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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Buscando a Zipi y Zape [St. Friedrich]
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25 de mayo de 2016.
— No puede ser cierto — se quejó con un marcado acento alemán. Estaba bastante exasperada y nada marchaba bien. ¿Qué había pasado con esos dos? Había buscando en la casa, en las granjas que regentaron en su momento, después en las viviendas de los pocos familiares que les quedaban dentro de St. Friedrich y no había ni rastro, los gemelos Stolzfus habían desaparecido.
No era su idea de cómo pasar aquel día, de hecho tenía bastante trabajo que hacer. Desde que había sido nombrada como miembro de Los Siete sus quehaceres eran prácticamente infinitos y el tiempo para sus cosas era inexistente. Por lo que desaprovecharlo buscando a esos dos abueletes no era lo mejor del mundo.
— Me cago en la puta... — maldijo al salir por tercera vez de su casa en lo que llevaba de mañana. Había vuelto hasta en tres ocasiones por si los dos viejos habían regresado ya. No había ni rastro de Azucena y aquello era lo que más la inquietaba. Si habían ido a pasear... ¿es posible que se hubieran hecho daño? No era normal.
Resignada regresó sobre sus pasos, hacia la plaza principal, cuando se fijó en la vivienda de Harvey. ¿Sabría algo la reina del lugar sobre los abuelos favoritos de St. Friedrich? Dirigió sus pasos hacia la vivienda, subió los escalones del porche y comenzó a llamar con fuerza.
— ¡Harvey! — exclamó mientras llamaba con insistencia. — Enno y Zasha llevan toda la mañana desaparecidos, ¿sabes algo? — gritaba con impaciencia para que la escuchase.
Gracias a que los puestos de Los Siete iban llenándose, sus tareas también iban descendiendo. Durante el tiempo que estuvo sola, al cargo de todo, sin la ayuda de nadie... Harvey no había tenido tiempo ni para sonarse los mocos. Ahora todo era algo más fácil y eso le permitía que por ejemplo aquella mañana se quedara durmiendo hasta tarde. ¿El placer de dar vueltas en la cama sin tener que ir a ningún sitio? Llevaba siglos sin poder disfrutar de ello.
Conforme avanzaban las horas del reloj, ella se acomodaba, y se volvía a dormir. Más tarde se levantó, con calma, se echó la bata por encima y descendió las escaleras hacia la cocina decidida a prepararse una buena taza de café. Estaba de muy buen humor, el descanso, la ausencia de trabajo, estrés... todo hasta que... los gritos de Erica Smith la sacaron de ese momento de paz.
Encogió los dedos molesta, dejó la taza de café a la cual no le pudo dar ni un sorbo y fue directa hacia la puerta abriendo de golpe, notablemente cabreada.
— Que sepas que me he cargado a gente por menos — sonrió irónica. — Hola Erica, ¿de verdad me estás interrumpiendo en mi día libre porque tus vejestorios no están en su casita haciendo bizcochos, jugando con esa cabra pulgosa... o vete tú a saber qué? — trató de sonar amable, pero era evidente que no lo estaba siendo. Se había dicho hacía tiempo que debía relajar su ira... pero a Harvey esas cosas no...
— Llevo toda la mañana tocándome el coño en casa, figurada y literalmente, ¿crees que debo saber algo de esos dos? — se encogió de hombros. — Habrán ido a visitar su antigua granja, estarán con la loca esa que... ah no, la loca eres tú. ¿Has ido a casa de la hija de Zasha, ¿cómo se llamaba?? — Harvey se rascó la cabeza. — Raimunda, desde luego se quedaron bien a gusto con el nombre — hizo rodar los ojos. — Me visto y salgo contigo a buscarlos — comentó con pesadez.
En menos de cinco minutos ya estaba fuera de vuelta, cerró tras de sí y se recogió el pelo en una coleta.
— Te has vuelto blanda con esos dos y lo peor... es que me lo estás haciendo a mi también, soy una muy buena líder, ¿qué más puede pedir mi pueblo? — sonrió con sarcasmo mientras se llevaba una mano al pecho.
Conforme avanzaban las horas del reloj, ella se acomodaba, y se volvía a dormir. Más tarde se levantó, con calma, se echó la bata por encima y descendió las escaleras hacia la cocina decidida a prepararse una buena taza de café. Estaba de muy buen humor, el descanso, la ausencia de trabajo, estrés... todo hasta que... los gritos de Erica Smith la sacaron de ese momento de paz.
Encogió los dedos molesta, dejó la taza de café a la cual no le pudo dar ni un sorbo y fue directa hacia la puerta abriendo de golpe, notablemente cabreada.
— Que sepas que me he cargado a gente por menos — sonrió irónica. — Hola Erica, ¿de verdad me estás interrumpiendo en mi día libre porque tus vejestorios no están en su casita haciendo bizcochos, jugando con esa cabra pulgosa... o vete tú a saber qué? — trató de sonar amable, pero era evidente que no lo estaba siendo. Se había dicho hacía tiempo que debía relajar su ira... pero a Harvey esas cosas no...
— Llevo toda la mañana tocándome el coño en casa, figurada y literalmente, ¿crees que debo saber algo de esos dos? — se encogió de hombros. — Habrán ido a visitar su antigua granja, estarán con la loca esa que... ah no, la loca eres tú. ¿Has ido a casa de la hija de Zasha, ¿cómo se llamaba?? — Harvey se rascó la cabeza. — Raimunda, desde luego se quedaron bien a gusto con el nombre — hizo rodar los ojos. — Me visto y salgo contigo a buscarlos — comentó con pesadez.
