Penumbra [Trama del Amish C.]

Recuerdo del primer mensaje :

• Normas generales.
  
• Agent 4.0 planteará los desafíos, nunca vosotros, no podéis hacer lanzadas de dados a no ser que el narrador las plantee.
  
• La trama empieza con los encuentros, como es lógico no vamos a encontrarnos todos en la entrada de la prisión, así pues alguien puede ir por la carretera y nos lo encontramos ahí, otros pueden llegar de casualidad a la prisión y vernos, si, otros pueden estar ya dentro en la entrada etc...
  
• Por favor, evitar los roles demasiado largos, pero también demasiado cortos, entre 10 y 35 lineas están bien, queremos que este rol sea rápido.
  
• No hay orden de posteo, pero tampoco queremos que dos personajes estén posteandose uno a otro todo el rato, entre tu último post y el siguiente tuyo deben haber un mínimo de cuatro mensajes.
  
• Estas normas pueden variar o pueden incrementar según el staff decida.
  
• Recuerdo una de las normas: Quien no postee en 48 horas será sancionado con -5 puntos, y modificamos esta norma con: No se echa a la persona del rol, por cada 48 horas sin postear son cinco puntos menos, si se exceden las 72 horas entonces esa persona si quedará fuera, con un extra de 10 puntos menos.
  

Tras mucho pensarlo y recapacitar acerca de ello acabé aceptando la propuesta de Leah, una de las personas más "espabiladas" del poblado. Y con "espabiladas" entendía a aquellos que no pensaban que la situación del mundo actual era un castigo divino, por ahora, ella, Madeleine, el viejo y el marido de Leah, el rubito ese y tal vez alguno más, eran los únicos a los que incluía en tal club privado, el resto de los habitantes del Amish Country seguían rezando cada mañana y noche para que Dios en su infinita misericordia alejase a esos "demonios" de los muros del poblado. - Vamos a ver... Esto no es una democracia, ¿de acuerdo? - Empecé a decirle al grupo que me acompañaría, que básicamente eran Leah y su marido... Maaaaadreee mía... No íbamos a ver por donde nos llegaban las hostias.

- En todo momento aceptaréis mis ordenes, y si yo no estoy... ¡Atendéis si queréis al espíritu Santo, ¡pero lo que yo os haya dicho y puto! - Avancé con el bastón delante de ellos como si aquello fuera una escena sacada de la Chaqueta Metálica, el caso es que me faltaban insultos, tal vez podría ensañarme luego con el rubito. - ¿Estamos? - Hacía mucho tiempo que había dejado de disimular con ellos quien era, básicamente porque eran tan creyentes como yo. Es decir, cero patatero, que yo desde luego no me había caído de un pino. - La gente no sabe que nos vamos, ya sabéis que piensan de fuera, así que cuidado luego cuando regresemos con lo que contáis, como si decís que os habéis escapado al bosque a echar un polvo... Que si lo decís adornarlo - Les miré enarcando una ceja.

- Esta es la ruta que seguiremos, ayer preparé un todoterreno con combustible, está aparcado en un camino del bosque, sólo tenemos que saltar el muro y llegar a este, así que andando - Me colgué la mochila al hombro y comencé a caminar en la dirección del muro que solía saltar, mi amigo el viejo se encargaría de disimular mi ausencia de aquel día, las calles del Amish Country estaban totalmente vacías, pareciendo un pueblo fantasma, pues apenas había salido el sol y ni los Amishs habían empezado aún con sus tareas, de ahí que eligiese tal hora. Tal partida se había puesto porque empezábamos a quedarnos sin suministros, el pueblo de al lado ya prácticamente no contaba con nada que saquear más. Así que de ahí dicha excursión, semillas, medicamentos... Sabíamos que esa prisión contaba con una zona de jardinería para los presos, ¿yo que sabía por qué?, tan sólo lo sabía... Así iba el país con tantos proyectos estúpidos... Tan sólo esperaba que plantasen cosas útiles y no bonsais o esas mierdas. - Rubio, ¿sabes conducir?, lo llevas tú, sigue el mapa - Y seguidamente se lo dí sin más cuando llegamos al coche que había preparado el día anterior y ahora de camino a la prisión, pero mientras me echaría una siesta en el asiento trasero que me había reservado para mi dejando a la parejita delante.

Richard preparo sus cosas y mirando la noche cerrada que había en el exterior salio hacia el auto, tenia que darse prisa y ser silencioso si no quería despertar a su hermana, dejando una nota en la mesa diciendo que volvería pronto salio llevando con el solo lo mas fundamental que era el arco recientemente adquirido,las espadas, una lata de verduras y una botella con agua. Con eso debería bastar para el viaje que esperaba poder hacer rápidamente, según sus cálculos si manejaba deprisa estaría allá en un dia o dos y no esperaba que le tomara mas de unas cuantas horas tomar todo lo necesario y volver, si tenia suerte estaría de vuelta en 96 horas o menos. Se sentó en el vehículo,que un par de días atrás había logrado reparar al fin, arranco sin dudar y avanzo rápidamente entre las calles de la ciudad. La salida de la ciudad no fue fácil, muchas calles estaban cerradas por vehículos o había demasiados muertos como para avanzar entre ellos arrollándolos, nada de eso detuvo su camino hasta lograr salir de la urbe.

Una vez estuvo lo suficientemente lejos saco y mapa del país, ya había repasado antes la ruta que lo llevaría miles de kilometros hasta la prisión, según la información que un par de días antes había recibido ese lugar aun estaba lleno de suministros ya que cuando todo empezó todos estaban mas preocupados por escapar que por quedarse. Cerro el mapa y lo guardo para después arrancar el auto y continuar con su largo viaje, su mente estaba centrada en su objetivo como siempre que tenia una misión por lo que el tiempo que transcurriera era irrelevante logrando así que el viaje de muchas horas fuera solo un corto paseo por lo que después de un día y medio de viaje la prisión ya estaba a su vista. Se estaciono a unos dos kilómetros de la puerta trasera, llegar con algo que hacia tanto ruido sin duda sacaría a todos los cadáveres que aun quedaran dentro y atraería su atención hacia el.

