que no iba a poder dialogar con él y que solo trataba de "jugar" con ella. ¿Se iba a molestar a caso por algo así? No era la primera vez, ni tampoco sería la última, al parecer, en la que querían tomarle el pelo, en el pasado incluso en diferentes ocasiones hasta trataron de quitarle algo del uniforme. Este tipo de cosas la aburrían ya, porque la gente seguía pensando que era una pobre chica indefensa.
— Bueno, pues si no quieres café, nos vamos a ir, es lo único que te podemos ofrecer — le hizo una señal a Capi para que se pusiera en pie. No le iba a dar la espalda a aquel hombre, por lo que optó por girar hacia su derecha, para irse por uno de los laterales de la fábrica. Muy atenta en todo momento a la figura del hombre, por el rabillo del ojo.
La bella y la bestia
El hombre miro a la mujer atento a cada movimiento, le causaba bastantes dudas y queria seguir con aquello, solo necesito ver el movimiento que hizo con el bate para abrirse los ropajes, la parte superior para dejar ver su cuerpo, tocado por decenas de heridas y cicatrices, no solo de la guerra o de las misiones realizadas sino también algunas mucho mas antiguas, debido a la cruenta y peligrosa vida que había tenido, La persona que apunta con un arma a otra tiene que estar dispuesta a llegar hasta el final, comentó con una larga sonrisa en sus labios, ni siquiera lo había apuntado solo era una “escusa” para hacer lo que quisiera o lo que le parecía mas “divertido”, por ello dejo la barra metálica en el suelo, haciendo un claro sonido para luego, señalarla con la mano tras escuchar cada una de las palabras viendo como esta buscaría irse del sitio con la mayor tranquilidad posible.
-La reto a un combate uno contra uno, sin armas, sentenció el hombre buscando que no escapara, las palabras de la fémina solo intentaban manipularlo, era como un tira y afloja que no llevaba a ninguna parte, hasta alguien como Hawnk podía entender todo aquello, había sido visto como un perturbado pero, fuera quien fuera esa chica no era alguien común, ordinaria, por eso el interés que había despertado en el mismo hasta el punto de arriesgarse a recibir una soberana paliza, ciertamente el hombre había tenido entrenamiento militar pero ¿y la mujer?, por cómo se había desenvuelto en ese tema seguramente también aunque era mucho imaginar, a lo mejor estaba tan chalada como podía estar el maniaco.
-Puedes irte o escapar como una beata cobarde o combatir, incluso usar a ese pulgoso animal para que me ataque a traición, aunque eso te solo te convertiría en saqueadora o la escoria de la que el mundo está llena, ¿Qué me dices?, preguntó colocándose en guardia a la espera de saber que podría ocurrir en el lugar, sin duda aquella persona le había tirado un guante, no se trataba de una bravuconada o una especie de chulería, buscaba combatir con sus propias manos, quizás como en ciertos lugares clandestinos en los que antaño los hombres y mujeres peleaban por u puñado de dólares.
-Incluso puede que, para mi sorpresa uses al animal y ese bate tuyo para abrirme la cabeza, cosa que seria tremendamente divertido, soltó una serie de carcajadas al aire esperando el actuar de la mujer, sin bajar la guardia y si aceptaría entrar al trato del hombre, ¿Qué clase de enfermo hacia esa clase de proposiciones?, un juego macabro que podría acabar de tantas maneras distintas que asustaba, el balón estaba ahora en el tejado de aquella mujer creyente.
-Me llamo Legión, porque somos muchos, Marcos 5:9
-La reto a un combate uno contra uno, sin armas, sentenció el hombre buscando que no escapara, las palabras de la fémina solo intentaban manipularlo, era como un tira y afloja que no llevaba a ninguna parte, hasta alguien como Hawnk podía entender todo aquello, había sido visto como un perturbado pero, fuera quien fuera esa chica no era alguien común, ordinaria, por eso el interés que había despertado en el mismo hasta el punto de arriesgarse a recibir una soberana paliza, ciertamente el hombre había tenido entrenamiento militar pero ¿y la mujer?, por cómo se había desenvuelto en ese tema seguramente también aunque era mucho imaginar, a lo mejor estaba tan chalada como podía estar el maniaco.