En menos de cinco minutos ya estaba fuera de vuelta, cerró tras de sí y se recogió el pelo en una coleta.
— Te has vuelto blanda con esos dos y lo peor... es que me lo estás haciendo a mi también, soy una muy buena líder, ¿qué más puede pedir mi pueblo? — sonrió con sarcasmo mientras se llevaba una mano al pecho.
— A ver Enno, criatura, si sabes que eres un vagancio, ¿qué te ha dado ahora por la vida fissness esa? — el anciano se apoyó sobre su bastón y observó a su hermano enarcando una ceja. Enno estaba sentado en un tronco caído y farfullaba molesto por las palabras de su gemelo. Sí, Enno y Zasha eran dos gotas de agua. Azofaifa, su pequeña cabrilla pastaba no muy lejos de ellos.
— Cállate viejo cansino — se quejó él más alto, fue lo único que Enno pudo entender con su sordera y empezó a reírse. — ¡Claaaaro! ¿Quién ha querido meterse un paseo tan largo cuando no camina casi ni para ir al baño? Si pudieras ibas a mear en carro, ¡vago, so perro! — Zasha alzó ambas manos y con un resoplido movió los brazos. Se habían levantado temprano, poco después de que Erica dejara la vivienda para ir con sus tareas. Enno, que era el hombre cojín, había escuchado en el mercado de St. Friedrich a alguien decir que la fitness le estaba cambiando y que al hacer ejercicio se sentía mejor, por lo que le dijo a Zasha: "Hermano, he decidido tomar la vida fissness, tengo que cuidarme". Zasha que no entendió nada le dijo que se fuera a andar con él y el exagerado, porque era un exagerado quiso ir por la ruta más larga de St. Friedrich, que se adentraba en unos bosques hacia el lago. Si Zasha estaba cansado, que todos los días caminaba de un lado a otro... no se quería ni imaginar cómo estaba Enno.
— La vida fissness no es para mi hermano, aaaayyyy... — Zasha que se reía como un niño chico, se sentó a su lado y le dio una palmada en la espalda. — Hermano, poco a poco, me alegro que hayas decidido cuidarte, pero poco a poco o nos matarás a los dos. Ahora, volvamos a casa que es tarde y lo mismo tenemos a la mocica preocupada — le ayudó a ponerse en pie.
— Erica con lo ocupada que está ahora ni se habrá dado cuenta de que no estamos — y siguió farfullando mientras que se apoyaban el uno en el otro para regresar al poblado.
— Cállate viejo cansino — se quejó él más alto, fue lo único que Enno pudo entender con su sordera y empezó a reírse. — ¡Claaaaro! ¿Quién ha querido meterse un paseo tan largo cuando no camina casi ni para ir al baño? Si pudieras ibas a mear en carro, ¡vago, so perro! — Zasha alzó ambas manos y con un resoplido movió los brazos. Se habían levantado temprano, poco después de que Erica dejara la vivienda para ir con sus tareas. Enno, que era el hombre cojín, había escuchado en el mercado de St. Friedrich a alguien decir que la fitness le estaba cambiando y que al hacer ejercicio se sentía mejor, por lo que le dijo a Zasha: "Hermano, he decidido tomar la vida fissness, tengo que cuidarme". Zasha que no entendió nada le dijo que se fuera a andar con él y el exagerado, porque era un exagerado quiso ir por la ruta más larga de St. Friedrich, que se adentraba en unos bosques hacia el lago. Si Zasha estaba cansado, que todos los días caminaba de un lado a otro... no se quería ni imaginar cómo estaba Enno.
— La vida fissness no es para mi hermano, aaaayyyy... — Zasha que se reía como un niño chico, se sentó a su lado y le dio una palmada en la espalda. — Hermano, poco a poco, me alegro que hayas decidido cuidarte, pero poco a poco o nos matarás a los dos. Ahora, volvamos a casa que es tarde y lo mismo tenemos a la mocica preocupada — le ayudó a ponerse en pie.
— Erica con lo ocupada que está ahora ni se habrá dado cuenta de que no estamos — y siguió farfullando mientras que se apoyaban el uno en el otro para regresar al poblado.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Erica recibió a Harvey con un resoplido. Se llevó ambas manos a la cara y se frotó con pesadez.
— Me alegro por ti, pero no quería saber los detalles — sonrió falsamente y se giró para bajar los escalones que bajaban del porche de Black. — ¡No hace falta que vengas, solo preguntaba por ellos! — se estaba arrepintiendo mucho de haber ido a preguntar a Harvey, en menos de cinco minutos ya la había puesto de mal humor. Había estado más tranquila con su poca paciencia al esperarla salir que cuando salió.
Maldijo en alemán.
— Ya he estado en todos esos sitios y no saben nada de ellos — blanda, se había vuelto blanda, hasta ella lo pensaba. ¿Pero de verdad se podía quedar tranquila pensando que esos dos podrían estar en líos? Solo esperaba que no hubieran salido de St. Friedrich, Enno ya lo había hecho un par de veces y eso la enfurecía. Erica se lo había prohibido a ambos. Miró de reojo a Harvey y entonó los ojos haciendo girar sus pupilas.