Con esa idea en mente bajo del auto y preparo su equipo, se colgó el arco y las flechas en el hombro ya que aunque dudaba que en los pasillos fueran un arma eficaz podía usarlas para limpiar desde una ventana su camino atravez del patio hacia la salida. Coloco después las espadas que había encontrado en las improvisadas vainas que había construido, las manualidades no eran lo suyo por lo que eran feas pero servían a su propósito,mantener ambas espadas sujetas en su cintura para poder alcanzarlas con facilidad. Nunca fue un experto en combate cercano después de todo lo suyo eran las armas de fuego pero contra oponentes lentos y torpes como los muertos debería poder apañárselas con esas armas aunque en su interior deseaba infinitamente encontrar una pistola o algo dentro que aun sirviera. Por ultimo guardo las ganzúas que siempre llevaba en el bolsillo de su pecho, nunca se había especializado en abrir cerraduras como su hermana menor pero aun así era bastante bueno por lo que podía abrir candados en unos cuantos minutos lo cual sin duda le seria útil allá dentro.

Con todo listo dejo el auto y empezó a avanzar hacia la entrada, todo parecía despejado a la distancia pero cuando se acerco encontró un pequeño grupo de gente en la entrada. La distancia no lo dejaba escuchar sobre que hablaban pero no dudo en acercarse, era mejor mantenerse cerca y vigilarlos por si metían la pata lo ultimo que necesitaba era que lo encerraran o algo parecido cuando estuviera siendo perseguido por un grupo de muertos. Podría apañárselas para salir ileso pero eso lo molestaría bastante y prefería evitar problemas.

- Hola chicos hacia mucho que no veía tanta gente junta ¿Están regalando algo ahí dentro o algo así?-pregunto sonriendo cuando llego a la distancia suficiente para ser escuchado aparentemente relajado pero sin bajar la guardia ni un segundo- Déjenme adivinar ¿los niños vinieron de visita y el abuelo vino a cuidarlos?- menciono mientras señalaba al mayor de ellos.

OFF:

Di unos pequeños saltos de emoción y tras sentir su presencia apunte con mi dedo donde las personas se agrupaban, observando a Marcus por el rabillo del ojo y luego al grupo–¡Mira, mira ahí!–exclamé–¡Mucha mucha mucha gente! ¡Como por arte de magia! Apuesto a que no habías visto tanta gente en un solo día, en el mismo lugar y a la misma hora–dije animosamente columpiando de un lado a otro las enormes mangas de la túnica. Entonces me formule unas preguntas, lleve una mano a la cabeza y me rasque dudosa–Pero…pero no entiendo ¿Qué hace tanta gente reunida en ese lugar tan feo?..¿Acaso están repartiendo chuches?– ¿chuches? ¡Claro! Podía ser lo más obvio del mundo que tanta gente se acercara. Quizás sean chuches especiales porque las personas vienen de todos lados. Ahí viene uno y al rato aparece otro ansioso por sus dulces–Tenemos que ¡ayyyyy...!–me quejé cuando Marcus tiro bruscamente de mi como si fuera una muñeca de trapo, ni eso, hasta las muñecas de trapo son mejor tratadas que yo –¿Qué te pasa? Pudiste arrancarme un brazo–lo reprendí pero él ni se tomó la molestia de escucharme–¿Y si me quieren comer?–protesté olvidando por completo el asunto de los chuches, sabia de lo que serían capaz de hacerle a una niña de mi tamaño, si Toto es pequeño y todos se vuelven locos por aderezarlo ¿Cómo sería conmigo? Bueno, al menos no tenía que preocuparme de mi lagarto, Toto estaba a salvo en el auto tomando su siesta. Lo que me da más cólera es que Marcus no me oye, sigue divagando en su tan cursi plan, ni tan cursi ni nada, es la peor idea que he escuchado. Si fuera de su tamaño lo mandaría volando hacia ellos primero o lo uso de escudo o yo que sé, pero jamás iría al frente. No quiso siquiera darme de comer antes de enviarme a por los tipos. De mala gana me zafé de su agarro y comencé a caminar, haciendo mohines y repitiendo sus palabras de manera burlona–Ay si, ay si, aprende algo, soy un arquero...pua...pedazo de tarado. Eso me pasa por darle demasiada libertad al ogro–susurraba enfadada pateando piedras pequeñas y levantando algo de tierra fresca con la punta de mis zapatillas. Aparte de no desayunar, estaba segura que tampoco me va a compensar cuando vuelva.
Perseguí a un sujeto de pelo negro, caminaba casi en cuclillas para que no se percatara de mi presencia y me encogía cada vez que veía algún movimiento fuera de lo común, causando que la parte trasera de la túnica se llenara de barro–Bien Marcus, me divertiré ensuciando tu fea bata de monje y no tendrás que culparme de eso porque fue tu idea–dije en voz baja mientras esbozaba una gran sonrisa y continuaba al propósito medio arrastrándome por la tierra. Pero, al captar cerca a otra persona, de inmediato me escondí detrás de un arbusto y esperé a que se alejara un poco más para retornar la persecución, esta vez iba dirigida al nuevo intruso. Avance rápido y, como si nada, ya me encontraba a escasos pasos de él. Lo bueno es que era robusto y conseguí ocultarme muy bien de los demás. Aunque al oír su comentario no pude evitar abrir mi bocota–¿Niños? pero yo no veo ningún niño, todos aquí son viejos y...–me detuve de golpe tapándome la boca con las manos.