-Puedes irte o escapar como una beata cobarde o combatir, incluso usar a ese pulgoso animal para que me ataque a traición, aunque eso te solo te convertiría en saqueadora o la escoria de la que el mundo está llena, ¿Qué me dices?, preguntó colocándose en guardia a la espera de saber que podría ocurrir en el lugar, sin duda aquella persona le había tirado un guante, no se trataba de una bravuconada o una especie de chulería, buscaba combatir con sus propias manos, quizás como en ciertos lugares clandestinos en los que antaño los hombres y mujeres peleaban por u puñado de dólares.
-Incluso puede que, para mi sorpresa uses al animal y ese bate tuyo para abrirme la cabeza, cosa que seria tremendamente divertido, soltó una serie de carcajadas al aire esperando el actuar de la mujer, sin bajar la guardia y si aceptaría entrar al trato del hombre, ¿Qué clase de enfermo hacia esa clase de proposiciones?, un juego macabro que podría acabar de tantas maneras distintas que asustaba, el balón estaba ahora en el tejado de aquella mujer creyente.
-Me llamo Legión, porque somos muchos, Marcos 5:9
- Resumen:
- Hawnk deja caer la palanca para proponerle a la fémina un duelo, uno contra uno, buscando saber que decide, se desviste de la parte superior de su ropaje y se mantiene en guardia para lo que pueda ocurrir.
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Soleado - 09 º C - Washington D. C. - 27 de diciembre de 2015 - B.S.O.
Carmen dejó de caminar y suspiró. Tras ello se volvió a girar en su dirección para ver y de paso escuchar cuanto estaba diciendo. "Beata cobarde" sus labios se curvaron ligeramente a la vez que negaba. No la conocía de nada y se empeñaba en juzgarla. Se llevó incluso la mano derecha a su frente, con cansancio. Aquello ya era surrealista, ¿pero había que buscarle lógica alguna a aquello? Los muertos se levantaban, caminaban y devoraban a los vivos... ¿Qué no iba a pasar con los que sobrevivían? Que perdían hasta el último tornillo. Como aquel tipo. Aunque más que a un loco, a Carmen le recordaba a los típicos borrachos con los que tenía que lidiar día sí y día también cuando trabajaba. Igual era eso, igual iba demasiado ciego.
— ¿Sabes cuál es la diferencia entre apuntar con un arma y simplemente enseñarla? — preguntó mientras era ahora ella la que se acercaba, su tono de voz incluso había cambiado, era mucho más serio, porque hasta ahí tenía que haber llegado todo, pero no. Él insistía en estupideces. — Capi, quieto allí — la mujer dio la orden en español al perro, a quien le indicó que se alejase al otro extremo del destartalado edificio. El animal la miró fijamente, como molesto por la orden que le acababa de dar, pero el perro la aceptó y terminó por alejarse. Carmen quería proteger al animal y evitar que este quisiera atacar a ese hombre.
— Si te hubiera apuntado es que estaría buscando bronca como estás haciendo tú, pero no, era un aviso, un aviso para que me dejaras en paz... pero insistes y eso explica que aquí la única escoria o el único saqueador eres tú — se detuvo algo más cerca de él, en esta ocasión, a apenas cinco metros de distancia. — Me vienes a echar cojones sin más, ¿por qué, quién coño te crees, eh? — ella no soltó el bate. No iba a dejarse llevar por las provocaciones de él. ¿Mujer de fe? Su fe iba por un lado, su supervivencia por el otro, como siempre. Ella había servido a los cuerpos del orden en España y allí la fe iba muy unida a su profesión, la mayoría de agentes la manifestaban y siempre, siempre había sido una forma más de ayudarles a seguir hacia adelante en su trabajo. Hoy en día, esa fe en Carmen se apagaba, pero no su orgullo u honor. Esos eran valores que su abuelo le había hecho conservar muy hondo, y que ese tipo la desafiase de aquella forma, cuando Carmen había tratado de hacer las cosas de forma correcta, de dejarle claro que no quería problemas... para ella era una falta de respeto enorme.
Y no iba a soltar su bate, eso ya se lo había dejado claro al inicio. ¿Deshonroso? Para ella no lo era, pues si el irracional ya había establecido sus normas, ella las había establecido antes al alzar el bate: si debía usarlo lo iba a utilizar. Decían que de valientes estaba lleno el cementerio, no, lo estaba de personas imprudentes y temerarias como aquel tipo. Así que si Carmen tenía que pelear lo haría con todas.