— Si vienes conmigo tal vez es que te hayas vuelto blanda tú también — decía mientras que caminaba. Enarcó una ceja cuando se refirió a sí misma como buena líder. — Claro... cortar cabezas, cercenar dedos a los ladrones, sacarle un ojo a Jim... — su marcado acento se hacía más fuerte conforme más molesta parecía. Avanzaba rápida, dando zancadas ligeras. No le molestaba que los juicios de Harvey fueran así, de hecho hasta le parecían muy apropiados, esos gilipollas aprendían a base de castigos. Estaba preocupada por esos dos de verdad y eso la enfurecía. Harvey era tan solo la piedra con la que había chocado y no dudaría en patearla. — Una gran líder — añadió sarcástica. Ni siquiera sabía hacia dónde caminaba ya, solo caminaba tratando de ver a sus dos viejos de confianza.
— Me alegro por ti, pero no quería saber los detalles — sonrió falsamente y se giró para bajar los escalones que bajaban del porche de Black. — ¡No hace falta que vengas, solo preguntaba por ellos! — se estaba arrepintiendo mucho de haber ido a preguntar a Harvey, en menos de cinco minutos ya la había puesto de mal humor. Había estado más tranquila con su poca paciencia al esperarla salir que cuando salió.
Maldijo en alemán.
— Ya he estado en todos esos sitios y no saben nada de ellos — blanda, se había vuelto blanda, hasta ella lo pensaba. ¿Pero de verdad se podía quedar tranquila pensando que esos dos podrían estar en líos? Solo esperaba que no hubieran salido de St. Friedrich, Enno ya lo había hecho un par de veces y eso la enfurecía. Erica se lo había prohibido a ambos. Miró de reojo a Harvey y entonó los ojos haciendo girar sus pupilas.
— Si vienes conmigo tal vez es que te hayas vuelto blanda tú también — decía mientras que caminaba. Enarcó una ceja cuando se refirió a sí misma como buena líder. — Claro... cortar cabezas, cercenar dedos a los ladrones, sacarle un ojo a Jim... — su marcado acento se hacía más fuerte conforme más molesta parecía. Avanzaba rápida, dando zancadas ligeras. No le molestaba que los juicios de Harvey fueran así, de hecho hasta le parecían muy apropiados, esos gilipollas aprendían a base de castigos. Estaba preocupada por esos dos de verdad y eso la enfurecía. Harvey era tan solo la piedra con la que había chocado y no dudaría en patearla. — Una gran líder — añadió sarcástica. Ni siquiera sabía hacia dónde caminaba ya, solo caminaba tratando de ver a sus dos viejos de confianza.
Al parecer aquella mañana había ayudado a mejorar el carácter de Black, pues estaba de muy buen humor, tanto que ni se tomó a mal ninguno de los comentarios de Smith.
— Los detalles siempre son lo mejor — le quitó importancia al asunto. Se había sacado un regaliz del bolsillo de la camisa que llevaba y empezó a masticar, le ofreció también uno a Erica. — ¿Blanda yo? — se carcajeó. — Soy más dura que este regaliz que por cierto está como una piedra... — lo tuvo que morder con bastante fuerza para poder romperlo, pero de sabor seguía estando rico y era lo único que le importaba. — A Jim le sigue quedando otro ojo, agradecido con lo buena líder que soy que no le saqué los dos — puntualizó señalándola con el regaliz.
— No quiero que nadie haga esas cosas, y mi gente aprende a base de ver lo que otros hacen, verás como a nadie más se le ocurre espiarnos por las ventanas mientras nos cambiamos de ropa... — esta vez hizo que Erica se detuviera y la miró seria. — Puede que no seamos el mejor poblado del mundo, pero hay una norma básica y es respetarse entre conciudadanos — su semblante fue cambiando de nuevo a ese estado de humor que traía antes. — Y seguro que no te molaría asomarte por la ventana y ver al desgraciado de Jim zurrándose la sardina, ¿no? — alzó las manos ante lo obvio.
— ¡Ya no volverá a pasar, por lo que sí, soy una gran líder! — continuó caminando tras Erica y señaló el sendero. — ¿Has ido hacia el lago o los bosques? tal vez quisieran pasear, también podríamos acercarnos al portón de paso y preguntar si han salido — ella empezó a caminar en esa dirección.
— Los detalles siempre son lo mejor — le quitó importancia al asunto. Se había sacado un regaliz del bolsillo de la camisa que llevaba y empezó a masticar, le ofreció también uno a Erica. — ¿Blanda yo? — se carcajeó. — Soy más dura que este regaliz que por cierto está como una piedra... — lo tuvo que morder con bastante fuerza para poder romperlo, pero de sabor seguía estando rico y era lo único que le importaba. — A Jim le sigue quedando otro ojo, agradecido con lo buena líder que soy que no le saqué los dos — puntualizó señalándola con el regaliz.
— No quiero que nadie haga esas cosas, y mi gente aprende a base de ver lo que otros hacen, verás como a nadie más se le ocurre espiarnos por las ventanas mientras nos cambiamos de ropa... — esta vez hizo que Erica se detuviera y la miró seria. — Puede que no seamos el mejor poblado del mundo, pero hay una norma básica y es respetarse entre conciudadanos — su semblante fue cambiando de nuevo a ese estado de humor que traía antes. — Y seguro que no te molaría asomarte por la ventana y ver al desgraciado de Jim zurrándose la sardina, ¿no? — alzó las manos ante lo obvio.
— ¡Ya no volverá a pasar, por lo que sí, soy una gran líder! — continuó caminando tras Erica y señaló el sendero. — ¿Has ido hacia el lago o los bosques? tal vez quisieran pasear, también podríamos acercarnos al portón de paso y preguntar si han salido — ella empezó a caminar en esa dirección.
