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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Till the world ends {#}Memories
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Sage A. Kramer
22 de Noviembre de 2012 · Calles de Nueva York · 02:00 pm
El ruido era tan ensordecedor, tan aterrador... Corríamos por una calle que caía, esta se iba destruyendo conforme pasábamos, las bombas caían del cielo, de los pocos aviones que quedaban de combate mientras que abajo el resto nos enfrentábamos de primera mano contra el horror, contra la mismísima muerte. Los escombros caían de los grandes edificios mientras nosotros corríamos por las calles, armados con nada básicamente, nos habíamos quedado sin munición y hacía ya horas que no recibíamos ordenes algunas, tras el mensaje de rendición del presidente y que nos deseara suerte supimos que a partir de ahora eramos nosotros quienes decidían nuestros próximos pasos, pero ante todos habíamos hecho un juramento y mientras siguiésemos vivos, seguiríamos luchando por ayudar a nuestro país.
- ¡Vamos, vamos, vamos...! - Gritaba el capitán de nuestro equipo, aún tras la rendición quedaban soldados, más bien pocos, que se negaban a rendirse, gente como nosotros, de mi equipo solo quedábamos diez personas, que en un inicio fuimos veinticinco. Jason, el capitán, era la razón de la que aún siguiéramos con vida. Se trataba de un hombre astuto, de mediana edad, muy capacitado que nos había llevado como había podido por el buen camino, en lo que cabía, esto era un maldito infierno y esa palabra se quedaba corta. ¿Armas?, apenas. Para colmo nos seguían, estábamos rodeados, los muertos avanzaban a paso lento pero con firmeza, eran casi indestructibles, parecía que por cada uno que aniquilases salían cinco más. Jason delante de todos paró de golpe al ver algo en el cielo, los gemidos de ultratumba seguían resonando mientras todo el grupo miraba ahora el cielo con duda, el único refuerzo aéreo con el que contábamos se movía de forma extraña, cuando vimos que iba en nuestra dirección todos empezamos a movernos. - Cubríos maldita sea, cubríos! - Y actuamos de forma rápida, Stefan, Alec y yo corrimos hasta ocultarnos en el interior de un portal, sin llegar a entrar, solo en el recibidor, pegados a una puerta de hierro con cristales rotos, había decenas de zombies dentro pero la puerta parecía aguantar. Los tres nos agachamos en el suelo y nos cubrimos como pudimos cuando el F-18 se estrelló contra uno de los edificios, Alec empezó a gritar, él era un simple civil con suerte, al igual que otros dos que se habían sumado al grupo, rescatados de las garras de la muerte. Pasaron apenas unos minutos mientras seguíamos escuchando el ruido de las llamas, escombros caer y el que hacían los muertos desde la puerta cuando empezamos a escuchar los gritos.
- ¡Médico, médico! - Reconocí a Mark, era otro de los civiles, no parecía estar muy lejos y nada más escuchar aquello los tres salimos corriendo esquivando los escombros que seguían cayendo y los que ya habían por el suelo. - ¡Sage, Sage! - Le vi en mitad de la carretera, el resto salía de sus escondites entre toses y el polvo blanquecino de los edificios, yo corría en su dirección sujetando en mi derecha el maletín que conservaba con útiles médicos, aunque no quedaban demasiados. Miraba hacia mi alrededor reconociendo a los demás que estaban a salvo pensando en quien sería el herido, lo supe en seguida, pero quise estar equivocada, él no. - ¡Es Jason! Estabamos huyendo de los escombros y le cayó uno en la pierna... - Confirmó mis dudas, esperaba que no fuera grabe, Jason era como un padre para todos, al llegar a su altura y rodeárle todos, Alec vomitó en un lado. Me contuve, había visto cosas peores en todos estos días, iba a llorar, pero me contuve e hice tal vez el esfuerzo más grande de toda mi vida para acercarme a él y actuar como si no ocurriera nada.
- Hey Jefe... - Le miré con una sonrisa, los ojos llenos de lágrimas, él me sonreía, me agaché a su lado, la roca le había golpeado en la rodilla, no entendía ni como no estaba gritando o inconsciente, era demasiado fuerte. Entraría en shock en cualquier momento. - Hey pequeña, ¿qué tal el día?, te debo un café, ¿recuerdas? - Su tono de voz era débil, asentí mientras sacaba lo necesario, la roca le había partido la pierna casi por completo, el charco de sangre, la herida, el hueso... Alec seguía vomitando. Había que terminar de apuntarle la pierna, no había otra forma. - Pero, creo que lo vamos a dejar para otro día, tenéis que marcharos, huir de la ciudad, sobrevivir... - Empezó a decir mientras notaba como perdía el conocimiento. - ¡No! - Empecé a gritar mientras tiraba mis cosas por el suelo y trataba de hacer algo, cortar la hemorragia, podíamos cauterizar la herida después de amputar la pierna.
