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Estás solo, todo está destruído, la muerte quiere cazarte. Has sobrevivido al fin y eso no es todo: esta guerra sigue en pie, pues el fin supone un nuevo principio, uno más tormentoso donde tendrás que demostrar lo que vales. ¿Crees poder sobrevivir?, si no... Abandonad toda esperanza aquellos que os adentráis en este nuevo, virulento y destrozado lugar.
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Vanessa A. Walcott
6 de diciembre de 2014
Es el primer día... Me van a poner a prueba, lo sé y estoy completamente segura de que no será una prueba sencilla, Umbrella no se anda con chiquitas. Pero resulta que no solo estoy preparada para lo que sea, si no que estoy deseando salir para demostrar de lo que soy capaz de hacer, sé que ayer le tocó a Anna y aún está descansando, no sé nada de ella, ¿tan duro será?, niego, estoy lista. Hoy me toca a mi.
— Estás sola, no tendrás contacto con la base, te dejaremos en un lugar que no conocerás, deberás de conseguir regresar con vida al punto que se te indicará para volver a la base... — La voz frívola y aburrida de lo que estoy segura que debe ser esa llamada "Reina Blanca", la que todo lo ve resuena en el ascensor, tras escuchar sus palabras me giro hacia mi instructor, ha sido una especie de tutor a lo largo de toda mi recuperación y entrenamiento, le miro enarcando una ceja, ¿es lo que yo creo? — ¿A caso no llevaré armas? — Pregunto de golpe en cuanto la Reina Blanca ha terminado con su parte. Este me mira como si estuviera loca o lo peor, como si fuera idiota. — No, así será más revelador, ¿no crees? — Le miro con cara de pocos amigos y no me callo. — Así será el comienzo de mi propio entierro... Que ganas tengo de perderte de vista... — Me ahorro el gilipollas de la frase, no aguanto a este tipo. Pero tras superar esta prueba, si aún sigo con vida ya no tendré que aguantarle más, eso me reconforta.
Todo resulta a partir de aquí extraño, bueno en realidad... No resulta nada, básicamente porque varios hombres me acompañan en la dirección de un todoterreno, pero antes de que sea capaz de entrar al vehículo siento un fuerte pinchanzo en el cuello, solo me da tiempo para girarme y mirar al gilipollas de mi instructor con cara de "¡eh... yo confiaba en ti cabrón!" además de ver la inyección en su mano y entonces nada más, mis pestañas pesan demasiado y me obligan a dormirme.
Hay un largo pasillo blanco, no sé donde diablos estoy, solo pienso en regresar a casa, ¿casa?, si, Umbrella, la habitación sosa y blanca en la que duermo, lo único que me apetece es meterme en la cama y dormir hasta que no pueda más. Es lo único que deseo, pero no hay algo que me persigue y que sé que quiere acabar conmigo, no quiero toparme con esa cosa, corro por los pasillos y cuando salgo de aquel edificio sé que hay algo que me dejo, algo importante de lo que me olvido, trato de recordarlo, pero conforme más intento recordar es como si olvidase todo lo demás y no llegase a ninguna parte. Es entonces el momento justo en el que abro los ojos y tan solo veo mi propio brazo. De forma perezosa me muevo entre las sábanas hasta quedar sentada sobre la cama, no hace falta ser una lumbreras para darse cuenta de que no estoy en mi estúpida habitación, siento un pequeño mareo conforme empiezo a recordar la base, al gilipollas de mi instructor que no se le puede llamar de otra forma más que esa y entonces nada más. No me han dado armas, no me han dicho donde estoy, ni siquiera lo que debo hacer, no me han dicho nada... Me bajo de la cama, sé que es una de esas habitaciones de hotel, de uno de esos hoteles bastante grandes y lujosos, ni siquiera sé como lo sé, pero lo sé. La habitación parece estar en perfecto estado, a causa del polvo acumulado sobre los muebles, ¿qué se supone que debo hacer ahora?