— Pues también es verdad, últimamente anda muy ocupada la niña — Zasha caminaba pensativo. — Anioche le dejé la cena hecha y creo que llegó tan tarde que ni comió y le hace falta... que ya has visto lo enclenque que está. Así no va a encontrar marido, ¡no tienen dónde agarrarse! — exclamó Zasha abriendo los brazos y se aferró rápidamente a Enno.
— No seas marichista, que esas cosas ya no se llevan, me lo explicó una chavala el otro día el otro día. La juventud hoy en día se casa solo si quieren ellos y lo mismo Erica no quiere marido... — Enno le pegó un codazo y Zasha se quejó en silencio.
— ¿Marichista? — preguntó Zasha abriendo la boca sorprendido.
— Así es, una muchacha me explicó ayer que ser maricihista es cuando sigues las viejas normas establecidas por los hombres y que las mujeres deben ser libres y elegir su propio camino. Nunca lo había pensado — comentó Enno en voz baja.
— Vaya... Es verdad que casi nunca han tenido voz nuestras mujeres — Zasha miró al suelo pensativo. Ambos caminaban sujetos del brazo. — Siempre se ha hecho lo que se llevaba haciendo antiguamente, pero es verdad que siempre decidían nuestros padres, y los padres de nuestros padres... ¿Y quién dice que eso es lo correcto? — Enno no paraba de asentir.
— ¿Por qué iba a ser yo más que mi María? Ella dio a luz a nuestros hijos, ella sufrió el parto, cuidaba de todos cuando estábamos enfermos, de que no nos pusiéramos enfermos, un plato de comida en cada momento... ¿Por qué ella no podría dar su opinión? — Enno parecía apenado, al igual que Zasha.
— Qué grandes mujeres, María y Enriqueta... ahora me siento mal, espero no haber sido muy maricihistacon ella, mi Enriqueta no se merecía eso — Enno asintió.
— Pienso lo mismo, pero te voy a decir una cosa: más vale aprender del error y darse cuenta que vivir engañado y ahora que sabemos lo que son los marichistas y que es cosa rancia, seremos mejores personas — Enno señaló con su dedo el aire.
— Aunque nos queden dos días para ir al hoyo — ambos se rieron.
— Anda, vamos a dar la vuelta por aquí, visitemos a nuestras hijas, que les vamos a dar una lección sobre los marichistas y a decirles a sus maridos que como sigan con esas cosas les vamos a abrir la cabeza con el callao — ambos asintieron muy serios.
— No seas marichista, que esas cosas ya no se llevan, me lo explicó una chavala el otro día el otro día. La juventud hoy en día se casa solo si quieren ellos y lo mismo Erica no quiere marido... — Enno le pegó un codazo y Zasha se quejó en silencio.
— ¿Marichista? — preguntó Zasha abriendo la boca sorprendido.
— Así es, una muchacha me explicó ayer que ser maricihista es cuando sigues las viejas normas establecidas por los hombres y que las mujeres deben ser libres y elegir su propio camino. Nunca lo había pensado — comentó Enno en voz baja.
— Vaya... Es verdad que casi nunca han tenido voz nuestras mujeres — Zasha miró al suelo pensativo. Ambos caminaban sujetos del brazo. — Siempre se ha hecho lo que se llevaba haciendo antiguamente, pero es verdad que siempre decidían nuestros padres, y los padres de nuestros padres... ¿Y quién dice que eso es lo correcto? — Enno no paraba de asentir.
— ¿Por qué iba a ser yo más que mi María? Ella dio a luz a nuestros hijos, ella sufrió el parto, cuidaba de todos cuando estábamos enfermos, de que no nos pusiéramos enfermos, un plato de comida en cada momento... ¿Por qué ella no podría dar su opinión? — Enno parecía apenado, al igual que Zasha.
— Qué grandes mujeres, María y Enriqueta... ahora me siento mal, espero no haber sido muy maricihistacon ella, mi Enriqueta no se merecía eso — Enno asintió.
— Pienso lo mismo, pero te voy a decir una cosa: más vale aprender del error y darse cuenta que vivir engañado y ahora que sabemos lo que son los marichistas y que es cosa rancia, seremos mejores personas — Enno señaló con su dedo el aire.
— Aunque nos queden dos días para ir al hoyo — ambos se rieron.
— Anda, vamos a dar la vuelta por aquí, visitemos a nuestras hijas, que les vamos a dar una lección sobre los marichistas y a decirles a sus maridos que como sigan con esas cosas les vamos a abrir la cabeza con el callao — ambos asintieron muy serios.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
Observó el regaliz dudosa, pero lo acabó aceptando.
— Gracias — empezó a masticar mientras caminaba de forma acelerada tratando de localizar a sus dos abuelos. Se detuvo bruscamente cuando Harvey la detuvo y hasta tuvo que sujetarse a la mujer para no caer. Miró muy seria a la mujer y tenía que reconocerle que pese a que sus métodos fueran de lo más escabrosos, eran reales. — Ya... — le reconoció sabiendo que decía la verdad y que estaba equivocada.
— Si yo me asomase a mi ventana y viera a ese hijo de la gran puta... — ni fue capaz de terminar la frase, su mandíbula se tensó con solo imaginarse la escena. — Posiblemente hubiera sido yo la que le dejara sin ojo, bueno... puede que hasta sin ojos, en plural — no pudo evitar reírse, resopló tratando de contenerse y negó rápidamente. — O puede que hasta algo peor... — en realidad no eran tan diferentes.
— Lo cierto es que no — observó el sendero, había estado cerca, pero no había llegado a adentrarse en él. — Vale, vayamos —Erica comenzó a caminar aún más rápido, por el camino que llevaba al bosque. Cuando a lo lejos pudo distinguir las tres figuras, el corazón se le aceleró y a la vez se calmó por completo. Eran ellos dos junto a Azofaifa.