- En otro tiempo... Pero ya no se puede hacer nada - Decía mientras se acercaba a mi y colocaba una e sus manos sobre mi hombro, noté que aquello le costó demasiado y traté de colocarlo en su lugar, no podía hacer ahora esfuerzos, detrás mías mis compañeros, uno de ellos se acercó para ayudar también, todos citaban de memoria nuestro lema, "o todos o ninguno", los civiles empezaban a asustarse, los muertos nos pisaban los talones. - Señor, usted no me dejó a mi, no le dejaremos ahora - Shannon, Stefan me ayudaba mientras.
- Lo sé y por eso os libero... - Estábamos tan concentrados en tratar de ayudarle, en su pierna, que ninguno lo vio venir hasta que varios gritaron. - ¡Noo! - El grito de Shannon con el del resto quedó en silencio tras el disparo, la sangre había salpicado toda la pared en la que estaba apoyado, incluso algunas gotas de estas cayeron sobre Stefan y yo. Ambos caímos de rodillas al suelo. Silencio, nada más que eso, las lágrimas empezaron a caer por mi rostro a la vez que los civiles aún impactados empezaban a llamarnos con voz temblorosa, Stefan se levantó antes y tiró de mi, ambos, otro recogió mis cosas, aún tenía las manos llenas de sangre, tiraban de mi para que avanzase, pero yo seguía con la mirada fija en el cadáver de mi superior, incluso cuando me obligaron a mirar, estaba ahí en el interior de mi cabeza.
Ahora si, completamente destrozados, habíamos perdido a un padre, tras todo aquel infierno de los últimos días, sangre, dolor, horror... Nuestras mentes estaban ya tocadas con todos aquellos traumas vividos, era imposible describir aquello y se quedaría grabado a fuego en nuestras cabezas, con todo aquello que nos causaba hasta pesadillas despiertas teníamos que seguir adelante, sumando ahora la muerte de esa persona que en centenares de ocasiones dio su vida por la nuestra y que una vez más prefirió acabar con la suya a poner en riesgo la nuestra. Demasiado que aguantar para ser simples humanos, ahora corríamos por las calles para huir de la muerte que nos perseguía, porque el infierno irá con nosotros a cualquier parte.
- ¡Vamos, vamos, vamos...! - Gritaba el capitán de nuestro equipo, aún tras la rendición quedaban soldados, más bien pocos, que se negaban a rendirse, gente como nosotros, de mi equipo solo quedábamos diez personas, que en un inicio fuimos veinticinco. Jason, el capitán, era la razón de la que aún siguiéramos con vida. Se trataba de un hombre astuto, de mediana edad, muy capacitado que nos había llevado como había podido por el buen camino, en lo que cabía, esto era un maldito infierno y esa palabra se quedaba corta. ¿Armas?, apenas. Para colmo nos seguían, estábamos rodeados, los muertos avanzaban a paso lento pero con firmeza, eran casi indestructibles, parecía que por cada uno que aniquilases salían cinco más. Jason delante de todos paró de golpe al ver algo en el cielo, los gemidos de ultratumba seguían resonando mientras todo el grupo miraba ahora el cielo con duda, el único refuerzo aéreo con el que contábamos se movía de forma extraña, cuando vimos que iba en nuestra dirección todos empezamos a movernos. - Cubríos maldita sea, cubríos! - Y actuamos de forma rápida, Stefan, Alec y yo corrimos hasta ocultarnos en el interior de un portal, sin llegar a entrar, solo en el recibidor, pegados a una puerta de hierro con cristales rotos, había decenas de zombies dentro pero la puerta parecía aguantar. Los tres nos agachamos en el suelo y nos cubrimos como pudimos cuando el F-18 se estrelló contra uno de los edificios, Alec empezó a gritar, él era un simple civil con suerte, al igual que otros dos que se habían sumado al grupo, rescatados de las garras de la muerte. Pasaron apenas unos minutos mientras seguíamos escuchando el ruido de las llamas, escombros caer y el que hacían los muertos desde la puerta cuando empezamos a escuchar los gritos.