Giro sobre mis talones y voy en dirección del enorme ventanal para correr las cortinas, es entonces al ver la panorámica que descubro donde estoy, la estampa es desoladora, Las Vegas está casi por desaparecer sobre la arena del desierto, ni siquiera se ven muertos en la arena, me vuelvo a preguntar que demonios quieren que haga en una ciudad fantasma cuando oigo el golpe, me giro rápidamente en la dirección de la puerta conforme resuena también el gruñido, ahí le tenemos, uno de esos zombies, solo habré matado a una docena en los entrenamientos en la base, siempre con vigilancia, ahora sé que estoy sola. Cuando el muerto se lanza gruñendo a por mi mostrando una dentadura asquerosa yo salto hacia mi derecha cayendo sobre la superficie del colchón por la que ruedo agilmente, seguida del muerto que no logra salir, pues antes ya me he puesto de pie sujetando una de las lamparas de la mesa que suelto con toda mis fuerzas en su cabeza, justo en la zona con más posibilidades de hacerle pupa de verdad y con un solo golpe me lo he cargado. La habitación se queda en completo silencio mientras yo pienso en que Umbrella no es tan estúpida como para enviarme a un lugar con apenas cuatro muertos mal contados, es entonces cuando suena un fuerte rugido que proviene de las plantas inferiores, algo que no puede ser un simple caminante y es ahora cuando comprendo que efectivamente esto no es un juego de críos.
— Estás sola, no tendrás contacto con la base, te dejaremos en un lugar que no conocerás, deberás de conseguir regresar con vida al punto que se te indicará para volver a la base... — La voz frívola y aburrida de lo que estoy segura que debe ser esa llamada "Reina Blanca", la que todo lo ve resuena en el ascensor, tras escuchar sus palabras me giro hacia mi instructor, ha sido una especie de tutor a lo largo de toda mi recuperación y entrenamiento, le miro enarcando una ceja, ¿es lo que yo creo? — ¿A caso no llevaré armas? — Pregunto de golpe en cuanto la Reina Blanca ha terminado con su parte. Este me mira como si estuviera loca o lo peor, como si fuera idiota. — No, así será más revelador, ¿no crees? — Le miro con cara de pocos amigos y no me callo. — Así será el comienzo de mi propio entierro... Que ganas tengo de perderte de vista... — Me ahorro el gilipollas de la frase, no aguanto a este tipo. Pero tras superar esta prueba, si aún sigo con vida ya no tendré que aguantarle más, eso me reconforta.
Todo resulta a partir de aquí extraño, bueno en realidad... No resulta nada, básicamente porque varios hombres me acompañan en la dirección de un todoterreno, pero antes de que sea capaz de entrar al vehículo siento un fuerte pinchanzo en el cuello, solo me da tiempo para girarme y mirar al gilipollas de mi instructor con cara de "¡eh... yo confiaba en ti cabrón!" además de ver la inyección en su mano y entonces nada más, mis pestañas pesan demasiado y me obligan a dormirme.
Hay un largo pasillo blanco, no sé donde diablos estoy, solo pienso en regresar a casa, ¿casa?, si, Umbrella, la habitación sosa y blanca en la que duermo, lo único que me apetece es meterme en la cama y dormir hasta que no pueda más. Es lo único que deseo, pero no hay algo que me persigue y que sé que quiere acabar conmigo, no quiero toparme con esa cosa, corro por los pasillos y cuando salgo de aquel edificio sé que hay algo que me dejo, algo importante de lo que me olvido, trato de recordarlo, pero conforme más intento recordar es como si olvidase todo lo demás y no llegase a ninguna parte. Es entonces el momento justo en el que abro los ojos y tan solo veo mi propio brazo. De forma perezosa me muevo entre las sábanas hasta quedar sentada sobre la cama, no hace falta ser una lumbreras para darse cuenta de que no estoy en mi estúpida habitación, siento un pequeño mareo conforme empiezo a recordar la base, al gilipollas de mi instructor que no se le puede llamar de otra forma más que esa y entonces nada más. No me han dado armas, no me han dicho donde estoy, ni siquiera lo que debo hacer, no me han dicho nada... Me bajo de la cama, sé que es una de esas habitaciones de hotel, de uno de esos hoteles bastante grandes y lujosos, ni siquiera sé como lo sé, pero lo sé. La habitación parece estar en perfecto estado, a causa del polvo acumulado sobre los muebles, ¿qué se supone que debo hacer ahora?