— ¡Zasha, Enno! — gritó para que se detuvieran, iban de espaldas adentrándose aún más en el bosque. Y como sabía que estaban más sordos que una tapia comenzó a correr hacia ellos sin dejar de llamarlos.
— Gracias — empezó a masticar mientras caminaba de forma acelerada tratando de localizar a sus dos abuelos. Se detuvo bruscamente cuando Harvey la detuvo y hasta tuvo que sujetarse a la mujer para no caer. Miró muy seria a la mujer y tenía que reconocerle que pese a que sus métodos fueran de lo más escabrosos, eran reales. — Ya... — le reconoció sabiendo que decía la verdad y que estaba equivocada.
— Si yo me asomase a mi ventana y viera a ese hijo de la gran puta... — ni fue capaz de terminar la frase, su mandíbula se tensó con solo imaginarse la escena. — Posiblemente hubiera sido yo la que le dejara sin ojo, bueno... puede que hasta sin ojos, en plural — no pudo evitar reírse, resopló tratando de contenerse y negó rápidamente. — O puede que hasta algo peor... — en realidad no eran tan diferentes.
— Lo cierto es que no — observó el sendero, había estado cerca, pero no había llegado a adentrarse en él. — Vale, vayamos —Erica comenzó a caminar aún más rápido, por el camino que llevaba al bosque. Cuando a lo lejos pudo distinguir las tres figuras, el corazón se le aceleró y a la vez se calmó por completo. Eran ellos dos junto a Azofaifa.
— ¡Zasha, Enno! — gritó para que se detuvieran, iban de espaldas adentrándose aún más en el bosque. Y como sabía que estaban más sordos que una tapia comenzó a correr hacia ellos sin dejar de llamarlos.
— ¿Ves? — se echó a reír mientras que terminaba de comerse el regaliz. — Bueno, mira, al parecer vamos a tener hasta suerte — señaló a lo lejos a los dos ancianos.
— Yo no pienso correr — y sin más, con las manos en los bolsillos comenzó a ir tras la mujer hasta que se percató de algo. — ¿Qué coño...? — su rostro se ensombreció.
— ¡Erica! — gritó y ahora sí que comenzó a correr. A lo lejos, a escasos metros de los dos ancianos aparecía una figura que se tambaleaba e iba hacia ellos dos. Había salido del bosque. Harvey se maldijo al pensar que no llevaba armas ninguna, salvo su cuchillo. ¿Zombies en St. Friedrich, cómo podía ser? Sintió ira, pero sobre todo, un sentimiento de pánico, mezclado hasta con miedo. ¿Por dónde habían entrado, había más? Se pasaban los días revisando el refugio, cada metro de la muralla. No podía ser, ¿era el fin de su refugio, iba a caer también?
Corría con todas sus fuerzas tras Erica.
— ¡Ehhh! — gritaba hacia los gemelos también, en un intento de que se dieran cuenta, de que se alejasen. Antes de que fuera demasiado tarde, no deseaba tampoco que les pasara nada. En cierta manera, ya hasta los consideraba familia, esos tíos lejanos, pelmas... de los que preocuparse de vez en cuando. Y sabía que para Erica se habían vuelto muy importantes. Así que tampoco quería perderlos tontamente, más cuando seguramente serían las personas más ancianas que quedaban con vida. Merecían cierto respeto.
— Yo no pienso correr — y sin más, con las manos en los bolsillos comenzó a ir tras la mujer hasta que se percató de algo. — ¿Qué coño...? — su rostro se ensombreció.
— ¡Erica! — gritó y ahora sí que comenzó a correr. A lo lejos, a escasos metros de los dos ancianos aparecía una figura que se tambaleaba e iba hacia ellos dos. Había salido del bosque. Harvey se maldijo al pensar que no llevaba armas ninguna, salvo su cuchillo. ¿Zombies en St. Friedrich, cómo podía ser? Sintió ira, pero sobre todo, un sentimiento de pánico, mezclado hasta con miedo. ¿Por dónde habían entrado, había más? Se pasaban los días revisando el refugio, cada metro de la muralla. No podía ser, ¿era el fin de su refugio, iba a caer también?
Corría con todas sus fuerzas tras Erica.
— ¡Ehhh! — gritaba hacia los gemelos también, en un intento de que se dieran cuenta, de que se alejasen. Antes de que fuera demasiado tarde, no deseaba tampoco que les pasara nada. En cierta manera, ya hasta los consideraba familia, esos tíos lejanos, pelmas... de los que preocuparse de vez en cuando. Y sabía que para Erica se habían vuelto muy importantes. Así que tampoco quería perderlos tontamente, más cuando seguramente serían las personas más ancianas que quedaban con vida. Merecían cierto respeto.
— ¿Eh? — Zasha se giró, ya que le había parecido escuchar algo. En la lejanía pudo distinguir dos figuras, una de cabello rubio, chiquitita... y la otra morena. Eran dos mujeres, pero estaban tan lejos que sus ojos no eran capaces de verlas bien. — ¿Erica? — preguntó extrañado. — ¿Es Erica?
— Es Erica, viene con Harvey, viejo cegato — Zasha hizo ademán de querer golpear a su hermano con el bastón, pero no lo hizo, le miró muy mal. — Calla viejo sordo — se fue adelantando unos pasos hacia las mujeres. — Ains... no me gusta tanto que se junte con la tipa esta, que Harvey Black es muy... y Erica por lo menos últimamente estaba más... — no era capaz ni de decir las palabras.
