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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Luto [Erica Ashcroft]
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Los días se sucedían uno tras otro, Harvey Black, la líder de St. Friedrich había estado trabajando muy duro en reforzar las defensas del refugio. Los muros eran altos y servían para mantener a los zombies al otro lado, pero Harvey quería más y por eso habían dispuesto un sin fin de trampas en los alrededores, además de que había aumentado las guardias de vigilancia, e incluso siempre había dos grupos que se dedicaban a pasear por los alrededores en el exterior. Ellos acababan con cualquiera que se acercase.
Ella misma se levantaba todos los días temprano para revisar que las tareas se cumplieran. Afortunadamente eran suficientes en el poblado para que las guardias y todo se cumpliera. Estaba cada vez más satisfecha con los resultados. Aún así había cosas que a ella la preocupaban demasiado.
Ni siquiera le importaba discutir con los hombres de allí, aunque la doblasen en tamaño. Ella tenía muy mal carácter y no le importó gritar y golpear incluso a uno de ellos por haber dejado tirados a sus compañeros. Harvey creía en la comunidad de St. Friedrich como un lugar en el que debían tratarse con respeto y honor, por lo que eso suponía no mentirse entre ellos. El resto del mundo le daba igual, ella incluso toleraba la violencia siempre y cuando fuera justificada. Si alguien hacía algo mal, debía pagarlo con creces. St. Friedrich no era un lugar idílico, pero se había convertido en su hogar.
— Harvey, tenemos un problema — comentó uno de sus hombres, ella se giró con un suspiro. — ¿Qué pasa ahora? — preguntó con resignación. — Es sobre Hawnk — Harvey suspiró, hacía mucho tiempo que no le habían visto, por lo que al parecer había llegado el momento de darlo por muerto. Y si fuera un simple cualquiera le habría dado igual, pero era miembro de los siete y ahora ella debía elegir a alguien nuevo con dos dedos de frente. Eso iba a ser complicado, aunque no tanto que fuera más espabilado que Hawnk. — Está bien, ¿eso significa que nos vamos de funeral? — preguntó con sarcasmo.
Ella misma se levantaba todos los días temprano para revisar que las tareas se cumplieran. Afortunadamente eran suficientes en el poblado para que las guardias y todo se cumpliera. Estaba cada vez más satisfecha con los resultados. Aún así había cosas que a ella la preocupaban demasiado.
Ni siquiera le importaba discutir con los hombres de allí, aunque la doblasen en tamaño. Ella tenía muy mal carácter y no le importó gritar y golpear incluso a uno de ellos por haber dejado tirados a sus compañeros. Harvey creía en la comunidad de St. Friedrich como un lugar en el que debían tratarse con respeto y honor, por lo que eso suponía no mentirse entre ellos. El resto del mundo le daba igual, ella incluso toleraba la violencia siempre y cuando fuera justificada. Si alguien hacía algo mal, debía pagarlo con creces. St. Friedrich no era un lugar idílico, pero se había convertido en su hogar.
— Harvey, tenemos un problema — comentó uno de sus hombres, ella se giró con un suspiro. — ¿Qué pasa ahora? — preguntó con resignación. — Es sobre Hawnk — Harvey suspiró, hacía mucho tiempo que no le habían visto, por lo que al parecer había llegado el momento de darlo por muerto. Y si fuera un simple cualquiera le habría dado igual, pero era miembro de los siete y ahora ella debía elegir a alguien nuevo con dos dedos de frente. Eso iba a ser complicado, aunque no tanto que fuera más espabilado que Hawnk. — Está bien, ¿eso significa que nos vamos de funeral? — preguntó con sarcasmo.
Aquel día se despertó como de costumbre bastante temprano. Zipi y Zape la habían acostumbrado a dormirse temprano, al principio se negó, pero conforme pasaban los días y se daba cuenta de que no podía hacer gran cosa en la casa estando ellos dormidos, la rubia tomó la misma costumbre. Así que había días que Erica se levantaba e iba a dormir de sol a sol. Seguía una rutina sencilla, se levantaba, tomaba un zumo, salía a correr, llegaba hasta el bosque, a la orilla del lago y allí entrenaba durante una hora hasta que regresaba al poblado para desayunar.
Después se acercaba a la plaza del pueblo, allí todos los días la gente hacía una especie de mercadillo para intercambiar los productos que conseguían. ella echaba un vistazo y si le interesaba algo trataba de ponerle precio. Después se acercaba a la granja de los Stolzfus, que por cierto, los hijos de Enno y Zasha no la aguantaban. A sus ojos no entendían por qué una joven se iba a vivir con dos hombres mayores. Pero a ella le daba igual, simplemente iba a recoger las cosas que los jóvenes prepraban para sus padres. Leche, huevos, queso, algunas frutas y verduras... poco más. Para ir tirando. Después regresaba a la casa y solía ayudar en las tareas del hogar, una vez que los dos ancianos estaban espabilados. Pero aquel día fue diferente, ya que se topó con Harvey y los suyos.
