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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Same sh*t, different day [Harvey Black]
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— Puedes marcharte cuando quieras — Dijo mientras abría las cortinas de la habitación, seguía haciendo un frío que te cagas por las mañanas pero Lawrence estaba bastante acostumbrado a las bajas temperaturas. A pesar de ser bien temprano ya se podía ver movimiento por el pueblo, la gente no tenía tiempo que perder, las granjas y el mercado no se iban a mantener solos.
— Has hecho bien en contarme lo de Owen, no tienes que preocuparte más por él — Lawrence acabó de ponerse la ropa al tiempo que se giraba para mirar a Sarah, que también había acabado de vestirse. El hombre caminó hasta ella con toda la calma del mundo, sujetándola por la cara y pasando el pulgar por el moratón que el tal Owen le había dejado en el pómulo.
— Te he dicho que te largues — Susurró soltándola con un gesto brusco antes de abrir la puerta y bajar hasta la cocina de la casa de la que se había apropiado cuando llegaron al pueblo. Eisen no solía preocuparse por nadie en el pueblo, y sin duda no se preocupaba por Sarah, solo... prefería que siguiera viva. Él se ocupaba de protegerla y ella de calentarle la cama cuando a él le venía en gusto, entre otros favores.
Aquel día Lawrence no tenía mucho que hacer, había quedado con Harvey en dar una vuelta por el pueblo para asegurarse de que todo marcha como debe marchar, y ahora también tenía que hacerle una visita al tal Owen. Hasta que Harvey llegara no tenía mucho más que hacer así que cogió su desayuno, algo obligatorio para él por las mañanas, y salió al porche delantero para comérselo allí mientras esperaba a que llegara la jefa, entre tanto Sarah salió de la casa.
— Sarah — Eisen la agarró por la muñeca antes de que se marchara. — Recuerda que no soy tu puto guardaespaldas, o te lo explicaré yo — Alzó el cuchillo con el que partía el pan con la otra mano, ella ya sabía lo cruel que podía ser. Después de unos segundos eternos la soltó, no quería que Sarah llegara tarde a su turno. Cuando levantó la mirada pudo ver a Harvey acercarse hasta las escaleras del porche.
— Has hecho bien en contarme lo de Owen, no tienes que preocuparte más por él — Lawrence acabó de ponerse la ropa al tiempo que se giraba para mirar a Sarah, que también había acabado de vestirse. El hombre caminó hasta ella con toda la calma del mundo, sujetándola por la cara y pasando el pulgar por el moratón que el tal Owen le había dejado en el pómulo.
— Te he dicho que te largues — Susurró soltándola con un gesto brusco antes de abrir la puerta y bajar hasta la cocina de la casa de la que se había apropiado cuando llegaron al pueblo. Eisen no solía preocuparse por nadie en el pueblo, y sin duda no se preocupaba por Sarah, solo... prefería que siguiera viva. Él se ocupaba de protegerla y ella de calentarle la cama cuando a él le venía en gusto, entre otros favores.
Aquel día Lawrence no tenía mucho que hacer, había quedado con Harvey en dar una vuelta por el pueblo para asegurarse de que todo marcha como debe marchar, y ahora también tenía que hacerle una visita al tal Owen. Hasta que Harvey llegara no tenía mucho más que hacer así que cogió su desayuno, algo obligatorio para él por las mañanas, y salió al porche delantero para comérselo allí mientras esperaba a que llegara la jefa, entre tanto Sarah salió de la casa.
— Sarah — Eisen la agarró por la muñeca antes de que se marchara. — Recuerda que no soy tu puto guardaespaldas, o te lo explicaré yo — Alzó el cuchillo con el que partía el pan con la otra mano, ella ya sabía lo cruel que podía ser. Después de unos segundos eternos la soltó, no quería que Sarah llegara tarde a su turno. Cuando levantó la mirada pudo ver a Harvey acercarse hasta las escaleras del porche.
— ¿Te lo has pasado bien? — enarcó una ceja mientras observaba de reojo como la joven salía de la casa de Eisen. Harvey ni siquiera se acordaba de su nombre, se limitó a avanzar hasta el porche y subir los escalones con las manos en los bolsillos — Para la próxima podrías invitarme... últimamente no le hago ascos a nada — se encogió de hombros mientras se apoyaba en la barandilla y estiraba su cuello.