— Pero bueno criatura, ¿tú de dónde sales, qué te ha pasado? — decía Enno a sus espaldas. — ¿Qué diantres dices? — no lo miró, solo observaba a Erica a lo lejos, no lo reconocería, pero le alegró ver que los estaba buscando.
— Mírala que maja ella, parece que sí se ha dado cuenta de que... — Zasha sonreía aunque le pesara ver a Black. Su sonrisa cesó cuando escuchó los gruñidos y vio como Harvey gritaba de otra manera. Alerta.
— Niño, a ver si dejamos la bebida, porque vaya careto me traes... que te canta el pozo — al girarse vio a su hermano y a otra persona, avanzaba poco a poco hacia él. Zasha pudo ver las ropas sucias, la piel pálida y cuando lo escuchó gruñir, por poco se le salía el corazón del pecho.
— ¡ZAMBIE — gritó.
— ¿Qué, eso es un zambie de esos? — Enno se asustó poniendo cara de pánico.
— ¡Corre hermano, ay la Azofaifa! — Zasha se puso muy nervioso. Aunque no lo terminaba de entender, Erica se lo había explicado. Avanzó rápidamente hacia ellos y con el bastón en mano comenzó a golpear al zambie por detrás. — ¡Déjale en paz, pestoso! — no dejaba de golpearlo en la cabeza con el bastón. El zambie se giró hacia él y Zasha retrocedió asustado.
Parecía una persona, una cansada y devastada. Sus ojos eran de un color azul tan pálido que parecían blancos, la boca estaba llena de un líquido negruzco que parecía pegajoso.
— ¡Aléjate de mi! — alzó el bastón en su dirección para defenderse.
— Zambieeee — Enno, detrás de ellos trataba de hacer ruido para distraerlo, pero no, él iba hacia Zasha sin pestañear. Zasha trató de golpearlo con el bastón y el zambie lo agarró con fuerza provocando que el anciano cayera, al perder el equilibrio.
— Es Erica, viene con Harvey, viejo cegato — Zasha hizo ademán de querer golpear a su hermano con el bastón, pero no lo hizo, le miró muy mal. — Calla viejo sordo — se fue adelantando unos pasos hacia las mujeres. — Ains... no me gusta tanto que se junte con la tipa esta, que Harvey Black es muy... y Erica por lo menos últimamente estaba más... — no era capaz ni de decir las palabras.
— Pero bueno criatura, ¿tú de dónde sales, qué te ha pasado? — decía Enno a sus espaldas. — ¿Qué diantres dices? — no lo miró, solo observaba a Erica a lo lejos, no lo reconocería, pero le alegró ver que los estaba buscando.
— Mírala que maja ella, parece que sí se ha dado cuenta de que... — Zasha sonreía aunque le pesara ver a Black. Su sonrisa cesó cuando escuchó los gruñidos y vio como Harvey gritaba de otra manera. Alerta.
— Niño, a ver si dejamos la bebida, porque vaya careto me traes... que te canta el pozo — al girarse vio a su hermano y a otra persona, avanzaba poco a poco hacia él. Zasha pudo ver las ropas sucias, la piel pálida y cuando lo escuchó gruñir, por poco se le salía el corazón del pecho.
— ¡ZAMBIE — gritó.
— ¿Qué, eso es un zambie de esos? — Enno se asustó poniendo cara de pánico.
— ¡Corre hermano, ay la Azofaifa! — Zasha se puso muy nervioso. Aunque no lo terminaba de entender, Erica se lo había explicado. Avanzó rápidamente hacia ellos y con el bastón en mano comenzó a golpear al zambie por detrás. — ¡Déjale en paz, pestoso! — no dejaba de golpearlo en la cabeza con el bastón. El zambie se giró hacia él y Zasha retrocedió asustado.
Parecía una persona, una cansada y devastada. Sus ojos eran de un color azul tan pálido que parecían blancos, la boca estaba llena de un líquido negruzco que parecía pegajoso.
— ¡Aléjate de mi! — alzó el bastón en su dirección para defenderse.
— Zambieeee — Enno, detrás de ellos trataba de hacer ruido para distraerlo, pero no, él iba hacia Zasha sin pestañear. Zasha trató de golpearlo con el bastón y el zambie lo agarró con fuerza provocando que el anciano cayera, al perder el equilibrio.
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
La voz de Harvey a sus espaldas provocó que por poco se le saliera el corazón del pecho. Porque su grito de alerta fue lo que le hizo darse cuenta del peligro inminente al que se enfrentaban sus abuelillos. No, no pensó en por qué había zombies en St. Friedrich, en por qué estaba ahí adentro, en de dónde habría salido, nada de eso salvo la urgente necesidad de salvar a Enno y Zasha. La posibilidad de que les pasara algo la golpeó con furia. Y sintió auténtico miedo.
Corrió con todas sus fuerzas. Mientras sujetaba el chakram ya con su derecha. Podía ver a Zasha tratando de golpearlo.
— ¡Atrás, alejaros! — tiró el arma en la distancia, apenas cinco metros, para atacar al zombie. El zombie lo esquivó, recuperó el arma y sin pensarlo dos veces saltó hacia él, ambos cayeron al suelo, Erica trató de golpearlo con toda su furia, pero fue incapaz, erró el ataque, sin embargo, por lo menos, ella logró defenderse también, mientras le atacaba él. Ambos se sujetaban tratando de matarse el uno al otro, sin éxito alguno. Erica estaba sobre él sujetando sus brazos, el zombie gruñía y ella gritaba, haciendo fuerza, fue entonces, cuando se dio cuenta de que lo conocía. Era Josh, su vecino, vivía tres casas más al norte de la suya.