Erica solía evitarla, no por miedo, si no que no soportaba su mal humor y menos que la vigilase de aquella forma. Habían llegado a un acuerdo y Erica lo respetaría pasando desapercibida.
— ... — no dijo gran cosa, ni siquiera un buenos días o algo similar, se limitó a pasar de largo, pero no pudo evitar escuchar parte de la conversación. — ¿Quién se ha muerto? — cuestionó con curiosidad, girándose hacia ellos dos, mientras sujetaba la caja de alimentos contra sus caderas.
Después se acercaba a la plaza del pueblo, allí todos los días la gente hacía una especie de mercadillo para intercambiar los productos que conseguían. ella echaba un vistazo y si le interesaba algo trataba de ponerle precio. Después se acercaba a la granja de los Stolzfus, que por cierto, los hijos de Enno y Zasha no la aguantaban. A sus ojos no entendían por qué una joven se iba a vivir con dos hombres mayores. Pero a ella le daba igual, simplemente iba a recoger las cosas que los jóvenes prepraban para sus padres. Leche, huevos, queso, algunas frutas y verduras... poco más. Para ir tirando. Después regresaba a la casa y solía ayudar en las tareas del hogar, una vez que los dos ancianos estaban espabilados. Pero aquel día fue diferente, ya que se topó con Harvey y los suyos.
Erica solía evitarla, no por miedo, si no que no soportaba su mal humor y menos que la vigilase de aquella forma. Habían llegado a un acuerdo y Erica lo respetaría pasando desapercibida.
— ... — no dijo gran cosa, ni siquiera un buenos días o algo similar, se limitó a pasar de largo, pero no pudo evitar escuchar parte de la conversación. — ¿Quién se ha muerto? — cuestionó con curiosidad, girándose hacia ellos dos, mientras sujetaba la caja de alimentos contra sus caderas.
Harvey se llevó una mano a la frente al escucharle.
— Mejor, nos vamos quitando a la morralla — en realidad no, a ella más que a nadie le pesaba que aquellos tipos se hubieran caído. Que era como ella se refería al hecho de que desaparecieran miembros de Los Siete. Suspiró y volvió a suspirar al escuchar aquella voz que tan pesada se le hizo.
— Buenos días Erica, no se ha muerto nadie — se giró hacia la rubia con notable malestar. — No damos por muertos a nadie, solo por desaparecidos... — pronunció las últimas palabras entre dientes. Porque sabía que era en realidad lo mismo, más en aquellos tiempos, pero no quería darle la razón a la rubia, por muy estúpido que fuera.
— Mejor así, necesito personas fuertes aquí, no idiotas que huyen a la primera de cambio — se volvió a girar hacia Harry cuando algo pareció hacer clic en su cabeza y volvió la mirada hacia la rubia. — ¿Cuánto tiempo llevas aquí? — preguntó enarcando una ceja. — ¿Tienes pensado quedarte? — se iba a odiar por aquel pensamiento, más tarde se arrepentiría... pero en aquel momento le pareció simplemente perfecto. Erica Smith como una más de Los Siete, no tenían por qué llevarse bien y sabía que la rubia los tenía bien puestos, era seguramente más inteligente que todos aquellos patanes juntos... y... sabría llevar las cosas.
— Mejor, nos vamos quitando a la morralla — en realidad no, a ella más que a nadie le pesaba que aquellos tipos se hubieran caído. Que era como ella se refería al hecho de que desaparecieran miembros de Los Siete. Suspiró y volvió a suspirar al escuchar aquella voz que tan pesada se le hizo.
— Buenos días Erica, no se ha muerto nadie — se giró hacia la rubia con notable malestar. — No damos por muertos a nadie, solo por desaparecidos... — pronunció las últimas palabras entre dientes. Porque sabía que era en realidad lo mismo, más en aquellos tiempos, pero no quería darle la razón a la rubia, por muy estúpido que fuera.
— Mejor así, necesito personas fuertes aquí, no idiotas que huyen a la primera de cambio — se volvió a girar hacia Harry cuando algo pareció hacer clic en su cabeza y volvió la mirada hacia la rubia. — ¿Cuánto tiempo llevas aquí? — preguntó enarcando una ceja. — ¿Tienes pensado quedarte? — se iba a odiar por aquel pensamiento, más tarde se arrepentiría... pero en aquel momento le pareció simplemente perfecto. Erica Smith como una más de Los Siete, no tenían por qué llevarse bien y sabía que la rubia los tenía bien puestos, era seguramente más inteligente que todos aquellos patanes juntos... y... sabría llevar las cosas.