- ¡Santa María! - Exclamé con desesperación al escuchar al marido de Leah. - Su idea es la mejor para entrar, así que no se hable más, se queda fuera, ella sabe defenderse solita, ¿no? - La miré enarcando una ceja, pues en más de alguna ocasión la había pillado volviendo sola de de fuera hacia el Amish Country, así que si podía ir al pueblo podía quedarse fuera mientras su marido y yo entrábamos. - Vamos, preparad las cosas... - Pedí esta vez de forma amable en comparación como había dado el resto de las normas hoy. Fui hacia el coche cogiendo lo necesario, la mochila que prácticamente estaba vacía, el bastón y las armas, coloqué el revólver bien en mi cinturón y me volví cuando escuché a la joven hablar de nuevo, lo sorprendente era que se refería a una persona que jamás había visto, ¿qué coño hacía una chica como esa allí?, ¿qué le sacaría de edad a Leah?, la miré algo confuso, principalmente por sus rasgos. - ¿Anna...? - Empecé a susurrar hasta que me callé y para nada pronuncié el nombre de mi hija, Annabel estaba muerta, igual que el resto del mundo.

Avancé en la dirección de mis cuñados con ayuda del bastón. - ¿Qué haces aquí sola muchacha? - Pregunté cuando de la nada salió aquel moreno con el cuchillo y ante la reacción de Leah puse un brazo entre mis cuñados y los recién llegados mientras que sacaba el revólver de su funda y apuntaba en la dirección del recién llegado, ¿iba con la chica? - Cuidado con lo que haces - Amenazante, si, pero para nada esperaba encontrarme con gente viva y menos hostil como aquel tipo con el cuchillo.

- No estamos aquí para armar jaleo, todo lo contrario, venimos a por útiles, tú decides si buscas pelea o no, tú llevas un cuchillo y yo un arma de fuego, da un paso en falso y se acabó... - No quería sonar amenazante, pero no podía evitarlo si se trataba de defender a estos dos pardillos, tal vez a la recién llegada si no iba con él, pero entonces como si fuera poco llegó otro más que parecía salido del club del chiste, llamándome viejo, lo que me faltaba... - Vuelve a llamarme viejo y ya veremos por donde te mete este bastón el abuelo - Le dije de mala gana, lo del bastón no quedaba demasiado bien para reparar lo de "viejo", pero no era por la edad, si no por un maldito accidente que me dañó la rodilla. Entonces de detrás de el recién llegado sonó una voz de cría, al fijarme mejor había un pequeño tras él con una capucha. - ¡Venga hombre... ¿Falta más gente por llegar?! - Exclamé al verla mejor con sarcasmo. - ¿Venís todos juntos? - Pregunté esta vez más serio, sería un problema si nos estaban haciendo una emboscada, tal vez esta gente estuviera por la zona, eso si que sería todo un problema. - No buscamos problemas, ¿entendido?, queríamos entrar ahí dentro para recoger útiles, si os supone un conflicto nos marcharemos por donde hemos venido... - Hablé totalmente serio, por si aquel grupo quería acabar con nosotros o algo similar, no parecían portar muchas armas, pero yo prefería evitar posibles conflictos.

— Kenneth... — Le miré de forma cariñosa, él tan solo se preocupaba por mi, igual que yo me preocupaba por él, claro, pero era la única forma de la que podríamos hacer algo para entrar, eramos tres, uno se tendría que quedar a un lado solo, si o si y ellos dos serían de mayor utilidad dentro que fuera, tenían armas de fuego, yo les ayudaría por fuera atrayendo los caminantes hacia la valla para que ellos pudieran acabar con ellos por las espaldas y desde dentro, yo echaría una mano fuera y trataría de quitarme de encima a los que se acercaba a la alambrada, me parecía un plan sencillo. Me giré sobre mis talones para mirar hacia mi alrededor, no se veían zombies por las cercanías, y bueno si salía alguno a mi encuentro portaba armas con las que defenderme y si eran demasiado... Ya vería que haría entonces, seguramente correr, pero algo haría. — Estaré bien, tranquilo — El comentario de Edward tampoco me gustó, supe a que se refería y ya había conseguido molestar un par de veces a mi marido cuando se enteraba de que salía sola del poblado, pero tampoco iba a dejar de hacerlo. — Así es — Insistí.

Cuando llegó esa chica y luego aquel tipo y retrocedí de forma instintiva Edward y kenneth se lanzaron a cubrirme como si fuera una mocosa, en realidad Kenneth a mi y luego Edward a nosotros, cosa que me sorprendió gratamente, él parecía bastante hosco, pero no era mala gente. La tensión era más que palpable, de la nada había comenzado a llegar más gente, no sólo esos dos, había un tipo más y yo sentía como si el corazón se me fuera a salir del pecho en cualquier momento. Era mi culpa. Aquellas personas deberían ser un grupo y nos tenían prácticamente rodeados. Agarré el hombro de mi cuñado con fuerza cuando se molestó porque el recién llegado le llamara viejo, lo que nos faltaba sería que el malhumorado de Edward enfadase a esta gente, pero por lo demás se comportó bastante bien. Desvié la mirada de uno en uno, hasta que entonces en la lejanía distinguí a otros dos y me quedé un tanto peor de lo que estaba. Incluso había una niña con ellos, se asomó detrás del tipo que llamó viejo a Edward y yo sentí que en cualquier momento explotaría, Edward había hablado bien, bien en lo que cabía, sólo había que ver como reaccionaban ellos.