— No puede ser, ¿qué, qué ha pasado...? — en apariencia estaba bien, no parecía tener mordeduras o arañazos. Aunque no podía verlo bien.
— Zasha, Enno, atrás... ¡Harvey! — gritó finalmente llamando a la mujer para que le echara un cable.
Corrió con todas sus fuerzas. Mientras sujetaba el chakram ya con su derecha. Podía ver a Zasha tratando de golpearlo.
— ¡Atrás, alejaros! — tiró el arma en la distancia, apenas cinco metros, para atacar al zombie. El zombie lo esquivó, recuperó el arma y sin pensarlo dos veces saltó hacia él, ambos cayeron al suelo, Erica trató de golpearlo con toda su furia, pero fue incapaz, erró el ataque, sin embargo, por lo menos, ella logró defenderse también, mientras le atacaba él. Ambos se sujetaban tratando de matarse el uno al otro, sin éxito alguno. Erica estaba sobre él sujetando sus brazos, el zombie gruñía y ella gritaba, haciendo fuerza, fue entonces, cuando se dio cuenta de que lo conocía. Era Josh, su vecino, vivía tres casas más al norte de la suya.
— No puede ser, ¿qué, qué ha pasado...? — en apariencia estaba bien, no parecía tener mordeduras o arañazos. Aunque no podía verlo bien.
— Zasha, Enno, atrás... ¡Harvey! — gritó finalmente llamando a la mujer para que le echara un cable.
- DADOS:
- ARMAS ARROJADIZAS: 05 + 02 = 07.
DEFENSA ZOMBIE: 02 + 07 = 09.
ARMAS CUERPO A CUERPO: 03 + 07 = 10.
DEFENSA ERICA: 05 + 05 = 10.
ATAQUE ZOMBIE: 03 + 02 = 05.
DEFENSA ZOMBIE: 02 + 10 = 12.
El miembro 'Erica Ashcroft' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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#2 Resultados :
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#2 'Números' :
#2 Resultados :
PÍDEME ROL + MP
- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
Todo sucedió muy rápido. De golpe, antes de que Harvey pudiera llegar, Erica se había lanzado a por el no muerto. El rostro de la morena fue un poema, aligeró el paso con todas sus fuerzas para salvar la distancia entre ellos.
— ¡Estás loca! — se quejó la mujer al llegar a su altura, aprovechando que ella sujetaba al zombie, se colocó junto a ellos y con el cuchillo, se ayudó para clavárselo en la sien. El muy maldito no dejaba de moverse, el cuchillo se clavó, pero no pareció hacerse en el lado correcto y Harvey tuvo que volver a hacerlo un par de veces más.
El no muerto cesó en su fuerza y ella respiró aliviada.
— ¿Estáis bien? — miró a los dos viejos y posteriormente analizó los brazos de Erica, preocupada de que le hubiera pasado algo. — ¿Qué necesidad tienes de jugártela así? — estaba tan cabreada que ni se dio cuenta de algo muy importante: Zombies en St. Friedrich. Ayudó a Erica a incorporarse.
— Hijo de puta... — miró a Josh. — Porque ya está muerto, que si no... Joder, es una norma muy sencilla si te muerden, no vuelvas — Harvey se levantó. — Joder, vamos a tener que hacer una alerta y buscar por si hay alguien más infectado, se puede complicar todo bastante... — pero entonces se agachó de nuevo, Josh no parecía tener mordeduras. — No puede ser, ¿ves algún arañazo o algo? — enarcó una ceja. No lo entendía, en apariencia no tenía marcas.
— ¡Estás loca! — se quejó la mujer al llegar a su altura, aprovechando que ella sujetaba al zombie, se colocó junto a ellos y con el cuchillo, se ayudó para clavárselo en la sien. El muy maldito no dejaba de moverse, el cuchillo se clavó, pero no pareció hacerse en el lado correcto y Harvey tuvo que volver a hacerlo un par de veces más.
El no muerto cesó en su fuerza y ella respiró aliviada.
— ¿Estáis bien? — miró a los dos viejos y posteriormente analizó los brazos de Erica, preocupada de que le hubiera pasado algo. — ¿Qué necesidad tienes de jugártela así? — estaba tan cabreada que ni se dio cuenta de algo muy importante: Zombies en St. Friedrich. Ayudó a Erica a incorporarse.
— Hijo de puta... — miró a Josh. — Porque ya está muerto, que si no... Joder, es una norma muy sencilla si te muerden, no vuelvas — Harvey se levantó. — Joder, vamos a tener que hacer una alerta y buscar por si hay alguien más infectado, se puede complicar todo bastante... — pero entonces se agachó de nuevo, Josh no parecía tener mordeduras. — No puede ser, ¿ves algún arañazo o algo? — enarcó una ceja. No lo entendía, en apariencia no tenía marcas.
- DADOS:
- MI ATAQUE: 05 + 01 = 06.
SU DEFENSA: 02 + 09 = 11.
MI ATAQUE: 05 + 04 = 09.
SU DEFENSA: 02 + 01 = 03.
LANZADA aquí.
MI ATAQUE: 05 + 04 = 09.
SU DEFENSA: 02 + 03 = 05.
El miembro 'Harvey Black' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
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- We are Enjoy the Silence 4.0:
Nueve años matando zombies... Y no nos cansamos. ¡GRACIAS A TODOS!