Giro sobre mis talones y voy en dirección del enorme ventanal para correr las cortinas, es entonces al ver la panorámica que descubro donde estoy, la estampa es desoladora, Las Vegas está casi por desaparecer sobre la arena del desierto, ni siquiera se ven muertos en la arena, me vuelvo a preguntar que demonios quieren que haga en una ciudad fantasma cuando oigo el golpe, me giro rápidamente en la dirección de la puerta conforme resuena también el gruñido, ahí le tenemos, uno de esos zombies, solo habré matado a una docena en los entrenamientos en la base, siempre con vigilancia, ahora sé que estoy sola. Cuando el muerto se lanza gruñendo a por mi mostrando una dentadura asquerosa yo salto hacia mi derecha cayendo sobre la superficie del colchón por la que ruedo agilmente, seguida del muerto que no logra salir, pues antes ya me he puesto de pie sujetando una de las lamparas de la mesa que suelto con toda mis fuerzas en su cabeza, justo en la zona con más posibilidades de hacerle pupa de verdad y con un solo golpe me lo he cargado. La habitación se queda en completo silencio mientras yo pienso en que Umbrella no es tan estúpida como para enviarme a un lugar con apenas cuatro muertos mal contados, es entonces cuando suena un fuerte rugido que proviene de las plantas inferiores, algo que no puede ser un simple caminante y es ahora cuando comprendo que efectivamente esto no es un juego de críos.
Enjoy the Silence 4.0 All rights reserved.
No memories, no pain, no life...
Vanessa A. Walcott
Principios de 2014
Un parque, un bosque mejor, la humedad, el verde de los árboles, el frío en su piel, el aire que entra por su boca y le da vida, todo aquel tipo de cosas que hacen sentir a alguien vivo, esas y más son las que la envuelven ahora a ella, pero está ahí de pie sin llegar a visualizar nada en concreto porque no sabe distinguir que es árbol, que es suelo, que es tierra... La mirada está perdida en todas aquellas cosas maravillosas y ella no ve ninguna en realidad. Porque no sabe donde está y aunque todo parece tan real no lo es.
Aquella sensación que le producía sentirse libre cesó, el aire ya no resultaba tan fresco y frío como antes, todo lo contrario, se sentía encerrada y aún no había llegado a abrir los ojos. Sus manos se deslizaron de forma lenta y perezosa por el suelo acariciando con las yemas de sus dedos el frío y aséptico material que la rodeaba en esas tres paredes, más suelo y techo. Había un cristal en frente pero ni se había fijado en ello, tan solo se molestaba en tomar aire de forma normal y tranquila sin pensar en nada más que en seguir ahí, acurrucada y tumbada en el suelo como estaba.
Una fina tela apenas cubría su cuerpo, en alguna ocasión su piel fue más pálida, ahora tenía mejor aspecto, su cabello ya no era tan largo, pero seguía teniendo aquel color característico, todas las marcas que solían haber en sus brazos, las cicatrices, mordeduras... No había ni una.
Aquel sueño obligado la mantenía bastante débil, el tiempo pasaba para ella casi sin que se diera cuenta, se movía lentamente por la estancia, gateaba hacia una esquina, luego otra, volvía, se tumbaba en el suelo y lo volvía a acariciar...
Terminó por colocarse en el centro de la estancia, de rodillas, sentada sobre estas mirando sus manos fijamente, ambas entrelazadas con cierta tranquilidad sorprendente para lo que era la situación, alzaba la mirada hacia el cristal y podía distinguir que allí había alguien más, pero lo único que lograba recordar todo el rato era aquello mismo. No le dio importancia y tras estar un rato en aquella posición acabó por echarse de nuevo en el suelo, en el centro de la estancia una vez más, colocando una de sus mejillas sobre el frío suelo, rozándolo con las yemas de sus dedos una vez más, realizando dibujos invisibles en él, recordando las escenas de su sueño y tratando de repetirlas.
Hasta que aquel sueño obligado se volvía a apoderar de ella y la dejaban sumida en ese trance que no le permitía hacer nada más que dormir, su respiración seguía siendo tan normal como antes, el pasillo se volvía ahora más oscuro y ella ni se percataba de ello porque cerraba los ojos y dejaba que aquella sensación de cansancio se apoderase de ella misma una vez más. Se acurrucaba y se dormía igual que antes en el interior de la A6.