— Tal vez hace unos años te diera la razón, pero ahora... — se encogió de hombros. — Para mi morir y desaparecer es lo mundo — Erica saludó con un sencillo gesto de cabeza a las palabras de Harvey y estaba por seguir su camino cuando la mujer le preguntó sobre el tiempo que llevaba allí.
— ¿Ya quieres que me vaya? — se giró y sus propias palabras la hicieron reír. — Quiero decir... sé que ya querías que me largase desde el minuto uno, así que no hace falta que te andes con rodeos — pero enarcó una ceja cuando ella le hizo la última pregunta. — ¿Quedarme? — no lo había pensado. Llegó hasta aquel lugar agotada, aburrida de La Prisión y simplemente pensó en quedarse una semana o dos a lo sumo, pero ya llevaba allí... ¿Cuánto tiempo llevaba allí?
— Si no te conociera diría que quieres que me quede Harvey — analizó su mirada. — No te preocupes, comenzaré a prepararme una mochila y me largaré... lo antes posible — algo en su interior hizo clic y de golpe una sensación de malestar la invadió. Erica no quería marcharse de St. Friedrich y acababa de darse cuenta de ello. Estaba a gusto allí, con sus dos abuelos. La sacaban de quicio, sí, pero era la primera vez en su vida que estaba experimentando lo más parecido a tener una familia y aunque no lo quisiera admitir, le gustaba demasiado. — Bueno... debo irme, a seguir haciendo cosas, ciao — hizo un gesto con la mano a modo de despedida.
— ¿Ya quieres que me vaya? — se giró y sus propias palabras la hicieron reír. — Quiero decir... sé que ya querías que me largase desde el minuto uno, así que no hace falta que te andes con rodeos — pero enarcó una ceja cuando ella le hizo la última pregunta. — ¿Quedarme? — no lo había pensado. Llegó hasta aquel lugar agotada, aburrida de La Prisión y simplemente pensó en quedarse una semana o dos a lo sumo, pero ya llevaba allí... ¿Cuánto tiempo llevaba allí?
— Si no te conociera diría que quieres que me quede Harvey — analizó su mirada. — No te preocupes, comenzaré a prepararme una mochila y me largaré... lo antes posible — algo en su interior hizo clic y de golpe una sensación de malestar la invadió. Erica no quería marcharse de St. Friedrich y acababa de darse cuenta de ello. Estaba a gusto allí, con sus dos abuelos. La sacaban de quicio, sí, pero era la primera vez en su vida que estaba experimentando lo más parecido a tener una familia y aunque no lo quisiera admitir, le gustaba demasiado. — Bueno... debo irme, a seguir haciendo cosas, ciao — hizo un gesto con la mano a modo de despedida.
Conforme Erica se marchaba, Harvey frunció sus labios con fuerza. Algo, su ego, la impedía hablar, ¿en qué estaba pensando? ¿ofrecerle un puesto a Erica en Los Siete? Harvey se mordió los labios. Siempre había pensado muy bien a quien le cedía aquellos puestos y no es que le hubiera ido muy bien, tenía un largo historial de fracasos. Pero Erica era diferente, estaba hecha de su misma pasta y lo sabía, aunque no la soportase.
Escuchaba los pasos de ella alejarse.
— ¿Crees que vas a encontrar algo mejor ahí afuera? — preguntó alzando la voz. — ¿Ese lugar tendrá la suficiente estabilidad como para crear tu venganza personal? — Harvey lanzó aquellas palabras al aire como si fueran cuchillos. Era evidente que la rubia buscaba venganza y probablemente Umbrella tuviera la culpa, ahí Harvey no iba a entrar, pasaba de la compañía a esas alturas.
— Quédate, al fin y al cabo esos dos parecen encantados contigo... no querremos darles un disgusto a los viejos — se encogió de hombros quitándole importancia a la situación, pero fue incapaz de hablar sobre su puesto en los Siete. Tal vez esperaría algo más.
Escuchaba los pasos de ella alejarse.
— ¿Crees que vas a encontrar algo mejor ahí afuera? — preguntó alzando la voz. — ¿Ese lugar tendrá la suficiente estabilidad como para crear tu venganza personal? — Harvey lanzó aquellas palabras al aire como si fueran cuchillos. Era evidente que la rubia buscaba venganza y probablemente Umbrella tuviera la culpa, ahí Harvey no iba a entrar, pasaba de la compañía a esas alturas.
— Quédate, al fin y al cabo esos dos parecen encantados contigo... no querremos darles un disgusto a los viejos — se encogió de hombros quitándole importancia a la situación, pero fue incapaz de hablar sobre su puesto en los Siete. Tal vez esperaría algo más.