— Ay, ay... mi trasero — Zasha se quejó por el golpe, pero Erica y Harvey ya habían llegado. Zasha se olvidó prácticamente de su golpe, no se pudo levantar, gritó aterrado al ver como Erica y el zambie caían al suelo. Enno se agachó junto a él para tratar de ayudarlo, pero ambos se quedaron allí quietos sin poder hacer nada.
Harvey mató al zambie.
— Alabado sea el señor — se persignó, su rostro estaba blanco de la impresión, puesto que al parecer conocían a ese zambie. — ¿Estáis bien? — preguntó. Se puso en pie con ayuda de su hermano, los dos se acercaron lentamente hacia las dos mujeres. — Dolorido, pero bien — explicó.
— Es nuestro vecino, ¿cómo se ha convertido en un zambie, no es normal, no? — Zasha y Enno no paraban de persignase, los dos a la vez, prácticamente al mismo ritmo.
— El señor le ha castigado — susurró Enno.
— Eso no funciona así, se tienen que morder — explicó Zasha. — ¿Verdad? — preguntó. No estaba muy seguro, porque alguna vez se lo habían explicado. Ellos creían que el infierno se había desatado en la tierra, que todos los pecadores se habían quedado allí atrapados y ellos habían tenido la salvación en St. Friedrich, ¿por qué entraban ahora allí? No tenía sentido. No para él, pero Erica le había explicado la realidad y la entendía aún menos. Era una especie de enfermedad, ¿cómo se lo habían transmitido a Josh el vecino?
Harvey mató al zambie.
— Alabado sea el señor — se persignó, su rostro estaba blanco de la impresión, puesto que al parecer conocían a ese zambie. — ¿Estáis bien? — preguntó. Se puso en pie con ayuda de su hermano, los dos se acercaron lentamente hacia las dos mujeres. — Dolorido, pero bien — explicó.
— Es nuestro vecino, ¿cómo se ha convertido en un zambie, no es normal, no? — Zasha y Enno no paraban de persignase, los dos a la vez, prácticamente al mismo ritmo.
— El señor le ha castigado — susurró Enno.
— Eso no funciona así, se tienen que morder — explicó Zasha. — ¿Verdad? — preguntó. No estaba muy seguro, porque alguna vez se lo habían explicado. Ellos creían que el infierno se había desatado en la tierra, que todos los pecadores se habían quedado allí atrapados y ellos habían tenido la salvación en St. Friedrich, ¿por qué entraban ahora allí? No tenía sentido. No para él, pero Erica le había explicado la realidad y la entendía aún menos. Era una especie de enfermedad, ¿cómo se lo habían transmitido a Josh el vecino?
- Stolzfus:
Enno y yo
Sois más majos... Muchas gracias mozos
— Los iba a hacer papilla — sentenció con un inevitable marcado acento alemán. Debido a la tensión y a que su atención se posaba en los dos ancianos. Sin percatarse se había puesto en pie para ir a revisar que Zasha y Enno no tuvieran ninguna herida. — ¿Sangráis? — enarcó una ceja, con notable preocupación. Se estaba centrando ahora en Enno, ya que Zasha, aunque dolorido, parecía estar bien.
— ¿Josh? — se giró. Miró a Harvey con una mirada sombría. Se acercó y agachó junto al cadáver, no tenía heridas: brazos y piernas parecían limpios, cuello... resopló a la vez que hacía rodar los ojos. — Hay que buscar mejor — sacó su cuchillo y sin muchos rodeos cortó la camiseta para examinar el pecho. — Ayudarme a girarlo — pidió, no con mucha emoción, dada la situación.
— Vamos a tener que... — señaló los pantalones.
— Aquí tienes jefa — le pasó el cuchillo a Harvey, haciendo gran énfasis en la palabra "jefa". Josh nunca le había caído bien, de hecho le causaba repulsión cada vez que lo veía, y ahora, muerto, zombie, mejor dicho no mejoraba nada. Por lo menos ya estaría callado para siempre, sin embargo, no se quedaba tranquila. Habían detectado zombies en St. Friedrich y eso era un auténtico problema. ¿Y si había más? Si no lo detectaban rápido, podría irse todo al garete. Todo por lo que había trabajado en las últimas semanas.
— Deberíamos hacer un toque de queda — sentenció más para Harvey que para los demás. Tener a la gente encerrada en sus casas hasta revisar que St. Friedrich estaba libre de zombies.
— ¿Josh? — se giró. Miró a Harvey con una mirada sombría. Se acercó y agachó junto al cadáver, no tenía heridas: brazos y piernas parecían limpios, cuello... resopló a la vez que hacía rodar los ojos. — Hay que buscar mejor — sacó su cuchillo y sin muchos rodeos cortó la camiseta para examinar el pecho. — Ayudarme a girarlo — pidió, no con mucha emoción, dada la situación.
— Vamos a tener que... — señaló los pantalones.
— Aquí tienes jefa — le pasó el cuchillo a Harvey, haciendo gran énfasis en la palabra "jefa". Josh nunca le había caído bien, de hecho le causaba repulsión cada vez que lo veía, y ahora, muerto, zombie, mejor dicho no mejoraba nada. Por lo menos ya estaría callado para siempre, sin embargo, no se quedaba tranquila. Habían detectado zombies en St. Friedrich y eso era un auténtico problema. ¿Y si había más? Si no lo detectaban rápido, podría irse todo al garete. Todo por lo que había trabajado en las últimas semanas.
— Deberíamos hacer un toque de queda — sentenció más para Harvey que para los demás. Tener a la gente encerrada en sus casas hasta revisar que St. Friedrich estaba libre de zombies.
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