Aquella sensación que le producía sentirse libre cesó, el aire ya no resultaba tan fresco y frío como antes, todo lo contrario, se sentía encerrada y aún no había llegado a abrir los ojos. Sus manos se deslizaron de forma lenta y perezosa por el suelo acariciando con las yemas de sus dedos el frío y aséptico material que la rodeaba en esas tres paredes, más suelo y techo. Había un cristal en frente pero ni se había fijado en ello, tan solo se molestaba en tomar aire de forma normal y tranquila sin pensar en nada más que en seguir ahí, acurrucada y tumbada en el suelo como estaba.
Una fina tela apenas cubría su cuerpo, en alguna ocasión su piel fue más pálida, ahora tenía mejor aspecto, su cabello ya no era tan largo, pero seguía teniendo aquel color característico, todas las marcas que solían haber en sus brazos, las cicatrices, mordeduras... No había ni una.
Aquel sueño obligado la mantenía bastante débil, el tiempo pasaba para ella casi sin que se diera cuenta, se movía lentamente por la estancia, gateaba hacia una esquina, luego otra, volvía, se tumbaba en el suelo y lo volvía a acariciar...
Terminó por colocarse en el centro de la estancia, de rodillas, sentada sobre estas mirando sus manos fijamente, ambas entrelazadas con cierta tranquilidad sorprendente para lo que era la situación, alzaba la mirada hacia el cristal y podía distinguir que allí había alguien más, pero lo único que lograba recordar todo el rato era aquello mismo. No le dio importancia y tras estar un rato en aquella posición acabó por echarse de nuevo en el suelo, en el centro de la estancia una vez más, colocando una de sus mejillas sobre el frío suelo, rozándolo con las yemas de sus dedos una vez más, realizando dibujos invisibles en él, recordando las escenas de su sueño y tratando de repetirlas.
Hasta que aquel sueño obligado se volvía a apoderar de ella y la dejaban sumida en ese trance que no le permitía hacer nada más que dormir, su respiración seguía siendo tan normal como antes, el pasillo se volvía ahora más oscuro y ella ni se percataba de ello porque cerraba los ojos y dejaba que aquella sensación de cansancio se apoderase de ella misma una vez más. Se acurrucaba y se dormía igual que antes en el interior de la A6.
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No memories, no pain, no life...
Vanessa A. Walcott
14 de noviembre de 2014.
— Es tu culpa... ¡No me mires así! — Le solté con cierta molestia cuando su cara pasó de ser ligeramente asustadiza a "te mataré porque todo esto ha sido culpa tuya" — Si no... — Ni me dejó terminar la frase, Carlos empezó a hablar de forma seria y casi atropellada, bien, ya me había ganado la charla del día.— ¡Para ser quien eres tienes muy pocas luces! — Fue lo primero que exclamó con sorna, yo rodé los ojos mientras que avanzaba adelantándole, porque es que no me apetecía ni escucharle. — Has sido muy irresponsable y casi nos matas a los dos, encima ahora tenemos que llegar a la base y falta poco para anochecer... ¡Nos darán por muertos y cuando regresemos, si es que lo hacemos a mi se me va a caer el poco pelo que me queda...! — Y siguió y siguió y siguió... Pero yo dejé de escucharle en cuanto empezó a decir que era eso, una irresponsable.
— Bla, bla, bla... — Iba susurrando a la vez que él hablaba detrás mío y creía que le escuchaba algo de lo que decía. — ¡Bob!, ¿me estás escu...? ¡Ahhh! — Iba tan tranquila... Y entonces el grito me hizo girarme a la vez que el corazón me daba un vuelco, el zombie habría salido de entre los árboles y se lanzó a por Carlos que trataba de zafarse de él. No lo pensé ni dos veces, avancé rápida hacia ambos a la vez que tomaba la lanza de Umbrella, pateé al cadáver quitandoselo de encima a mi compañero, inmovilicé al caminante apenas unos segundos contra el suelo pisandole el pecho y hundí la afilada punta de la lanza cuando esta se alargó sobre el cráneo del muerto que quedó definitivamente muerto. Presioné otro botón del centro de la lanza y esta volvió a plegarse mientras sin decir nada le daba la mano a Carlos para que se pusiera de pie.
— ¿Estás bien? — Le pregunté con cierta preocupación. — ¡Es la segunda vez que casi me matan hoy por tu culpa!, ya no pienso salir más contigo... — Exclamó de golpe y sus palabras me hicieron bufar girándome para volver a pasar de él. Dios, si es que existía, yo si que ya no me lo iba a llevar nunca más a una misión. — ¿Es qué no has aprendido nada en Um...? — Me giré bruscamente para hacerle callar colocando una mano sobre su boca, llevándome un dedo de la libre a la mía para indicarle que se callase.