— Si necesitáis ayuda con algo... — Empecé a decir mientras que los miraba a todos, ninguno parecía herido, así que hablé tal vez para ganar esa confianza que estaba en duda aún, yo sabía por qué desconfiaban, a lo largo de todo este tiempo había encontrado personas buenas y malas fuera del poblado. Tragué saliva. — Ed es médico, así que si necesitáis algo al respecto os podríamos ayudar... — Señalé a mi cuñado y luego me adelanté un paso. — Eh... Hola — Saludé a la pequeña agachándome ligeramente. — Llevo un par de chocolatinas en la mochila, ¿te gusta el chocolate? — Le pregunté con una pequeña sonrisa en un intento de que estas personas confiaran de nosotros, porque sencillamente eramos de fiar, no seríamos capaces de dañar a nadie que nos diera un buen trato.

El joven se acercaba con bastante lentitud, oyendo y estando muy pendiente de cualquier movimiento. Mientras ellos hablaban, los pasos de él eran apresurados y su intención no era lastimar o herir, solo quería estar seguro de que no eran humanos caníbales o seres muertos. La tensión subía y apenas el resplandor del filo, miraba hacia el cielo, con el filo apuntando a alguno de ellos. En ese momento le serviría bastante un arma pero nada se lo facilitaba y además, encontrar un arma es difícil dado que todos los supervivientes las recogen, aún sin saber usarlas.

Paul es un experto en armas de fuego y no le quedaría grande o arduo usar cualquier cosa para disparar, también el combate cuerpo a cuerpo se le facilitaba puesto que su origen es japonés y ha participado en varios torneos cuando era niño. Su padre le había enseñado varias técnicas de pelea y sus sargentos le dieron clase de resistencia a todo pero aún, le faltaba un poco más, no mucho pero le faltaba un poco.

El viento resoplaba y hacía que los papeles volaran ante esa brisa furiosa... Era obvio, había un presentimiento maligno en Paul, dado que las condiciones no eran buenas y ese viento estremecía a cualquier persona, aunque quiera parecerse a un tipo rudo. Al estar un poco cerca, con mala suerte, lo pillaron con las manos en la masa, por así decirlo. Como un huracán, todos se colocaron alerta y sacaron pistolas e incluso escopetas, apuntando al antiguo capitán. Sin rechistar ni nada, Paul se resignó y guardó la cuchilla en su cintura para subir las manos y mirar con una seriedad incomparable, algo que siempre le ha caracterizado.

-No se preocupen... No tengo intención de herir o atacar a alguien. Solo que siempre sospecho de muchos, además, es un tanto estúpido atacarlos a ustedes sin un arma de fuego.-Sin más preámbulo, se acercó con lentitud, todavía con sus manos en alto, estando ya lo bastante cerca para presentarse.

Con cortesía, saludó a todos, estrechando la mano con fuerza, haciendo que ellos sientan su mano helada, bastante helada. -Mi nombre es Paul B. Holmes, un ex capitán del ejército de la armada de los Estados Unidos pero como ya sabrán, la armada fue eliminada, así que simplemente soy un superviviente con mala suerte.-Su intención no era causar gracia ni nada por el estilo.

-les prometo que haré todo lo posible por protegerlos, aunque no tenga armas.-También su humildad y respeto era grande, se notaba que a toda costa quería evitar algún problema. Después de todo, era los primeros humanos cuerdos que veía en el año.

Yo solo... quiero matar a este tipo, quiero matar a todas y cada una de las personas que están allí abajo reunidas... su sangre  tiñendo de rojo sus ropas y manchando el suelo, un bonito cuadro que deseo ver desde hace mucho tiempo.

¿Eso fue una sonrisa? ¿Porque mierda están sonriendo? ¿se habrán dado cuenta ya de que estamos hundidos en la mierda mas profunda? ¿estarán cuerdos? al menos uno... solo ver a uno de esos, cualquiera el que sea... cayendo al suelo con una de mis flechas incrustadas en su pecho, cabeza... siento un escalofrió de solo pensarlo, pero si pudiera elegir... definitivamente me cargaría al que se presento con su "Los protegeré". Eso solo haría su sufrimiento menos doloroso, ya lo viví, quien protege a otras personas acabara muerto en su causa, el dolor jamas se ira mientras sigamos aquí, por eso aunque lucho por sobrevivir, también me preparo para el momento en que no logre evadir mas a la muerte, ese sera el remedio para esta alma retorcida, oscura y corrompida.

Deje que la flecha se quedara en mi mano y destemple el arco, quitándome el pelo de la oreja para escuchar mejor... el sarcasmo del viejo y el ofrecimiento de golosinas quizá envenenadas a la enana por la chica fue lo que menos me importo. Cuando escuche que el hombre menciono que iban a entrar en esa prisión por provisiones y demás cosas útiles... tuve que callarme una carcajada mientras pensaba que antes de todo el tipo podía haber sido un payaso de circo, entrar ahí suponía el suicidio mas planeado que había visto o escuchado en mi vida entera, que ridículo. Por mucho que quería marcharme ya... y aunque esta fuera la gente que Boo y yo buscábamos, parecía que en realidad iban a entrar a ese lugar, que podía tener esperando un... par de cientos peligros con los come carne, ¿y si se llevaban a la enana ahí adentro? de seguro a ninguno de esta pardada le interesaría vigilarla , protegerla, y aunque suponieran que con solo echarle un ojo bastaría... en cuanto la dejaran de ver podría estar subida en el techo diciendo que puede volar o algo por el estilo, no... si la traje hasta aquí, definitivamente no seria para verla morir, al menos no tan pronto... supondría una perdida de mi tiempo el haber venido hasta aquí cuando estaba mas cerca de Atlanta antes.