- ¡Médico, médico! - Reconocí a Mark, era otro de los civiles, no parecía estar muy lejos y nada más escuchar aquello los tres salimos corriendo esquivando los escombros que seguían cayendo y los que ya habían por el suelo. - ¡Sage, Sage! - Le vi en mitad de la carretera, el resto salía de sus escondites entre toses y el polvo blanquecino de los edificios, yo corría en su dirección sujetando en mi derecha el maletín que conservaba con útiles médicos, aunque no quedaban demasiados. Miraba hacia mi alrededor reconociendo a los demás que estaban a salvo pensando en quien sería el herido, lo supe en seguida, pero quise estar equivocada, él no. - ¡Es Jason! Estabamos huyendo de los escombros y le cayó uno en la pierna... - Confirmó mis dudas, esperaba que no fuera grabe, Jason era como un padre para todos, al llegar a su altura y rodeárle todos, Alec vomitó en un lado. Me contuve, había visto cosas peores en todos estos días, iba a llorar, pero me contuve e hice tal vez el esfuerzo más grande de toda mi vida para acercarme a él y actuar como si no ocurriera nada.
- Hey Jefe... - Le miré con una sonrisa, los ojos llenos de lágrimas, él me sonreía, me agaché a su lado, la roca le había golpeado en la rodilla, no entendía ni como no estaba gritando o inconsciente, era demasiado fuerte. Entraría en shock en cualquier momento. - Hey pequeña, ¿qué tal el día?, te debo un café, ¿recuerdas? - Su tono de voz era débil, asentí mientras sacaba lo necesario, la roca le había partido la pierna casi por completo, el charco de sangre, la herida, el hueso... Alec seguía vomitando. Había que terminar de apuntarle la pierna, no había otra forma. - Pero, creo que lo vamos a dejar para otro día, tenéis que marcharos, huir de la ciudad, sobrevivir... - Empezó a decir mientras notaba como perdía el conocimiento. - ¡No! - Empecé a gritar mientras tiraba mis cosas por el suelo y trataba de hacer algo, cortar la hemorragia, podíamos cauterizar la herida después de amputar la pierna.
- En otro tiempo... Pero ya no se puede hacer nada - Decía mientras se acercaba a mi y colocaba una e sus manos sobre mi hombro, noté que aquello le costó demasiado y traté de colocarlo en su lugar, no podía hacer ahora esfuerzos, detrás mías mis compañeros, uno de ellos se acercó para ayudar también, todos citaban de memoria nuestro lema, "o todos o ninguno", los civiles empezaban a asustarse, los muertos nos pisaban los talones. - Señor, usted no me dejó a mi, no le dejaremos ahora - Shannon, Stefan me ayudaba mientras.
- Lo sé y por eso os libero... - Estábamos tan concentrados en tratar de ayudarle, en su pierna, que ninguno lo vio venir hasta que varios gritaron. - ¡Noo! - El grito de Shannon con el del resto quedó en silencio tras el disparo, la sangre había salpicado toda la pared en la que estaba apoyado, incluso algunas gotas de estas cayeron sobre Stefan y yo. Ambos caímos de rodillas al suelo. Silencio, nada más que eso, las lágrimas empezaron a caer por mi rostro a la vez que los civiles aún impactados empezaban a llamarnos con voz temblorosa, Stefan se levantó antes y tiró de mi, ambos, otro recogió mis cosas, aún tenía las manos llenas de sangre, tiraban de mi para que avanzase, pero yo seguía con la mirada fija en el cadáver de mi superior, incluso cuando me obligaron a mirar, estaba ahí en el interior de mi cabeza.
Ahora si, completamente destrozados, habíamos perdido a un padre, tras todo aquel infierno de los últimos días, sangre, dolor, horror... Nuestras mentes estaban ya tocadas con todos aquellos traumas vividos, era imposible describir aquello y se quedaría grabado a fuego en nuestras cabezas, con todo aquello que nos causaba hasta pesadillas despiertas teníamos que seguir adelante, sumando ahora la muerte de esa persona que en centenares de ocasiones dio su vida por la nuestra y que una vez más prefirió acabar con la suya a poner en riesgo la nuestra. Demasiado que aguantar para ser simples humanos, ahora corríamos por las calles para huir de la muerte que nos perseguía, porque el infierno irá con nosotros a cualquier parte.