— ¡¿Y sabes qué le pasó a esa Legión? Que se convirtieron en cerdos y murieron ahogados! — Carmen gritó, sin moverse ni un ápice, sujetando el bate, desafiante, esperando a que la atacase de verdad, tal y como él quería. Ella solía ser imprudente, en ocasiones se dejaba llevar por sus impulsos, pero no así, jamás en situaciones tan límite, ahí debía dar paso a su inteligencia. Su abuelo la había enseñado bien: "Jamás inicies una pelea y si lo haces, que tenga una clara justificación". Cuando era más joven, Carmen creía que estas palabras hacían referencia a la ética y entonces su abuelo le explicó mucho más tarde: "Sí... debemos actuar con moralidad, pero también debemos ser unos cabrones astutos y fijarnos por dónde nos van a llegar los palos para devolverlos aún más fuertes".
— ¿Sabes cuál es la diferencia entre apuntar con un arma y simplemente enseñarla? — preguntó mientras era ahora ella la que se acercaba, su tono de voz incluso había cambiado, era mucho más serio, porque hasta ahí tenía que haber llegado todo, pero no. Él insistía en estupideces. — Capi, quieto allí — la mujer dio la orden en español al perro, a quien le indicó que se alejase al otro extremo del destartalado edificio. El animal la miró fijamente, como molesto por la orden que le acababa de dar, pero el perro la aceptó y terminó por alejarse. Carmen quería proteger al animal y evitar que este quisiera atacar a ese hombre.
— Si te hubiera apuntado es que estaría buscando bronca como estás haciendo tú, pero no, era un aviso, un aviso para que me dejaras en paz... pero insistes y eso explica que aquí la única escoria o el único saqueador eres tú — se detuvo algo más cerca de él, en esta ocasión, a apenas cinco metros de distancia. — Me vienes a echar cojones sin más, ¿por qué, quién coño te crees, eh? — ella no soltó el bate. No iba a dejarse llevar por las provocaciones de él. ¿Mujer de fe? Su fe iba por un lado, su supervivencia por el otro, como siempre. Ella había servido a los cuerpos del orden en España y allí la fe iba muy unida a su profesión, la mayoría de agentes la manifestaban y siempre, siempre había sido una forma más de ayudarles a seguir hacia adelante en su trabajo. Hoy en día, esa fe en Carmen se apagaba, pero no su orgullo u honor. Esos eran valores que su abuelo le había hecho conservar muy hondo, y que ese tipo la desafiase de aquella forma, cuando Carmen había tratado de hacer las cosas de forma correcta, de dejarle claro que no quería problemas... para ella era una falta de respeto enorme.
Y no iba a soltar su bate, eso ya se lo había dejado claro al inicio. ¿Deshonroso? Para ella no lo era, pues si el irracional ya había establecido sus normas, ella las había establecido antes al alzar el bate: si debía usarlo lo iba a utilizar. Decían que de valientes estaba lleno el cementerio, no, lo estaba de personas imprudentes y temerarias como aquel tipo. Así que si Carmen tenía que pelear lo haría con todas.
— ¡¿Y sabes qué le pasó a esa Legión? Que se convirtieron en cerdos y murieron ahogados! — Carmen gritó, sin moverse ni un ápice, sujetando el bate, desafiante, esperando a que la atacase de verdad, tal y como él quería. Ella solía ser imprudente, en ocasiones se dejaba llevar por sus impulsos, pero no así, jamás en situaciones tan límite, ahí debía dar paso a su inteligencia. Su abuelo la había enseñado bien: "Jamás inicies una pelea y si lo haces, que tenga una clara justificación". Cuando era más joven, Carmen creía que estas palabras hacían referencia a la ética y entonces su abuelo le explicó mucho más tarde: "Sí... debemos actuar con moralidad, pero también debemos ser unos cabrones astutos y fijarnos por dónde nos van a llegar los palos para devolverlos aún más fuertes".
