{#} 1º Batalla de Grupos: The Living

La colleja que se llevó Coque me dolió casi hasta a mi.
-¡Pero que melón que eres!-Le dije mientras bajaba del coche tan enfadado como siempre y me iba a de allí antes de que le golpease, él, el cobarde se quedó allí sentado mientras que yo iba ofuscado hacia el hospital, necesitábamos medicinas y ninguno se atrevía a ir, así que finalmente tuve que ser yo, seguro que esperaban que muriese.

-¡Que melones que son, ya verás cuando me vean aparecer con las cosas, como me voy a reír!-Reía colocando las palmas de mis manos sobre mi rostro y lo estiraba divertido, iba a conseguir todas las cosas yo solo, ¿para que me hacía falta esa panda de idiotas?. -¡Bah, yo soy Antonio Recio, levanté un imperio de la nada...-Me decía a la vez que alzaba las manos y las mía ante lo evidente, podía con todos esos muertos por muy muertos que estuvieran.

-¿Muertos?, ¿unos simples muertos van a poder conmigo?, venga hombre...-Me iba diciendo para tranquilizarme mientras que me acuclillaba para ir por un pequeño muro que había en el jardín y que rodeaba toda la zona de los alrededores del hospital, la parte trasera estaba llena de caminantes, si, entonces me di cuenta de que había uno que no se movía con aquella parsimonia, era una mujer que corría esquivando a los caminantes, escaló una pared y subió hasta una ventana por la que se dejó caer.

-¡Uy!-Exclamé sorprendido llevándome una mano a la cara y colocando mi otro brazo sobre el pecho. -Pues si la guarrilla pelirroja ha podido yo también...-Y con aquellas palabras eché a correr tras ella, esos si, ni de lejos haciendo los mismos movimientos que la mujer que parecía mucho más atlética, pero claro, me vieron y empezaron todos a correr detrás mía, yo avancé en cíirculos por el patio alejándolos de mi hasta chocar por la pared y hacer fuerzas para escalar por la tubería dando voces.

-¿Me cago en dios hombre yaaa... ¡Yo soy Antonio Recio!-Gritaba de forma costosa haciendo fuerza y pataleando a los que ibana cogerme por los pies, hasta que llegué a la ventana del segundo piso y me dejé caer igual que ella de un pequeño salto, de pié.

-¡Ale hop!-Exclamé alzando los brazos para ver que tanto la pelirroja como yo estábamos en una habitación, sin nadie. Me repeiné la calva y me acerqué a ella ofreciéndole la mano con una sonrisa. -Antonio Recio, antiguo mayorista, levanté un imperio de la nada, en España, aquí soy el salvador que necesitáis para levantar este país de nuevo, los trabajos importantes no se los deja uno a un inmigrante, si es que no, esto con Bush no pasaba ¿eh...?-Dije sin más mientras me agarraba los cuellos del chaleco.

Durante largas semanas he soportado el miedo a permanecer sola mucho tiempo. Las provisiones escaseaban, obligándonos a mí y a mi hermano a separarnos para hallarlas, lo que nos complicaba era mantenernos en contacto, no teníamos radio o algún medio de comunicación. Nos aferrábamos a la esperanza de volver a encontrarnos a los días siguientes en nuestro escondite. He ido ahí varias veces a dejar los objetos y aun no lo he visto, pero sé que sigue vivo al percatarme de los nuevos paquetes de comida y botellas de agua que dejaba junto a una nota diciendo que estaba bien.

En el recorrido a los pequeños pueblos me vi en medio de una desesperante situación cuando el viejo transporte dejo de funcionar ¡Maldito pedazo de chatarra! Me forzó a caminar por horas hasta que una mujer en su furgoneta me saco de apuros. Era alguien muy agradable y me ayudo en la búsqueda de suministros, sin embargo su condición médica se deterioraba, sufría de diabetes y le quedaba poca insulina.
Al cabo de 3 días, la insulina se termino. Había pasado horas después de haberse inyectado la última dosis, observaba el reloj de mano continuamente indicando cuanto tiempo faltaba para la siguiente. Estaba en apuros y cada vez más se decaía. Tome el volante y cambie de ruta para dirigirme al hospital, el lugar sería un suicidio y si no encontraba rápido el medicamento ella moriría.

Detuve el vehículo en una zona segura lejos de la vista de las aberraciones. Vacié el contenido de mi mochila en la parte de atrás de la furgoneta, decidiendo quedarme con algunos pañuelos, una botella de alcohol y el encendedor. Coloque la mochila detrás de la espalda y antes de tomar mi única arma la mujer me detuvo, me obsequio su machete haciendo que dejara el bate.
La entrada del hospital estaba plagada por lo que prefería rodearla y llegar a la parte trasera ¿Y ahora qué? ¿Y ahora qué? me preguntaba observando a distancia a los caminantes, los pelos se me ponían de punta en solo verlos a pesar de que eran una minoría. ¿Qué es eso? ¿Que los está atrayendo? iban en una misma dirección intentando alcanzar algo...¿un hombre?¿O que? –Esto no se ve todos los días- dije un tanto incrédula viéndolo desaparecer.

Apreté fuerte el machete entre mi mano derecha-Es el momento. Ahora o nunca- solté un fuerte silbido y tomando el impulso necesario salí corriendo a toda velocidad, necesitaba entrar y la única forma de hacerlo era apartando a los caminantes del trayecto a la tubería.
Desgraciadamente más zombis salieron al encuentro cuando menos me lo esperaba, bloqueado el paso. No tuve otra opción mas que dar la vuelta y esquivar a los pocos seres que se encontraban detrás mio, dando machetazos al azar cortandoles algunos miembros.
Alcance la tubería haciendo bastante esfuerzo al escalar ya que sostenía el machete y dificultaba la subida. De un salto llegue a la ventana, agitada y a punto de caer de rodillas debido al cansancio. -Ho..Hola- curve los labios en señal de intriga ¿De donde salieron?