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Sage A. Kramer
01 de Noviembre de 2012 · Comercios de Nueva York · 07:00 pm
- Por aquí Sage... - La voz de Step fue apenas un susurro, pero aún así fui capaz de seguir el sonido hasta llegar junto a él, se llevó un dedo a la boca y seguidamente señaló con este el hueco que había en la pared, el edificio parecía una ratonera con tantos agujeros, me daba miedo que se viniera abajo en el mejor momento, asomé la cabeza un poco a través del hueco y vi a una de esas cosas alimentarse de alguien que seguramente ya estaría muerto, Step agarró su cuchillo, sacándolo de la bota y se adentró en el lugar, pude ver la escena desde una distancia segura, el SEAL se abalanzó sobre el muerto sin darle tiempo casi ni a reaccionar, pues andaba distraído con la comida, con un ágil y rápido movimiento hundió el arma en su cráneo y seguidamente me hizo un gesto para que entrase ya.
Le seguí mientras que él abría un armario y de ahí salía alguien, sin decir más me acerqué a los dos cadáveres, Stefan hablaba con una chica tratando de consolarla, pues estaba muy asustada, yo simplemente le quité a Stefan su cuchillo del cinturón y no con tanta destreza como la suya lo clavé en el cráneo del otro cadáver, el que estaba siendo devorado. - Se habría levantado en un rato... - Step asintió y yo le entregué el cuchillo mientras me acercaba a la chica. - Me llamo Sage, ¿y tú? - Pregunté al par que sacaba de mi maletín unos guantes de plástico y me acercaba la herida de su pierna, le habían disparado, los demás estaban buscando a esos delincuentes, gracias a que la encontraron a tiempo, Stefan me trajo hasta ella porque no podía andar.
No tardé mucho en curar sus heridas y sacar la bala. - Step, tendrás que cubrirnos - Añadí mientras que la ayudaba a ponerse en pie, apoyándose en una pierna, iríamos al campamento y Stefan debería encargarse tanto de los zombies como de esos saqueadores que rondaban por allí, si la habían disparado a ella no serían por ser muy simpáticos... Avanzábamos por el interior de los comercios, con calma pero rapidez, al menos lo más que podíamos, ella no debía apoyar la otra pierna y suponía un pequeño retraso, pero Stefan y yo habíamos hecho ya rescates de ese estilo a montones, no suponían un problema y rescatar a alguien era salvar una vida más, cosa que buscábamos continuamente.
Faltaba poco para llegar al campamento, Stefan había acabado con dos zombies en todo el recorrido, justo cuando el disparo resonó en aquel local y Stefan cayó en redondo, no pude evitar llamarle a gritos mientras la rubia y yo nos agachábamos. Resonaron más disparos, pero nos pusimos a resguardo. Stefan estaba bien, me hacía gestos para que nos fuéramos, él entretendría a esos desgraciados mientras ella y yo nos arrastrábamos por el suelo lejos del lugar. Pudimos escuchar más disparos de la zona mientras huíamos y ella se quejaba de vez en cuando. Íbamos ahora por la entrada de una oficina, debió ser muy lujosa, cuando de la nada salió un zombie. La rubia y yo dimos un respingo al verlo, pero apenas unos segundos después le volaron la cabeza y cayó al suelo. Aún sujetando a la rubia seguí la trayectoria del disparo y tan solo alcancé a ver una cosa, la culata de un revolver, esta me dio de lleno en plena cabeza, entonces no vi más porque caí en redondo al suelo, inconsciente.
Le seguí mientras que él abría un armario y de ahí salía alguien, sin decir más me acerqué a los dos cadáveres, Stefan hablaba con una chica tratando de consolarla, pues estaba muy asustada, yo simplemente le quité a Stefan su cuchillo del cinturón y no con tanta destreza como la suya lo clavé en el cráneo del otro cadáver, el que estaba siendo devorado. - Se habría levantado en un rato... - Step asintió y yo le entregué el cuchillo mientras me acercaba a la chica. - Me llamo Sage, ¿y tú? - Pregunté al par que sacaba de mi maletín unos guantes de plástico y me acercaba la herida de su pierna, le habían disparado, los demás estaban buscando a esos delincuentes, gracias a que la encontraron a tiempo, Stefan me trajo hasta ella porque no podía andar.
No tardé mucho en curar sus heridas y sacar la bala. - Step, tendrás que cubrirnos - Añadí mientras que la ayudaba a ponerse en pie, apoyándose en una pierna, iríamos al campamento y Stefan debería encargarse tanto de los zombies como de esos saqueadores que rondaban por allí, si la habían disparado a ella no serían por ser muy simpáticos... Avanzábamos por el interior de los comercios, con calma pero rapidez, al menos lo más que podíamos, ella no debía apoyar la otra pierna y suponía un pequeño retraso, pero Stefan y yo habíamos hecho ya rescates de ese estilo a montones, no suponían un problema y rescatar a alguien era salvar una vida más, cosa que buscábamos continuamente.