Guarde la flecha en mi carcaj y me colgué el arco, esperando no caerme de la rama del árbol, cosa que casi ocurre y el primer muerto aquí hubiera sido yo... en fin, me colgué del tronco y de la misma manera en que subí, baje, soltándome cuando estaba ya a una corta distancia del suelo, la gente a unos metros de mi pareció percatarse de inmediato, no escuchaba con el crujir de las hojas secas que decía el viejo pero de seguro fue un comentario sarcástico, sin embargo constantemente levante mi mirada, una mirada que se tornaba pesada en el momento en que parecía recorrer a cada uno de los presentes de pies a cabeza con ella.

-Lo has hecho bastante bien, ahora toma aquí mis dulces- le susurre a Boo al oído, tras agacharme y poner mi mano en su hombro, saque de mi bolsillo derecho una manotada de dulces varios, chupetas, chocolates, gomas...

-Te daré mas pero no recibas ni uno solo de alguna de estas personas- le susurre de nuevo bajando el tono de mi voz lo mas que me fue posible, pues quería que mis palabras solo fueran escuchadas por ella.

De repente una de las personas presentes comenzó a hablarme, y en ningún momento me preocupe en mirarla o en responder, por un momento mire al suelo sin decir nada, pero de un momento a otro una risa se desato proveniente de mi.

-Del 1 al 10 que tan idiota se debe ser para entrar ahí... hay muchos lugares cercanos en los que creo encontrarían menos come carne de los que van a encontrar ahí- vocifere un poco y tras haberle pedido mi túnica a boo y colocármela eleve mi mirada y mis carcajadas a todos los presentes.

-Ustedes pueden o no tener un refugio... así que dejando eso de lado asumiré que ustedes son gente "Buena", mi intención es dejar a esta pequeña... niña- dije esforzándome por no decir plaga -con ustedes o cualquier grupo numeroso que pueda brindarle protección... pero asumo también que antes de nada, intentaran entrar en este lugar del que espero salgan con vida por esta niña, pero siendo lo mas realistas posibles, sin ridiculeces como... vamos a estar bien o... yo los protegeré a todos- Gire mi mirada al  hombre que decía haber formado parte de la armada -lo mas posible es que todos sean despedazados ahí adentro, empezando por los menos ágiles- mire al anciano de quien pocas veces quite el ojo mirada durante mis palabras.

-Así que si van a llevar a esta niña alla adentro con ustedes... yo estaré allí para protegerla, o moriré junto a todos ustedes-

Sin previa advertencia el papel de Boo en la vida de Marcus había cambiado, ahora estando frente a tantas personas... ella era la conocida, la amiga, la acompañante, casi como Judy tiempo atrás. El resto de los presentes... solo eran basura para el, no tenían valor, no importaban.

Coloqué la pistola en su funda justo debajo de mi chaqueta negra con el logo de Umbrella. Era para mí un deber llevar el uniforme de la compañía en cada misión, y aunque en esta ocasión estuviera acompañado, aquella regla no era una excepción. Observé cómo Lucille intentaba abrir la puerta sin mucho éxito, y si no hubiera sido por sus posteriores palabras, juro que me hubiera abalanzado contra esa puerta para terminar de dañar mi hombro. Coloqué mis dedos sobre el tabique intentando idear una mejor forma para entrar. La puerta principal parecía ser la única opción, aunque también la más arriesgada, pues suponía que la mayor parte de los muertos vivientes del patio se concentraban en ese punto. Pero no había de otra. Debíamos ir a la puerta principal sí o sí. Mi compañera me abrazó por la cintura y comenzamos a caminar juntos como enganchados el uno al otro; era incómodo, pero lindo de cierto modo.

Luego de un par de minutos de abrazos, a lo lejos pudimos divisar a un grupo numeroso de personas. Digo numeroso para la época en la que vivimos actualmente. No podía saber cuántos eran exactamente debido a la larga distancia, pero lograba contar por lo menos a seis. Y lo más preocupante de todo: Veía que algunos de ellos tenían armas en la mano. -Esto es malo, Lucille. Pueden ser hostiles y están bloqueando nuestra entrada-. Lo primero que hice fue quitarme la chaqueta de Umbrella y esconderla entre los arbustos más cercanos. No podía darme el lujo de que se dieran cuenta de para quién trabajábamos. Estaba muy consciente de que los sobrevivientes de hoy en día no tenían en mucha estima a la compañía de la sombrilla. -Debemos estar preparados para atacar o huir si es necesario-. Advertí a Luci.

Nos acercamos muy lentamente con las manos levantadas y una sonrisa en el rostro, intentando demostrar confianza. -¡Muy buenos días!-. Saludé entusiasmado. -Mi esposa y yo pasábamos por la carretera buscando suministros y vinimos a parar aquí. Me llamo Gian, y ella es Lucille-. Intentaba ser lo más amigable posible, pero mis dotes como actor no eran muy buenos que digamos. -¿A qué se debe tan espléndida reunión de sobrevivientes?-. Los observé de arriba a abajo a todos ellos. Sólo la mitad parecían realmente preocupantes, pero los demás no representaban ningún peligro. Incluso tenían a una niña y un anciano con bastón...

Y de golpe allí ya estábamos demasiadas personas, lo mejor fue ver como el tipo del cuchillo, el asiático, acababa por esconder el arma y hablaba de forma pacífica, incluso sobre protegernos. No me fiaba, ¿qué clase de persona llegaba amenazante y luego escondía la mano al ver armas superiores a la suya?, no sabía si su jugada había sido astuta o estúpida, pero fui bajando el arma al par que miraba a Kenneth, no era una mirada de "eh niño, se bueno", no, si no de todo lo contrario, para que prestase atención. Una niña, un matrimonio más, el chistoso, el pacifista, Robin Hood, venga... ¿Dónde estaba la fiesta?