— ¿No le habrás pegado tú, no? — Harvey se giró repentinamente hacia Eisen alzando una ceja. — Joder, eso sí que no, ¿eh? — ni siquiera estuvo muy segura de sus palabras, no hacía a Eisen esa clase de gilipollas, por lo que no insistió mucho en el tema. — ¿Sabes que el idiota de...? — alzó una mano pensativa, tratando de recordar el nombre. — Da igual, uno de los gemelos seniles esos... ¿se ha traído a una putita rubia del exterior? — por un lado parecía molesta, aún así empezó a reírse. — Me dicen los guardias que simplemente salió y regresó ayudando a un pivón a entrar al refugio, ni me ha avisado, ni me ha preguntado... nada — se giró hacia él para apoyar la espalda sobre la barandilla. — ¿Crees que aún se le levanta al viejo? — añadió con sarcasmo. — En fin... mañana iré a ver a la señorita, a saber quién coño es... ¿tú, qué tal tu...? iba a decir mañana, pero no me interesan los detalles y dudo que hayas hecho nada más... — se rascó la barbilla. — Vamos a dar una vuelta por el poblado a ver con qué coño nos sorprenden hoy estos gilipollas — le hizo un gesto con la cabeza y salió del porche en dirección hacia la plaza. Aquel día era el mercado de intercambio, día en el que por norma general siempre había peleas entre todos y ellos dos tenían que actuar de jueces.
— ¿No le habrás pegado tú, no? — Harvey se giró repentinamente hacia Eisen alzando una ceja. — Joder, eso sí que no, ¿eh? — ni siquiera estuvo muy segura de sus palabras, no hacía a Eisen esa clase de gilipollas, por lo que no insistió mucho en el tema. — ¿Sabes que el idiota de...? — alzó una mano pensativa, tratando de recordar el nombre. — Da igual, uno de los gemelos seniles esos... ¿se ha traído a una putita rubia del exterior? — por un lado parecía molesta, aún así empezó a reírse. — Me dicen los guardias que simplemente salió y regresó ayudando a un pivón a entrar al refugio, ni me ha avisado, ni me ha preguntado... nada — se giró hacia él para apoyar la espalda sobre la barandilla. — ¿Crees que aún se le levanta al viejo? — añadió con sarcasmo. — En fin... mañana iré a ver a la señorita, a saber quién coño es... ¿tú, qué tal tu...? iba a decir mañana, pero no me interesan los detalles y dudo que hayas hecho nada más... — se rascó la barbilla. — Vamos a dar una vuelta por el poblado a ver con qué coño nos sorprenden hoy estos gilipollas — le hizo un gesto con la cabeza y salió del porche en dirección hacia la plaza. Aquel día era el mercado de intercambio, día en el que por norma general siempre había peleas entre todos y ellos dos tenían que actuar de jueces.

— No es lo mejor que he hecho, pero para pasar una noche no me voy a poner exquisito... — Pegó un trago al vaso de agua para después cortar una rebanada de pan, mirando de reojo a la gente que pasaba por delante de la casa. — Lo tendré en cuenta para la próxima, cuantas más mujeres en mi cama mejor para todos — Se llevó una rebanada de pan a la boca mirando a Harvey y negando con la cabeza. — Harvey, por favor, lo que yo le he hecho está debajo del pantalón, y te aseguro que le gustó — Se recostó en su silla con una ligera risa mientras escuchaba la historia del viejo.
— No me voy a quejar si traen mujeres, quitando a un grupito esto es un campo de nabos que no veas. Poder femenino y esas cosas, ¿eh? — Se tomó su desayuno con toda la calma del mundo, incluso le ofreció a Harvey algo de pan. — Joder, me caen genial, están más idos de la olla... Mira, o el hombre tiene encanto o algo muy grande en los pantalones, y yo, yo me alegro por él. A su edad tienes que disfrutar lo que puedas. — Eisen se levantó de su silla, por un momento envidió a los gemelos, habían sido capaces de sobrevivir hasta esa edad, algo que para el resto del mundo ahora sería mucho más complicado de lograr.
— Lo que pasa es que tienes envidia, no me digas que te has levantado sola en tu cama... — Dijo con algo de sorna intentando picarle, sabía que Harvey podía tener al que quisiera del pueblo, no solo por ser la que mandara si no por la clase de mujer que era. Antes de marcharse se asomó por la puerta de la casa para coger la cartuchera con la pistola y su chaqueta vaquera — Sabes que me encanta dar un par de puñetazos pero tampoco me importaría que por un día se comportaran — Se puso a la altura de Harvey y ambos fueron hasta la plaza. — Te acuerdas de Owen, ¿no? Pues es el que le ha hecho esa marca a la chavala... Voy a pegarle una paliza, por si quieres apuntarte — Dijo con las manos metidas en los bolsillos mientras miraba los productos que la gente tenía para comerciar en el mercado.