La rubia enarcó una ceja y no dijo nada, se limitó a escuchar las palabras de la líder de St. Friedrich a la vez que sus labios, apretados en una fina línea se iban curvando ligeramente, transformándose en una sonrisa ladeada.
— Diría que a parte de los viejos tú también me ha pillado cariño, ¿verdad? — la expresión de la alemana se tornó hasta traviesa, a la vez que se acercaba a Black con aire divertido. No entendía a qué estaba jugando la mujer, pero empezaba a hacerle gracia, aunque por dentro no se fiara nada de ella. — Tienes razón, en realidad — había omitido las palabras sobre su venganza. Erica se había olvidado durante un tiempo de ella, St. Friedrich la había absorbido por completo, pero sabía que tarde o temprano la cumpliría y era cierto que estando allí sería más sencillo. El lugar le gustaba mucho más que La Prisión, en realidad se había olvidado de que buscaba un lugar fijo, tras dejar Atlanta y ahora que había encontrado algo que le gustaba... no se había planteado quedarse allí hasta aquella conversación. O más bien no lo había pensado de forma real, puesto que Erica inconscientemente había estado retrasando su marcha.
— Puede que sí, que me lo piense — se mordió el labio. Aunque se mostraba dubitativa, ya había tomado una decisión y era que St. Friedrich a diferencia de La Prisión le gustaba de verdad. — Pero ahora que conozco estos sentimientos tuyos, puede que vaya a visitarte más a menudo — incluso le guiñó un ojo a la mujer. Sabía que Harvey quería algo de ella, sino, no le ofrecería quedarse y se andaría con pies de plomo. Cuando la morena quisiera decirle lo que quería ella estaría preparada para cualquier cosa.
— Diría que a parte de los viejos tú también me ha pillado cariño, ¿verdad? — la expresión de la alemana se tornó hasta traviesa, a la vez que se acercaba a Black con aire divertido. No entendía a qué estaba jugando la mujer, pero empezaba a hacerle gracia, aunque por dentro no se fiara nada de ella. — Tienes razón, en realidad — había omitido las palabras sobre su venganza. Erica se había olvidado durante un tiempo de ella, St. Friedrich la había absorbido por completo, pero sabía que tarde o temprano la cumpliría y era cierto que estando allí sería más sencillo. El lugar le gustaba mucho más que La Prisión, en realidad se había olvidado de que buscaba un lugar fijo, tras dejar Atlanta y ahora que había encontrado algo que le gustaba... no se había planteado quedarse allí hasta aquella conversación. O más bien no lo había pensado de forma real, puesto que Erica inconscientemente había estado retrasando su marcha.
— Puede que sí, que me lo piense — se mordió el labio. Aunque se mostraba dubitativa, ya había tomado una decisión y era que St. Friedrich a diferencia de La Prisión le gustaba de verdad. — Pero ahora que conozco estos sentimientos tuyos, puede que vaya a visitarte más a menudo — incluso le guiñó un ojo a la mujer. Sabía que Harvey quería algo de ella, sino, no le ofrecería quedarse y se andaría con pies de plomo. Cuando la morena quisiera decirle lo que quería ella estaría preparada para cualquier cosa.
— Supones demasiado Smith... — contestó ella ante la idea de tener sentimiento de cariño por ella. No iba más allá del interés. — Ahórrate tu cariño para los abuelitos Erica — Harvey no estaba de humor tampoco para las bromas de la joven de cabellos rubios. De hecho hasta la sacaba de sus casillas, pero a la vista quedaba que colocar en los siete a gente por su simpatía no salía bien. Necesitaba a auténticos supervivientes, fieras como ella misma y aunque le pesara veía bastante de sí misma en la joven Smith.
— Tú limítate a mantenerte con vida — comentó a modo de despedida mientras que se daba la vuelta y saludaba con la mano. — Ya hablaremos — no dijo más. Se marchó en dirección a su casa, tenía que hacer unas cosas por allí antes de la reunión que tenía planeada para esta tarde. No hablaría de su intención de añadir a Erica a los siete, no aún, pero tantearía que había que buscar a alguien nuevo y ella la presentaría poco a poco. Harvey sabía como tratar con su gente.
— Tú limítate a mantenerte con vida — comentó a modo de despedida mientras que se daba la vuelta y saludaba con la mano. — Ya hablaremos — no dijo más. Se marchó en dirección a su casa, tenía que hacer unas cosas por allí antes de la reunión que tenía planeada para esta tarde. No hablaría de su intención de añadir a Erica a los siete, no aún, pero tantearía que había que buscar a alguien nuevo y ella la presentaría poco a poco. Harvey sabía como tratar con su gente.
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