- Yo soy médico, él es de los Scout Boys y ella era la mano derecha de Gordon Ramsay... - Respondí con cierta sorna como si me importase si hubiera sido su marido el mismísimo Jackie Chan, porque claro, yo también podía decir que era la versión blanca de Bruce Lee. Además, no todos los soldados por ser soldados ya eran unos supervivientes natos, lo mismo que esa niña había podido sobrevivir por pura suerte ellos también, igualmente que habían muerto millones de soldados. Lo que me faltaba, otra parejita feliz... - Mientras procuréis no daros el lote delante de mi o la niña todo estará bien - Entonces me fijé en el de la capucha, para él también tenía.

- Más bien se trata de desesperación, llevamos ya dos años acabando con los suministros de un pueblo y esta ha sido ya nuestra siguiente opción más cercana... - Y es que era el único sitio donde al parecer encontraríamos nuevas semillas y material para los campos, por ese módulo de agricultura que tenían para los presos, lo demás como el material médico de la enfermería, que sería importante aún así o la comida, no era tan importante, en el Amish Country teníamos campos y cultivos con los que apañarnos, por ello nos preocupábamos más por las semillas y demás, para ir abasteciéndonos ahora que veíamos que quedaban pocas y no hacerlo al final cuando no quedase nada y se nos agotasen los suministros. Habíamos pasado por una mala época de lluvias y no habíamos obtenido lo deseado, así que necesitábamos reemplazar las semillas mal usadas.

Al Robin Hood le iba a acabar dando una somanta de palos como no dejase de tirarme que era un viejo desvalido, a ver cuando le metiera el bastón por el culo si seguía diciendo lo mismo. Pero cuando sugirió lo de dejar a la niña con nosotros, bueno, con un grupo numeroso hablando del refugio y demás no pude evitar mirar de reojo a Leah, como si fuera a ofrecerse a cuidar de la niña, mi gesto fue de negación, no sabíamos que intenciones tenían, tal vez buscasen ver si teníamos un buen refugio y aparentasen haberse encontrado todos de casualidad aunque formaran parte del mismo grupo. - Pues suerte con ello - Comenté quitándole importancia.

- Y ahora, suponiendo que todo esto ha sido una gran casualidad... ¿Tenéis algún maravilloso plan para entrar ahí adentro?, porque nosotros si - Cerré el coche con las llaves y me fui encaminando hacia la puerta de la valla, habían quince muertos ahí adentro y aunque el plan de Leah era bastante bueno ya no me fiaba de dejarla ahí sola con los recién llegados. - Kenneth, tú y Leah quedaros fuera - Les comenté sólo a ellos dos y luego me volvía hacia los recién llegados. - Aquellos que queráis entrar con nosotros estáis a tiempo, eso si, lo que encontremos lo dividiremos de forma pacífica - Recalqué la última palabra para que les quedase claro. - Ahora vamos, quiero salir de aquí antes de que se haga de noche... - Comenté con cierto mal humor hasta que llegué a la alambrada.

La verja estaba sin cerrar, tan solo había que deslizárla hacia un lado, mejor. - Los de fuera atraed a los muertos hacia la valla y los de dentro acabaremos con ellos, vamos - No iba a parar mis planes por una panda de recién llegados y mucho menos iba a pedir permiso sobre sus planes o sus ideas... Nada más entrar empujé al primero que se me acercaba con el bastón haciendo que cayera al suelo y clavando la palanca de hierro en su cabeza, uno menos.

Genial, ahora Marcus entrara en escena y me dirá lo estúpida que fui por no mantener las palabras en una burbuja de pensamiento, pero qué más da, igual lo hice bien para ser mi primera vez, y ojala sea la última porque no pienso hacerlo de nuevo. Miré a todos sorprendida con las manos aun cubriendo mi boca, sin embargo, al parecer tan inofensivos -no todos, la mayoría-decidí dejarlas caer a los costados y las mangas volvieron a su estado original permitiendo que mis manos no se vieran –No, juntos no…–murmure a la pregunta del señor, demasiado bajo como para que el viejo no me oyera, con estas personas no estaba tan confiada en alzar la voz, no por ahora. Me quede parada sin mover ni un solo músculo, abriendo bien las orejas y con la boca cerrada. Entonces una señora se me acercó a mí, al instante retrocedí unos pasitos  y me lleve la mano a la boca, mordisqueando levemente un dedo porque sentí mucha hambre en ese momento –Ho..hola–respondí tranquila con el dedo aun en la boca haciendo que se me entendiera poco cualquier cosa que dijera. Asentí con la cabeza cuando menciono si me gustaba el chocolate, mi estómago volvió a rugir por lo que la siguiente mordida fue un poquito más fuerte.
Una mano grande y pesada se posó sobre mi hombro mientras la chica seguía delante de mí. El contacto no me altero porque enseguida adivine quien era, Marcus, su voz la reconocía bastante bien, tanto, que si estuviera completamente ciega enseguida acertaría que se trataba de él. Y si lo reconozco bastante bien es porque no para de parlotear cosas que no entiendo. Quite el dedo de mi boca y me gire para arrebatarle los dulces fieramente, de hecho ni siquiera preste atención a lo que me había dicho, me importo poco, fui oídos sordos mientras pensaba en las chucherías, mi estómago era quien controlaba los demás sentidos cada vez que pedía comida y yo no podía hacer nada al respecto. Tampoco le di las gracias y hasta me había olvidado de la chica. Me saque la túnica con cierta dificultada tras negarme a soltar los chuches, no los quería dejar, si lo hacía de seguro se lanzarían encima de mis dulces y se lo comerían todo ¡TODO! Utilizando solo un brazo, abrace los caramelos contra mi pecho y miraba de reojo a los grandes mientras iba de un lado a otro comiendo algunas gominolas usando la mano libre para llevármelas a la boca. Más personas se acercaron y me detuve por unos minutos, observándolos curiosa, empecé a esconder mis dulces en los bolsillos y me limpie la azúcar de mi ropa. Mis ojos se posaron sobre todo en la nueva ya que las mujeres son más amables conmigo, los hombres no tanto porque ponen esa cara de ogro amargado y a mí eso no me gusta. Caminé hacia ella. Esperaba que me diera algo. Una manzana ¿no tiene chuches? mmm…esperaba más dulces pero no importa. Recibí la manzana, le di un mordisco sin decir nada y me aleje de ella colocándome delante de Marcus.