La bella y la bestia
Solo necesito escuchar a la mujer para soltar una ristra de carcajadas notoria, le estaba mas que gustando como se desarrollaba todo eso, incluso perdiendo, incluso pudiendo morir le daba bastante igual, él ya había afrontado las funestas posibilidades de todo aquello y, le parecían divertidas, el miedo que tuvo antaño ya se había borrado, diluido como una marca de agua tomada por la misma tierra, absorbida sin dejar nada en esta, el hombre había sido apuñalado, cortado, disparado, apaleado, golpeado, su cuerpo era una mera muestra de ello, tener esa posibilidad y dejar “fogar” esa parte violenta que tanto le encantaba enseñar le hacía sentirse tan sumamente vivo, tan lleno, por eso seguramente lo hacía, seguramente la mayoría de personas omitiera o escondieran esta parte por miedo al rechazo que podía crearse, omitir la parte mala de una persona solo hacía que, cuando aflorara fuera mucho peor, eso pensaba el hombre que, dejando su camiseta sobre su pie izquierdo miro como la mujer se posicionaba más cerca, 5 metros, era una distancia ínfima para lo que podría ocurrir, ¿entraría en conflicto con ella?, esa sonrisa larga y tétrica no desaparecía de su rostro, con los ojos puesto en allá para mantener los puños en alto, como si el combate fuera algo ya inamovible, ciertamente no había soltado su bate pero ¿Cómo podía culparla?, quería tener ventaja y era más que entendible por ello mostro un ápice de tranquilidad, como si su cuerpo se relajara.
-Uh, ganas bastante de cerca ¿eh?, comentó alzando la punta de su pie izquierdo lanzando la camiseta hacia ella, solo buscaba una especie de estímulo para provocarla, quizás si lanzaba el ataque con antelación esta quedara más expuesta para el hombre, solo tuvo que hacer esta acción para que actuará como un verdadero depredador, se apoyó sobre la punta de sus pies dejando los talones sin tocar el suelo, buscando escorarse valiéndose de esa especie de “juego de pies”, el movimiento de la camiseta era una burda trampa, una provocación en pos de intentar recortar la distancia entre los dos, tenía que intentar evitar el golpe del bate a toda costa, por eso driblo para pegarse a la mujer haciendo una especie de finta mientras que sus brazos protegían su testa, adoptando lo que podía parecer la posición de un boxeador o un luchar de combate cercano, era meticuloso pero no lanzaría su ataque, aun no, tenía que ver que hacia ella y como Hawnk se aproximaba, si caía en su treta quedaría expuesta para soltar un revés hacia la cara de la chica, sino tendría que reaccionar a tiempo.
Su centro de gravedad había bajado, pegando un poco su pecho al suelo, encorvándose para sentirse más cubierto o dejar poco margen, buscaba primar su velocidad y la torpeza de la fémina al haberse acercado mucho, buscaría la parte izquierda de la mujer para atacarla por ahí, la mayoría de personas que conocía eran diestras, si la mujer buscaba atacar predominaría su fuerza en el lado derecho, esto era una burda suposición, tocaba ver que voluntad o que persona era más dotada en aquel juego, “alea iacta est”.
-Uh, ganas bastante de cerca ¿eh?, comentó alzando la punta de su pie izquierdo lanzando la camiseta hacia ella, solo buscaba una especie de estímulo para provocarla, quizás si lanzaba el ataque con antelación esta quedara más expuesta para el hombre, solo tuvo que hacer esta acción para que actuará como un verdadero depredador, se apoyó sobre la punta de sus pies dejando los talones sin tocar el suelo, buscando escorarse valiéndose de esa especie de “juego de pies”, el movimiento de la camiseta era una burda trampa, una provocación en pos de intentar recortar la distancia entre los dos, tenía que intentar evitar el golpe del bate a toda costa, por eso driblo para pegarse a la mujer haciendo una especie de finta mientras que sus brazos protegían su testa, adoptando lo que podía parecer la posición de un boxeador o un luchar de combate cercano, era meticuloso pero no lanzaría su ataque, aun no, tenía que ver que hacia ella y como Hawnk se aproximaba, si caía en su treta quedaría expuesta para soltar un revés hacia la cara de la chica, sino tendría que reaccionar a tiempo.