Faltaba poco para llegar al campamento, Stefan había acabado con dos zombies en todo el recorrido, justo cuando el disparo resonó en aquel local y Stefan cayó en redondo, no pude evitar llamarle a gritos mientras la rubia y yo nos agachábamos. Resonaron más disparos, pero nos pusimos a resguardo. Stefan estaba bien, me hacía gestos para que nos fuéramos, él entretendría a esos desgraciados mientras ella y yo nos arrastrábamos por el suelo lejos del lugar. Pudimos escuchar más disparos de la zona mientras huíamos y ella se quejaba de vez en cuando. Íbamos ahora por la entrada de una oficina, debió ser muy lujosa, cuando de la nada salió un zombie. La rubia y yo dimos un respingo al verlo, pero apenas unos segundos después le volaron la cabeza y cayó al suelo. Aún sujetando a la rubia seguí la trayectoria del disparo y tan solo alcancé a ver una cosa, la culata de un revolver, esta me dio de lleno en plena cabeza, entonces no vi más porque caí en redondo al suelo, inconsciente.
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Sage A
01 de Noviembre de 2012 · Comercios de Nueva York · 09:00 pm
- Step... - Susurré al despertarme, casi sin darme cuenta de ello, aquel tipo era casi como un maldito ángel de la guarda, siempre estaba para echarte una mano y ahora la necesitaba más que nunca. La cabeza me daba vueltas, sentía un gran malestar acompañado de arcadas, la boca me sabía a sangre y tenía una buena herida en la frente, me di cuenta al llevarme una mano a esta y ver los dedos manchados de mi propia sangre. Anochecía, los últimos atisbos de luz desaparecían lentamente entre la oscuridad del comercio, a lo lejos se podían distinguir los truenos de guerra, algunos gruñidos de esos seres... Y me di prisa por levantarme, dolorida sentía las piernas ligeramente entumecidas y aquel fuerte dolor de cabeza, que no fue nada comparado con ver el cuerpo de la chica rubia tendido a mi lado. Me lancé a por ella para localizar su pulso con los dedos en su cuello y luego en su muñeca, ni rastro de este, estaba muerta y nuestros bolsillos vacíos, aquellos desgraciados se habían llevado hasta el pequeño maletín con medicinas que teníamos, las armas... Incluso eché en falta el chaquetón que la rubia llevaba, nos habían neutralizado y robado, como si no fuéramos nada, lo peor es que también se llevaron la vida de ella.
Me llevé ambas manos a la cabeza limpiando mi cara de posibles lágrimas que quise evitar y que finalmente no fui capaz de retener, justo allí delante del cadáver de alguien a quien no conocía, llevaba tanto sin llorar como ahora... Tal vez con la muerte de mi madre. Y había tardado bastante en volver a hacerlo, ni el primer día en la zona cero, ni cuando empezamos a ver a esas cosas devorar a personas, ni con las muertes, la destrucción... Justo ahora por aquella chica muerta, en realidad no era solo ella, era por todo, porque simplemente yo era una persona que se encontraba dentro del mismísimo infierno. Evitábamos el tema, pero las cosas se estaban complicando, Nueva York era una zona de guerra, trataban de aislarla del resto del país a duras penas, otras ciudades empezaban a caer como la Gran Manzana que se podría bajo las garras de esas criaturas ya muertas. Así el resto del mundo, poco a poco, ¿era esta la gota que colmó el vaso?. Era hora de lamentarse por no haber sabido cuidarnos, ahora que veíamos que el problema ya no tenía solución.
Necesité esos minutos para asimilar que la situación se estaba volviendo bastante grabe, los primeros día y aún ahora nos animaban, "¡el poder de Estados Unidos es fuerte!", patriotismo por un tubo era lo único que nos hacía falta para defender con coraje nuestro hogar, aunque por dentro tras varios días ya nos diéramos cuenta de que esto se nos escapaba de las manos, teníamos planes para todo, menos para un maldito apocalipsis zombie...
Tapé el cadáver de la rubia con unos plásticos y lo envolví en silencio, con el mundo a cuesta, como pude, ya era de noche y la zona segura estaba lejos. Era un pequeño campamento donde nos refugiábamos, me costaría llegar allí sin armas y sin nada más. Estaban los zombies, los saqueadores... Y esas criaturas horribles, parecían mutaciones de esas criaturas, seres aún más horribles que terminaban por complicarlo todo, cuando creíamos que los gules eran lo peor que habíamos visto aparecían ellos.