Había escuchado ruidos. Así que tiré de su brazo y ambos echamos a andar de forma rápida y sigilosa por aquella carretera secundaria, no me fiaba nada del lugar, estaba totalmente rodeado de árboles y si había salido uno podrían venir más, era raro verlos por separado cuando se trataba de lugares apartados. Carlos iba a mi altura, refunfuñaba en silencio, así que le paré de golpe. — Es qué no puedes callar ni debajo de agua... — Me miró confundido. — Te he salvado a vida dos veces, no me vengas con cuentos... Tú sabías a lo que te enfrentabas al salir, esto no es Disney Land... — ¿Qué era Disney Land?, me habían salido las palabras así sin más, como muchas veces ocurría. — Bob... — Y ahora pareció ligeramente arrepentido al llamarme, solo él me llamaba así, pues al no tener un nombre él usó conmigo aquel mote cariñoso, hasta que encontramos uno mejor. — Estas cosas pasan, si seguimos vivos es porque me han entrenado para ello, así que deja de refunfuñar... — Miré al tipo que seguramente me triplicaría la edad. Carlos trabajaba en Umbrella como encargado del armero, nada más, había sido profesor de historia, o eso decía, porque yo no le creía era un experto en armas o algo así, por eso había conseguido ese puesto en Umbrella, aunque él en verdad quería incorporarse a la compañía de forma directa, era por eso que me había acompañado hoy en una misión, yo se lo permití porque tal vez era una de las pocas personas en la base en quien confiaba. ¿Sería eso una relación padre e hija?, podría decirse que si. Carlos y yo desde aquella vez en la que le conocí habíamos pasado mucho tiempo juntos y me agradaba mucho estar con él, quitando esos momentos. Había explotado el vehículo con el que vinimos y ahora teníamos que regresar a pie, suponía que de ahí su mal humor, pero es que ya era pasarse. Aunque le entendía algo, quería causar buena impresión a nuestros superiores y marcharse casi sin avisar no era lo mejor que podía hacer.
— Oye, tranquilo, te darán el puesto... Y más cuando regresemos vivos, con el objetivo de la misión y les cuente como me ayudaste con todo ello — Le dediqué una pequeña sonrisa, él también sonrió. Carlos debió ser militar, estaba totalmente segura de ello y buscaba poder servir como instructor en la base además de controlar las armas, se le veía muy capacitado. — ¿NAVY SEAL? — Pregunté cambiando de tema, siempre trataba de averiguar si había sido militar y esta vez me sorprendió cuando en vez de decirme un simple no, me miró y asintió. ¡LO SABÍA! — A los 34 me retiré como profesor de historia — Respondió con total calma. — Wooh... — Me limité a responder porque aquello si que fue una sorpresa.
Seguimos avanzando comentado algunas cosas como de costumbre. Le gustaba salir de vez en cuando, pero él decía que ya era mayor como para ir dando saltos por ahí. — ¡Venga ya!, antes cuando el coche explotó te vi moverte muy bien — Y así fue la conversación mientras anochecía y nos acercábamos a uno de esos pueblos fantasma. — Haremos noche aquí — Él estuvo de acuerdo, así que nos movimos por la calle principal con sigilo, había algunas de esas cosas en la lejanía, pero muy pocas y dispersas, la noche era además una buena aliada, así que tan solo teníamos que ser rápidos en entrar en una casa para que no nos vieran. Carlos subió los escalones de un porche cualquiera y cuando fue a abrir la puerta tan solo produjo un pequeño golpe, pues esta no se abrió. — Eh Bob, mira esto... Está atrancada desde dentro — Señaló la ventana de cristal que había y fue justo cuando me percaté de que el resto de ventanas también tenían algunos tablones, no sabía si habría alguna entrada trasera, pero de no ser así, los que hicieron eso aún seguirían dentro y Carlos hizo ruido al tratar de entrar fue como si simplemente hubiera llamado a la puerta, así que rápida saqué el cuchillo de la funda en mi pierna y me acerqué a mi compañero para arrancar el logo de Umbrella de su chaqueta, lo mismo hice con mi chaleco y los tiré lejos preparándome por si alguien salía.
No memories, no pain, no life...
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