Su centro de gravedad había bajado, pegando un poco su pecho al suelo, encorvándose para sentirse más cubierto o dejar poco margen, buscaba primar su velocidad y la torpeza de la fémina al haberse acercado mucho, buscaría la parte izquierda de la mujer para atacarla por ahí, la mayoría de personas que conocía eran diestras, si la mujer buscaba atacar predominaría su fuerza en el lado derecho, esto era una burda suposición, tocaba ver que voluntad o que persona era más dotada en aquel juego, “alea iacta est”.
- Datos de combate y tirada:
- El hombre busca lanzar la camiseta colocada en su pie para, provocarla y que reacción al estímulo para luego, zigzagueando acercarse a la fémina con una posición de combate (explicado) lanzar un posible ataque hacia el rostro de la mujer, un puñetazo con su mano diestra.
Distancia 5 metros que se buscan recortar.- Combate: 4
- Forma Física: 4
- Defensa: 4
Especificaciones:
1º Dado, dado de ataque
2º Dado, dado de defensa
¡Mucha suerte y a disfrutar! - Combate: 4
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El miembro 'Hawnk' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Números' :
Resultados :
'Números' :
Resultados :
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Soleado - 09 º C - Washington D. C. - 27 de diciembre de 2015 - B.S.O.
Era evidente que aquel hombre no era un simple charlatán y que por sus movimientos previos tenía nociones de combate, así que sabía lo que se hacía. Carmen por otro lado, había recibido un buen entrenamiento, pero no dejaba de ser algo básico. Gracias a su abuelo había mejorado mucho en combate cuerpo a cuerpo o por ejemplo en el uso de armas. Se sentía segura, gracias a él y si fallaba, entonces es que no había entrenado suficiente. Aunque le pesara era algo a lo que también la habían preparado.
— Siento no poder decir lo mismo de ti — respondió con sorna.
La camiseta le cayó en plena cara, se la quitó rápidamente, molesta de que eso la hubiera tocado. Sin embargo, esa burda distracción había sido positiva para él, logrando así golpearla. En apenas esos segundos en los que tiraba la prenda lejos. Capi ladró, eso no tuvo que hacerle ninguna gracia al can, al igual que a ella, la había enfurecido, pero esto había ayudado a que ahora pudiese actuar y lo mejor, que supiese cómo proceder. Sujetando el bate con ambas manos, se giró, para apartarse de él, apoyarse sobre sus pies y así fue como aprovechó el propio golpe de él y ese momento para moverse de forma contraria a lo que parecía. Dio la sensación de que Carmen lo golpearía con el extremo del bate y en lugar de ello, en un ágil movimiento retrocedió cambiando sus movimientos para tratar de golpearle con el propio mango del bate en la zona de las costillas. Un golpe ahí podía ser una gran molestia, si acertaba hasta podría dejarle sin aire durante un momento.
Carmen retrocedió rápida, guardando de nuevo las distancias con el bate alzado. Se pasó la izquierda por la nariz para limpiarse la sangre que había caído y luego desvió la mirada hacia él. ¿Hasta dónde quería llegar? Carmen iba a hacer lo que tenía que hacer, estaba convencida de ello. Y ni siquiera estaba lo más ligeramente asustada, lo único que la podía preocupar era qué sería de Capi si ella moría, por lo demás todo no le importaba. Su abuelo había sido un masoca de narices, para él términos como la muerte eran de risa. Era el novio de la muerte y nunca había tenido reparo en hablar largo y tendido con su nieta sobre ese tipo de cosas. A Carmen no le asustaba morir, él le había enseñado a no temer a la muerte, pero sí a respetarla. Eran cosas diferentes, aunque pudieran confundirse.
— Siento no poder decir lo mismo de ti — respondió con sorna.
La camiseta le cayó en plena cara, se la quitó rápidamente, molesta de que eso la hubiera tocado. Sin embargo, esa burda distracción había sido positiva para él, logrando así golpearla. En apenas esos segundos en los que tiraba la prenda lejos. Capi ladró, eso no tuvo que hacerle ninguna gracia al can, al igual que a ella, la había enfurecido, pero esto había ayudado a que ahora pudiese actuar y lo mejor, que supiese cómo proceder. Sujetando el bate con ambas manos, se giró, para apartarse de él, apoyarse sobre sus pies y así fue como aprovechó el propio golpe de él y ese momento para moverse de forma contraria a lo que parecía. Dio la sensación de que Carmen lo golpearía con el extremo del bate y en lugar de ello, en un ágil movimiento retrocedió cambiando sus movimientos para tratar de golpearle con el propio mango del bate en la zona de las costillas. Un golpe ahí podía ser una gran molestia, si acertaba hasta podría dejarle sin aire durante un momento.