Al escuchar que la enana se quedaría con ellos, el tipo del bastón de inmediato miro a la otra muchacha, y pude notar en el cómo no le agradaba mucho la idea, mi mandíbula se tensiono, los puños tras mis mangas se crujieron entre ellos, y sentí verdaderas ganas de clavarle en el culo todas las flechas que habían dentro de mi carcaj, pero así jamás podría deshacerme de mi pequeña acompañante, deje de mirarle sin reflejar expresión alguna en mi rostro por lo que había visto.

Y entonces fue cuando todos se presentaron... bla bla bla... bla bla bla, mi mirada se posaba aun desafiante sobre el viejo que con solo una mueca me hizo entender lo mucho que le disgustaba que le llamaran así, pues eso era... un vejete, pero eso no era tema de discusión, o una razón por la cual no fuera a colaborar con estas personas, siempre y cuando hubiera un beneficio muto.

-Espero que todos aquí estén de acuerdo, en que podemos trabajar juntos, siempre que haya un beneficio para todos de por medio- levante mi voz un poco esperando que el vejete me respondiera de inmediato, y así fue, explico todo lo necesario en su pequeño discurso, en el que poco me interese, no iba a esperar a dejar mi vida en manos de un tipo que ya con los años encima a saber qué tipo de alucinaciones tendría, me refiero a que... seguiría lo que dijera en cierto sentido, pero yo ya me había planteado la situación desde el momento en que vi al grupo de monstruos allá adentro, ese hombre no conocía mis fortalezas y mis fallas, y no podía permitir que alguien así me dijera que debía hacer, ¿necesitaba limpiar el patio de los come carnes? Bien... pero lo haría a mi manera.

-Supongo que un arquero les haría esta parte mas fácil- dije tras sacar mis manos de mi túnica y descolgarme el arco y sacar una flecha del carcaj.

-Oye, tú, préstame atención- le dije a Boo bajando mi mirada hacia ella.
-Quédate a mi lado, cerca, no te separes y no te pierdas de mi vista, ¿te ha quedado claro? al menos hazlo por toto, así no será la cena de esos de allá adentro- le dije con voz autoritaria, dentro de mi esperaba que su cerebro captara esta pequeña orden, añadiendo lo de toto como algo que quizá podía hacer que se lo tomara más en serio, pues me estoy arriesgando el pellejo aquí y no quiero que sea mas difícil de lo que ya va a ser, dentro de mi sentía temor por mi... pero aunque quisiera, simplemente no era capaz de demostrarlo, no sabía hacerlo de otra manera diferente a como ya lo hago.

Dicho esto avance hasta la reja que ya había sido abierta por el viejo, empuñe el arco y tire de él con la flecha hacia atrás, la solté con un movimiento rápido de mi mano viendo a la distancia como se incrustaba en la cabeza de uno de los monstruos que a paso lento pero seguro, se acercaban hacia nosotros, no importaba a qué distancia tirara las flechas, ya las recogería al terminar aquí.

— ¡¿vas a dejar a la niña sola por ahí con extraños?! — Exclamé de golpe pese a la mirada que me echó Edward, ¿es qué no era su hija o familiar alguno de él?, ¿y en qué cabeza cabía dejar a una niña de la que cuidabas con unos extraños?, a ver, si no quedaba de otra cuidaríamos a la perfección de ella, pero no me parecía tan prudente que se pusiera a ofrecer a la pequeña como si fuera nada y menos. Cuando me saludó le dediqué una pequeña sonrisa y aunque ya le habían dado un par de chuches y una pieza de fruta yo me acerqué con la chocolatina que le había prometido para dársela. — ¿Cuantos años tienes? — Pregunté aprovechando que el tipo que la acompañaba se había acercado a Edward y ambos entraban en el patio. Le dediqué una mirada suplicante a mi cuñado, para que su boca no le metiera en problemas con aquellas personas, a veces le perdía demasiado. Pero en verdad lo que me preocupaba más era que aquel tipo fuera de fiar o no, no me daba muy buena espina.

Miré a la niña de nuevo. — Yo me llamo Leah — Me presenté ofreciéndole mi mano con una mueca divertida, ella parecía más mayor que Ethan y siendo mi pequeño menor que ella le sacaba de sus casillas que le hablaran como si fuera un enano, así que simplemente actué un poco como lo hacía con él o como le gustaba que la gente lo tratase, cuando alguien le daba con la mano en la cabeza y le revolvían el pelo se ponía negro peinándose con las manos y me preguntaba cosas como: ¿Por qué no me dan la mano? Cosa que a mi me hacía mucha gracia.