Me llevé ambas manos a la cabeza limpiando mi cara de posibles lágrimas que quise evitar y que finalmente no fui capaz de retener, justo allí delante del cadáver de alguien a quien no conocía, llevaba tanto sin llorar como ahora... Tal vez con la muerte de mi madre. Y había tardado bastante en volver a hacerlo, ni el primer día en la zona cero, ni cuando empezamos a ver a esas cosas devorar a personas, ni con las muertes, la destrucción... Justo ahora por aquella chica muerta, en realidad no era solo ella, era por todo, porque simplemente yo era una persona que se encontraba dentro del mismísimo infierno. Evitábamos el tema, pero las cosas se estaban complicando, Nueva York era una zona de guerra, trataban de aislarla del resto del país a duras penas, otras ciudades empezaban a caer como la Gran Manzana que se podría bajo las garras de esas criaturas ya muertas. Así el resto del mundo, poco a poco, ¿era esta la gota que colmó el vaso?. Era hora de lamentarse por no haber sabido cuidarnos, ahora que veíamos que el problema ya no tenía solución.
Necesité esos minutos para asimilar que la situación se estaba volviendo bastante grabe, los primeros día y aún ahora nos animaban, "¡el poder de Estados Unidos es fuerte!", patriotismo por un tubo era lo único que nos hacía falta para defender con coraje nuestro hogar, aunque por dentro tras varios días ya nos diéramos cuenta de que esto se nos escapaba de las manos, teníamos planes para todo, menos para un maldito apocalipsis zombie...
Tapé el cadáver de la rubia con unos plásticos y lo envolví en silencio, con el mundo a cuesta, como pude, ya era de noche y la zona segura estaba lejos. Era un pequeño campamento donde nos refugiábamos, me costaría llegar allí sin armas y sin nada más. Estaban los zombies, los saqueadores... Y esas criaturas horribles, parecían mutaciones de esas criaturas, seres aún más horribles que terminaban por complicarlo todo, cuando creíamos que los gules eran lo peor que habíamos visto aparecían ellos.
02 de Noviembre de 2012
Calles de Nueva York
10:00 am
Calles de Nueva York
10:00 am
Allí estaban las banderas de un país que era pisoteado bajo la muerte, allí los últimos atisbos de esperanza. - ¡Sage! - Al verle el corazón me dio un vuelco, salió de las vallas corriendo como podía, ligeramente cojeando, yo apenas tenía fuerzas para seguir avanzando, el dolor de la noche, las heridas que conmemoraban la aventura se agarraban con fuerza a mi piel, al igual que la sangre reseca y la suciedad, el abrazo fue todo cuanto necesitaba para sentirme bien y a la vez mal. - Ya no hay solución Step, ya no la hay... - Le decía entre llantos mientras me abrazaba.
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Sage Alighieri Kramer
14 DE FEBRERO DE 2010, MARJAH, PROVINCIA DE HELMAND · AFGANISTÁN
Hacía apenas dos días que se había iniciado aquella ofensiva de la Coalición. Esta vez el ejército de Estados Unidos servía como apoyo junto con la armada y por tanto ahí estaba yo. Un médico de campo era era tan necesario o incluso más que un soldado, los soldados eran especialistas en matar, no en curar a la gente... Aquella mañana el día era curiosamente frío, había una sensación escalofriante en el ambiente, aunque en aquella zona hiciera bastante calor. Odiaba aquello, ¿quien ganaba o perdía en una guerra?, ¿ganaban los que morían, ganaban algo los asesinos además de ensuciarse de sangre las manos? Por ello yo era lo que era, y si, aunque sintiera miedo, pánico... Todo ese sufrimiento desaparecía cuando era capaz de salvar alguna vida, aunque sólo fuera una. Todo aquello le daba sentido a una vida que a veces no comprendía. Me lavé la cara como todas las mañanas y fui directa a por algo para comer, era pronto y apenas amanecía, resultaba aún complicado acostumbrarme a ese horario, pero me las ingeniaba como podía, bostecé y eché agua en un vaso, seguidamente unos polvos de un sobre que encontré en una de las cajas, me senté a la mesa en el improvisado comedor de aquella tienda y me dediqué a saludar al resto que llegaban. Meneaba el contenido del vaso con una cuchara y ¡Pum! se hizo café con leche, mágicamente.