Carmen retrocedió rápida, guardando de nuevo las distancias con el bate alzado. Se pasó la izquierda por la nariz para limpiarse la sangre que había caído y luego desvió la mirada hacia él. ¿Hasta dónde quería llegar? Carmen iba a hacer lo que tenía que hacer, estaba convencida de ello. Y ni siquiera estaba lo más ligeramente asustada, lo único que la podía preocupar era qué sería de Capi si ella moría, por lo demás todo no le importaba. Su abuelo había sido un masoca de narices, para él términos como la muerte eran de risa. Era el novio de la muerte y nunca había tenido reparo en hablar largo y tendido con su nieta sobre ese tipo de cosas. A Carmen no le asustaba morir, él le había enseñado a no temer a la muerte, pero sí a respetarla. Eran cosas diferentes, aunque pudieran confundirse.
- Dados:
- 1º Dado: ataque - 7 + 4 = 11.
2º Dado: defensa - 0 = Fallo.
Daño del bate: 3 + Fuerza (3) = - 6 puntos.
El miembro 'Carmen Ruiz' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
'Números' :
Resultados :
'Números' :
Resultados :
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
La bella y la bestia
Hawnk debió sorprender a la chica pues consiguió encargarle un golpe que imaginaba toco la cara de la fémina, aunque el recibió a su vez un batazo en el brazo izquierdo, el golpe pego sobre este a la altura del hombro más bajo, entre el codo y el hombro, había tenido suerte y pese al dolor que podría experimentar se daba por satisfecho, tener que combatir con alguien armado y con lo que parecía cierta experiencia era un total problema, aunque no cedería, ¿Qué deseaba demostrar con eso?, solo buscaba pasarlo bien en aquel momento de conflicto, posiblemente no fuera entendido, quizás lo más decepcionante de todo aquello era que, la fémina, no mostraba ninguna clase de miedo, ni temblaba ni tampoco parecía inquieta, era raro pero en sus adentros aquello representaba algo valioso, como una lucha de poderes o más bien un conflicto de intereses, no era ni de lejos fácil de describirlo pero, aquel hombre giro su cuello y mostro una larga sonrisa, inquietante cuanto menos viendo como la mujer se limpiaba la sangre.
-Una chica bien dura, me gusta eso, ¿Cómo te llamas “santurrona”?, preguntó con descaro soltando algunas carcajadas ante lo que ocurría, colocándose nuevamente en guardia mientras que hacía unos ligeros estiramientos con sus brazos, casi como si soltara derechazos al aire, una mera practica buscando entender si había tenido algún daño más en su cuerpo percibido por el golpe de bate de la mujer, lo estaba disfrutando, no por el hecho de combatir que también sino por cómo se había presentado la situación, tocaba ver que pasaría a continuación, por lo que, mirándola con suma calma, se colocó en aquella posición de ataque, viendo lo que había pasado ahora no tenía distracción ni un modo fácil de entrar, tenía que estar más alerta si cabe en sus manos, toleraba bien el dolor o al menos eso parecía, solo eran evidencias de lo que el hombre había pensado en un principio, esa mujer pertenecía a algún cuerpo militar o de la autoridad, debía ser eso aunque no lo sabía.
-Es nuestra primera peleilla de “amigos”, ni tan mal, sigues declinando la invitación a darme la blusa ¿no?, volvió a preguntar con descaro para moverse hacia ella, debía ser cauto y esperar el ataque de la mujer, de hacerlo intentaría esquivar para encajar otro golpe en la cara de la fémina, otro en caso de seguir con aquello, la adrenalina rondaba su sistema nervioso y solo hacia poner más interesantes las cosas.
- Datos de combate y tirada:
- Tras aquel golpe recibido por ambos, busca charlar para proseguir con el combate.
- Combate: 4
- Forma Física: 4
- Defensa: 4
Especificaciones:
1º Dado, dado de ataque
2º Dado, dado de defensa
¡Mucha suerte y a disfrutar! - Combate: 4
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