— Kenneth vayamos hacia ese lado de la valla y llamemos la atención de ese grupo — Sugerí señalando el lugar y luego miré a la niña. — ¿Nos quieres ayudar? — Pregunté mientras que alzaba la mirada hacia el resto, no me sentía a gusto con tanto extraño. — ¿Vosotros entrareis también? — Pregunté con cierta timidez. — Tal vez deberíamos agruparnos, unos que entren a ayudarles y otros aquí afuera... — Eso de tener tanto morro como Edward y ponerme a dar ordenes no era lo mío... Y no me sentí demasiado bien, todo lo contrario, más bien estúpida. Me fui acercando a la valla al ver como algunos más cercanos a esta, en el interior iban a por Edward y el encapuchado, así que empecé a llamar su atención golpeando la valla y dando gritos, los zombies se empezaron a girar y venir hacia la valla desde dentro. — ¡¡EHHH, eso es, venid aquí!! — Gritaba una y otra vez mientras que golpeaba la valla y me movía por esta, alejándome apenas un poco cuando unos siete se agruparon en esta tratando de estirarse, metían los dedos a través de los agujeros y abrían sus bocas y una otra vez, como si pudieran atraparme estando la valla de por medio. — Nunca he visto uno tan de cerca así... — Susurré tragando saliva, en verdad claro que los había tenido cerca y había acabado con ellos, en varias ocasiones cuando salía del poblado, lo que me impactaba era tenerlos tan cerca, como si estuviéramos en el zoo. Respiré hondo y agarré el cuchillo con fuerza acercándome lo justo para hundir este a través de uno de los agujeros de la valla y así incrustarlo en la cabeza de uno que acabó definitivamente muerto, uno menos, ya quedaban doce.

No me agradaba seguir las órdenes de un abuelete, pero si eso nos ayudaba a completar la misión más rápido y sin gastar tantas balas, bienvenido sea. Todos comenzaron a dividirse en dos grupos diferentes. Me preguntaba por qué el anciano optó por entrar en lugar de distraer a los muertos desde la relativa seguridad que le ofrecía la verja. No iba a haber abuelo por mucho tiempo. Me hubiera gustado hablar con él para evitar un momento dramático, pero se veía que no era un hombre que supiera escuchar razones.

Me dejé llevar por Lucille que parecía disfrutar mucho de nuestra mentirilla piadosa. Una vez me soltó, la agarré por la nuca y le planté un fogoso beso de despidida. -Cuídate, amor-. Si ella era capaz de jugar con nuestra mentira, yo también podía hacerlo. Le dediqué una pícara sonrisa y me aparté de ella para entrar a la prisión y seguir al grupo que se dedicaría a acabar con los muertos desde adentro.

Los de afuera comenzaban a hacer una excelente labor distrayendo a ese grupo de podridos, y los de adentro tampoco se quedaban atrás. Podía notar cómo algunos tenían mejor habilidad que otros, pero en definitiva todos allí tenían algo que los hacía fuertes, incluso el viejo del bastón. La selección natural. Las personas que hasta este punto seguíamos vivas es porque éramos los mejores, los más fuertes. Un pequeño grupo de comecarnes no iba a detenernos a ninguno de nosotros. Empuñé mi pistola, apunté y apreté el gatillo para darle justo en la cabeza a una de esas cosas que estrujaba con ansias la verja intentando alcanzar a una de las chicas. Me sentí lleno de vida cuando vi salir la sustancia negrusca de ese ser. Cómo me divertía matando a esas cosas. Lástima que sólo quedaban diez.

El sol se localizaba ya en lo alto del cielo cuando aquellos que irrumpieron en aquella tranquilidad se fijaban en tan imponente edificio. Quince pares de ojos los empezaron a observar con ansias de sangre y carne fresca. Unas ansias terroríficamente insaciables. Tras apenas una breve interrupción de los vivos en aquel lugar tan solo quedaban ya diez pares de ojos allí encerrados, hambrientos y con ganas de sangre.

Pero había algo más, era aquel ruido lo que los atraía y el disparo de aquel arma de fuego consiguió que otros, por decirlo de alguna forma, "despertasen". Fue como si el bosque entero cobrase vida de un momento a otro, arrastraban los pies de forma bastante penosa, en aquella especie de procesión silenciosa, llena de gruñidos y el ligero ruido de las ramas al romperse. De entre los árboles salieron dos, una mujer que no dudó en lanzarse a por el primer vivo que vio y un hombre que aún tardaría un poco en alcanzar al resto, pero que sin duda atacaría. Mientras tanto en e interior del recinto esos diez se movían en torno a la valla, atraídos por las voces. Aunque eran tres de esos diez lo que caminaban por otra zona acercándose peligrosamente a los vivos.

Desafío: Es sencillo, los siete de la valla están distraídos, podéis ir matándolos por ahora sin lanzadas de dados ni nada, como queráis, eso si, con lógica. Los dos de fuera, la mujer zombie se lanzará a por alguien de fuera, quien esté fuera y responda a continuación deberá deberá responder al desafío, el hombre zombie no ataca a aún a nadie, así que otro puede realizar una lanzada de dados para acabar con él. Respecto a los tres que están dentro, sólo uno de ellos atacará a alguien de dentro, quien responda a continuación deberá realizar una lanzada de dados, los otros tres aún no suponen un problema. Para responder al desafío en general: Escribís vuestro rol con normalidad y cuando vayáis a atacar cortáis. Le dais a previsualizar, seleccionáis el dado de desafíos y enviáis. Tras ver el resultado editáis el tema. Quien ataque a la mujer zombie, si falla esta se lanza a por el personaje y ambos caen al suelo forcejeando, quien ataque al zombie de fuera si es un disparo, le da de refilón en la cabeza sin matarlo, si se acerca a este para matarlo, el zombie lo esquiva y se lanza a por ti. Con el de dentro igual. Y ATENCIÓN; aquellos que ganen el desafío ganarán una lanzada de dados gratis en armas artesanales {Dado Objetos}, si pierden, otro usuario podrá ir y matar al zombie salvando al personaje sin necesidad de lanzada de dados ni recompensas.