- ¡Buenos días James! - Saludé con una mirada llena de cansancio, él al verme se rió divertido, diversión que tardaría poco en desaparecer... Pues el trabajo se iniciaba ya, aunque estuviera muerta de cansancio, agradecía aquel turno de mañana, así pude dormir por la noche, pero seguí sintiéndome igual de cansada. Fui dándole algunos sorbitos a aquel café que sabía a rayos, esperaba que aquello me despejara algo. - ¡Buenos días Carolina! - Sonreí alzando la mirada y la mano en la dirección de la morena cuando entró en la tienda, ella y yo habíamos llegado a la vez el mismo día y al igual que yo era médico de campo, por lo que en aquellos dos últimos días habíamos estado trabajando juntas, apenas habíamos hablado demasiado, pero no me caía mal y necesitaba curiosamente aquellas charlas de por la mañana, aunque fueran absurdas y sobre el clima. - ¿Qué tal habéis dormido? - Preguntó James tomando asiento a nuestro lado cuando empezaron a sonar aquellos "truenos", ¿disparos?, más bien parecía un bombardeo, en la lejanía, alcé la mirada hacia el resto.
- ¡Vamos! - Los soldados comenzaron a movilizarse rápidamente, me bebí el café de un solo trago poniéndome en pie por si debíamos ayudar, seguramente habría habido algún enfrentamiento en la ciudad. - Ivashkov y Kramer, iréis con un grupo a la ciudad, han atacado a uno de nuestros coches y hay heridos, coged el equipo, el grupo parte ya... - Uno de los superiores apareció en la puerta de la tienda, miré a Carolina y asentí mientras que me ponía en pie para partir lo más rápido posible, apenas un par de minutos más tarde corría mientras me terminaba de poner un chaleco antibalas hacia uno de los todoterrenos, uno de los soldados me ayudó a subir y otro me pasó un casco, en cuanto estuvimos listos el coche arrancó y fue a toda velocidad hacia la ciudad, dejando el campamento atrás.
Carolina preguntó por el número de heridos, cuando alzó la voz y escuché su pregunta presté atención, cuatro y eso hacía ya apenas diez minutos, en diez minutos dentro de aquel infierno podían haber pasado mil y una cosas, esperaba que el número no hubiera aumentado y que los heridos aguantasen hasta nuestra llegada. - Buff... Ojalá no hubiera empezado para nada... - Dije en un tono algo bajo, seguramente nadie me habría escuchado, terminé de ponerme la chaqueta del traje por encima del chaleco, mi apellido destacaba a un lado, en una mano apreté el asa de la maleta con la que trabajaría, esa que tenía lo justo y con mi izquierda acaricié el bordado de las letras de mi apellido, Kramer, no pude evitar pensar en mi familia, mi padre, mi hermano, mi madre... Incluso mi tía, quien había sido prácticamente como mi propia madre, siempre pensaba en ellos, cada mañana al despertar y cada noche al acostarme, pero también siempre que nos movilizaban, porque normalmente siempre trabajábamos en el campamento.
- ¡¿Se sabe algo de la situación?! - Alcé la voz esta vez para preguntar a los soldados que viajaban con nosotros, conocer un poco más el ambiente podía ser la diferencia en que esta noche pudiera volver al catre y pensar en mi familia o no. - Si, era un grupo de seis que venían de inspeccionar una zona, han sido asaltados al regreso por los talibanes, ya han llegado los refuerzos, pero son bastantes... Os cubriremos en cuanto lleguéis, los heridos han sido retirados de la zona de fuego, no tenéis por qué preocuparos - Uno de ellos respondió de forma rápida a mi pregunta y asentí, aunque me preocupaba que hubieran movido a los heridos, se suponía que sólo nos llevaban a la zona si estaban muy grabes, de lo contrario solían traerlos a nuestro campamento.
Miré a carolina fijamente y sonreí como mejor pude, tratando de infundirnos fuerzas, incluso a mi, nadie en el mundo sería capaz de venir tranquilo a un sitio así, ¿o si?, porque de ser así... Por favor que me dieran el secreto. Suspiré y miré hacia otro lado agarrándome con fuerza al asiento del vehículo mientras que este se movía de forma brusca por los deteriorados caminos de Marjah.