— No me voy a quejar si traen mujeres, quitando a un grupito esto es un campo de nabos que no veas. Poder femenino y esas cosas, ¿eh? — Se tomó su desayuno con toda la calma del mundo, incluso le ofreció a Harvey algo de pan. — Joder, me caen genial, están más idos de la olla... Mira, o el hombre tiene encanto o algo muy grande en los pantalones, y yo, yo me alegro por él. A su edad tienes que disfrutar lo que puedas. — Eisen se levantó de su silla, por un momento envidió a los gemelos, habían sido capaces de sobrevivir hasta esa edad, algo que para el resto del mundo ahora sería mucho más complicado de lograr.
— Lo que pasa es que tienes envidia, no me digas que te has levantado sola en tu cama... — Dijo con algo de sorna intentando picarle, sabía que Harvey podía tener al que quisiera del pueblo, no solo por ser la que mandara si no por la clase de mujer que era. Antes de marcharse se asomó por la puerta de la casa para coger la cartuchera con la pistola y su chaqueta vaquera — Sabes que me encanta dar un par de puñetazos pero tampoco me importaría que por un día se comportaran — Se puso a la altura de Harvey y ambos fueron hasta la plaza. — Te acuerdas de Owen, ¿no? Pues es el que le ha hecho esa marca a la chavala... Voy a pegarle una paliza, por si quieres apuntarte — Dijo con las manos metidas en los bolsillos mientras miraba los productos que la gente tenía para comerciar en el mercado.
— Oh gracias por la invitación, Eisen, pensé que jamás me lo pedirías — puso su mejor cara de agradecimiento, como si de verdad le estuviera haciendo un favor, incluso juntó ambas manos, pero evidentemente en el mayor de los sarcasmos. — Si quiero follarte lo haré y punto, no me toques las narices... — soltó ahora de verdad mientras se acercaba a él y sin apartar la mirada de sus ojos le sujetaba, igual con demasiada brusquedad, por la entrepierna. — Pero no lo haré con esa pava delante, ni en una larga temporada... resulta que te acabo de ver ahora y he pensado "que fanfarrón" y eso no me pone nada Eisen — Harvey le soltó y sonrió con una mezcla de diversión y hasta perversidad.
— Ahora dejemos de pensar con lo de ahí abajo y volvamos arriba — se señaló la cabeza. — Vamos a partirle la cara al gilipollas de Owen — bajó rápidamente los escalones del porche y comenzó a caminar en dirección de la plaza. Siempre era la misma historia, ella creía que ya podía tenerlo todo bien atado y entonces... bam, la sorprendían y para mal.
Cuando llegaron a la plaza a Harvey no le hizo ni pizca de gracia el revuelo que había montado por allí, eso no era buena señal, para nada lo era. Comenzó a avanzar entre la gente, apartando a algunos casi a empujones.
— ¡Eh! — no le importó golpear a Mike, quien no la dejaba pasar. — ¿Qué coño está pasando aquí? — preguntó cuando logró alcanzar la mesa. Había gente al rededor, no parecían muy contentos con la situación. Y al mando del puesto se encontraba Louise. Harvey le miró enarcando una ceja. — ¿Qué has hecho ya?
— Ahora dejemos de pensar con lo de ahí abajo y volvamos arriba — se señaló la cabeza. — Vamos a partirle la cara al gilipollas de Owen — bajó rápidamente los escalones del porche y comenzó a caminar en dirección de la plaza. Siempre era la misma historia, ella creía que ya podía tenerlo todo bien atado y entonces... bam, la sorprendían y para mal.
Cuando llegaron a la plaza a Harvey no le hizo ni pizca de gracia el revuelo que había montado por allí, eso no era buena señal, para nada lo era. Comenzó a avanzar entre la gente, apartando a algunos casi a empujones.
— ¡Eh! — no le importó golpear a Mike, quien no la dejaba pasar. — ¿Qué coño está pasando aquí? — preguntó cuando logró alcanzar la mesa. Había gente al rededor, no parecían muy contentos con la situación. Y al mando del puesto se encontraba Louise. Harvey le miró enarcando una ceja. — ¿Qué has hecho ya?

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