Los disparos resonaban cada vez más cercanos, cuando el coche se detuvo bajamos rápidamente hacia la calle, los soldados nos cubrían. - ¡Carolina! - Alcé la voz para que me siguiera mientras que el primer soldado nos indicaba por donde ir, el resto se agrupaba junto a los demás. Había un edificio al final, sin puertas, sin una ventana que estuviera sin romper, o mejor dicho, ¿llegó a tener alguna vez cristales?, corría por la entrada de este pegándome a las columnas, los disparos eran ensordecedores en aquella zona, cuando iba a atravesar la puerta miré hacia la calle principal y vi un cadáver a lo lejos del bando enemigo, en un charco de sangre, respiré hondo, todo iba muy deprisa y me volví rápidamente hacia Carolina para ver que me seguía, cuando llegó a mi altura la agarré por la mano con fuerza tirando de ambas hacia el interior. Ya a cubierto pude tomar aire, viendo al primer soldado tirado en el suelo, el tipo sujetaba su rifle aún, apoyado en lo que debió ser el marco de una ventana, disparando aún a diestro y siniestro, aunque tuviera una buena herida en la pierna.
- ¡¿Y los demás?! - Empecé a gritar, el tipo se volvió hacia nosotras. - ¡Abajo, abajo están los otros tres, id a por ellos, yo puedo aguantar! - Y sin más se volvió de nuevo a sumergir en aquella guerra, miré a Carolina y señalé la dirección, otro cadáver a un lado, este apoyado en una pared, no era de los nuestros, así que podía verse la emboscada que hubo, las escaleras estaban al fondo, corrí hacia ellas viendo en el tramo que subía otro cuerpo, me obligué a no mirar, esta escena fue aún más desagradable, respiré hondo; ver aquello seguía afectándome, ¿debería ver la muerte como algo normal?, no, no era capaz, daba igual quien muriese, yo seguía pensando en que alguien con una vida, con familia había tocado fin y aunque no los conociera pensaba en ellos y en cuanto sufrirían, cerré apenas un segundo los ojos y me obligué a borrar aquello de mi cabeza, rápida bajé las escaleras que se sumergían en una especie de sótano, con ayuda de la linterna iluminé el lugar mejor.
- ¡Harry llega por fin la caballería, aguanta tío! - Mientras descendía distinguí como aquel soldado con un improvisado torniquete en el brazo derecho agarraba con fuerza a su compañero, el tal Harry. - Le han disparado en un costado, debajo del hombro... Ese hijo de puta aprovechó el hueco del chaleco de debajo de su brazo - El que hablaba parecía haber recibido un disparo en el brazo derecho, pero si las cuentas no me fallaban faltaba uno más. - ¡¿Y el otro?! - Exclamé mientras me dejaba caer a su lado abriendo el dichoso maletín, el tipo me miró y negó, no necesitaba que lo explicase, esas miradas lo decían todo y aunque seguramente no conocía a aquel tipo, me dolió demasiado y pensé en él, en su familia, en como llorarían por él, en cuanto le echarían de menos... Ningún bando ganaba en un enfrentamiento así, tan sólo la muerte se cebaba de ellos. Gruñí, de pura rabia, pero seguramente nadie se daría cuenta con todo aquel jaleo. Tomé aire con fuerza y me obligué a olvidarme, me obligué a ser fuerte, porque no iba a pensar en la familia de aquel soldado, debíamos salvar a este y él mismo volvería a abrazar a los suyos. - ¡Carolina!, ayúdame a quitarle el chaleco... ¿Tú estás bien? - Miré al otro soldado y asintió. - No es que sea mi mejor momento, pero por ahora está controlado - Enseñó el brazo vendado de esa forma improvisada, no parecía sangrar mucho y asentí. Comencé a quitarle el chaleco con cuidado a aquel tipo. - ¿Harry?, ¿me oyes?, por favor... Tienes que aguantar, ¿si? - Sujeté su rostro y me miró fijamente. - Por favor... Dígale a mi padre... - Empezó a decir, pero perdía el conocimiento. - No Harry, maldita sea... ¡Se lo dirás tú, se lo dirás tú! - Arranqué rápidamente la chaqueta y me llevé el chaleco por delante con el mayor cuidado posible, corté ambas prendas por el lado con un cuchillo y observé como la bala había entrado por su costado y había salido por detrás, quedando en el interior del chaleco, agarré esta y la observé a la luz de la linterna que estaba a un lado. - Ha salido de forma limpia, eso es bueno, pero está perdiendo mucha sangre... - Miré a mi compañera tras ver aquello, la sangre estaba por todas partes y lo teñía de rojo a su paso, feliz San Valentín, me recordé con sarcasmo al verlo, tétrico San Valentín...
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